Depresión - La enfermedad sin voz - Carlos Climent - E-Book

Depresión - La enfermedad sin voz E-Book

Carlos Climent

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Beschreibung

Los trastornos del estado del ánimo son una enfermedad cada vez más común, al punto que deben incluirse dentro de los programas de prevención y salud pública. Estas dolencias permanecen ocultas por las personas que las sufren debido a la desinformación y a los mitos y prejuicios que se tejen en torno a ellas. La depresión suele confundirse con síntomas de variadas enfermedades que en realidad no tienen un origen orgánico, por eso es tan importante saber que se está pasando por una depresión y que el médico tratante también esté enterado de ello, para remitir a su paciente con el especialista idóneo. Los trastornos del ánimo pueden convertirse en una situación incapacitante, si no se tratan a tiempo y de la manera adecuada. La familia cercana, el terapeuta y, cuando es necesaria, la medicación, permiten al paciente continuar con su vida de manera normal. Los autores presentan una visión humana, realista y esperanzadora acerca de los trastornos del ánimo, así como orientación para el paciente y para su familia.

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Primera edición digital, marzo de 2024

Primera edición, marzo de 2023

© 2022 Carlos E. Climent

© 2022 Sonia Bersh Toro

© 2022 Panamericana Editorial Ltda.

Calle 12 No. 34-30, Tel.: (57) 601 3649000

www.panamericanaeditorial.com.co

Tienda virtual: www.panamericana.com.co

Bogotá D. C., Colombia

Editor

Panamericana Editorial Ltda.

Ilustraciones

© Shutterstock-Dmitriip

Diagramación

Martha Cadena

ISBN DIGITAL 978-958-30-6721-1

ISBN IMPRESO 978-958-30-6704-4

Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio sin permiso del Editor.

Hecho en Colombia - Made in Colombia

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Porque nos enseñaron la enorme diferen-cia que hay entre la teoría que aparece en los textos sobre depresión y la realidad hu-mana del sufrimiento, a manos de un tirano cruel. Por la paciencia que nos tuvieron y por haber creído en la ciencia médica cuando la severidad de los síntomas y los prejuicios de los falsos profetas insinuaban que estaban condenados a la oscuridad. Y, en espe-cial, porque nos dieron la enorme gratificación de acompañarlos en su regreso a la luz.

A nuestros pacientes, por ser una fuente inagotable de inspiración.

Introducción

DiAGnóstico de la depresión

Cuestionario para detectar la depresión

¿Cómo diagnostica el especialista una depresión?

Diagnóstico diferencial de la depresión

Las múltiples caras de la depresión

Los síntomas físicos

Enfermedad coronaria

Cáncer

Iatrogenia

La lupa gris

Miedo

Rabia/Irritabilidad

El despertar negro

Disimulo

El torbellino de la angustia

Aburrimiento

Aislamiento

Dolores físicos y cansancio

Distimia

Disforia premenstrual

Procrastinación

Negación

“El alma de la fiesta”

La cara mortal de la depresión

La pena moral

La devastadora experiencia

Un viaje a los infiernos de la mente

La difícil aceptación de los trastornos del ánimo

La depresión y el duelo

La irracionalidad de la depresión

Las reincidencias en depresión

Cuando el enfermo es el jefe de familia

El acostumbramiento a la depresión

El alivio del sufrimiento

Después de la depresión

Tratamiento de la depresión

La selección del terapista

Estrategias terapéuticas contra la depresión

Efectos secundarios de los antidepresivos

Manejo de la depresión cuando se acompaña de gran angustia

Mitos sobre la depresión

Trastorno bipolar aspectos clínicos y diAGnóstico

¿Cuáles son los síntomas del trastorno bipolar?

Definición del trastorno bipolar

¿Cuál es la causa del trastorno bipolar?

Tipos de trastorno bipolar

¿Cómo se diagnostica el trastorno bipolar?

