Christine Merrill siempre quiso ser escritora y, cuando nacieron sus hijos y decidió quedarse en casa, pensó que era el momento de escribir. Sería un trabajo a tiempo parcial. Podría establecer su propio horario y nunca tendría que ponerse tacones para ir al trabajo. ¿Qué dificultades podría tener? El problema era que los manuscritos se amontonaban junto con los rechazos que recibía. Pero trabajó mucho y, siete años más tarde, tuvo la satisfacción de ver que su primer libro era un éxito en las librerías.