Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
En este colosal esfuerzo investigativo, el autor despeja dudas, mitos y falsedades sobre un periodo de la historia chilena que ha sido objeto de una constante tergiversación, la cual ha tenido como propósito enlodar la obra del Gobierno Militar y del gran presidente que fue don Augusto Pinochet Ugarte. Por ello, su lectura resulta más aconsejable que nunca y especialmente para las nuevas generaciones, que tienen el derecho y el deber de conocer la verdad sobre su pasado, para poder defender aquella libertad conquistada un lejano 11 de septiembre de 1973 de sus adversaros de ayer, de hoy y de siempre.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 919
Veröffentlichungsjahr: 2025
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Agradecimientos
A quienes hicieron posible que
Chile escogiera la libertad y a
quienes han permitido que
podamos saber cómo se hizo.
CHILE ESCOGE LA LIBERTAD
La Presidencia de Augusto Pinochet Ugarte
11 de septiembre de 1973 - 11 de marzo de 1990
Tomo I
Editorial Conservadora S.p.A.
Bajadoz 100, of. 523
Las Condes, Santiago, Chile
www.editorialconservadora.cl
Edición: Benjamín Cofré Lagos
Diseño: Penthagraf
Derechos reservados.
© 1998 por Gonzalo Rojas Sánchez.
N° de Registro Propiedad Intelectual 106.719.
ISBN digital 978-956-6172-35-2
1.ª edición: diciembre de 1998.
2.ª edición: diciembre de 1998.
3.ª edición octubre 2024.
Se prohíbe la reproducción parcial o total de este libro por cualquier medio, salvo autorización previa y escrita de Editorial Conservadora S.p.A.
Diagramación digital: ebooks [email protected]
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE 11.IX.1973 - 17.XII.1974
CAPÍTULO 1: AUGUSTO PINOCHET: UN GENERAL QUE SE CONVIERTE EN PRESIDENTE
La madrugada de un largo proceso
La organización de la presidencia y de los equipos de trabajo
El modo de trabajar del Presidente
El Presidente y sus equipos económicos
Las formalidades jurídicas
Llega la presidencia de la República
Las relaciones con las Fuerzas Armadas
Los hábitos fundamentales del buen gobierno
CAPÍTULO 2: LA GUERRA MÁS DIFÍCIL DE GANAR
El enfrentamiento llega
Pero no se trata de formar dos países
Las medidas concretas de Seguridad Interior
CAPÍTULO 3: EL RÉGIMEN TOMA FORMAS Y CONTENIDOS
Hay que levantar a un país que no se tiene en pie
Portales, un modelo y una exigencia
Más allá de las ideologías
La chilenidad, esa musa perdida
El marxismo, una “bestia negra”
Las primeras relaciones con la Iglesia
Las universidades intervenidas
CAPÍTULO 4: LAS INSTITUCIONES ESTÁN QUEBRANTADAS Y HAY QUE REHACERLAS
Una profunda reforma a la Administración
El imprescindible receso político: medidas y reacciones
Los primeros pasos de una nueva institucionalidad
Las relaciones con el Poder Judicial
CAPÍTULO 5: EN MEDIO DE UNA DÉBACLE ECONÓMICA Y SOCIAL
No podíamos estar peor
Pinochet, el mundo laboral y los empresarios
El Presidente toma conciencia de la miseria
CAPÍTULO 6: NUNCA A NADIE LO HABÍAN TRATADO TAN MAL
Se comprende la magnitud internacional del Pronunciamiento
Los logros y problemas en Sudamérica
Los éxitos y las dificultades con los Estados Unidos
Y, más aún, Naciones Unidas
SEGUNDA PARTE 17.XII.1974 - 11.III.1981
CAPÍTULO 7: LA ORGANIZACIÓN DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, LAS RELACIONES CON LAS FUERZAS ARMADAS Y LOS EQUIPOS DE TRABAJO
Problemas al interior del Gobierno
Serias dificultades por las amenazas de guerra externa
Pinochet se consolida como el Presidente
Mayor incorporación de los civiles al Gobierno
Pinochet insiste en definir el Gobierno como pragmático
El Objetivo Nacional muestra a Pinochet como estadista
Las estrechas relaciones con las Fuerzas Armadas
La Consulta: una maniobra política con altos beneficios… y altos costos
CAPÍTULO 8: LOS INSTRUMENTOS DE SEGURIDAD INTERIOR: CONVICCIONES Y DUDAS
Ya se puede pensar con más calma
Las grandes medidas de reconciliación
Si me la dejan, me muero…
Brotes, rebrotes y brutalidades
CAPÍTULO 9: PARA HACER DE CHILE UNA GRAN NACIÓN
El Pronunciamiento, una instancia fundacional
Una completa visión de Chile
El Presidente, las mujeres y los jóvenes
Para superar el apagón cultural
CAPÍTULO 10: EN EL JUEGO CON LOS PARTIDARIOS Y DETRACTORES: FUERZAS E INSTITUCIONALIZACIÓN
Una oposición que es referente del pasado
Unidad con Pinochet ante el peligro exterior
Varios tipos de partidarios buscan prevalecer
A veces, Dios no libra de conflictos
Pinochet y su relación con otras religiones
La nueva estructura constitucional
Las relaciones con el Poder Judicial
CAPÍTULO 11: CON MUCHO ESFUERZO Y CON MUCHA INTELIGENCIA
El Presidente observa… y lo que ve es lamentable Shock tendremos
Pero los problemas siguen de pie
Los años en que se comienza a respirar: 1977 y 1978
Todo tiende a mejorar, todo tiende a darle la razón a la libertad
CAPÍTULO 12: UNA SOCIEDAD QUE SE AGRANDA, UN ESTADO QUE SE ACHICA
El sufrimiento del Presidente por el dolor ajeno
La infancia, una preocupación especial de la señora Lucía
Un techo bajo el cual vivir
Los enfermos, otra prioridad urgente
Ese campo tan conflictivo
Para superar sistemas anacrónicos en el mundo laboral
La consolidación del estado subsidiario en sus instituciones
CAPÍTULO 13: DIGNIDAD Y FORTALEZA ANTE EL ASEDIO EXTERIOR
Un pequeño país enfrenta a la URSS y al comunismo internacional
Pero es más que una agresión parcial
Y nosotros, que éramos los europeos de América
Quien te quiere te apalea
Perú y Bolivia: el riesgo de una nueva Confederación
La Argentina, una hermana difícil
ACEM Actas del Consejo Económico de Ministros
AFJGE Archivo de la Fundación Jaime Guzmán E.
AFPR Archivo Fotográfico de la Presidencia de la República
AGPR Archivo General de la Presidencia de la República
AR Anales de la República
ASEP Asesoría Política
CAP Compañía de Acero del Pacífico
CONICYT Consejo Nacional de investigaciones científicas y tecnológicas
CDiPR Colección de discursos del Presidente de la República
CIDOC UFT Centro de Documentación de la Universidad Finis Terrae
CEMA-Chile Centros de Madres de Chile
CNI Central Nacional de Informaciones
CONARA Comisión Nacional de la Reforma Administrativa
CORA Corporación de la Reforma Agraria
CORFO Corporación de Fomento de la Producción
CUT Central Única de Trabajadores
DC Democracia Cristiana
DCl Diario El Clarín de Buenos Aires
DEC Diario El Cronista
DEM Diario El Mercurio
DINA Dirección de Inteligencia Nacional
DL Decreto Ley
DLS Diario La Segunda
DLP Diario La Prensa
DLPa Diario La Patria
DLT Diario La Tercera
DS Decreto Supremo
EEUU Estados Unidos de Norteamérica
ENAP Empresa Nacional de Petróleo
Entr. Entrevista a…, seguida de las iniciales del entrevistado y la fecha de reunión
FACH Fuerza Aérea de Chile
FISA Feria Internacional de Santiago
FFAA Fuerzas Armadas
FFCCE Ferrocarriles Comerciales del Estado
ITT International Telephone and Telegraph
MGM-PI Memoria del Gobierno Militar, Político-institucional
MIR Movimiento de Izquierda Revolucionaria
NU Naciones Unidas
OOPP Obras Públicas, Ministerio de
ODEPLAN Oficinas de Planificación Nacional (también Odeplán) OEA Organización de Estados Americanos
PC Partido Comunista
PS Partido Socialista
RC Revista Capital
RE Revista Ercilla
RQP Revista Qué Pasa
RR Revista Realidad
RREE Relaciones Exteriores, Ministerio de
SAG Servicio Agrícola y Ganadero
SNA Sociedad Nacional de Agricultura
SOFOFA Sociedad de Fomento Fabril
SONAMI Sociedad Nacional de Minería
UP Unidad Popular
URSS Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
La presente obra es -efectivamente y como su subtítulo lo indica- una historia centrada en la presidencia como institución y, por lo tanto, en la figura del presidente, como persona. En pocos casos en la Historia de Chile esa asimilación -institución y persona- ha sido tan intensa. Augusto Pinochet es por sobre todo, ante la mirada histórica, presidente, y toda su acción es directiva, gubernamental, de mando supremo de la nación.