Epidemiología

Trastorno bipolar y suicidio

Comorbilidades y mortalidad

Tratamiento del trastorno bipolar

Un buen tratamiento requiere, primero, un buen diagnóstico

Factores que pueden contribuir a la descompensación del trastorno bipolar

Factores que influyen en la elección inicial del tratamiento

Episodios maníacos e hipomaníacos

Episodios depresivos

Terapias de mantenimiento

Conclusiones

El suicidio

Un suicidio difícil de evitar

Depresión, angustia y suicidio

Los peores consejeros del suicida

El suicidio y la resistencia al uso de antidepresivos

“Ahora entiendo a los suicidas”

Mitos sobre el suicidio

Escuchar sin criticar

Alcohol y suicidio

Manejo de la amenaza suicida

¿Cómo identificar a un adulto suicida?

Suicidio juvenil

¿Cómo identificar a un adolescente suicida?

Factores predisponentes en trastornos del ánimo

Factores de riesgo de la depresión

Intervenciones terapéuticas

Prejuicios sobre los trastornos del ánimo

Covid-19, depresión, insomnio y suicidio

Daños a nivel cerebral

Insomnio

EpílOGo

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Introducción

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aislamiento y silencio progresivo que él y nadie entienden. Este libro sobre los tras-tornos del ánimo incluye como principales protagonistas a la de-presión, los trastornos bipolares, las depresiones crónicas y el suicidio. Se ha escrito para aquellas personas que sin un entrena-miento especializado en comportamiento humano quieren ilus-trarse en torno a los conceptos básicos de esta enfermedad, para quienes sufren trastornos del ánimo, y no lo saben, o para aque-llos que lo saben, pero no tienen la información suficiente que les permita acceder a un tratamiento.

Empezó a fraguarse como idea al comienzo de la pandemia de la covid-19. Siempre quise escribir algo sobre el tema, pero me detenía el hecho de que las librerías están llenas de tratados sobre depresión. Mi deseo era ofrecerles a los lectores un texto

La depresión es una enfermedad que produce en el paciente

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sencillo, original y sin sabor a texto académico pero que, al mis-mo tiempo, incluyera los desarrollos más recientes de la ciencia médica en torno a los trastornos del ánimo y que suministrara he-rramientas útiles para esa vasta población que rara vez llega al consultorio de un psiquiatra.

La misión comenzó revisando y editando mis historias y escri-tos de muchos años. Cuando ya había definido una gran parte del texto y lo había completado incluso con los capítulos correspon-dientes al trastorno bipolar, estos últimos no me convencieron. No estaban suficientemente actualizados y requerían la contribución de alguien que estuviera al tanto de los avances más recientes, ta-rea que no estaba con ánimo de realizar. En consecuencia y a di-ferencia de los tres libros previos publicados por Panamericana (Los tiranos del alma, 2010; La locura lúcida, 2014; y Asuma la gerencia de su vida, 2018), escritos por mí, decidí solicitarle cola-boración para los capítulos correspondientes al trastorno bipolar, a Sonia Bersh, quien aceptó escribirlos. Sonia es una brillante profesional de la psiquiatría, de quien tengo el honor de haber sido su profesor en su paso por el Departamento de Psiquiatría y es hoy día una autoridad en la materia. Los capítulos escritos por ella sobre el diagnóstico y el tratamiento del trastorno bipolar son un lúcido aporte en un tema muy complejo, y servirán, además de ilustrar al lector en las principales particularidades del trastorno, para corregir el error frecuente de tratar depresiones bipolares como si fueran depresiones unipolares.

El presente texto incluye los aspectos más comunes del am-plio universo de los trastornos del ánimo describiendo casos clínicos; un resumen de la clasificación diagnóstica vigente uti-lizada por los especialistas e indicaciones para que los lectores puedan, por su propia cuenta, realizar el reconocimiento prelimi-nar de estos trastornos. Para algunos trastornos ofrece reco-mendaciones de manejo y un resumen de los tratamientos que efectúan los especialistas. Adicionalmente, describe los factores predisponentes, los factores de riesgo, los mitos más comunes acerca del suicidio y los prejuicios sobre este asunto.

