Crisálida - Maira Nathalie Daroca - E-Book

Crisálida E-Book

Maira Nathalie Daroca

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Beschreibung

Luna, una agente con habilidades únicas y entrenada para proteger a la población, descubre que es ahora una amenaza para quienes la entrenaron. Sola contra la verdadera amenaza, debe enfrentarse a enemigos ocultos. Descubre como Luna revela las verdades más oscuras de la humanidad.

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Seitenzahl: 95

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Maira Nathalie Daroca

Crisálida

Nacida del silencio

Daroca, Maira Nathalie Crisálida : nacida del silencio / Maira Nathalie Daroca. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6704-8

1. Ciencia Ficción. I. Título. CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenido

Prólogo

NIVEL I

NIVEL II

NIVEL III

NIVEL IV

NIVEL V

Lo que tienes en tus manos es la evidencia irrefutable de que no me di por vencida,

que no arrebataron mi anhelo.

Cada lágrima derramada, cada frustración que me recorría valió la pena.

Prólogo

Desde que el humano es humano, solo ha querido una cosa: poder para someter a otros a sus caprichos, eliminando al que no obedece.Lamentablemente, esto seguirá siendo así. Porque han dedicado su corta existencia a generar armas de destrucción masiva, manipulando y engañando a otros con estos fines. Aquellos que dedicaron su vida a investigar lo que el mundo tenía para ofrecer y, tuvieron la fortuna de toparse con descubrimientos que llevarían a la humanidad a evolucionar, nunca imaginaron que tales saberes serían empleados para dañarse los unos a los otros, en beneficio de unos pocos.

Pero…

¿Qué sucedería si por este ambicioso y egoísta deseo de apoderarse de todo, anhelando ser soberanos, crean un arma con la que no pueden lidiar?

Cuando juegan a ser dioses, es donde las catástrofes aparecen y, más veces de las que admitirán, esos errores les pasarán factura a un muy alto costo.

Su existencia es prueba irrefutable de este temerario jugueteo soberbio. Existencia que no calcularon, situación que no comprendieron pero que, aun así, utilizarán para su beneficio.

Luego de todos estos años, ¿todavía creen haber dominado a tal fiera?, ¿qué pasaría si comenzara a generar sus propias concepciones? ¿Qué tal si todo ese tiempo ha sido capaz de voluntad propia?, ¿qué harían si pudiera dar uso de lo que le fue enseñado a su gusto?, ¿cómo reaccionarían sus superiores,si supieran que todo este tiempo fue libre de tomar sus propias decisiones?

NIVEL I

El lugar por donde caminaba era un túnel apenas iluminado que le resultaba familiar, ya sea por la cantidad de veces que lo soñó o porque realmente estuvo ahí en algún momento. No estaba segura de si el murmullo que hacía eco estaba en su mente o era del ambiente, de tal manera que hacía cimbrar sus entrañas como si la estuviera llamando. Como si un ente le susurrara en una lengua que no entendía o que no recordaba.

Un fulgor osciló al final del túnel, del que un calor relamía las paredes y consumían su cuerpo haciendo que ella misma brille con intensidad. Sus ojos ardían y la garganta le quemaba, haciendo casi imposible enfocar la vista y dejar de toser, pero siguió avanzando sin importarle el escozor hasta llegar a una caverna con algo que la hizo sentir repugnancia y terror a la vez.

—Ya era hora de que volvieras.

Al abrir los ojos sintió algo de alivio al ver el frío metal del helicóptero que la transportaba.

—Capitán, déjeme aquí por favor. –Pidió al que tripulaba.

—Pero no tengo dónde aterrizar.

—Eso no importa. Muchas gracias por su servicio.

Abrió la puerta y se lanzó al vacío en la oscuridad de la ciudad.

—¡LUNA!

Ella solo reía, no tener miedo a nada tenía sus ventajas puesto que era parte de su trabajo, velar por la seguridad de personas inocentes. Aquellas débiles criaturas que viven y transitan sus calles, desconociendo la amenaza que supone su deambular nocturno, por esto que, el miedo no es un sentimiento que necesite.

