Apología de un gobierno justo - Marceliano Julio Fonseca Bolívar - kostenlos E-Book

Apología de un gobierno justo E-Book

Marceliano Julio Fonseca Bolívar

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Beschreibung

En palabras de Bob Dylan, los tiempos están cambiando. Esta es una máxima inamovible, como se puede comprobar con el mero hecho de consultar la historia de la humanidad. A la vez que los tiempos cambian, nosotros, como individuos, pero sobre todo como sociedad, hemos de adaptarnos. Apología del gobierno justo trata, precisamente, de este aspecto fundacional del ser humano, el cual debe evolucionar junto con su entorno. La figura del Estado no puede estar petrificada, sino que debe seguir el ritmo de avance de las sociedades que lo conforman. Así pues, en este libro podrá encontrar una serie de recomendaciones para que todos podamos seguir hacia delante con ilusión y firmeza.

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Seitenzahl: 153

Veröffentlichungsjahr: 2024

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© Derechos de edición reservados.

Letrame Editorial.

www.Letrame.com

[email protected]

© Marceliano Julio Fonseca Bolívar

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

Diseño de cubierta: Rubén García

Supervisión de corrección: Celia Jiménez

ISBN: 978-84-1089-238-5

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

.

Dedico esta obra a mis hijos, madre, padre, hermanos,

mi mujer, amigos, amigas, paisanos y a mis lectores.

Prólogo

En primer lugar, me gustaría dar las gracias a Marceliano Julio Fonseca Bolívar por haberse atrevido a redactar esta obra. Apología del gobierno justo es un título que, valga la redundancia, es justo para con sus lectores. Durante la obra, disfrutaremos de un análisis riguroso, pero anclado a la tierra y a su gente, donde, a través de ejemplos reales, el autor va pasando de un punto a otro con firmeza, entusiasmo y una capacidad analítica digna de ser envidiada.

Muchos nos sentimos desamparados por aquellos que, en teoría, debieran no solo representarnos, sino protegernos y ayudarnos en nuestro día a día. Los gobiernos, en general, se han quedado anclados en una visión, en un modelo de gobierno que está más cerca del siglo XX que de la actualidad. Es por esto por lo que Marceliano, muy acertadamente, ha decidido poner sobre la mesa una serie de sugerencias, de mejoras y de análisis de ciertos problemas con el objetivo de abrirnos los ojos, abrirnos la mente y llamar la atención de aquellos gobernantes que, por X o por Y, no son capaces de sacar adelante a su pueblo tal y como se merece.

Los tiempos cambian. Todos debemos adaptarnos a esos tiempos. Quizá lo que hemos heredado ya no nos valga como les valió a los que crearon el sistema en el que nos hallamos incardinados. Quizá necesitemos otra cosa. Es aquí donde entra en juego la pluma rigurosa de nuestro autor, que es capaz de, en pocas páginas, diseccionar cada problemática y, además, aportar una solución; esto se aplica, por supuesto, a todos los problemas o temas discutidos, por lo que dichas soluciones están perfectamente enhebradas e interconectadas.

No quiero entretenerte más, lector. Lo importante no son estas pobres palabras que buscan introducirte en la obra, sino esta en sí misma, en su esencia. Ve, ve ahí, lector; léela, pero, sobre todo, saboréala con lentitud, con generosidad y con la mente abierta. Comprobarás que todo lo dicho anteriormente no es ningún engaño: necesitamos un cambio, y aquí tenemos el libro que se atreve no solo a pedirlo, sino a argumentarlo y justificarlo.

PRESENTACIÓN

Como abogado experto en derecho administrativo, gobierno y asuntos públicos, Marceliano Fonseca Bolívar ha venido observando el comportamiento de los gobernantes y gobernados del mundo y está planteando un modelo de gobierno eficaz que eleve al máximo la calidad de vida de las personas y fortalezca los sistemas estructurales de los Estados.