No es éste, por lo tanto, un estudio sobre el Gobierno Militar, ni mucho menos sobre la Historia General de Chile entre 1973 y 1990. Con seguridad, eso sí, esta obra busca alumbrar el centro mismo de esas otras dos dimensiones históricas, porque Pinochet ha sido durante todos estos años el eje de los sucesos nacionales y, en particular, lo ha sido en cuanto Presidente.
Por eso su acción gubernativa se extiende a todas las áreas de la vida del Chile que él y las Fuerzas Armadas reconstruyeron. Eso, que es perceptible a simple vista, cuando se trabaja con las fuentes se hace más evidente. Pero, también ha dificultado notablemente el estudio de su actividad, porque la necesaria distinción de las materias se ha hecho difícil en la medida en que simplemente el Presidente… está en todo.
No hay que extrañarse, entonces, de que en esta obra haya reiteraciones de los mismos temas en diversas partes: no es que el autor simplemente sea un majadero, sino que la figura de Pinochet está presente en temas que muchas veces se cruzan y articulan en su persona.
Por eso se ha escogido un enfoque centrado en el sistema de las ideas presidenciales, y así sus acciones quedan subordinadas a sus planteamientos; eso explica que, por ejemplo, al hablar de relaciones internacionales, se tenga que tratar temas religiosos; o que al explicar políticas laborales, se toquen también problemas de seguridad nacional.
Espero, sin embargo, que las reiteraciones no harán sino confirmar la coherencia de la acción presidencial. Y, al respecto, cabe aclarar que se usa la expresión Presidente para referirse al general Pinochet desde el mismo 11 de septiembre de 1973, en el entendido que su preeminencia directiva comienza a consolidarse esa misma madrugada, aunque las calidades jurídicas de su actividad varíen en el tiempo.
En cuanto a las fuentes, se ha procurado cubrir la más amplia gama de documentación. Principalmente se ha contado con el Archivo General de la Presidencia de la República, del que se han revisado más de 121.000 fojas; a esos textos se han sumado los 327 discursos que el Presidente pronunció entre 1973 y marzo de 1981, más de 3.200 Decretos Leyes dictados en el período (que se citan por su fecha de promulgación) y unas 73.000 fotos del Archivo de la Presidencia, las que han permitido conocer al detalle las giras y audiencias del Primer Mandatario; se ha visto toda la prensa, se han realizado 28 nuevas entrevistas y analizado otras 35 que se encuentran en videos del Centro de Documentación de la Universidad Finis Terrae; finalmente, se trabajó con otros archivos privados, actas de variados tipos, y literatura complementaria de muy diversas orientaciones historiográficas y políticas.
Y, por cierto, fueron fundamentales las cuatro entrevistas que generosamente me concedió don Augusto Pinochet, entre 1997 y el presente año.
En esta tarea de recolección, análisis y primeras redacciones, fueron fundamentales los profesionales señoras Andrea Botto y Beatriz Corbo, y señores Miguel Flores, Álvaro Muñoz y Jorge Soto; colaboraron también tres memoristas, las señoritas Cecilia Arqueros, Pamela Daniels y Soledad González; en fin, decenas de alumnos de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile participaron voluntariamente en la búsqueda de información: para resumir su colaboración, los nombres de Rodrigo Bordachar y Cristóbal González son los más apropiados.
A todos ellos y a quienes hayan podido, sin que yo en mi ceguera lo percibiera, darme una ayuda generosa en esta tarea, mi más profunda gratitud. Espero igual colaboración para el Tomo II, en el que ya estamos trabajando, y que abarca el resto de la Presidencia de Augusto Pinochet.
Leí hace ya años de Mario Góngora: “La extrañeza es lo que motiva la investigación.” Habiendo vivido toda la Presidencia Pinochet desde mis tiempos de alumno universitario en adelante, no lograba entender cómo se había podido hacer de Chile una gran nación, a partir del estado catastrófico en que estaba en 1973.
Esa misma extrañeza fue la que me llevó a aceptar el generoso ofrecimiento de la Fundación que lleva el nombre del Presidente Pinochet para trabajar con plena independencia en una obra histórica. Nunca fui funcionario de su Gobierno, apenas lo conocía hasta mis entrevistas (y, por cierto, no creo haber profundizado demasiado en el alma de este hombre insondable), la documentación es amplísima… y ahora tengo que dejar paso a un libro sobre su Presidencia.
Que Dios, el propio Augusto Pinochet y el lector tengan en consideración todas estas limitaciones -y muchas otras- al juzgar este trabajo. Si algo me ha quedado claro, es que Pinochet va muy por delante de todo lo que pueda saberse por ahora de él. Hay tarea para rato, por lo tanto.
Gonzalo Rojas Sánchez, diciembre de 1998.
Si a los niños se les pregunta qué quieren ser cuando grandes, entre sus alternativas figura, sin duda, el ser generales o presidentes, pero no está entre sus candorosas posibilidades ser ambas cosas a la vez.
La mañana del 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet Ugarte, quien había escogido claramente la primera de las dos opciones, salió al encuentro también de la segunda, como si ambas, en un momento misterioso de su vida, se requirieran la una a la otra. Desde esa madrugada única, a Augusto Pinochet le tocará hacer aquello para lo cual nunca fue preparado, pero que sólo pudo hacerse gracias a eso otro para lo cual sí había sido formado.
Pinochet deberá asumir el mando supremo de la nación cuando sólo un general de Ejército puede hacerlo, cuando ningún civil está capacitado, porque las coordenadas del conflicto nacional son fundamentalmente militares, de guerra. Y no ha sido precisamente nuestro personaje quién así lo ha planteado.1
¿Inevitabilidad histórica? No, simplemente el llamado de los tiempos a una tarea determinada para la cual Chile pudo no contar con el hombre adecuado. Pero el hombre existía y tomó la decisión.