Introducción

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La presentación de la depresión, accesible a todos los lecto-res, evidencia la gran desinformación y los prejuicios sobre esta dolencia, lo cual entorpece su identificación y oportuno trata-miento. Esta dolencia ocurre en el 12,1% de las personas, pro-duce una incapacidad muy grande y representa un sufrimiento enorme, pero tiene las mejores posibilidades de tratamiento si se la identifica oportunamente. Si bien la forma clásica, la más co-mún, incluye signos de tristeza, melancolía, desesperanza, des-valimiento, ideas de muerte o ideas suicidas, muchas veces la depresión se presenta con otras características.

El 15% de los pacientes que acude al médico en busca de un alivio para aflicciones físicas sufre de una depresión que muchas veces no se diagnostica, razón por la cual no recibe el tratamien-to adecuado. Escondida detrás de un sinnúmero de síntomas so-máticos, la depresión abruma a su víctima y despista al médico, quien suele limitarse a las causas orgánicas.

Desconocer el origen emocional de muchos síntomas físicos retarda el diagnóstico de la depresión y prolonga el tormento de manera innecesaria. El término tormento no es una exageración, pues los casos severos se constituyen en un verdadero suplicio, un abismo profundo, que le roba a la persona el placer de la vida y la sume en un estado de parálisis aun frente a los asuntos más sencillos de la vida cotidiana, y el suicidio se contempla como la única forma de aliviar el martirio.

Su naturaleza oculta, su inicio gradual, la sutileza de su evolu-ción y la amplia gama de síntomas emocionales y físicos impiden su identificación. El mismo paciente, cada vez más desconcer-tado y desmoralizado, asiste impotente a la progresiva limitación de todas sus capacidades. Y si él no entiende lo que le ocurre, mu-cho menos sus seres queridos que comienzan a irritarse de verlo paralizado sin razón. “No tiene nada y lleva semanas sin salir del cuarto”, comentan preocupados sus allegados. Como obvia con-secuencia, el paciente no recibe tratamiento, pues cuando el ene-migo no se conoce, es imposible combatirlo.

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Algunos de los pacientes con depresión presentan síntomas o incluso periodos de aceleramiento que, a veces, orientan al diagnóstico de trastorno bipolar. Estos periodos representan un reto terapéutico, pues si bien son evidentes y molestos para los allegados, no incomodan al paciente, quien se siente lleno de energía, agradece el poder “disfrutar de su vida”, y en ese mo-mento de euforia rechaza cualquier intento de tratamiento. Los capítulos sobre el trastorno bipolar resuelven muchas dudas al respecto.

Entre aceleramientos y depresiones el paciente puede pasar años sin recibir ayuda, pues tanto él como su familia aceptan esos ciclos pasivamente y concluyen desalentados que “no se puede hacer nada.... pues él (ella) es así”.

El término depresión, en este texto, no incluye a quienes un día se sienten decaídos, tristes, angustiados o abrumados por las preocupaciones, los reveses de la vida o los problemas cotidianos y dicen sentirse “deprimidos”. Esos bajones temporales en el esta-do de ánimo son normales y no constituyen una depresión.

La depresión se considera una “enfermedad sin voz” porque muchas veces el paciente, aquejado por sus incapacitantes sínto-mas, no entiende lo que está ocurriéndole, y no puede expresar ni explicar lo que siente. Como en la mayoría de los casos, los co-mienzos tienen un curso lento y no hay una causa identificable para explicar unos síntomas tan variados, como incomprensibles y molestos; el paciente queda a merced de un tirano destructivo que va inhabilitándolo de manera progresiva y ante el cual no pue-de defenderse.

Frente a circunstancias tan anormales como frecuentes, no sorprende que reciban tan poca atención. Pero sorprende más la enorme resistencia que oponen muchos de estos pacientes a re-cibir un tratamiento que puede fácilmente aliviar esos síntomas. Varios mecanismos de defensa refuerzan esa resistencia, como la negación (“Aquí no pasa nada”) y la racionalización (“Este desga-no se debe a que estoy alimentándome muy mal… debe ser la cri-sis de los 50que me ha dado muy duro”).