Erróneamente, los agentes del Estado vienen aplicando unos modelos económicos contrarios a los fines sociales del sistema político que rige en cada país, desviándose el ejercicio del poder de los gobernantes, en detrimento del bienestar de toda la población.

Por esas razones el presente libro, Apología del gobierno justo, está a disposición de todas las personas, sin discriminación de género, raza, religión, lengua e ideología política; invitando su contenido textual a la reflexión de los gobernantes y gobernados, en la necesidad de aplicar políticas, planes y acciones de carácter justos y equitativos, que logren un alto nivel de calidad de vida y un eficaz desarrollo progresivo de los pueblos.

De igual manera, el ilustre comunicador social y periodista es un escritor comprometido con el destino político de los pueblos del planeta. Entiende él que la defensa de un gobierno justo es una idea posmoderna, transformadora y progresista. Es consciente del rechazo de la propuesta por parte de la clase dominante que perpetúa en el poder, pero conserva la fe y la esperanza en la aceptación del pueblo soberano de aplicar justicia y equidad, cortando de una vez por todas las cadenas de la esclavitud política y social a que se ha visto sometido por muchos años, por causa de la soberanía personal, familiar o grupistas que los ha venido gobernando.

Pretende el autor, además de expresar y difundir sus pensamientos y opiniones, defender la aplicación del Modelo De Gobierno Justo, de acuerdo con los principios y directrices que, según él, procuran justicia y equidad entre gobernantes y gobernados. Y todo lo que se proponga en beneficio y preservación de la dignidad humana, merece el respeto y admiración.

Jesús David Fonseca Jinete,

abogado

PRÓLOGO

Apología del gobierno justo es una obra que no se basa en pretensiones académicas, sino que se fundamenta en situaciones reales, presentadas a diario en las relaciones interpersonales entre gobernantes y gobernados, en ejercicio del poder en todos los Estados del mundo contemporáneo.

Los temas comprendidos en este libro están redactados en un lenguaje sencillo, con secuencia y coherencia de cada uno de sus temas, sin apartarse del objetivo central de ejercicio del poder aplicando la justicia en todos los actos de gobiernos, siendo de fácil comprensión para todos los lectores.

Este libro contiene una variedad de sugerencias para las actuaciones de los representantes del Estado, aplicables en todos y en cualquier sistema o régimen político del mundo, haciendo énfasis en el poder soberano de los pueblos para autorregularse dentro de un marco jurídico de justicia social y dignidad humana.

Comparto la idea con los que piensan que la insurgencia, la delincuencia común, la pobreza y los conflictos sociales e internos de un Estado, son consecuencia de la injusticia y desigualdad social que impera en muchos países del mundo. Es por ello por lo que el Gobierno Justo, es el único mecanismo de poder estatal capaz de erradicar las diferencias sociales y las situaciones irregulares generadoras de conmoción interior en las naciones.

Apología del gobierno justo es una herramienta didáctica necesaria para los actores del poder estatal y los administrados que estén interesados en la conservación y preservación de un Estado fuerte y soberano.

Mi anhelo es que esta obra y puntos de vistas, contribuyan al enriquecimiento intelectual de cada uno de los lectores y ciudadanos preocupados por la transformación de la vida política, social y económica de las sociedades del Mundo Moderno, con base en el fortalecimiento de los valores morales y de justicia social, que garanticen los derechos humanos y la vida digna de los gobernados en cada región.

El autor

EL GOBIERNO PERFECTO

El único gobierno perfecto es el aplicado por Dios; porque en ese sistema espiritual la Justicia Divina tiene como fundamento esencial el derecho de igualdad absoluta, la obediencia a la gran Corte Celestial, el arrepentimiento y el perdón de los fieles en la Tierra.

Creer en la palabra de Dios y en la obra de nuestro Señor, Jesucristo, es el camino que conduce a todo buen Cristiano, ganarse el derecho a una posición en el reino de Dios, a obtener un descanso eterno, una paz absoluta y una vida eterna.