Las especulaciones sobre los antecedentes y convicciones previos al Pronunciamiento del 11 de septiembre de 1973 no son objeto de esta obra. Investigadores cercanos al propio Pinochet han afirmado que no estaba clara su decisión para conducir el movimiento2 y que ninguno de los miembros de la Junta sabía el papel que les iba a tocar desempeñar.3 Pero una cosa es no conocer las dimensiones concretas del trabajo que les iba a corresponder realizar -al propio Pinochet y a los restantes miembros de la Junta Militar- y otra es que no hayan captado la grandeza intrínseca de la tarea que se les presentaba. Lo primero pertenece obviamente a aquella parte de la biografía de cada uno de los integrantes de la Junta de Gobierno en los días previos al Once; pero lo segundo ya es objeto de la investigación histórica de la Presidencia de Augusto Pinochet y, sin duda alguna, el general y los restantes miembros del nuevo Gobierno vislumbraron desde el comienzo los amplísimos contornos de su tarea proyectada en dimensiones de auténtica trascendencia.4
El almirante Patricio Carvajal afirma que Pinochet le comentó en una oportunidad que, si decidían asumir el Gobierno, había que tener claro qué se hacía después, porque para gobernar con eficacia al Chile de esa época se necesitaría mucho tiempo. ¿Hubo dudas sobre cómo hacerlo? Por supuesto, pero lo importante fue que, desde el primer momento, Pinochet estuvo dispuesto a darse el tiempo para despejarlas por medio de la acción gubernativa. Fue un hombre decidido… a tomar decisiones, desde el principio; un hombre que tenía la clara intención de cambiar las cosas,5 aunque su preparación profesional estuviese centrada más en la línea de la fortaleza de las decisiones que en el plano del contenido reflexivo y técnico de las medidas. En el primer minuto, es mucho más un general que preside, que un presidente de amplia mirada. No busca el poder, pero cuando entiende que debe ejercerlo, lo asume con pasión, desde el primer momento. Y eso es precisamente lo que Chile requería en septiembre de 1973.
El carácter dramático de la situación, con toda su carga negativa de dolor y de pérdida de vidas humanas, tuvo la única gran ventaja de colocar al Presidente de la Junta de Gobierno, un militar acostumbrado a pensar en términos de seguridad, de vida o muerte, de derrota o victoria, en condiciones de captar la magnitud del suceso político-militar que él estaba encabezando. Por eso, desde el momento mismo en que toma la palabra para dirigirse al país el día del Pronunciamiento, Pinochet comienza a manejar dos conceptos fundamentales: el patriotismo de las FFAA y el caos del gobierno del recién derrocado Salvador Allende.6 En una situación de normalidad, no parecería haber simetría conceptual entre ambos términos, pero ahora sí se presentan ante el simple ciudadano chileno como las únicas dos alternativas válidas en los dramáticos momentos que se viven. En ese acto Pinochet tiene, además, una clara visión de lo que son las líneas matrices de su acción hacia adelante.7 Y eso que son las primeras horas, como sí inmediatamente después del parto, el niño ya estuviese hablando.
Resulta especialmente llamativo que el Presidente no se pierda en la minucia de los acontecimientos de los primeros días, aunque está efectivamente en esos detalles. Pero tampoco Pinochet se encandila con una gran tarea de amplio futuro, ilusión que lo podría haber hecho abandonar el día a día. Al mismo tiempo que el General sale a la Operación Peineta, el Presidente de la Junta está nombrando ministros. Y la persona es una sola.
En efecto, Pinochet tiene claro que debe haber numerosos nombramientos para poder ejecutar las primeras políticas gubernamentales.8 Y aunque se le había preparado una lista para que se llenaran los cargos más importantes, con tres nombres de civiles por cada tarea,9 el Presidente prefiere que la mayoría de los ministros sean uniformados, hasta que se tenga absoluta confianza con respecto a los civiles.10 “Los generales… discutieron los nombres, asignaron los cargos y acordaron imponerlos como si se tratara de destinaciones militares.”11 Los primeros secretarios de Estado son nombrados el 12 de septiembre y efectivamente entre ellos sólo hay dos civiles, junto a nueve uniformados en servicio activo y dos en retiro.12 Y aunque esos civiles no pertenecen al área económica, ya es significativa la influencia de los economistas a través de sus documentos.13
Aunque el Presidente no recibe de inmediato El Ladrillo14 -texto que se comienza a repartir el mismo 12 de septiembre- ya que se encuentra en la Operación Peineta, nadie se hace un drama, porque de Pinochet se desconocen aún sus intereses y habilidades teóricas.15
Pero en paralelo con la actividad militar y de designaciones, el Presidente de la Junta está dictando ya las primeras normas jurídicas y en esa tarea toma un contacto más sereno con sus primeros colaboradores. Quienes lo comienzan a tratar en esta labor descubren de inmediato el evidente apoliticismo de Pinochet, aunque no saben cómo clasificarlo. Sin duda no les parece un estadista, pero poco a poco les va dando señales de su amplia concepción nacional y van notando el uso que hace de conocimientos y criterios políticos.
El General ha leído profunda y sistemáticamente a lo largo de su vida, y junto a la influencia de Barros Arana y Vicuña Mackenna en materias históricas,16 se siente deudor de Osvaldo Lira en algunos temas de teoría política y filosofía.17 No es un político, no es un intelectual… pero logra insertar su formación histórica y filosófica en el papel que le comienza a tocar. Pide continuamente libros y entre ellos, comienza a conocer más a fondo a Marx y a Gramsci.18 En estos primeros meses, Pinochet está primordialmente situado en un eje distinto del de la política: el general está ubicado en las coordenadas del mundo militar y desde ellas va construyendo una actividad gubernativa.19 Pinochet, en septiembre de 1973, es ante todo un militar en acción, que no trepida en no dormir durante dos noches seguidas, porque las circunstancias del combate lo exigen.20 Y, a ese combate por las armas, le va dando su adecuada continuidad con afanes de normalización, a través de las personas que lo secundan y de las normas que dicta.
Semana a semana, un general se va haciendo presidente.
Mas Pinochet es parte de un Gobierno de cuatro oficiales que conducen con igual prestancia sus respectivas Fuerzas Armadas o de Orden. ¿Qué lo irá llevando a la primacía entre ellos?
Las primeras señales del especial papel que le toca jugar están precisamente en su participación en la Operación Peineta, ya que así marca presencia donde se decide de verdad la disputa militar de la primera hora. Pero antes de salir a terreno, ya ha recibido el honor de la conducción entre pares. Es efectivo que Pinochet asume, como afirma Angell, por estructura de mando o antigüedad de las ramas y no por un acuerdo político,21 y que esa decisión refleja su capacidad de mantener la lealtad y la jerarquía en las FFAA.22 Pero en un comienzo, el Presidente prefiere bajarle el perfil a esa razón y en la entrevista a Florencia Varas, afirma que existe un acuerdo de caballeros para que él presida y que en el futuro habrá rotación.23
Las palabras de Pinochet en acción durante el Pronunciamiento mismo han dejado en claro, desde el primer minuto, su fuerte personalidad y el don de mando que lo caracteriza: “Mira -le dice a Patricio Carvajal- es conveniente tirar una proclama por la radio, que hay estado de sitio; en consecuencia no se aceptan los grupos; la gente tiene que estar en sus casas porque se arriesgan a que se encuentren en un problema y pueden caer heridos; y no hay sangre para salvarlos”;24 en el nuevo Gobierno no se habla expresamente del tema, pero Pinochet se va imponiendo sutilmente por la fuerza de sus decisiones25 y las normas jurídicas pronto lo revelan, como cuando se decreta que los DS podrán llevar la sola firma del Presidente, entendiéndose por tal al Presidente de la Junta.26 Sin duda esta medida apunta a poder agilizar las tareas gubernativas, a la vez que revela también una cierta preeminencia.27
Pero Pinochet no quiere destacarse: no es su ánimo, ni su estilo, ni está el país para personalismos: el 27 de septiembre, con humor, afirma que “la Junta trabaja como una sola entidad; yo fui elegido presidente por ser el más viejo; en realidad es porque el Ejército es la institución más antigua…; pero no sólo seré yo Presidente de la Junta; después de un tiempo lo será el almirante Merino, luego el general Leigh y así sucesivamente; soy un hombre sin ambiciones, no quiero aparecer como el detentador del poder; (…) respecto a la forma de operar de la Junta, ella trabaja en forma colegiada, dado que los problemas que estamos enfrentando en estos primeros días tienen un carácter unitario.”28 En septiembre de 1973, su pensamiento parece rotundo: habrá rotación en la presidencia de la Junta, como un modo de reforzar su unidad.29
En un comienzo, la Junta sesiona dos veces por semana y algunas veces, una tercera (martes y jueves o viernes), pero con el paso de los meses, esas reuniones se irán distanciando.30 Pinochet sabe que “los problemas no se pueden separar, y por el contrario, son interdependientes en su solución; por eso hemos acordado que en este primer período, de un mes aproximadamente, actuaremos totalmente coordinados.”31 En las reuniones, cuando hay colaboradores presentes, los miembros de la Junta escuchan las opiniones, pero habitualmente no resuelven delante de ellos.32 Frente a Pinochet se sienta el Almirante; a la derecha el general Leigh y a la izquierda, el general Mendoza.