Esto es una fachada. Su trabajo real es más de lo que puede explicar, ya que si la situación es lo suficientemente peligrosa para una persona común, ella se encargará de completarla sin que esto implique bajas innecesarias.

Para eso la entrenaron. Ese es el significado de su existencia. No es necesario saber más que la orden dada, acatando órdenes sin cuestionar. Simples órdenes del alto mando.

Es simplemente su deber; hacer lo que nadie más puede.

¿Es simplemente un trabajo?

¿Es simplemente su deber?

¿Simplemente…?

Hace algunos años, que ha comenzado a creer que esto no era tan así. En noches tranquilas como estas, es cuando la pregunta surge acompañada por los rostros de aquellas personas de las que debió encargarse, y que no dejan de atormentarla.

Mientras se perdía en tales pensamientos, el bullicio del Viejo Bar la llevó de golpe al presente. Este era un sitio tranquilo donde los jóvenes se reunían a disfrutar, para ella significaba poder observar a la gente, escudriñando en los secretos de la ciudad, sin que estos se dieran cuenta. Pero, sus planes se vieron truncados por unos sujetos que escuchó a lo lejos.

Salió del Viejo Bar siguiendo el pedido silencioso de ayuda, hasta unas calles más adelante encontró a un grupo de chicos entre sus 25 y 30 años, teniendo contra la pared a un chico que tendría más de 15 años, cinco contra uno, le pareció excesivo, por lo que se involucró, no sin antes llamar a la policía.

Desde su lugar en las sombras, se mostró lo suficiente para que solo él la viera, haciéndole señas de que guardara silencio, uno de los bravucones se dio cuenta, pero no logró dar con lo que veía.

—¿Qué mirás, mocoso? Ya te lo dijimos, danos lo que tenés.

El pobre chico temblaba como un cachorro mojado.

Antes de que la cosa se pusiera peor, Luna salió de su escondite hablando con tranquilidad, con su metro sesenta no era una amenaza visible para nadie. Sus ojos siempre marrones oliva, brillaban verdes en la noche de ese callejón.

—Pensé que había visto ratas por aquí, veo que no me equivoqué.

—Sigue tu camino mujer, a menos que quieras divertirte con nosotros.

Uno de ellos se acercó con movimientos vulgares. Luna, con ganas de vomitar, caminó hasta el hombre con total tranquilidad y, mostrando una sonrisa, lo derribó mientras este protestaba y gritaba.

—No estás tan valiente ahora, ¿verdad?

Sus amigos quisieron ayudarlo, descuidando su atención al chico, por lo que estaba libre de irse, pero seguía paralizado del miedo.

—No vas a poder con cinco. –Dijo el que había soltado al chico.

—¡Corre! –le gritó Luna, haciendo que el chico reaccionara y se fuera dejando a los hombres enojados.

—Vas a compensarnos por esto, boluda de mierda.

—Me parece que no –lo dijo en tono burlón.

Dicho esto, se levantó de donde estaba al ver que dos de ellos caminaban hacia ella con paso violento, pero fue más rápida, dando dos golpes certeros en la nariz de cada uno y luego en el estómago haciendo que ambos cayeran sin poder respirar. La secuencia se repitió con otros dos pero esta vez la sujetaron de atrás por lo que ella usó sus piernas para darles en la cara a los dos y con un cabezazo derribó al que tenía en frente.

—Te toca. –Ella se sacudió las manos mientras lo miraba fijamente.

Antes de que el tipo dijera nada, se escuchó la sirena de la policía, evitando que el sujeto huyera, Luna le arrojó una bola de metal lo suficientemente fuerte para generarle dolor, pero no para herirlo de gravedad. El hombre cayó al suelo justo cuando los oficiales llegaron a la escena.

—Son todo suyos, oficiales. –Desapareció entre la noche sin problemas.

De igual manera, había algo extraño en esos sujetos, puesto que el agarre de ellos era sobrenatural y su fuerza desproporcionada para la contextura física que poseían. Mientras sobrepasaba el descubrimiento y observaba sus nudillos ensangrentados, su celular sonó.

