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Un buen día, Lisa decide dejarlo todo atrás, de forma intempestiva. Pero cuando se halla sola, en medio del frío y la brisa, las cosas se ponen difíciles. En medio de un escenario desconsolador, una posibilidad de calidez y amor aparece frente a ella en forma de un hombre que exuda seguridad y sensualidad. Y Lisa decide aprovechar el momento.-
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Original title: Ungefär som Carpe Diem
Translated by: LUST Copyright © 2015, 2020 Alexandra Södergran and LUST, an imprint of SAGA, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726322415
E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
Aprovecha el momento, o algo parecido
Por encima de la música pop sonando en la radio, Lisa escuchaba el golpeteo de las pesas y otras máquinas de ejercicio en uso. Un estruendo invadió el lugar, seguido de un sonido metálico aún más potente.
El enorme y moderno centro de entrenamiento parecía un zoológico humano: había personas tranquilas con auriculares en los oídos, otras eran más jóvenes y ruidosas. Algunos levantaban pesas como si estuvieran sacando la espada de una piedra, otros usaban una máquina tras otra como si se tratara de un paseo relajado. Unos cuantos se ejercitaban como profesionales y se pavoneaban con ropa ajustada y reveladora para atraer las miradas de los demás.
Por su parte, Lisa no se sentía nada cómoda. Su novio, Frederick, parecía concentrando en cualquier cosa menos en hacer ejercicio; no despegaba los ojos de una mujer con sostén deportivo y mallas blancas. Era una mujer hermosa, con un maquillaje impecable y un piercing en el ombligo que estaba sentada en un aparato para trabajar la parte interna de los muslos; ese aparato en el que se deben apoyar las piernas en unos soportes laterales, como en una visita al ginecólogo. La mujer separó sus torneados muslos lentamente, los volvió a cerrar e hizo varias repeticiones mientras respiraba profundamente, casi al punto de gemir. Era un acto obsceno y exagerado de seducción que Frederick disfrutaba al máximo.
Lisa estaba furiosa.
Las mejillas de la mujer estaban sonrojadas, pero era imposible deducir si era a causa del ejercicio o porque estaba excitada. Un asomo de sonrisa se dibujaba en su rostro y sus ojos brillaban; sabía exactamente lo que hacía. Levantó la barbilla, enderezó la espalda para destacar sus senos y, una vez más, juntó los muslos. Esta vez gimió, parecía estar teniendo sexo con un hombre invisible. Lisa no sabía qué hacer, se sentía como en una camisa de fuerza, paralizada por la rabia. Trató de no darle mucha importancia, convencerse de que Frederick solo se comportaba como cualquier otro hombre. Después de todo, ellos no pueden evitar seguir sus instintos más primitivos.
Esa reflexión no ayudó mucho y terminó molesta consigo misma por defenderle.
Otros dos hombres observaban a la mujer, pero ellos no tenían a sus novias cerca.
Finalmente, Frederick se giró hacia Lisa; sonreía como un estúpido y tenía la mirada perdida, como si realmente no la estuviese observando.