Jurídicamente, el DL 128 es el instrumento que delimita los poderes al interior de la Junta de Gobierno y, en particular, con relación a su presidente. El texto legal consolida el concepto de Mando Supremo de la Nación y se presume que en él confluyen los poderes ejecutivo, legislativo y constituyente; por eso se dispone que ellos concurren en la Junta. En cuanto al modo de ejercer el poder ejecutivo, se ratifica que se hará mediante los DS y resoluciones, según lo ha dispuesto el DL 9.33
Tanto el DL 128 como el DL 228 revelan el afán por aclarar eventuales problemas futuros en las relaciones entre los miembros de la Junta, reforzando así su unidad en aparente detrimento de su presidente. En efecto, el segundo texto citado otorga a la Junta en cuanto cuerpo las facultades que la Constitución Política del Estado entregaba al Presidente de la República. El organismo colegiado las ejercerá mediante DS del Ministerio del Interior.34
Los dos textos demuestran la falta de ambición personal de Pinochet, quien, por su talante militar, prefiere en esta etapa tareas de mando directo más que una amplitud de roles. Hasta finales de 1973 ocupa el cargo de presidente, que está concebido como rotativo, de una Junta fuerte en poderes.
Pero, sorpresivamente, en enero de 1974 el General parece haber encontrado otra fórmula: el día 2 declara que “la Presidencia de la Junta no es rotativa”,35 con el objeto de que terminen especulaciones periodísticas que le parece que están dañando su cohesión. Pinochet va convenciéndose de la idea de que la unidad en el Gobierno no es igualdad, es jerarquía dentro del servicio que todas las Fuerzas prestan, en comunión con la mejor tradición presidencialista del país. Los demás miembros de la Junta de Gobierno lo entienden y lo aceptan. Y al irse a Bucalemu durante ese mismo mes de enero, se ve que Pinochet lo hace con el propósito de meditar en tareas de auténtico gobernante. Está actuando como un verdadero presidente que va comprendiendo la necesidad de un hombre fuerte al mando de una nación muy debilitada.
Al interior de la Junta, en sus reuniones36 y en las relaciones bipersonales entre sus miembros, el almirante Merino37 se va consolidando como el par más consultado por el Presidente; el general Leigh como quien tiene los planteamientos más contrastantes, y el general Mendoza como el apoyo permanente de los criterios de Pinochet.38 Angell cree que no hay uniformidad ideológica en la Junta,39 pero en realidad lo que se presenta en esta etapa son las primeras diferencias en el estilo personal. Sigmund, al contrastar a Pinochet con los otros tres miembros de la Junta, dejando a Leigh como el más duro, y a Mendoza y Merino como constitucionalistas40 tampoco logra dar con los matices necesarios, porque en estos primeros meses se trabaja muy en conjunto.41
El general Leigh mira con detención los papeles, pero no necesariamente estudia con profundidad.42 Es respetuoso, pero claramente tiene otra concepción de las cosas.43 Al Presidente no le gusta que tenga sus propios asesores políticos.44
Angell estima que, como no hay consenso en el programa básico, el poder tiene que irse haciendo personal,45 pero no ve que en realidad es una persona concreta la que va recibiendo más atribuciones de sus propios pares, quienes, al otorgar primacía a uno de ellos, mantenían con mayor fluidez la relación entre los cuatro. En los momentos difíciles en que las diversas opiniones se tensionan, el hecho de que haya habido una voluntad superior refuerza la capacidad de lograr transacciones. El Presidente tiene al mismo tiempo que transar y arbitrar… imponiéndose.46 Ciertamente a veces hay tensiones, lo que resulta lógico si se considera que es muy difícil relacionarse en una Junta de cuatro Comandantes en Jefe, en la que cada uno considera tener una cierta primacía.47 Entonces se recurre a los almuerzos del piso 22, en que se zanjan los asuntos conflictivos.48 Arbitro y promotor de sus políticas, llama Cañas a Pinochet.49
Por eso, más allá de toda teoría, es la personalidad del Presidente, del hombre fuerte, de rapidez en las decisiones, la que va resultando determinante en el trabajo diario. Pero su afán permanente está destinado a reforzar siempre la unidad de la Junta y sus derechos. Es lo que procura transmitir a través de la prensa de Gobierno. El diario La Patria afirma que cuando hablan los miembros de la Junta se percibe que están “animados por los mismos ideales, que comparten igual espíritu de sacrificio y patriotismo y que les es común la irrevocable determinación de sacar al país del desastre económico y moral en que lo había sumido el marxismo; la Junta Militar está integrada por hombres de los que está ausente cualquier indicio de personalismo; ella sigue después de seis meses manteniendo inmaculada identidad de propósitos.” En las calles, los partidarios del Gobierno afirman con orgullo que “la Junta unida jamás será vencida.”
Esto no priva a Pinochet de la consolidación de su papel conductor. En mayo de 1974 exige ser recibido por Perón como Presidente de la República50 y en la gira del mes siguiente por Curicó y San Fernando, destinada a entregar títulos de dominio y viviendas, habla decididamente en primera persona51 e indica mediante la circular del 24 de junio de 1974 que las respuestas a la correspondencia enviada por su orden, sean dirigidas a su nombre.52
Pero en el proceso de consolidación del poder presidencial, el texto principal es el DL 527, del 26 de junio de 1974, “entregado a Pinochet por Canessa [quien] lo pasó discretamente a su asesora jurídico-política de mayor nivel, Mónica Madariaga.”53 El Almirante le ha sugerido ya que sea el Jefe Supremo de la Nación.54 El DL determina que el Poder Ejecutivo será ejercido por el Presidente de la Junta de Gobierno, quien será el Jefe Supremo de la Nación, ocupando el cargo de presidente de la Junta el titular de ella que tenga el primer lugar de precedencia según las reglas del mismo DL. El cuerpo legal explicita también las atribuciones del cargo, tomando muchas de la Constitución de 1925 y dándole otras.55 Pinochet califica la medida como necesaria para aclarar las responsabilidades en la cúpula.56
Efectivamente el DL se inspira en la necesidad de imprimir a la marcha del Estado la dirección única que las dificultades exigen, descartando el ejecutivo colegiado. Así se refuerza también un símbolo único del Pronunciamiento, tanto en su lucha externa contra la propaganda antichilena como en el esfuerzo interno destinado a reunificar a los ciudadanos, restaurando y renovando a la patria. De ningún modo el Presidente quiere que el establecimiento de la Jefatura Suprema signifique el desaparecimiento de la Junta, la cual continuará legislando y fijando las líneas generales de la acción pública, al mismo tiempo que mantendrá y simbolizará la unión de las FFAA en la tarea que asumieron el Once.