El gobierno perfecto del Todopoderoso está basado en amar a Dios sobre todas las cosas, amar al prójimo, y amarse los unos a los otros como Jesucristo nos ama.

En el gobierno divino no existe el egoísmo, ni la envidia, ni la codicia ni otra clase de antivalores que generalmente caracterizan el gobierno de los humanos en la Tierra.

La riqueza material y el atesoramiento de riquezas no aplican en el gobierno del Dios celestial, solo la caridad y el bienestar compartido entre los humanos nos acercan al reino de los cielos.

El mundo capitalista, mercantilista y consumista que vivimos, con el pasar de los días aparta más al hombre, de alcanzar el reino de dios, porque tanto gobernantes como administrados, actúan con el afán de obtener poder económico y político, sin tener en cuenta los principios de la Fe cristiana que Jesús de Nazaret, nos dejó como legado.

Existe una falsa creencia, en los seres humanos, cuando piensan que la religión o los mandatos cristianos son incompatibles con la práctica de las políticas gubernamentales que los individuos ejercen en los Estados del mundo.

Ese pensamiento es erróneo y carece de toda fundamentación, porque el Dios Supremo representa el amor, la justicia, el bienestar, la felicidad, la comunión entre los fieles y los seguidores de la doctrina cristiana; condiciones que el hombre político busca a través del gobierno terrenal.

Un buen ejemplo de la compatibilidad entre el reino de Dios con el ejercicio de los poderes del Estado terrenal es la aplicación correcta y taxativa de las reglas del Gobierno Justo a favor de todos los gobernados y sin ninguna clase de discriminación; lo cual equivale a una verdadera justicia entre los hombres y valorada por el Todopoderoso.

Al Dios omnipotente le agrada que sus hijos gobiernen con amor, justicia, honestidad, respeto y que hagan uso de los valores propios de la buena conducta humana.

Esto último es posible, no es una utopía, por el contrario, será realizable en la medida que cada individuo reflexione en su mente, corazón y alma, afirmando que todos los fieles de Dios, hemos venido a la tierra para cumplir con una sola Misión: Amarnos los unos a los otros como Jesucristo nos ama.

Ese amor compartido se reflejará en las actuaciones entre los gobernantes y gobernados en el desarrollo de políticas, proyectos, planes y programas tendientes a resolver situaciones colectivas generadoras de bienestar individual, cuyo fin es el sociosostenimiento de necesidades satisfechas de todas las generaciones y de su hábitat.

Quien no siente amor por el prójimo

no es capaz de gobernar con justicia.

EL GOBIERNO JUSTO

El gobierno justo es el ejercicio de todos los poderes del Estado y de los entes privados, aplicando la justicia social en todos los sectores de la población, sin discriminación de ninguna clase ni preferencias, sino atendiendo oportunamente los requerimientos de la comunidad, con el fin de satisfacer sus necesidades insatisfechas y lograr definitivamente el bienestar general y elevar la calidad de vida de cada uno de los administrados.

El pilar fundamental del gobierno justo es la implementación de políticas, proyectos, programas, objetivos, metas y estrategias, impregnadas de Justicia.

Observar la justicia en cada una de las actuaciones de los gobernantes, es la obligación principal dentro del marco teórico-práctico del gobierno justo. Por el contrario, su desconocimiento e inaplicación, convierte la actividad política en todos los niveles y órdenes, en una Anarquía propicia para la corrupción, la violencia y la pérdida de valores.

Los poderes del Estado están determinados en un código supremo por: Los fines estatales, derechos y obligaciones de los administrados, áreas, sectores, autoridades, funciones, procesos, acceso al empleo público, requisitos y calidades básicas de los servidores del Estado, inhabilidades, incompatibilidades, controles estatales, prohibiciones, sanciones, rangos salariales, períodos constitucionales de los empleos y demás finalidades propias del ejercicio de la potestad gubernamental.

El ejercicio de los poderes del Estado vincula a todos los habitantes del territorio y todas sus actividades, a la permanente custodia y vigilancia de los controles estatales, sin que esto implique intervención directa a la libre empresa.