Introducción

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Estos mecanismos de defensa son reacciones automáticas inconscientes que, como su nombre lo indica, protegen a la perso-na del dolor psicológico y evitan que se dé cuenta de la enferme-dad que la agobia. Esto supone que la persona va a sufrir menos, pero el resultado final es que, al no reconocer la enfermedad, el su-frimiento aumenta y la persona va perdiendo terreno frente a una dolencia que la agobia con síntomas cada vez más paralizantes.

En general, los trastornos del ánimo son particularmente di-fíciles de diagnosticar, en especial al inicio de los síntomas, pues el paciente no los menciona, no los reconoce como patológicos, y la familia, que se ha acostumbrado a ellos, los considera como una parte de su personalidad, no como un trastorno que puede tratarse. Ignorada así, la depresión conduce a un progresivo de-terioro de la calidad de vida, a una dificultad para el disfrute y a una merma de las capacidades del individuo en todos los campos: afectivo, profesional, social, académico, con el suicidio como el desenlace más terrible al cual recurre el paciente acorralado por una enfermedad que se salió de control.

Pero una noticia alentadora sobre estos trastornos es que, si se los identifica oportunamente, pueden tratarse con el uso de te-rapias y psicofármacos adecuados con una probabilidad de éxito terapéutico cercano al 80%. Su tratamiento es relativamente sen-cillo cuando se ha diagnosticado con precisión y se siguen los pa-rámetros terapéuticos adecuados. Por tanto, estas personas no están condenadas a padecer indefinidamente de sus síntomas.

Nota: los datos y las circunstancias de todos los casos clíni-cos que aparecen en este libro se han cambiado para preservar la identidad de las personas, pero corresponden a las historias rea-les de pacientes.

Carlos E. Climent M.D.

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Diagnóstico de la depresión

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para identificar tempranamente la depre-sión, informarse sobre la forma como los especialistas la detectan, conocer las difi-cultades que, en ocasiones, hay que supe-rar para llegar al diagnóstico de la depresión y capacitarse para orientar a sus allegados en este delicado tema.

En salud mental, toda persona sin entrenamiento está en ca-pacidad de identificar los síntomas depresivos. El Cuestionario para detectar la depresiónes un sencillo instrumento diseñado para ese fin, y su aplicación puede significar una gran diferencia entre una vida saludable y una agobiada por un enemigo implaca-ble y, muchas veces, oculto. La inmensa mayoría de los pacientes depresivos, susceptibles de tratar y aliviar, no son diagnosticados y, como consecuencia, no llegan a los servicios especializados, y, por esto, quedan condenados al abandono y al deterioro.

Este capítulo pone a disposición las herramientas

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Cuestionario para detectar la depresión

¿En los últimos treinta días, ha tenido, durante más de dos sema-nas, alguno de los siguientes síntomas? Márquelos con una equis (X).

Decaimiento físico/Pérdida de la energía/Cansancio

Lentitud en los movimientos

Tristeza, melancolía

Sensación de minusvalía/Pobre autoestima

Sentimientos de culpa

Pesimismo exagerado/Piensa que todo le va a salir mal

Desesperanza

Pérdida de interés y placer en las cosas/Obligaciones

Indecisión

Dudas respecto a muchas cosas

Visión absurda de la realidad; muchas veces apocalíptica.

Ansiedad/Angustia/Nervios

Miedos absurdos

Sensación de pánico

Irritabilidad

Pérdida del apetito

Pérdida de peso

Síntomas físicos variados, sin explicación

Visitas a varios médicos

Insomnio o hipersomnio

DiaGnóstico de la depresión

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Disminución del rendimiento en el trabajo/estudio

Sensación de haber perdido facultades mentales y/o físicas

Disminución en la concentración

Pérdida de memoria

Ideas obsesivas negativas/Preocupaciones con la muerte

Amanecer negro

Ideas de muerte*

Ideas suicidas*

Amenazas o actos suicidas*

Instrucciones

Si la persona marcó varios de los síntomas descritos arriba, especialmente si tiene uno solo de los marcados con asterisco (*), se aconseja remitirla al especialista (es posible que esté sufriendo de depresión).