De hecho, el acuerdo con la Junta no ha sido fácil: Merino y Mendoza no tienen mayores inconvenientes,57 pero a Leigh no le gusta. Para armonizar, el Presidente “al original en limpio ha agregado ciertas anotaciones con lápiz a grafito”, las que confieren a la Junta en algunos casos hasta el poder de veto.58 Pinochet no pretende con su primacía la dominación de un hombre sobre otros, ni de una rama de los institutos militares sobre las otras, ni menos una victoria o derrota personal de nadie.59 El paso se ha dado y, aunque delicado, trae también los beneficios de la consolidación de la mejor tradición presidencialista nacional. Efectivamente, el Presidente se considera consolidado, porque aunque le da lo mismo quién sea el que ejerza ese mando, considera indispensable que alguien tenga esa primacía.60
Para Pinochet, es la propia Junta la que muestra sensibilidad para encontrar ella misma una fórmula de operación más ágil y sencilla, a fin de hacer expedita la marcha del Estado, con lo que una autoridad unipersonal será la encargada de coordinar el trabajo de Gobierno y de los diversos servicios civiles.61 Efectivamente ha existido entre los miembros de la Junta y en la opinión pública el consenso de que la autoridad debía tender a concentrarse en manos de quien desde el primer momento apareció como el conductor superior en el Gobierno. Al asumir Pinochet el Mando Supremo, el país experimenta la sensación de un cambio en la estructura de poder que significa una clarificación del ejercicio de la autoridad y expectativas de realización más prontas y expeditas.62
El Presidente no quiere de ningún modo que su cargo de Jefe Supremo de la Nación vaya a ser interpretado como un distanciamiento de las otras FFAA, pero queda clarísimo también que desde ahora ya no es un gobierno conjunto, sino el gobierno de un conductor superior, apoyado en la colaboración de los demás miembros de la Junta.63 Para reforzar la unidad, el Presidente fija como su marco de acción un documento no militar, sino político-filosófico: la Declaración de Principios, de la que hablaremos más adelante. Efectivamente, en sus palabras del 27 de junio, al ser investido por el Presidente de la Corte Suprema, Enrique Urrutia, Pinochet afirma: “Gobernaré con fidelidad a la Declaración de Principios de Chile y con la estrecha colaboración de los demás miembros de la Excelentísima Junta de Gobierno, con quienes sellamos nuestra indisoluble cohesión en el acto supremo de la liberación de Chile.”64
Así, a menos de un año del Pronunciamiento, el mando se ha concentrado en manos de quien desde el primer momento apareció como el auténtico conductor, posibilitando el ejercicio de la autoridad superior del Estado en forma más lógica y coherente.65 Pinochet sabe que la tradición jurídica del país y los hábitos políticos de la Nación se identifican históricamente en la figura de un mandatario que, según la creación portaliana, reciba sobre sus hombros la mayor autoridad al tiempo que el peso de la máxima responsabilidad. El espaldarazo de El Mercurio no se hace esperar: “Desde el mismo día 11 de septiembre, el general Pinochet asumió el papel de cabeza del régimen y de Presidente de la Junta; su autoridad ha sido en el hecho reconocida y acatada desde entonces.”66
Pero algunas especulaciones sobre su ambición se abren paso entre detractores y ciertos colaboradores. El Presidente los enfrenta: “Llego al Mando Supremo de la Nación sin haberlo pensado jamás ni mucho menos buscado; soy un soldado que ingresó a las filas del Ejército sin otro norte que la entrega silenciosa o abnegada a la Patria.”67
En síntesis, no puede afirmarse que la normativa comentada esté pensada sólo por razones de mayor eficacia, sino que nace efectivamente para consolidar un modo de gobernar más portaliano (fuerte, impersonal y centralizador) en que Pinochet es el conductor, y corresponde que la institucionalidad recoja sus crecientes dimensiones de estadista. Pero él insiste en que es un soldado y así transmite dos mensajes implícitos: no es un político ni un administrador económico, sino que sigue siendo el militar enérgico, que ahora cuenta con un mayor respaldo para guiar la marcha de Chile.
Paralelamente Pinochet ha ido dando a conocer gradualmente su peculiar manera de trabajar en las tareas de gobierno. El Presidente tiene por costumbre oír a varias personas para formarse una idea de lo que proponen los diversos sectores.68 Estas reuniones varían mucho, en número y personas. El Consejo de gabinete, que en un principio es semanal, después se va distanciando más, y con frecuencia está casi enteramente destinado a las indicaciones del Presidente;69 pero con el Ministro del Interior, despacha tres o cuatro veces al día en los primeros meses, y más adelante se da tiempo para reunirse con alcaldes70 y otros colaboradores menores. Jamás permite que dos ministros discutan delante de él: si hay diferencias de opinión, deben llegar con la solución propuesta.71
Llama poco por teléfono, y sus comunicaciones son rápidas, inmediatas.72 Al recibir un memorándum, él mismo suele proveer: “Conforme audiencia; llevar un pequeño memo con las materias de que se tratará,” y fija la fecha.73 Durante todo tipo de audiencias, el Presidente atiende solo y llama únicamente si necesita a alguien, caso en el cual entran Enrique Morel, su edecán, o Patricio Serre, su secretario. Terminada la audiencia, despacha con ambos. A fines de 1973 Pinochet tiene de cinco a seis diarias; desde comienzos de 1974 se concentra en dos días y sigue atendiendo al mismo número de personas.74 A veces cita a gente a su casa, pero las cosas fundamentales las ve con toda formalidad en su oficina.75
Tiene una memoria prodigiosa, con la que retiene las diferentes opiniones sobre una misma materia.76 Quiere estar al tanto de todo y cuando tiene una duda sobre los diversos planteamientos, consulta a sus ministros sin dilación.77 Así conoce de cerca la situación de la gente; le gusta oír y no estar aislado, aunque eso implique exponerse a recibir presiones.78 Toma las decisiones después de un análisis profundo y una vez que se ha decidido por una medida, “no se habla más del tema.”79 De sus continuas salidas a terreno y giras por regiones daremos cuenta más adelante.
Ciertamente, a veces se enoja,80 aunque corrige con presteza la ofensa que pueda haber inferido,81 pero no pierde la calma al momento de resolver. En los casos de molestia, sus colaboradores aprenden rápido que hay que dejarlo primero descargarse y posteriormente hay que hablar con él para resolver las situaciones.82 En otras oportunidades se contiene durante una reunión, pero después pone las cosas en su lugar. Un ejemplo típico de estas últimas situaciones lo vive Sergio de Castro, cuando en 1974 se estaba discutiendo con el ministro Léniz, el Comité Asesor y la Junta, la devolución de las empresas textiles que habían sido expropiadas. De Castro, que estaba por la devolución de las empresas, frente a miembros del Comité Asesor que se oponían, interviene afirmando que ellos tenían la sartén por el mango, pero que no se fueran a quedar con el puro mango; todos se ríen y la discusión termina ahí. De Castro se retira a la universidad a hacer clases y recibe un mensaje que le comunica que el Presidente lo está esperando. De entrada, Pinochet le manifiesta que le ha faltado el respeto; De Castro lo mira con cara de sorpresa y el Presidente entiende que no ha habido ninguna intención suya de ofender.83 Las cosas están en su lugar porque la duda sobre las intenciones está aclarada.84 Si el Presidente pierde la confianza en alguien, no hay vuelta posible;85 pero si comprueba que su primera apreciación no ha sido exacta, rectifica sin problemas.
En otros aspectos, se nota particularmente su formación militar para trabajar, como dedicar mucho tiempo para el análisis de papeles, que por la tarde se lleva a su casa y trae despachados por la mañana.86 Cuando hay un problema muy grave, deja constancia en una grabadora de las cosas que se le van ocurriendo por la noche; y por la mañana, casi siempre, tiene la solución.87 Jamás olvida una minuta o informe que le hayan prometido;88 y, además, contesta todas las cartas que le envían.89 El Presidente se dedica por igual desde lo muy específico hasta lo más general.
