Chamanes del siglo XXI - Victoria Pérez Curiel - E-Book

Chamanes del siglo XXI E-Book

Victoria Pérez Curiel

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Beschreibung

Chamanes del siglo XXI transita por un mundo real y otro onírico. En el real Vera Karaí, una joven de veinte años y su hermano Nahuel, un joven con Síndrome de Down, pertenecen a la Asociación Arroyitos que gestiona en su provincia la creación de una reserva natural urbana en unas hectáreas silvestres que son propiedad del ejército. Estos terrenos también son reclamados por el Proyecto Inmobiliario Garmendia, que pretende construir en ellos un barrio privado de lujo. Los protagonistas para lograr su objetivo deberán enfrentarse a los medios de comunicación, organizarán festivales, espectáculos, luchar contra un incendio forestal y también a la compañía constructora. En el plano onírico Vera y Nahuel tienen una conexión muy profunda con sus ancestros porque su abuela desciende de pueblos originarios de nuestro país. Una fiesta ancestral será el escenario de la victoria.

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Seitenzahl: 60

Veröffentlichungsjahr: 2024

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VICTORIA PÉREZ CURIEL

Chamanes del siglo XXI

Pérez Curiel, Victoria Chamanes del siglo XXI / Victoria Pérez Curiel. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5019-4

1. Narrativa. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Ilustración de tapa: Vale Ravecca

Tabla de Contenido

1

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1

Sentada sobre un taco de madera, Vera Karaí se calienta los dedos aferrándose al mate. Observa el amanecer en esas hectáreas delineadas por arroyos, cañaverales, bosques de tala y pastizal pampeano, que ha aprendido a conocer palmo a palmo. Ella y sus amigos se quedaron esa noche ahí, cuidando el lugar. Con uñas y dientes. Mañana es la segunda marcha, la entrega del proyecto a la gobernación. Es una jornada definitoria.

Comparte esta aventura con su hermano Nahuel. Su nacimiento fue uno de sus primeros recuerdos. ¡Era hermoso su hermano! Ella no entendía por qué su madre estaba triste y lloraba tratando que ella no se diera cuenta. ¡Síndrome de Down era una categoría que no llegaba a abarcar a la persona que era Nahuel! Sus padres lo recibieron con incertidumbre, sin saber el futuro de luz que compartirían con él. Su abuela al verlo lo tomó en sus brazos y lo llenó de besos.

Lo busca con la mirada entre sus compañeros. Se quedó dormido contra un árbol.

Se acerca a las mesas armadas con caballetes y tablones para preparar una taza de mate cocido con leche.

—Vamos, pichón, despabilate —dice ofreciéndole la taza.

—¿Ya es hora? ¿Comienza el show?

Nahuel y su buen humor. Juntos toman algo y comen pan con manteca.

—¡Vera! ¿A qué hora quedamos con el señor del micro? —pregunta un compañero.

—Quedamos a las ocho y media —contesta Nahuel.

—¡Vos siempre pendiente de todo, campeón!

—Nahuel, mandale un mensaje de voz a mamá que está rompiendo la paciencia que quiere saber algo de vos. Ya sabés que se pone densa. Dice que tenés apagado el celular.

Vera, su hermano y algunos compañeros durmieron en el predio, por temor a que la compañía inmobiliaria Garmendia lo cercara como último manotazo de ahogado. Las últimas semanas la tensión había llegado a su punto máximo. La pelea por los terrenos era desigual. Ellos coparon los medios gracias a su poderío económico. Fue una inversión que les dará ganancia en el futuro. La Asociación Arroyito puso el cuerpo, tuvieron presencia a fuerza de insistir, de volantear, de festivales y de informar a los vecinos. Respetar el equilibrio natural de esos terrenos era lo que querían para el futuro.

Ayer ultimaron los detalles de la movilización. Querían que la marcha llamara la atención de otra manera. Que fuera una ola alegre que atravesara la ciudad, sin causar caos. Se proponían no cortar el paso del tránsito. Todo fue cuidado para generar una corriente de simpatía alrededor de la causa. Sabían que no iba a ser una jornada fácil. Los de la compañía inmobiliaria estaban dando batalla. Tenían la proyección de un negocio millonario y no iban a permitir que un grupo de pibes con rastas se lo arrebataran. Para la Asociación no hacía falta romper todo a su paso para confrontar al poder. Intentarían hacerlo con las herramientas que caracterizan a los jóvenes: la música, el arte, la solidaridad y el compromiso.