¿Cómo diagnostica el especialista una depresión?

El especialista diagnostica basado en su conocimiento médico que le permite obtener datos de la historia clínica, el informante idóneoy algunosinstrumentos estandarizados.

La historia clínicaes el documento escrito en el que consta en forma metódica, ordenada y detallada la narración de todos los sucesos acaecidos y comprobaciones realizadas por el médi-co o el equipo médico, durante la asistencia a un paciente.

El informante idóneoes un allegado de confianza, una perso-na que convive con el paciente, o conoce bien sus circunstancias, y puede dar fe de manera objetiva de la evolución del cuadro clí-nico. Con esto se combatirá la falacia de que la familia no debe

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entrar en contacto con el profesional tratante. No olvidar que una vez el paciente inicia un tratamiento este tiene el derecho a la confidencialidad de la información que le suministra al profesio-nal a cargo.

Los instrumentos estandarizadosson manuales diagnósti-cos que se utilizan para comunicarse con otros colegas o para de-jar consignada la información en la historia clínica institucional. Los más utilizados a nivel global son los establecidos por la Orga-nización Mundial de la Salud (oms): icd-10-pcs, who, Geneva y el dsm-5(American Psychiatric Association, 2013).

Si utiliza los criterios del dsm-5, el especialista requerirá, para confirmar el diagnóstico de depresión mayor, un periodo de por lo menos dos semanas de observación al paciente, en las cua-les a la persona se le nota disminución de interés o placer en muchas actividades cotidianas (comidas especiales, deportes, pasatiempos, amistades, sexo, entre otras). El estado de ánimo depresivo se manifiesta con decaimiento, tristeza o desesperan-za, circunstancia que resulta llamativa para la familia que lo nota más aislado de lo habitual, al compararlo con su funcionamiento social previo.

Además de los anteriores deben evidenciarse cinco (5) o más de los siguientes síntomas:

• Pérdida de peso significativa.

• Insomnio. Las formas más comunes de insomnio ocurren en la mitad de la noche, cuando el paciente se despierta y le cuesta trabajo volver a dormirse, y esto puede ocurrir de manera repetitiva durante una misma noche, o cuando el paciente se despierta y no vuelve a conciliar el sueño.

• Hipersomnio, caracterizado por un incremento de horas de sueño nocturno o en prolongados periodos durante el día.

• Retardo psicomotor manifestado por:

• Movimientos corporales más lentos que lo habitual; el mutismo es el estado extremo.

DiaGnóstico de la depresión

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• Disminución en la variedad y contenido de los pensamientos.

• Lenguaje más lento que lo habitual.

• Una pausa mayor que lo habitual para contestar las preguntas; es decir, un aumento del tiempo entre la pregunta y la respuesta.

• Agitación psicomotriz manifestada por la marcada incapacidad para permanecer quieto o sentado.

• Fatiga física o pérdida de energía, sin justificación alguna; es decir, las cosas más sencillas, como vestirse o arreglarse, le representan un enorme esfuerzo y le toman mucho más tiempo de lo habitual. Por supuesto, la eficiencia en el trabajo disminuye.

• Los sentimientos de minusvalía o sentimientos de culpa absurdos ocupan la mayor parte del día; por ejemplo, echarse la culpa por su enfermedad o por las circunstancias negativas que le ocurren a su familia.

• La incapacidad para pensar se manifiesta en dificultades para la concentración y recordar (pérdida de la memoria) o en la toma de decisiones más sencillas.