Para tener esa perspectiva apoyada en detalles, deja que unos enfrenten las posiciones de los otros. Estudia a fondo las alternativas. Prefiere la existencia de dos opiniones diversas, con sus respectivos respaldos, para conocer todos los matices sobre un tema. “Es una maña mía”, afirma con picardía, porque prefiere tener elementos diferentes para apreciar cuál es la posición más razonable.90 Por lo tanto, nunca toma decisiones delante de la persona que le ha dado la primera opinión,91 y cuando todavía no quiere comunicar una medida, argumenta que falta documentación.92 Pero, a la larga, resuelve él93 y lo hace habitualmente solo. Se va a Bucalemu y ahí, en compañía de la señora Lucía, medita sobre numerosas materias de gobierno que anota en su agenda y las transforma en resoluciones que urge cumplir.94 Sergio Rillón está muy cerca del Presidente por su tarea de coordinación legislativa;95 Gisela Silva, Gastón Acuña y Alvaro Puga trabajan también en asesoría política;96 Jaime Guzmán aparece poco en esta primera época y Pablo Rodríguez simplemente no es visto.97
En cuanto a sus discursos, los redactores son distintos para las materias políticas -textos que el Presidente acostumbra a retocar personalmente-98 y para los temas militares. En la tarea de preparación de estas minutas aparecen variados colaboradores, porque el Presidente prefiere manos distintas. Se los lleva a su casa y trabaja sobre ellos;99 algunos los corrige personal y directamente a mano y los entrega a su secretaría ya terminados. Como al Presidente no le gusta que se comente la asesoría que se le haya podido prestar para un texto u otro, el general Covarrubias le hace ver que esa tarea es normal en toda jefatura de gobierno.100
Un paso decisivo en la tarea de apoyo al Presidente tiene lugar cuando decide que Mónica Madariaga pase de la Contraloría en comisión de servicio a la Presidencia de la República.101 Sin duda el Presidente es hábil para buscar a sus colaboradores,102 pero no es efectivo que los manipule, divida y reine103 entre ellos. Simplemente no se entrega a ninguno, porque el que manda es él, y para eso se requiere independencia. Eso explica que sean pocas las personalidades de nota del ambiente político tradicional a las que el Presidente da audiencias públicas durante los primeros quince meses. Por ahí aparece Marcos Chamudes.104
El Presidente gobierna fundamentalmente a la cabeza de la Junta, pero por sí mismo, lo que implica un enorme desgaste y cierta pérdida de perspectiva. No es extraño que, por lo tanto, en noviembre de 1974, Jaime Guzmán sugiera que se cree un comité político para trabajar con el Jefe del Estado, porque la conducción gubernativa requiere de un nuevo impulso.105 Pero los colaboradores nunca alcanzan una posición permanente o definitiva.
En lo que se refiere a sus relaciones con la prensa, el Presidente va poco a poco dirigiéndose al país a través de los medios, tarea que no está en un comienzo entre sus preocupaciones primordiales. Es cierto que desde los primeros momentos del Pronunciamiento hay atenciones a los periodistas y que tanto el 24 de septiembre como el 24 de octubre ya hay importantes conferencias. Algunos de sus colaboradores estiman que, en el tema del manejo de opinión, el Presidente no ayuda, en especial con los medios extranjeros,106 pero hay que hacerse cargo del modo en que lo tratan. En las tareas de prensa está durante toda esta primera etapa Federico Willoughby, quien prepara estas reuniones y el set de recortes para el Presidente.107
Pero, Pinochet no está para tácticas sutiles en los primeros meses. Es sincero y directo con los medios, y le adjudica una mínima importancia a su imagen. No está acostumbrado a la escena, pero cuando entiende la importancia de las comunicaciones, desarrolla una amplia política en la materia. Desde enero de 1974 comienza a dar más entrevistas, que van en aumento con los meses: a un periodista norteamericano,108 a varios medios extranjeros,109 a un periodista francés,110 una conferencia de prensa,111 a la TV francesa y a dos periodistas mexicanos,112 otra conferencia de prensa,113 a una periodista argentina,114 al director del ABC de Madrid,115 a un periodista colombiano116 y a un entrevistador holandés.117
Con relación a la prensa nacional, recibe a René Silva Espejo y Arturo Fontaine, de El Mercurio,118 se reúne con Germán Picó, de La Tercera119 y ofrece un almuerzo campestre en Peldehue para periodistas, a quienes da también un saludo de fin de año.120
Su creciente preocupación por mejorar las comunicaciones del Gobierno se concreta en la circular del 3 de mayo de 1974, por la que indica que, respecto de las declaraciones públicas, la administración no coarta la facultad de las autoridades de emitirlas, pero no se permitirán comunicados sobre asuntos de gobierno que éste no haya dado a conocer en forma clara y precisa. El órgano oficial de difusión de informaciones será la Secretaría General de Gobierno. Deberá ser también el medio de Ministerios y altos organismos.121 Pocos días después el Presidente consolida su preocupación por una adecuada imagen gubernativa indicándole al Comité Asesor que proceda a proponer la creación de la Dirección de Información y Comunicaciones Sociales del Gobierno, con dependencia directa de la Junta. Estará a cargo de un oficial superior de la defensa nacional.122 Una vez sancionado el DL respectivo, su primer director es el Coronel Virgilio Espinoza, quien poco tiempo después se dirige a Federico Willoughby y, por orden del Presidente, le comunica que en lo sucesivo las conferencias con los medios serán planificadas por Dinacos, la que recibirá las peticiones de entrevistas con Pinochet y los restantes miembros de la Junta, y determinará el lugar y medidas de seguridad.123 Willoughby va perdiendo su influencia124 o quizás va desacreditándose.125
El cambio es necesario, porque precisamente en esos días se va consolidando una presidencia fuerte, para la que es conveniente una presencia personal de Pinochet en el país; esta imagen debe ir proyectando adecuadamente la realidad de su trabajo, en cuanto la calma lo va permitiendo.
Los primeros quince meses le han presentado al Presidente una gran disyuntiva en el tema de la conformación de equipos. La tarea fundamental del nuevo Gobierno se ha ido perfilando con el paso de las semanas: se trata obviamente, después de iniciar el ordenamiento de la casa, de comenzar una gigantesca tarea de progreso. Por eso, aunque Pinochet es siempre un militar, día a día asume con mayor exigencia el papel de un gobernante que necesita seleccionar muy bien a sus hombres y, en ellos, a una línea central de su acción gubernativa. Pero no le gusta entregarse a nadie de buenas a primeras. Por eso, desde muy temprano, el Presidente busca mantener el contrapeso entre dos sectores muy importantes: los miembros de las FFAA (y muy particularmente del Ejército) y un selecto grupo de civiles, principalmente economistas.
No se trata de bandos frontalmente opuestos, ni menos irreconciliables, pero es evidente que durante 1974 el Comité Asesor, por un lado, y los exalumnos de la Universidad de Chicago, por otro, acudirán al Presidente para tratar de hacer prevalecer su visión sobre el modo de superar la crisis económica y darle crecimiento al país, tarea fundamental para el éxito del nuevo Gobierno.
