Comprando vida, un pacto mortal - Fernando Gastón Lozano Muñoz - E-Book

Comprando vida, un pacto mortal E-Book

Fernando Gastón Lozano Muñoz

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Beschreibung

La decisión más difícil de la mano de un remisero de Tigre, amor, traición, aventura y una propuesta difícil de rechazar. Si tenés la oportunidad de salvarle la vida a alguien, pero esa decisión derrumba tu mundo, ¿lo harías?

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FERNANDO GASTÓN LOZANO MUÑOZ

Comprando vida, un pacto mortal

Lozano Muñoz, Fernando GastónComprando vida, un pacto mortal / Fernando Gastón Lozano Muñoz. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4037-9

1. Novelas. I. Título.CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenidos

LA PRESENTACIÓN

EL PACTO

LA ESTAFA

LA SOLEDAD

EL REENCUENTRO

ESCÁNDALO

LA PRESENTACIÓN

Mi nombre es Ramiro, un muchacho de 35 años soltero, argentino y fachero. Tengo la suerte de vivir en Argentina y a esa suerte hay que agregarle que tengo trabajo. Soy remisero, pero no cualquier profesional del volante, trabajo con la aplicación más conocida mundialmente Uber, una empresa de Tecnología que facilita que conductores privados encuentren personas que necesitan viajes seguros y confiables. El usuario conecta con un conductor privado, quien lo lleva al destino que él desee. Por las tardes estaciono en los alrededores del casino de Tigre. El Casino. Un lugar donde se juega con el dinero, el azar y el destino. Un lugar donde he visto de todo: alegrías, tristezas, sueños, pesadillas, fortunas y desgracias. Mi vida transcurre en llevar gente feliz por ganar en la ruleta o totalmente amargada por perder hasta la dignidad, siempre prefiero al ganador, las propinas son muy generosas. Terminando mi jornada de trabajo, un día como tantos otros a punto de retirarme y cerrar la aplicación, suena la alerta, miro qué tan lejos me encontraba y noto que el pedido estaba a muy pocos metros de distancia, conocía muy bien la dirección: la puerta del casino. Observo quien solicita el viaje y me llama la atención el nombre Andrea y con una calificación de 4.92. Apenas vi el viaje en la app, lo acepté y confirmé. No había nadie esperando en la calle. De pronto, la puerta trasera se abrió y una mujer se metió en el auto. ¡Qué susto me pegué! Ni siquiera tuve tiempo de reaccionar.

—Por favor, llévame al paso a nivel más cercano —me rogó con voz angustiada. Recordé que una vez me había pasado algo parecido. una loca que quería suicidarse y encima no me pagó el viaje. Una vez sí, dos veces no. Le hablé con dulzura: —Linda, el paso a nivel más cercano está justo aquí. —Le señalé las vías que cruzaban la calle. —Solo tenés que caminar unos pasos. Ella me miró con los ojos vidriosos y dijo: —No, no, buscá uno que esté más oscuro y lejos. Yo soy un remisero de los mejores y si me dicen llévame a la Quiaca, no lo dudo. Soy un profesional del volante. Gente famosa y muy importante me ha confiado su vida y la de sus hijos para que los lleve a salvo a sus casas. —Miré, señora Andrea, yo sé de un lugar que queda lejos y es muy oscuro. Ahí el tren pasa a toda velocidad, porque la estación está clausurada —Le expliqué, mientras arrancaba el motor.

—Está bien, vamos entonces. Pero que sea rápido. —Dijo ella con impaciencia.

—Antes de irnos, cancela el pedido de la aplicación y te llevo.

Pienso: (“Qué desgraciada, se quiere matar de verdad”),

—¿Te puedo cobrar el viaje por adelantado, por si acaso? Ya sabés que la aplicación te va a cobrar algún recargo en tu próximo viaje.

—Yo no pedí ningún auto por la aplicación —me dice ella con voz temblorosa. —¿Cómo que no pediste ningún auto? —le pregunto sorprendido. —No, yo no pedí ningún auto —repite. —Perdona, ¿vos no sos Andrea? ¿Cuánto cuesta? —pregunta muy angustiada y casi llorando. En ese momento, siento un golpe en la ventanilla del conductor. Me asusto y bajo el vidrio. Veo a una mujer rubia, con un vestido rojo y un bolso negro. Me mira con furia y me dice: —¿Qué hace ella en mi auto? ¡Yo lo pedí!

Me quedo paralizado. No entiendo nada. Miro a la mujer del asiento de atrás y veo que tiene el mismo vestido rojo y un bolso negro como la rubia. Solo que el cabello es negro como la noche. La rubia me enseña su celular y veo que tiene la aplicación abierta. Su nombre es Andrea y tiene una calificación de 4.92. La otra mujer me mira con pánico y me dice:

—Arranca, por favor, arranca. No le hagas caso.

—¿Qué? ¿De qué hablás? —le pregunto confundido.

—No puedo decirte nada ahora. Solo confía en mí.

—Está bien. —Asiento con la cabeza y cierro la ventanilla. Piso el acelerador y salgo a toda velocidad. Miro por el espejo retrovisor y la veo muy angustiada, Pienso: (“Qué pena, además está rebuena, tengo que hacer algo, no puedo dejar que se suicide”). Miro el celular y cancelo el viaje, me siento mal por fallar en mi trabajo era la primera vez que no cumplía con mi deber.

—Perdona que me meta, pero te veo mal, ¿Queres contarme por qué estás triste? Quizás sea el último con

quien hables, es bueno que te puedas desahogar un poco. Levanta la cabeza me mira y me dice:

—¿Puedo fumar? Estoy nerviosa.

—Sí claro, pero no me quemes el tapizado

—¿Tenés cigarrillos?

—Sí, son negros, los compré así para no convidar, porque están muy caros.

Estiro mi brazo para tener un contacto físico con ella y le alcanzo un pucho.

—¿Cómo te llamas? —le pregunto.

—Isabela —contesta.

—Hola, Isabela. Mi nombre es Ramiro —le digo tratando de entablar una charla. —Isa, ¿te puedo llamar Isa? —pregunto y al no tener ninguna respuesta insisto.

Con su mano temblorosa, lleva el cigarrillo a su boca, suave y hermosa pintada de rojo carmesí, aspira profundo el humo y el pitillo se consume de un solo lado, dejando a la vista la mitad del cilindro sin encender, a ese hecho que para cualquier simple mortal pasaría desapercibido. yo le di un significado especial. Para mí, que crecí en un barrio donde la manifestación del pucho mal encendido significa, traición o cuernos, de repente entendí que su problema no fue que perdió todo en el casino, se trataba de su corazón herido y humillado que descubrió en dicho establecimiento.

Al no tener respuesta de la joven mujer, recordé algunas estrategias de mi curso de psicología online, para lograr identificar el problema que debería resolver. Una de las formas más fáciles de identificar el conflicto es hacer preguntas.

—para Soy muy bueno escuchar y aconsejar. —Le digo muy serio.

-Qué tonta fui, nunca aprendo. Me metí con un hombre casado y con hijos, que era el Gerente de la Empresa donde trabajaba hasta que su esposa se enteró de todo. Ella era la hija del dueño, y me hizo echar acusándome de robar dinero que estaba destinado a pagar a los empleados. Los billetes estaban guardados en la caja fuerte de la oficina de mi amante.