Nahuel y Sergio estuvieron conversando hasta la madrugada. Ella los vio desde la bolsa de dormir. Su hermano tenía una comprensión natural de la situación. Se había transformado en la cara visible de la Asociación Arroyito. Sintió orgullo por el trabajo que estaban haciendo. Quiso prolongar esta sensación de bienestar. Miró los talas con sus pequeñas flores. Respiró profundo para empaparse de esa sensación de bienestar.

¡Vamos, piba, que hay mucho por hacer todavía!, pensó.

—Nahuel, vamos a lavarnos la cara que en cualquier momento llega el micro. ¡Tenemos que ponernos guapos!

Un par de horas más tarde estarían en el corazón de la capital de la provincia exponiendo ante los medios de comunicación los alcances de su proyecto de reserva natural. Un espacio de conservación de biodiversidad, que es vital para mantener a raya la temperatura de la zona, que colabora para evitar inundaciones y que purifica el aire al producir oxígeno. Un espacio para que los vecinos disfruten del contacto con la naturaleza. Un proyecto que tendrá un marco didáctico para escuelas y particulares.

—¡Vamos a ponernos las pilas! ¡Empieza el show!

2

Un anciano curtido por el sol y el trabajo descansa bajo un tala. Toma su tereré antes de comenzar el relato que dará comienzo a la festividad.

—Antes de la existencia estaban las tinieblas, reinaba la oscuridad —dice.

El anciano es observado con respeto. Muchos han escuchado la historia de manera repetida, otros lo hacen por primera vez. Los niños abandonan sus juegos para escuchar.

—La oscuridad estaba habitada por seres muy dañinos, hasta que apareció la existencia —continúa—. Tupá, cuya morada es el sol, contrajo nupcias con Arazi, cuya morada es la luna. Juntos descendieron a la tierra en un monte en la región de Areguá. Desde allí crearon todo sobre la tierra, incluyendo el océano, la flora y los animales. También colocó las estrellas en el firmamento. Arazi, creó a la mujer y dijo: “Mujer, que de mí naciste, a mi semejanza, te doy por nombre Sypavé”. Tupá, que era varón, creó al hombre y dijo: “Te doy por nombre Rupavé”.

Al terminar el relato todos se pusieron a bailar. Niños, jóvenes, adultos y viejos danzaron en una ronda de unidad al son de la flauta y el tambor.

Vera entreabre los ojos, toma un sorbo del vaso que tiene sobre la mesa de luz y sigue durmiendo.

3

Vera recuerda cómo empezó todo, hace dos años. ¡Tenía una mufa ese día! La habían vuelto a bochar en matemática. Se la llevaba a diciembre y a sus viejos no les iba a gustar el tema. ¡En fin!, un bajón. Se tenía que concentrar en historia y geografía, que estaban flojas. Cuando ve a su hermano asumir todos los desafíos con determinación, se siente con pilas para enfrentar al mundo.

Ese día a la escuela fueron dos personas de la Asociación Civil Los Arroyitos. Explicaron que muy cerca había un predio del ejército, unas hectáreas de tierra que contienen unos arroyos a cielo abierto. Estaban ahí nomás, a ocho cuadras de su casa. Lo querían lotear y construir torres de departamentos. Esta Asociación, por el contrario, quería que se declarase a los terrenos reserva natural. En su casa los buscó en Google para ver si proponían formas de participación. Se entusiasmó y tuvo ganas de comprometerse con una causa cercana. Vera sintió la emergencia ambiental en su propio cuerpo, como un dolor que le retorcía los huesos, una bola en su estómago, que le daba náuseas y ganas de vomitar. Le faltaba el aire. “¡Basta de pavimentar todo! ¡Basta de usar y descartar! ¡Basta de generar energía sucia! Así no hay planeta que aguante —pensó—. No estaría mal acercarse a la Asociación Los Arroyitos”.