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La pequeña Aveline Adorno no tiene idea de qué esperar al despertarse una mañana de octubre. De repente se encuentra hablando con hadas y viendo a su perro Milo bailar al ritmo de la música. Por supuesto, nunca nada es lo que parece con las hadas, y un montón de sorpresas aguardan a Avelina y a sus seres queridos.
Este libro tiene aproximadamente 3500 palabras, e incluye más de 15 coloridas obras de arte.
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Scott Gordon
Adorables Perros: ¡Los Beagles!
Adorables Perros: ¡Los Bulldogs!
Adorables Perros: ¡Los Labradores!
Adorables Perros: ¡Los Pugs!
Agente Secreto Disco Dancer: Estrella de Fútbol
Aveline
Cerdifantástico
El Romance de Froggy
La Colección de Autos Geniales de Mi Papá
La Flor Más Hermosa
Mi Mascota Alocada La Rana
Mi Mascota El Dragoncito
Pájaro Genio: Maestro de Ejercicios
Si Yo Fuera Un Robot
Te Quiero, Osito
Técnicos Ninja Robots
Un Bolsillo Lleno de Dinosaurios
© 2014 Scott Gordon. Todos los derechos reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida por cualquier medio (electrónico, mecánico o cualquier otro) sin el expreso consentimiento escrito del autor.
Ésta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y situaciones son o bien producto de la imaginación del autor o usados ficcionalmente. Cualquier semejanza con acontecimientos, lugares o personas reales, vivas o muertas, es completamente casual.
Composición, formato y diseño del E-book por Scott Gordon.
Imágenes bajo licencia de DepositPhotos.com y © Jessica Guarnido Guerrero y Ievgeniia Shvets (#11777587 solo).
Primera Edición (v1.1)
Publicado el 20 de junio de 2014
Última actualización el 15 de abril de 2020
ISBN-13: 9781624545245
Página del Título
Libros de Scott Gordon
Derechos de Autor
Dedicación
Aveline
Recuerden
Sobre el Autor
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Ad 1: Mi Mascota El Dragóncito
Ad 2: Te Quiero, Osito
Ad 3: Feliz
¡Gracias!
Era el primer día del mes, y Aveline Adorno ya sabía que algo andaba mal. Frotándose los ojos azules y cansados, volvió a mirar el reloj. –¿Sólo las siete en punto? –gruñó, y volvió a echarse sobre la almohada.
Se revolvió en la cama, incapaz de alcanzar el sueño que la eludía. Finalmente, Aveline salió de la cama y caminó por el vestíbulo, pasándose un dedo por el estómago dolorido. En su camino hacia la cocina, miró hacia el interior del dormitorio vacío y se paró en seco.
¿Podía ser cierto? Aveline se frotó los ojos una vez más. Su perro Milo estaba bailando música disco, sacudiéndose y meneándose como si hubiera salido de los años setenta. Aunque era su incesante ladrido lo que la había despertado al principio, una vez que el perro empezó a pasar música de Abba y los Bee Gees, no le quedó más opción que levantarse de la cama. –Qué día extraño, de veras. –Se quedó boquiabierta mirando al cachorro que hacía piruetas, y después bajó las escaleras.
Aunque era temprano por la mañana, Aveline ya extrañaba a su mamá. No estaba sola en casa, para nada, pero por cierto se sentía así. Papá estaba profundamente dormido en el piso de arriba, roncando ruidosamente. Ni la música ni los frecuentes ladridos del beagle podían separarlo de su sueño. Nada podía, en realidad. Generalmente trabajaba de noche y mamá trabajaba de día. Cuando uno estaba durmiendo, el otro estaba trabajando, un círculo vicioso que estaba empezando a hacer mella en la pequeña. Raramente pasaban tiempo juntos, y no parecía haber nada que Aveline pudiera hacer al respecto.
Se sirvió un tazón de su cereal favorito, Crocante Mágico de Malvaviscos, y echó encima un poco de leche chocolatada. Era una golosina doblemente deliciosa, la infusión perfecta para despejar las telarañas de su cabeza soñolienta y hacerla rebotar contra las paredes como en un pinball.
Mientras Aveline comía, notó que había un pedazo de papel en blanco y un lápiz junto a ella. “Mamá debe habérmelos dejado para que dibuje”, pensó. Levantó el lápiz y empezó a dibujar, con cuidado de no volcar chocolate con leche sobre el dibujo. Ni bien trazó una línea, ésta desapareció, dejando la hoja en blanco. Presionó más y más fuerte, pero nada se quedaba impreso en la página.
–Es muy, muy extraño –dijo en voz alta, y se sirvió otro tazón de cereal. Cuando volvía de la heladera con una jarra de leche chocolatada, el papel se dio vuelta, mostrando un dibujo del otro lado.
–¿Un pájaro? Eso no es lo que yo dibujé. –Aveline miró el tosco dibujo. Hasta ahora ella había dibujado hadas; una en particular tenía cabello púrpura y grandes alas que ella no se podía sacar de la cabeza. Todo lo que obtenía a cambio era este extraño canario: ¡la propia definición de extraño!