• Las preocupaciones recurrentes con la muerte incluyen desde las conductas de inacción, como quedarse horas despierto en la cama o dando vueltas sin sentido por su vivienda, rumiando pensamientos negativos; por ejemplo: “Quisiera que Dios se acordara de mí”. “Preferiría estar muerto”. “No quiero ser una carga para nadie”. “Mi vida no tiene sentido”. Estos pensamientos pueden incrementarse hasta llegar a constituirse en ideas francas de suicidio o actos suicidas.

Para el especialista, existen otros medios diagnósticos para los casos más complicados o resistentes al tratamiento, así como

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una multitud de otras variantes diagnósticas, cuya discusión se sale de los objetivos de este texto.

Diagnóstico diferencial de la depresión

Como la depresión puede manifestarse con síntomas físicos di-versos, se requiere descartar primero si se trata de otra condición clínica que esté ocasionando esos síntomas y, si es el caso, proce-der a tratarla. Una vez es tratada esta, y si se mantienen los sínto-mas depresivos, entonces se procede a tratar la depresión.

Los tumores cerebrales, el duelo, la enfermedad de Alzhei-mer y el síndrome de fatiga crónica ilustran la dificultad que a veces deben vencer los clínicos para efectuar el diagnóstico dife-rencial de la depresión.

Tumores cerebrales

En pacientes mentales, los tumores cerebrales han sido motivo de interés de neurólogos y psiquiatras desde hace muchos años (Levin, 1949).

viene presentando síntomas depresivos. Al examen se detecta un hombre envejecido para su edad y con una ligera dificultad en la marcha, razón por la cual se decide prac-ticar una evaluación neurológica que dio como resultado la pre-sencia de un pequeño tumor cerebral. Este fue un caso afortunado, pues no solamente fue resecado el tumor con éxito y desaparecie-ron los síntomas físicos y las consecuencias de una masa expan-siva intracerebral, sino que el paciente no se sometió a una terapia con antidepresivos. Esta última opción, además de inútil, hubiera demorado la intervención quirúrgica con todas las consecuencias negativas.

J.W. es un hombre de 68 años quien desde hace varios meses

DiaGnóstico de la depresión

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Duelo

Este cuadro clínico, confundido con alguna frecuencia con la de-presión, es la sensación de vacío, dolor y confusión que deja la muerte de un ser querido.

El duelo normal no representa una patología que requiere tratamiento específico, pero cuando estas reacciones impiden el retorno a las actividades normales se recomienda un apoyo psico-lógico que va a facilitarle a la persona expresar sus emociones res-pecto a la pérdida, la aceptación de esta y la adaptación a la vida.

Una de las emociones más normales, pero al mismo tiempo más difíciles de expresar en casi todos los procesos de duelo, es la ambivalencia hacia el ser querido muerto, pues al tiempo que se siente una gran tristeza, puede sentirse rabia por el abandono. En consecuencia, la aceptación de la rabia es fundamental para superar el duelo.

En la mayoría de los casos, el apoyo psicológico es suficiente porque permite la verbalización y la aceptación de las emociones, lo que alivia los síntomas y facilita de manera gradual la acepta-ción de la pérdida. Todos los anteriores son requisitos indispensa-bles para iniciar el camino de reconstrucción de la vida cotidiana del doliente.

Cuando los síntomas son muy severos y perduran más de seis meses, debe considerarse la posibilidad de estar frente a un duelo patológico que probablemente va a necesitar algo más que el apoyo psicológico. En este caso, se impone la remisión a un psi-quiatra para evaluar la posibilidad de administrar algún medica-mento, puesto que puede tratarse de un cuadro depresivo.

Enfermedad de Alzheimer

Una dificultad muy frecuente en práctica clínica con personas de edad es la diferenciación entre depresión y un estado demencial, porque ambos trastornos son comunes en personas mayores.

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Un diagnóstico más preciso se hace teniendo en cuenta varios aspectos:

• La dificultad cognitiva mayor de los pacientes con depresión es su incapacidad de concentrarse; en cambio, en el paciente con alzhéimer los problemas mayores tienen que ver con las fallas de la memoria.

