Autodefensa de Caín - Andrea Camilleri - E-Book

Autodefensa de Caín E-Book

Andrea Camilleri

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Beschreibung

 "Hay una miríada de relatos en la tradición judía, y en parte también en la musulmana, que describe a Caín de forma diferente a la versión bíblica; y yo, que al fin y al cabo no soy más que un cuentacuentos, he trabajado sobre esos relatos alternativos". En esta obra, Andrea Camilleri ofrece una visión insólita y sorprendente del primer homicida de la historia. Se trata de un Caín inventor del concepto de elección, y por tanto de la idea de responsabilidad de la que descienden las nociones, tan radicadas en la cultura occidental, de culpa y culpabilidad. Un Caín, en última instancia, que va más allá del arrepentimiento para tomar conciencia de que, sin el mal, el bien no existiría. 

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Prólogo: La muerte se paga viviendo

 

 

 

LORENZO BARTOLI[1]

 

 

Es difícil no leer Autodefensa de Caín como una suerte de testamento poético del gran Andrea Camilleri. El 23 de mayo de 2019, el Teatro di Roma publicó una nota con la programación del Caracalla para el verano:

 

La estación estiva del Caracalla se enriquece con un extra: la Autodefensa de Caín, recitada por el autor, el lunes 15 de julio de 2019. Andrea Camilleri pisará por primera vez el escenario de las termas romanas […] Andrea Camilleri, el autor italiano más célebre, vuelve a las tablas para explicar la historia de Caín, la historia del primer asesino de la Tierra, de alguien convertido en emblema del mal.

 

El 3 de julio, el Teatro di Roma se veía en la obligación de publicar una segunda nota:

 

Habida cuenta de las condiciones de salud del maestro Andrea Camilleri, el Teatro dell’Opera di Roma ha decidido, con gran pena, suspender el espectáculo Autodefensa de Caín cuya representación estaba prevista en las Termas de Caracalla para el próximo lunes, 15 de julio.

 

Dos días después de la fecha prevista para la representación de Autodefensa de Caín, el 17 de julio de 2019, Andrea Camilleri murió en Roma a la edad de noventa y tres años. La condición póstuma del texto —la naturaleza oral, fabuladora y teatral del mismo— hace de Autodefensa de Caín un documento que desborda la página hasta alcanzar, más allá del tiempo y de destinos individuales, las conciencias de todos los espectadores, de todos los lectores:

 

He acabado, finalmente. No quiero que pronunciéis ahora el veredicto. Reflexionad sobre todo lo que os he contado esta noche y luego decidid por vosotros mismos, en conciencia. Buenas noches.

 

El monólogo, interpretado por el autor, pone sobre el escenario a Caín, «el primer asesino de la historia». La superposición teatral entre autor, público y personaje es la clave poética más importante de la narración. Camilleri se ofrece como juglar, como fabulador, y como tal toma a su cargo una memoria popular sin tiempo ni confines en la que el crimen de Caín se convierte en el crimen de la humanidad toda, por toda la humanidad rechazado y censurado.

 

No tenéis la menor idea de lo que generaciones y generaciones de hombres han dicho, y luego escrito, sobre mí. Yo, yo, Andrea Camilleri, soy demasiado viejo para referir todo eso.

 

Sin embargo, la fuerza del relato de Camilleri-Caín no reside solo en la grandeza de la fábula. La grandeza del texto está en la síntesis de forma y de contenido a la que Camilleri recurre. Las limitaciones, necesarias, que impone la reducción literaria de una obra pensada para ser representada no afectan solo a la oralidad del Camilleri-recitador, sino también a los diferentes estratos intertextuales que la componen. En primer lugar, a la referencia a la Historia de Caín y Abel de Dario Fo, que quizá sea el antecedente más significativo de la génesis de la Autodefensa, y no solo por la cita explícita que se hace de ella tanto en el texto como en el escenario, sino también por el tono cómico-burlesco con el que se explica la creación del hombre a partir de las figuritas de los enanos que decoran los jardines burgueses, que tiene origen en el Caín «poer nano» (pobre enano) de Fo.

