100 Oraciones contra el diablo y el mal - Varios Autores - E-Book

100 Oraciones contra el diablo y el mal E-Book

Autores varios

0,0

Beschreibung

Este libro es una recopilación de oraciones que la Iglesia, a lo largo de la historia, ha propuesto como poderosas defensas contra el diablo y el mal, dirigidas de modo particular a Jesús, a María, al Espíritu Santo, al arcángel Gabriel y a algunos santos invocados expresamente contra Satanás, como san Benito o san Pío de Pietrelcina. Entre las oraciones hay salmos, palabras que pronuncia Jesús en los Evangelios para expulsar demonios, letanías, novenas, bendiciones y oraciones de petición por las almas del purgatorio, por la curación de los males corporales y de los males del espíritu y por la liberación del alma en la hora de la muerte. Las oraciones van precedidas de una breve presentación del Padre Amorth en la que, además de recomendar la oración constante, insiste en que los cristianos no debemos temer al demonio, sino al pecado, y que la mejor manera de combatirlo es permanecer en gracia de Dios.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 97

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Índice

Portada

100 oraciones contra el diablo y el mal

Presentación del padre Amorth

Primera parte. Oraciones bíblicas contra el mal

Segunda parte. Oraciones de liberación del mal y de exorcismo

Tercera parte. Para pedir la liberación de los males corporales

Cuarta parte. La liberación de los males del espíritu y del alma

Quinta parte. Para pedir la liberación del mal en la hora de nuestra muerte

Sexta parte. Por la liberación de las almas del purgatorio

© SAN PABLO 2021 (Protasio Gómez, 11-15. 28027 Madrid) Tel. 917 425 113 - Fax 917 425 723

E-mail: [email protected] - www.sanpablo.es

© Padre Amorth

Distribución: SAN PABLO. División Comercial Resina, 1. 28021 Madrid

Tel. 917 987 375 - Fax 915 052 050

E-mail: [email protected]

ISBN: 978-84-2856-416-8

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio sin permiso previo y por escrito del editor, salvo excepción prevista por la ley. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la Ley de propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). Si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos – www.conlicencia.com).

www.sanpablo.es

Presentación del

PADRE AMORTH

LA ORACIÓN DE INTERCESIÓN CONTRA EL MAL

1. Contra el mal, rezar al Espíritu Santo, al nombre de Jesús y a María Santísima

Al constatar la presencia de males y maleficios conviene reforzar siempre los propios gestos y oraciones implorando una intercesión para nosotros y para la persona afectada. Entre todos los intercesores posibles, tres son los que podríamos considerar necesarios: el Espíritu Santo, el nombre de Jesús y María Santísima.

A propósito de la Virgen María conviene tener presente un aspecto importante. Desde el momento en que, tras el pecado de Adán, la encarnación de Cristo adquiere una fisonomía particular mediante la cual Jesús viene como Salvador y Redentor, también María, su Madre, fue asociada a este rol, al estar exenta de la culpa original precisamente en virtud de los méritos de Cristo.

Además María no solo es madre del Redentor, sino también colaboradora en su obra redentora; no por casualidad es representada por pintores y escultores en el acto de aplastar la cabeza de la serpiente, imagen del Demonio. Con mayor razón, pues, se trata de una intercesora poderosa.

2. La oración a los ángeles y arcángeles

Siguiendo en el orden celestial, ciertamente son válidos intercesores los arcángeles y los ángeles, que intervienen siempre con sus legiones en la lucha contra el Maligno. Para ello basta pensar en el libro del Apocalipsis, donde se relata (12,7-9) que hubo una batalla en el cielo entre Miguel, el jefe de las milicias celestiales, y Satanás y sus ángeles rebeldes; venció el arcángel, y sus enemigos fueron precipitados en el infierno.

Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles combatieron, pero no pudieron vencer, y no hubo lugar para ellos en el cielo.Y fue precipitado a la tierra el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama «Diablo» y «Satanás», el seductor del mundo entero y sus ángeles fueron precipitados con él.

Por eso solemos invocar a Miguel arcángel en cuanto jefe de las milicias angélicas; junto con él yo invoco siempre también a los ángeles custodios de todos los presentes, entre quienes obviamente no falta nunca san Gabriel arcángel, que es mi patrono.