Entre noviembre y diciembre de 1973 se organiza el Comité Asesor, cuyo principal objeto es trabajar asesorando al Presidente y a la Junta y, por lo tanto, lo forman personas de su exclusiva confianza; está encabezado por el coronel Julio Canessa, quien sugiere el nombre, aunque habría preferido otro que le diera más estabilidad al organismo.126 Es el Presidente directamente quien pide la constitución del Comité, “al más alto nivel y en todas las funciones de Gobierno”,127 pero aunque su consagración legal aún está pendiente, ya aconseja a la Junta en las materias de la conducción superior de la nación.128 En su organización se contempla una jefatura, una subjefatura y cinco departamentos: los de Seguridad nacional, Política interior, Política exterior, Política económica y Política social; forman parte del Comité oficiales de las cuatro Instituciones, y unos pocos asesores civiles en diferentes especialidades.129 Angell cree que estos oficiales prefieren un corporativismo católico de Estado,130 lo que sin duda alguna es erróneo. En realidad, aspiran a ser un equipo de cerebros, cuya visión es más bien estatista, proteccionista, y algo populista.131 Creen en un Estado poderoso por razones fundamentalmente geopolíticas. Por cierto, la asesoría israelita prestada al Comité Asesor durante 1974 no guarda ninguna relación con una mirada económica… católico-corporativista.132
En mayo de 1974 se legaliza al Comité Asesor a raíz de la necesidad de coordinación y de calidad técnica de los proyectos y programas; su tarea va a consistir en estudiarlos y proponerlos; se lo establece con rango de ministerio, con áreas muy amplias dependientes de la Junta de Gobierno, con atribuciones consultivo-técnicas y con la facultad de pedir ayuda a todas las entidades del Estado; para eso contará con personal de la administración pública y podrá contratar expertos por honorarios.133 El Comité queda efectivamente integrado por un grupo muy selecto y aunque su objetivo coincide con el de Odeplán, ha sido formado por el Presidente porque necesita gente de su estricta confianza en la revisión de las decisiones de gobierno. Quizás no tiene mayor rigor técnico, pero sus integrantes son hombres dotados e inteligentes.134 Por eso, poco a poco irá trabajando cada vez más directamente para Pinochet,135 quien recibe a Canessa a diario y al Comité en pleno con frecuencia variable.136
Paralelamente, el grupo de economistas trabaja desde el primer día impulsando El Ladrillo a través de las personas que han sido nombradas en Odeplán, en el Banco Central, en el Ministerio de Hacienda, en el de Economía, etc.137 Ya el 14 de septiembre de 1973 llegan a Economía Pablo Baraona, Álvaro Bardón, Sergio de Castro, Juan Braun, Tomás Lackington y otros, casi todos de la Universidad de Chicago.138 No son un grupo formalmente compacto, pero como son casi los únicos civiles en los que se puede reconocer disciplina y honradez, van sumando y mejorando posiciones dentro del Gobierno.139 Se consideran a sí mismos desprendidos de su.trabajo, sin jerarquías, pero muy unidos para hacer las cosas en equipo. Su aceptación comienza a explicarse porque logran tener gente en todos los ministerios, incluso en Defensa, y porque muestran una notable cohesión.140 Desde el inicio creen que van a poder copar los cargos más importantes, pero para su sorpresa, el Presidente designa en el primer gabinete al general González en Economía y al almirante Gotuzzo en Hacienda.141
Pues bien, los problemas entre estas dos visiones distintas se dan desde los comienzos del Gobierno.
Pero los economistas van percibiendo que, con la excepción del Comité Asesor, los otros miembros del Gobierno se van inclinando por su programa. Efectivamente, las visiones del coronel Canessa, son encontradas con las suyas142 y algunos se sienten atacados.143 Un ejemplo típico es el ya comentado que enfrenta a De Castro y al Comité Asesor en el tema de la devolución de las empresas. El propio Fernando Léniz, al asumir en octubre de 1973 tiene que tranquilizar a miembros de las FFAA por las medidas consideradas antipopulares que se están tomando.144 Los economistas creen ver en el Comité Asesor una postura que estiman que no correspondería a los civiles la dirección del país, sino a los militares y que ese sería precisamente el papel del Comité.145 En este contexto, cuando el Presidente decide darle al Comité Asesor su institucionalidad jurídica, los economistas se sorprenden porque creen que con sus buenas actuaciones -en particular la exposición de Kelly en enero de 1974- se podría haber evitado esa consagración en el DL 460.146 En todo caso, la especificación de atribuciones impide que las relaciones con los economistas se sigan deteriorando.147 A pesar de todo, a fines de 1974 ya se afirma que dentro del Gobierno hay blandos y duros,148 expresión por ahora referida a la conducción económica.
¿Y el Presidente? En un comienzo, la economía no es su tema principal, pero poco a poco va interiorizándose de las posibles alternativas.
En estas materias, un punto de inflexión en su evolución desde tareas de simple administración hacia una concepción de auténtico estadista está en el momento en que comienza a pedir un Plan de Desarrollo, en enero de 1974. La ya referida exposición del director de Odeplán, Roberto Kelly, se suscita a principios de ese año, a raíz de un papel -manuscrito con tinta roja por Pinochet- ordenándole que explique la labor de su Oficina frente a la Junta. Después de la exposición el Presidente pregunta: “¿dónde está el Plan Nacional de Desarrollo?”149
Se ve que el gobernante está dándole un espacio a los especialistas, pero también recibe con fluidez la información de miembros del Comité Asesor, algunos de los cuales trabajan en el núcleo mismo de los economistas, Odeplán.150 Durante toda la primera mitad de 1974 deja actuar a los dos grupos, sin inclinarse hacia uno u otro. Los miembros del Comité Asesor perciben una cierta guerra en su contra, en la medida que se pretende desvirtuar su tesis de que los ministros son especialistas y no asesores integrales, tarea que sólo compete al propio Comité.151 Pero cuando Pinochet asume en junio el cargo de Jefe Supremo de la Nación y los miembros del Gabinete presentan la renuncia colectiva a sus cargos a fin de dejarlo en libertad para proponer designaciones,152 entonces el Presidente comienza a marcar un determinado rumbo en materias económicas. Su opción, que ha ido produciéndose de modo gradual, se manifiesta claramente a partir de este cambio de gabinete.153
El Presidente agradece con afecto la tarea de los ministros salientes. Una nueva etapa comienza.154
Efectivamente, el gabinete de julio de 1974, aunque sólo tiene tres civiles -y los tres en el área económica: Fernando Léniz en Economía, Jorge Cauas en Hacienda y Raúl Sáez en Coordinación Económica-muestra que Pinochet pone en ellos su confianza, mientras que en otros campos sigue trabajando con uniformados. A los ministros civiles el Presidente les adjudica la responsabilidad de sanear la Economía.155 Notable importancia tiene la creación del Ministerio de Coordinación Económica, porque el Jefe de Estado ve con claridad que la cohesión es esencial en la tarea gubernamental, y comprendiendo que muchas otras materias del programa gubernativo se interrelacionan y dependen de la rehabilitación económica, extiende la coordinación más allá de los tres ministerios que se ocupan específicamente de problemas económicos.156
El cambio de gabinete sella lo que Pinochet llama la segunda etapa en el proceso de reconstrucción nacional,157 lo que es posible porque el Presidente comienza a resolver la sorda disputa en favor de los economistas, y así va optando por el sistema de economía libre, por encima de los criterios socializantes del Comité Asesor.158
Pero, el Presidente sabe que no es fácil que algunos de los uniformados acepten esta línea de economía libre. Precisamente lo que busca al intervenir al terminar la exposición sobre la Hacienda pública que hace el ministro del ramo ante los generales y los almirantes, el 22 de octubre de 1974, es solidificar las relaciones entre civiles y militares en el Gobierno: “He considerado fundamental aprovechar esta oportunidad en que se reúnen los señores generales y almirantes para hacer resaltar la importancia que el Gobierno concede a los ministros, subsecretarios y jefes de servicio en la materialización de las medidas de carácter económico y financiero que se adoptarán en el año 1975.”159 Y esos ministros son economistas, en buena medida apoyados por el grupo de Chicago.160
Los difíciles momentos económicos que se viven a fines de 1974 ponen al Presidente frente a la necesidad de contraponer nuevamente las opiniones de los economistas con las del Comité Asesor. Su personalidad, a la vez analítica y enérgica, vuelve a inclinarse por los primeros,161 porque las buenas argumentaciones que recibe le parecen decisivas. La información concreta que presentan los economistas suele contrastarse con las apreciaciones más bien abstractas de los miembros del Comité Asesor. El Presidente, un hombre realista, prefiere los datos específicos.162
Después de quince meses de Gobierno, para sus colaboradores queda en claro que Pinochet ha contrapuesto opiniones por un lapso prudente, pero que ahora está decidiendo las diferencias a favor de los economistas, hasta el punto que ellos perciben que el mayor logro del año ha consistido en que Pinochet haya preferido nombrar un equipo coherente en esa área, bastante más amplio que el que ha habido en un comienzo.163 En este contexto es que el Presidente comienza a formarse una opinión negativa respecto de Raúl Saez,164 y va considerando que detrás de sus planteamientos no hay argumentos sólidos para convencerlo, a diferencia del restante equipo económico.165 Pero, aunque decide no hacerle mayor caso al Ministro de Coordinación Económica, lo conserva porque el almirante Merino y el general Leigh lo apoyan, y sirve así como eventual contrapeso de la línea mayoritaria.