• Si bien la pérdida de memoria preocupa tanto al paciente deprimido como al paciente con demencia senil, el paciente deprimido tiende a estar más consciente y preocupado por esa falla que el paciente con demencia.

• La declinación de las funciones cerebrales superiores es muy rápida en depresión; en cambio, en demencia el proceso de deterioro es más lento.

• La depresión no causa desorientación, la demencia sí. De hecho, es uno de los síntomas cardinales de esta última.

• Las habilidades motrices, escribir, leer y expresarse verbalmente no se bloquean en los casos de depresión; en cambio, son muy evidentes en el caso de la enfermedad de Alzheimer.

• Algunas investigaciones concluyeron que a un cuadro demencial suele precederlo un estado depresivo que ocurre con años de antelación a la primera manifestación de demencia. Pero no hay nada definitivo, pues muchos síntomas de demencia a veces se deben a una depresión que no se ha tratado. En este último caso, la persona se muestra desmotivada, presenta fallas de memoria y un retardo psicomotor franco que debe tratarse con antidepresivos. Si, en efecto, se trata de una depresión, el paciente mejorará su estado de ánimo, su nivel de energía, su capacidad de concentración y sus funciones intelectuales, incluida la memoria.

DiaGnóstico de la depresión

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Síndrome de fatiga crónica (SFC)

“Me siento extenuado (a) todo el tiempo, hasta el punto de no po-der hacer nada... me levanto cansado (a) a pesar de haber dormi-do toda la noche... cualquier esfuerzo físico me extenúa y los médicos me dicen que no me encuentran ninguna enfermedad...”.

Las quejas resumidas en el párrafo anterior se conocen en medicina con el nombre de síndrome de fatiga crónica (sfc), expresión que no corresponde a ninguna dolencia específica. Los médicos se deciden por este nombre después de un largo proceso de descarte, pues el cansancio crónico está presente en muchísi-mos trastornos clínicos.

Antes de que hiciera su aparición el coronavirus, del 10% al 25% de todos los pacientes que visitaban al médico, especial-mente mujeres, sufrían de síntomas crónicos de fatiga. Hoy, proba-blemente la frecuencia de este diagnóstico se ha incrementado de manera notable, pues se lo diagnostica con frecuencia como una parte de las secuelas que quedan después de que la persona ha superado la fase aguda de la covid-19.

El diagnóstico de sfcse hace cuando además del cansancio descrito, de más de seis meses de duración, se presentan varios de los siguientes síntomas: pérdida de concentración o memoria; confusión o irritabilidad; malestar después de haber realizado algún esfuerzo; dolores de cabeza o debilidad muscular, articu-lar; ganglios dolorosos y palpables en las axilas o en la nuca; dolor de garganta. Con frecuencia, se acompaña de síntomas gastro-intestinales, sudoración, dolor en el pecho, ahogo, tos, mareo o fiebre.

Si bien se desconoce el origen de este síndrome, en relación con el coronavirus causante de la covid-19, hoy se sabe (1) que no es el virus mismo, sino las consecuencias de las acciones de-fensivas desesperadas del propio sistema inmunitario ante el ataque viral, las cuales generan muchos de los daños orgánicos causantes de los síntomas. Los responsables de sintomatolo-gía tan diversa no son solamente el proceso inflamatorio de las

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células sino las alteraciones que ocurren a nivel microvascular del cerebro y los bulbos olfatorios y que pueden incluso conducir a un deterioro de la célula nerviosa.

El curso del sfces intermitente y las recaídas se alternan con periodos de mejoría y con nuevas recaídas. Se confunde con muchos otros trastornos de curso crónico y debilitante de cual-quiera de los sistemas orgánicos. Tal confusión lleva a inútiles consultas con diversos especialistas.

El tratamiento debe atacar los distintos componentes que han originado la patología explicando la naturaleza de esta condi-ción clínica, descartando otros trastornos, aplicando correctivos a los síntomas y combatiendo la incertidumbre y las actitudes ne-gativas del paciente y de su familia.