3. Los otros santos

Con frecuencia se habla de san Benito como patrono de los exorcistas; en realidad, históricamente no está probado que el papa Honorio III lo nombrara tal, pero dado que no hay un patrono oficial, lo invocamos a él, que sin duda era muy fuerte en la lucha contra el Demonio.

San Benito era monje, quizá no era sacerdote y con seguridad no era exorcista. La razón de esta identificación se encuentra en el hecho de que fue un grandísimo santo y demostró una gran fuerza contra el Demonio, dado que con frecuencia lo expulsaba. Su medalla particularmente tiene una notable eficacia, pues contiene muchas frases contra el Maligno.

Respecto a los santos, todo exorcista invoca a aquellos por quienes siente más devoción o a aquellos de quienes es más devota la persona que es exorcizada. Se puede decir que no hay santos que tengan una fuerza particular contra el Demonio; ciertamente todos los santos en cuanto tales la tienen, pero nosotros invocamos a aquellos de quienes somos más devotos.

Asimismo hay muchos casos de santos atormentados por el Demonio. Entre los más emblemáticos, sobre todo por tratarse de un acontecimiento bastante reciente, está el de la religiosa carmelita conocida como la pequeña árabe: sor María de Jesús Crucificado.A lo largo de su vida sufrió muchas veces una verdadera y propia posesión diabólica y tuvo necesidad de ser exorcizada para obtener la liberación. Por otra parte, conocemos varios casos de santos, como san Juan Bosco, el santo Cura de Ars, el padre Pío de Pietrelcina, santa Gema Galgani, santa Ángela de Foligno y don Calabria, y podríamos citar muchos otros, que sufrieron vejaciones diabólicas de las que se libraron por sí mismos gracias a la oración y los sacramentos.

4. No hay que tener miedo del Demonio, sino del pecado

Lo fundamental que hay que subrayar es que la Biblia no nos dice nunca que tengamos miedo del Demonio, porque nos asegura que podemos y debemos resistirle apoyándonos en la fe. La Biblia nos dice más bien que debemos temer el pecado; pero todos los santos han luchado contra el pecado, y luchando contra él se lucha contra el Demonio, según decía Pablo VI preguntándose en su famoso discurso sobre el Demonio del 15 de noviembre de 1972 sobre cómo había que actuar para oponerse al Maligno: «Todo lo que nos preserva del pecado nos protege de Satanás».

Nosotros solo debemos tener miedo de no estar en gracia de Dios, que significa confesarse, participar en la santa misa, recibir la comunión, además de hacer la adoración eucarística y rezar, especialmente con los salmos y el rosario. Todos estos son entre otras cosas también los mejores remedios contra la actividad extraordinaria del Demonio: si nos mantenemos en la gracia de Dios, estamos protegidos.

Un gran santo como Juan Crisóstomo dice que el Demonio es un santificador de las almas a pesar suyo, porque es derrotado y provoca sufrimientos en estas personas santas, que saben ofrecerlos al Señor y, por tanto, saben hacer de ellos un medio de santificación.

PADRE GABRIELE AMORTH

N.B. – Con respecto a las Oraciones que siguen, conviene tener presente que nadie debe pensar que pueden ser utilizadas para efectuar exorcismos a sus parientes, amigos o personas próximas. Las Oraciones de liberación reproducidas en este libro deben utilizarse como oraciones personales de autoliberación: recitarlas no significa hacer un exorcismo, cosa que corresponde únicamente a los sacerdotes encargados de ese ministerio, con la autoridad de la Iglesia y en su nombre.

Como indica el Padre Amorth en la Presentación de este libro, los Salmos son algunas de las oraciones más poderosas contra el mal. En esta parte se encuentran también algunas palabras usadas por Jesús para expulsar a los demonios. Pueden usarse útilmente como oraciones de defensa personal en nuestras luchas interiores.

1. MALDICIÓN DE LA SERPIENTE

(Gén 3,14-15)

Por haber hecho esto,

maldita seas entre todos los ganados

y entre todas las bestias del campo.

Te arrastrarás sobre tu vientre

y comerás del polvo de la tierra

todos los días de tu vida.

Yo pongo enemistad entre ti y la mujer,

entre tu linaje y el suyo;

ella te aplastará la cabeza

y tú solo tocarás su calcañar.