Al llegar el general Covarrubias a hacerse cargo del Estado Mayor Presidencial -del que se habla más adelante-, el oficial inicia contactos con los economistas para terminar de allanar las diferencias entre el Comité Asesor y Odeplán. El Presidente suele decirle que junte a los dos sectores y “vea qué pasa.”166 Covarrubias logra dirimir con eficacia las últimas diferencias, basado en la confianza que el Presidente le otorga.167 De hecho “a través suyo se ordenó en adelante la tarea del Comité Asesor, al cual instruía sobre las grandes tareas relacionadas con la conducción del Estado.”168
Junto a los temas económicos, el Gobierno Militar tiene que trabajar también en todos los aspectos legales e institucionales.
Los primeros documentos jurídicos han sido redactados con anterioridad al mismo Pronunciamiento, pero de ahí en adelante todo debe hacerse en concordancia con el DL 1. Para eso el Presidente da nacimiento a diversos órganos -precarios, pero eficaces-. La voluntad de administrar y proyectar se impone por encima de la sola necesidad de controlar militarmente la situación. Ya el 12 de septiembre se estructura el primer equipo jurídico, encabezado por el comandante Sergio Rillón de la Armada. El DS 668, con el solo fundamento del DL 1, da nacimiento a la Asesoría Jurídica de la Junta, con un representante por cada rama de las FFAA. Afuera, en las calles colindantes para ser más exactos, se combate a los francotiradores. Pero el Gobierno quiere trabajar con procedimientos jurídicos claros desde el primer momento. Pocos días después refuerzan al equipo un abogado de la Contraloría y el profesor universitario Gustavo Cuevas. Algunos de sus miembros han llegado al edificio de las FFAA el 11 de septiembre, de madrugada, y sólo vuelven a sus casas, de uniforme, el sábado 15. Trabajan haciendo consultas por teléfono y buscando en otros períodos de la historia de Chile los antecedentes sobre el modo de proceder.169 Enrique Campos Menéndez se incorpora al equipo para colaborar en los textos que impliquen el uso de conceptos culturales170 y Eduardo Boetsch se encarga de algunas ideas para difundir de modo original los planteamientos del Gobierno.171 La tarea se realiza en condiciones muy precarias: a veces se redactan los DL en los pasillos.172
El 2 de octubre de 1973 se crea la Subsecretaría General de Gobierno a cargo del subsecretario de coordinación jurídica de la Junta, del cual dependerá el Comité de Asesoría y coordinación jurídica.173 Su tarea consiste en suplir la labor legislativa del disuelto Parlamento174 y se traslada al Edificio Diego Portales, como Secretaría de Legislación, sucesivamente a cargo de los comandantes Rillón, Aldo Montagna y Mario Duvauchelle. También trabajan ahí Fernando Lyon, Rubén Díaz y Guillermo Pumpin.175 El propio Pinochet distribuye las oficinas para mejorar las condiciones de trabajo de este equipo.176 A este órgano comienzan a llegar todas las proposiciones ministeriales sobre legislación, y en mayo de 1974 pasa a depender del Comité Asesor.177
En todo este proceso, es notable la preocupación del Presidente por las materias jurídico-formales. Desde los primeros días mantiene un trato muy directo con Rillón y, a veces, se presenta él mismo en las oficinas de los abogados de la coordinación jurídica para preguntarles simplemente si esto o lo otro… “¿puede hacerse o no?”178 A Mario Duvauchelle le manifiesta que no tiene tiempo para ver todos los asuntos formales de los DL, pero que sí tiene confianza en él. El subsecretario expone, el Presidente argumenta, el subsecretario replica… el Presidente con frecuencia cambia de opinión.179
Más adelante, irá ordenando sus inquietudes. Por circular comunica que los DL del Gobierno deberán caracterizarse por su claridad y estilo directo, en el que se eliminen los términos confusos y contradictorios. Para garantizar su calidad, cada proyecto de DL, antes de pasar a la Junta, deberá ser discutido por la Subsecretaría de Coordinación Jurídica y el Comité Asesor.180 Mediante una nueva circular, el Presidente busca mejorar la coordinación en la tramitación material de los proyectos de DL, indicando que se dirijan a la secretaría de la Junta para que reciban las firmas de sus miembros.181
También las tareas de secretaría, tan propias del mundo militar, comienzan a ordenarse y coordinarse. Nace la Casa Militar, con el personal adecuado y, más adelante, el Presidente remite su planta al Ministerio de Hacienda, manifestándole que es la mínima necesaria, que se ha encasillado a los funcionarios de acuerdo a la escala única y que el DL que la regule deberá dejar en claro el derecho de los miembros de las FFAA y Carabineros que ocupen altos cargos en ella, a optar entre las remuneraciones de este encasillamiento y las que les correspondería percibir de acuerdo a las escalas y regímenes de sus instituciones.182 Y aunque el coronel Ewing pide que se exima al personal de la Casa Militar de esa posibilidad,183 el Presidente, considerando las altas responsabilidades que está pidiendo,184 aprueba la planta y determina que sus miembros militares podrán elegir entre unas u otras remuneraciones.185
Más adelante el Presidente interviene también en la fijación de la planta de la Secretaría General de Gobierno, proponiendo algunos cambios sugeridos por los intendentes.186 Su preocupación por la gente que lo acompaña de cerca es permanente y se concreta en las respectivas normativas legales.
Por eso puede también exigir. Lo hace en la circular Líneas Generales de la Junta de Gobierno, de abril de 1974, destinada a todo el personal de su dependencia.187 La circular lo muestra ya como un administrador que tiene objetivos, medios, equipos… es decir, como el incipiente conductor de un Estado.
Pero Pinochet está además en los detalles. Con frecuencia le indica a Morel que tome medidas de procedimientos para la mejor administración interna,188 o decide la racionalización de organismos de Gobierno.189 El Presidente ha ido concentrando el mando, pero de un modo que institucionaliza hasta los más mínimos detalles. No es un caudillo atrabiliario; en un grado creciente, es un conductor jerárquico e institucional. El paso final en esta línea lo da con la constitución del Estado Mayor Presidencial, encargado al general Sergio Covarrubias. A fines de 1974 el Presidente lo trae desde España y le pide trabajar como jefe de gabinete, porque a juicio del Presidente hay un guirigay en que alguien tiene que colaborarle. Con él debieran trabajar Mónica Madariaga, el general Samuel Ortiz, Bruno Siebert, Fernando Lyon, Carlos Bombal, etc. El Presidente quiere que se constituya en una gran asesoría, en una especie de paradero ministerial en el que se coordine todo lo que le llegue.190 Pero el general Covarrubias le manifiesta a Pinochet que lo único que se lograría con esa fórmula sería la paralización del Gobierno; le insiste al Presidente que sus auténticos asesores son sus ministros. El gobernante, atento a consejos claros y bien fundamentados, acepta este punto de vista.191 Efectivamente, el equipo se transforma en estos últimos meses de 1974, “en el cerebro y el corazón del poder político”,192 –pero no en un paradero obligado de los asuntos- en el que Covarrubias tiene la primacía para llegar al Presidente.