Todo lo contrario, la custodia y vigilancia estatal, garantiza a los inversionistas nacionales y extranjeros, la aplicación efectiva de sus derechos y obligaciones, bajo las directrices de un Gobierno Justo.

En el Gobierno Justo, la justicia social debe ser aplicada por los agentes del Estado y por los particulares; por esa razón, el ejercicio de los poderes estatales comprende correlativamente a todas las personas sin ninguna clase de excepciones.

No se entiende la aplicación de medidas estatales exclusivas y diferentes entre iguales, ni a determinados sectores de la población; estando claro que todos los habitantes contribuyen al desarrollo social sociosostenible del Estado.

La normatividad superior del Estado es amplia y clara; por tanto, todas las situaciones que se presentan o puedan sobrevenir, están preestablecidas por la voluntad soberana del pueblo ciudadano.

Es el pueblo quién en forma directa decide, a través de su Constitución Política, la visión de su modo de vida por un largo tiempo determinado, sin que otra autoridad o institución pública o privada, intervenga en la toma de esa autodeterminación.

El pueblo ciudadano, en su gran mayoría, ha decidido que la justicia social debe primar en todas las actuaciones públicas, privadas e interpersonales; de tal manera, que su incumplimiento es motivo para la imposición de sanciones drásticas a los infractores.

Los pueblos del mundo han vivido siempre en el error gravísimo, de pensar como de vital importancia el establecimiento y supremacía de los regímenes constitucionales adoptados por cada Estado en particular.

A causa de ese error, se han presentado guerras y conflictos internos en los Estados del mundo, por las diferencias absurdas en las ideologías grupistas y sectoriales de cada región, en detrimento de los intereses justos de las mayorías de las poblaciones.

Los regímenes constitucionales de cada país son ficciones y fantasías de la humanidad, frente al querer divino, de implantación de gobiernos con justicia en la tierra.

El gobierno justo es un modelo político supremo sobre cualquier ideología, aplicable, real, práctico y compatible con todos los regímenes existentes en la esfera política mundial.

En pocas palabras, el gobierno justo significa la garantía de una vida digna a todos los individuos de la especie humana, sin importar otra condición y respetando las normas sobre el derecho internacional humanitario.

Para gobernar con justicia, se requiere de muchos valores personales en cada individuo que asuma las responsabilidades propias del Estado; la honestidad del gobernante es muy importante al momento de tomar decisiones que afecten a un número singular o plural de administrados.

El temor a Dios y a las leyes del Estado es un valor que todo agente público debe sentir cuando actúa frente a sus derechos y obligaciones personales o sociales; de lo contrario, su conducta estaría comprometida negativamente en el ejercicio de sus funciones estatales.

La sensibilidad social es otro valor de mucha trascendencia en las decisiones que adopte el empleado público, porque de ella dependen los resultados efectivos y oportunos de la reacción estatal de resolver las necesidades insatisfechas de la población gobernada.

La empatía de las necesidades fisiológicas que atentan contra la vida digna, del ser humano, es otro valor personal que deben observar los gobernantes estatales y privados, porque sintiendo lo que padece el otro que requiere de la ayuda, nos indica que hay que actuar con rapidez y eficacia.

Muchas son las cualidades, virtudes y valores que debe reunir la personalidad del gobernante estatal, para que los fines, las políticas, objetivos y programas públicos puedan resolver las situaciones que sufren todos los sectores de la población.

Gobernar a millones de personas con igual número de necesidades insatisfechas para resolver, no es nada fácil; es como un laberinto con una sola salida, donde hay que aplicar mucha planeación y estrategias para poder llegar al final del camino.

En la aplicación del modelo político de un gobierno justo, también se requiere de mucha inteligencia, planeación y estrategias claras, para poder lograr con efectividad los fines trazados por el pueblo ciudadano en su Constitución política.