—¡Humm! Lo siento. No tenía intenciones de verme involucrada en algo tan estúpido.

—¡Ja! –La risa de aquella misteriosa voz, le removió algo extraño.

Ella lo apodó Ghost, ya que nunca lo había visto y siempre suele aparecer de nada con alguna solución cuando lo necesitaba. La analogía le pareció divertida.

—Antes que nada, necesito información. Un grupo de hombres actuaba muy extraño cuando me quisieron atacar. Como si fuera un juego que lo provocara más, uno de ellos me susurró 'nos volveremos a ver’ cuando lo tenía en el suelo. ¿Podés investigar por favor? –le comunicó sin dejar de caminar.

—Entendido. –Dijo con su característica voz grave– Te iba a decir que estés atenta a ciertos sucesos en la ciudad, pero veo que no hace falta. –Con esto último dicho, terminó la comunicación.

Luego de un instante de caminata lenta, la solicitaron nuevamente. Seguramente le iban a dar una buena regañada, no la obligarían a hacerse responsable de aquello.

—Luna, ¿por qué? –Se escuchó del otro lado. Bingo, me darán un sermón, pensó.

—No me interesa quedar prendida de algo sin sentido. Ahórrate el sermón. –Le espetó sin remordimientos.

—¡Agh! –se quejó la voz del otro lado– ¿Qué voy a hacer con vos? Igual no te llamo solo por eso. Necesito que vayas a un lugar. Ya te mando su ubicación.

—¿Qué es esta vez, Rodrigo? ¿A quién debo liquidar... otra vez? –dijo burlona.

—¡Tch! ¡Pero no, idiota! Quedate en las sombras y mantén un ojo en el lugar que te mandé. –Miró el celular, pero ya sabía de qué se trataba. Era una mansión de ricachones.

—¡¿En serio?! ¿Qué… la policía ya no es tan competente como antes?

—Entiendo. Puede que tengas razón pero cuando veas los reportes de tránsito y el lugar te vas a dar cuenta por qué te necesito ahí.

—Sí. Me doy cuenta.

Treinta y cinco accidentes automovilísticos justo sobre esa calle y sus intersecciones, demasiado para que sea solo casualidad.

—Los dueños de la mansión construyeron una barricada antibombardeo en el frente y la segunda entrada. Así mismo, han doblado la seguridad. Está claro que hay algo que quieren proteger.

—Ok. Ya estoy en... ¡wow! No es ninguna broma, sí que es imponente. Si encuentro algo te loca… li… zo… –concluyó despacio. Había algo extraño en el lugar.

—¿Qué ocurre?

—No sé, pero algo en este lugar se siente raro. En cuanto lo descubra, te contacto.

—Ten cuida…

Finalizó la llamada para esconderse en las sombras de la plaza que había enfrente y se enfrascó en su búsqueda.

NIVEL II

Era evidente que algo sucedía ya que observaba varios sujetos con actitud extraña, sus expresiones faciales parecían congeladas en una mirada errante.

Luna se quedó en una de las banquetas de la plaza, jugando con su celular buscando algo de información que fuera útil, mientras observaba el lugar. Los periódicos no decían nada, solo artículos donde explicaban algo sobre la situación de la familia pero nada de lo anormal; “NIÑO PRODIGIO GANA COMPETENCIA NACIONAL DE CIENCIAS”, todo un logro para alguien que prácticamente lo tiene todo servido, pensó. Solo un mérito más para quien está arriba de la media.

Buscó más información sobre su familia, no se sorprendió que fuera un famoso físico en la ciudad. ¿De tal padre, tal hijo? La sensación de incomodidad, al verle, persistía. Había algo se traía entre manos, de lo contrario, ¿por qué tanta seguridad?

No lo entendía, aquella extraña sensación, tal como si hubiera radiación en el lugar. Pero eso sería imposible. ¿Verdad?

—Repugnante. Sos repugnante. –Dijo alguien en su dirección.

Suspiró.