En el texto, Camilleri recorre, aunque sea con referencias breves, las acusaciones que la civilización occidental ha vertido durante siglos sobre la figura de Caín: desde Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona a Dante, Metastasio, Alfieri, Byron, Palestrina… Con todo, dice Camilleri: «Yo fui, sencillamente, el primero que puso en acto la idea del mal, el primero que llevó a cabo una mala acción: puse en acto lo que era potencia».

Camilleri dibuja la escena del crimen, por el contrario, según los esquemas de la novela policiaca. En primer lugar, nos explica los motivos del conflicto entre Caín y Abel, hermanos de sangre por parte de madre (Eva), pero respectivamente hijos de un diablo y de un arcángel por parte de padre. Así, en el momento del asesinato, Caín recurre a una argucia típicamente policiaca, el homicidio en defensa propia: «Uno de nosotros debía morir. Actué, como decís vosotros, solo en legítima defensa».

 

Yo seguí protestando durante un tiempo, y Abel reaccionó de mala manera y me puso la mano encima. Era más fuerte que yo, y cuando ya estábamos enzarzados le fue fácil abatirme. Luego me bloqueó, se me sentó encima y empezó a masacrarme a puñetazos. De golpe me sentí paralizado. Leí —aterrorizado— en sus ojos una mirada que no había visto antes: vi eso que vosotros llamáis «voluntad homicida». En ese momento, en la Tierra, se concibió por primera vez un asesinato.

Se le mudaron las pupilas: primero se hicieron rojas por culpa de la sangre que acudió; luego, blancas como el hielo, frías, gélidas. La mirada asesina de Abel. Él, en aquel instante, estaba decidido a matarme. Si se lo hubiera permitido, se hubiera convertido en el primer asesino de la historia universal.

 

La Autodefensa de Caín, pues, se ofrece como tal no solo a nivel textual, pues se acerca al núcleo del hecho criminal; es decir: a la génesis del mal. Véase:

 

¿Sabéis cual fue mi error? El no haberme defendido nunca, no haber expuesto nunca mis razones. ¡Ha llegado el momento! Esta noche he decidido defenderme, como si estuviera en el juzgado y tuviera ante mí, si queréis escucharme, un gran jurado.

 

Y como el escrito de Camilleri afronta el origen del mal, refleja un detalle decisivo de la historia bíblica que ha pasado, por lo general, inobservado. Me refiero a la particularidad del conflicto entre hermanos a los que Dios ha dado dones y bienes diferentes, razón que desencadenará el conflicto y llevará al homicidio de Abel a manos del hermano mayor, muerte interpretada casi siempre como ejemplo de la justicia-injusticia de Dios ante los dos hermanos:

 

Pasó algún tiempo, y Caín hizo a Yahveh una oblación de los frutos de la tierra. También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de estos. Yahveh miró propicio a Abel y su oferta, pero no miró propicio ni a Caín ni su oferta, por lo que este se irritó grandemente y se le abatió el rostro.

 

Este pasaje del Génesis (4,3-5), sin embargo, no se limita a confrontar la oblación de uno con la de otro, los frutos de la tierra con los del ganado. Abel, dice explícitamente el Génesis, no ofreció a Dios un animal cualquiera —ni el «cordero más hermoso», como dice Camilleri—. Abel sacrifica a Dios algo que a Caín le parece terrible: «los primogénitos de su rebaño». La escena de un Caín que ve en los ojos de Abel la mirada de un asesino y que, por ello, hace que Caín reaccione como un asesino en legítima defensa, no nace solo de la imaginación policiaca de Camilleri, sino que hunde las raíces en el relato bíblico: el personaje de Abel, el ejecutor de primogénitos, aparece en el Génesis como explícita amenaza de muerte a ojos de Caín.