2. DIOS NOS PROTEGE

(Sal 3)*

Señor, cuán numerosos son mis opresores,

cuántos los que se alzan contra mí,

cuántos los que dicen de mi vida:

«Ya ni Dios lo salva».

Mas tú, Señor, eres mi escudo,

tú eres mi gloria, tú alzas mi cabeza.

Mi clamor levanto hacia el Señor,

y él me atiende desde su santo monte.

Yo me acuesto, me duermo y me despierto:

el Señor es mi apoyo.

No temo a los hombres sin cuento

que por doquier se apostan contra mí.

Levántate, Señor; sálvame, Dios mío.

Tú das de bofetadas a todos mis enemigos

y rompes los dientes a los malhechores.

En ti, Señor, está la salvación:

caiga tu bendición sobre tu pueblo.

3. NO TE ESCONDAS, SEÑOR

(Sal 10)

¿Por qué te quedas lejos, Señor,

y te escondes en los tiempos de angustia?

Con su orgullo el criminal

al infeliz oprime;

¡quede preso en la redada que le ha urdido!

El malvado se jacta de sus propios planes

el avaro blasfema, desprecia al Señor;

el malvado dice con arrogancia:

«¡No hay Dios!», es todo lo que piensa.

Su proceder prospera en todo tiempo,

tus sentencias quedan muy lejos para él,

se burla de todos sus rivales;

dice en su corazón: «Yo no vacilo,

seré siempre feliz, nunca en desgracia».

Levántate, Señor, alza tu mano;

oh Dios, no te olvides del pobre.

¿Por qué el malvado

ha de despreciar a Dios

pensando que no le pedirá cuentas?

Pero tú ves la pena y los lamentos,

tú los miras y los tomas en tus manos;

el desvalido se confía a ti,

tú eres el refugio del huérfano.

Quiebra el brazo del criminal

y del malvado,

castiga su crueldad, no quede rastro.

El Señor es rey por siempre, por los siglos;

los paganos serán barridos de su tierra.

Tú escuchas, Señor, el deseo de los pobres;

su corazón confortas; les tiendes tus oídos

para hacer justicia al huérfano, al vejado;

que el hombre, nacido de la tierra,

no infunda más terror.

4. ¿ HASTA CUÁNDO VA A TRIUNFAR MI ENEMIGO?

(Sal 13)

¿Hasta cuándo, Señor,

seguirás olvidándome?

¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?

¿Hasta cuándo tendré desazón en mi alma,

y en mi corazón una tristeza

día y noche?

¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo

sobre mí?

Mira y escúchame, Señor, Dios mío,

ilumina mis ojos, no me duerma

en la muerte,

para que no diga mi enemigo:

«Le he vencido»,

ni gocen mis opresores al verme ya caído.

Yo confío en tu amor,

mi corazón se alegra por tu liberación

y cantaré al Señor por el bien

que me ha hecho.

5. ¿ POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

(Sal 22)

Dios mío, Dios mío,

¿por qué me has abandonado?

A pesar de mis gritos, no acudes a salvarme.

Dios mío, de día te llamo

y tú no me respondes,

de noche, y tú no me haces caso;

pero tú eres el Santo,

te sientas en tu trono, oh gloria de Israel.

En ti esperaron nuestros padres,

esperaron en ti y tú los libraste,

a ti clamaron y quedaron libres,

esperaron en ti y no fueron defraudados.

Mas yo soy un gusano, que no un hombre,

vergüenza de los hombres,

escarnio de la plebe;

todos los que me ven hacen burla de mí,

retuercen la boca, menean la cabeza:

«Confió en el Señor, pues que él lo libre;

que lo salve, si de verdad lo quiere».

Tú me sacaste del vientre de mi madre,

me pusiste seguro en su regazo;

desde antes de nacer a ti me confiaron,

desde el vientre de mi madre eres mi Dios.

No te quedes lejos,

que el peligro está encima

y nadie me socorre.

Toros innumerables me acorralan,

me acosan los toros de Basán;

ávidos abren contra mí sus fauces,

cual leones que rugen y desgarran.

Siento que me disuelvo como el agua,

todos mis huesos se dislocan,

mi corazón se ha vuelto como cera,