En los países de economías pobres o en vías de desarrollo, se quiere resolver las necesidades de la población con ordenamientos jurídicos obsoletos y ajenos a la realidad económica, social y política del mundo circundante.

De igual manera, se eligen o designan personas incapaces, corruptas y politiqueras en los cargos públicos, porque el pueblo ciudadano ha sido tolerante con esas situaciones de corrupciones y usos de los poderes del Estado con fines partidistas, grupistas y sectoriales en perjuicio de las garantías de los derechos humanos a una vida digna.

Otra situación irregular consentida por el pueblo ciudadano es la imposición por los gobernantes de turno, de políticas económicas radicales o extremistas que perjudican la economía nacional de los pueblos del mundo.

Por todas las circunstancias que anteceden, se puede colegir que el gobierno justo no es un simple modelo político que el hombre posmoderno pudiere adoptar; por el contrario, debe considerarse como una necesidad humana y una acción de vida de obligatorio cumplimiento en todos los Estados del mundo.

El gobierno justo es el camino por donde transita la justicia, la igualdad, los derechos humanos, la convivencia pacífica, la preservación del medioambiente y demás valores del ser humano, en procura del desarrollo sociosostenible de las comunidades organizadas que integran un Estado.

Justo es lo que no perjudica a nadie y

beneficia a todos por igual.

PRINCIPIOS DEL GOBIERNO JUSTO

Todas las actividades de los seres humanos tienen unos principios o bases, que deben aplicarse en cada uno de los procesos iniciados por el hombre, para poder lograr integralmente los fines trazados.

Todo lo que requiere el hombre para su propia subsistencia, necesita de la implementación de unos procedimientos naturales, costumbristas o sociales, armonizantes de la convivencia y bienestar personal o familiar.

Cuando se trata de desarrollar políticas de los Estados, los gobernantes deben tener como fundamentos en el ejercicio de sus funciones públicas, una serie de principios que le dan credibilidad y certeza a los planes de acciones propuestos a la comunidad.

Con relación a las actividades propias del gobierno justo, los agentes estatales observan los principios de justicia, la igualdad concreta entre iguales, el de constitucionalidad, de eficiencia, eficacia, control, solidaridad, proporcionalidad, revocatoriedad, idoneidad, transparencia, participación, concertación, autonomía, entre otros.

Cada uno de estos principios, de manera individual o en conjunto, son determinantes y garantizan el cumplimiento de los cometidos estatales, cuando se aplican en forma adecuada en todos los procesos de gobiernos, preestablecidos por la voluntad ciudadana.

La justicia que se observa en el gobierno justo no es únicamente la que aplican los jueces del Estado en la resolución de los conflictos personales o sociales de los gobernados. Se trata de la justicia ampliada sobre las relaciones entre gobernantes y gobernados, acordes con los derechos y deberes predeterminados en las normas constitucionales, legales.

Lo anterior equivale a decir, que no solo los jueces del Estado son los obligados a impartir justicia; igualmente, todos los empleados públicos, al momento de tomar decisiones, deben hacerlo de manera justa.

El gobierno justo es un conjunto de normas de buenas conductas aplicadas por las personas que representan al Estado, en el ejercicio de los poderes estatales y en beneficio de todos los gobernados residentes en el territorio nacional.

Toda norma de conducta se basa en principios morales, éticos, sociales, costumbristas, culturales, espirituales, religiosos, ambientales o naturales.

En todos los procesos políticos se hace necesaria la aplicabilidad de normas de conductas que reúnan los principios y valores anunciados en los párrafos anteriores, con el fin de resolver efectivamente las situaciones que afectan negativamente los derechos humanos, de los gobernados, a tener una vida digna.

Si los gobernantes de los Estados no aplican los principios de justicia, igualdad entre iguales, constitucionalidad, eficiencia, eficacia, idoneidad, control, solidaridad, revocatoriedad, transparencia, participación y concertación en el desarrollo de sus políticas estatales, estamos en presencia de dictaduras disfrazadas de democracias, en perjuicio de los derechos humanos de los gobernados.