La fibromialgia, que algunos consideran indistinguible de este síndrome, puesto que también se presenta con fatiga, se ca-racteriza además por dolor muscular generalizado o restringido a algunos músculos tendones o ligamentos. Este término, muy en boga, suele dejar por fuera la depresión como la causa primaria de tales síntomas. Antes de rotular a una persona sufriendo de fibromialgia, se recomienda determinar si está deprimida y pro-ceder a su tratamiento.

Paralelamente hay que:

• Ilustrarse sobre la fibromialgia y la depresión (esta última es muchas veces el verdadero problema por tratar) de entre los variados síntomas físicos que actúan como distractores.

• Combatir las creencias primitivas, el pensamiento mágico y las preocupaciones distorsionadas sobre la enfermedad.

• Ayudar al paciente a adquirir una visión más positiva frente a su propia salud sacándola del énfasis obsesivo en lo patológico.

• Desestimular las visitas inútiles a más especialistas.

• Evitar el rótulo de “hipocondríaco”.

DiaGnóstico de la depresión

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• Cuestionar el comentario habitual del médico y los familiares: “El tratamiento antidepresivo ya se intentó sin éxito”, con el cual se pretende descartar el tema de los antidepresivos. Pues se sabe que una de las fallas más habituales es el tratamiento inadecuado de esta enfermedad, con frecuencia alentado por profesionales que han prescrito antidepresivos en dosis muy bajas, lo cual lleva a conclusiones erróneas.

Tratamiento del sfc.Una vez confirmado el diagnóstico del sfc(es decir cuando se ha descartado que la fatiga se debe a una enfermedad orgánica), el desafío para el médico consiste en brindarle alivio y consuelo al ser humano que lleva mucho tiempo dando tumbos de consultorio en consultorio, sin que nadie lo es-cuche compasivamente.

El tratamiento no es fácil y la mejoría puede tomar tiempo. Pero la posibilidad de mejoría para el paciente es mayor en la me-dida en que el médico, como una parte del proceso terapéutico, observe estos principios:

• Escuchar con atención las quejas del paciente. Esta es, sin duda, la herramienta fundamental para todas las acciones psicoterapéuticas.

• Transmitirle al paciente una visión objetiva de la situación clínica.

• Ser imaginativo, pues aun en el más complejo de los casos siempre hay algo positivo que puede decirse.

• Brindarse como apoyo y mostrar una actitud esperanzadora.

• Ilustrar al paciente sobre la naturaleza y gran frecuencia del sfcy la facilidad con la cual se confunde con muchas otras enfermedades. Esa comprensión reduce la tensión y le permite a la persona asustada, desmoralizada o avergonzada, entender que él/ella no es un caso raro.

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• Una vez descartada cualquier otra enfermedad, como causa de los síntomas, hay que suspender el “pimpón” entre especialistas y, por ende, todos los exámenes de laboratorio.

• Atenuar los síntomas más molestos mediante el uso racional, según el caso, de analgésicos, antiinflamatorios, antihistamínicos, antidepresivos, tranquilizantes o estimulantes.

• No insistir tercamente en tratamientos que no han funcionado.

• Combatir creencias y preocupaciones distorsionadas sobre la enfermedad. Ayudar al paciente a adquirir una visión más positiva frente a la salud.

• No irrespetar al paciente restándole importancia a sus síntomas, ni rotulándolo como hipocondríaco.

• Combatir los factores que aumentan el estrés y agravan los síntomas. Sugerir medidas generales como la realización de actividades placenteras de cualquier naturaleza.

• Ayudar al paciente a salir de la incertidumbre gracias al mejoramiento de su actitud hacia su propia vida.

• Demostrar que existen buenas posibilidades de que los síntomas disminuyan, si se miran de frente las situaciones de conflicto de la vida cotidiana.

En conjunto, todas estas medidas harán que el paciente comien-ce a mirar su futuro con esperanza, lo que refuerza el concepto de que el éxito terapéutico en medicina está directamente relaciona-do con el interés genuino del médico en su paciente. Todo lo de-más viene por añadidura.

DiaG