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Cuando Llegue La Hora
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CUANDO LLEGUE LA HORA
Cat Nicolaou
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Copyright © 2016 Cat Nicolaou
Página de Copyright
RECONOCIMIENTOS
GRACIAS ESPECIALMENTE A:
Capítulo 1 – PRÓLOGO
Capítulo 2 – ¡TODOS A BORDO!
Capítulo 3 – TODAVÍA A BORDO
Capítulo 4 – EN LA ISLA
Capítulo 5 – SEGUNDO DÍA EN LA ISLA
Capítulo 6 – VUELTA A ATENAS
Capítulo 7 – REGRESO AL FUTURO
Capítulo 8 – EN LA HABITACIÓN DE HOTEL
Capítulo 9 – EPÍLOGO
Le dedico mi debut a mi familia, llena de ávidos lectores, por enseñarme a amar los libros.
Me gustaría dar las gracias a algunas personas por su valiosa ayuda y su apoyo durante la creación de este libro. La mayoría de ellos son autores prolíficos; echad un vistazo a sus páginas web y a sus libros.
1) Margaret Eleanor Leigh, mi primera lectora beta de Cuando llegue la hora. ¡Gracias! Hiciste un trabajo fantástico.
2) J. Cassidy, mi segundo lector beta de las dos historias de este libro. Te agradezco tu ayuda.
3) W.D. Frank, por ser un verdadero amigo y apoyar mi trabajo.
4) Jesamine James, por motivarme. ¡Gracias! ¡Nunca dejaste que tirara la toalla!
5) Por último, pero no menos importante, la Sra. Pat Walker, mi primera lectora propiamente dicha. Es un honor.
Mi editor, Catherine Lenderi. http:// catsedits.weebly.com/
Mi portadista, Tabatha Design. http://tabathadesign.tumblr.com/
11 de septiembre de 2012
«Alex Dane...». El mero hecho de oír su nombre en la radio hizo que Athena se estremeciera.
Incluso después de todos estos años...
Una fluctuación del tráfico la trajo de vuelta a la realidad. Largas filas de coches parados atestaban la autopista de Amfithea. Mientras esperaba a que los coches se movieran, Athena echó un vistazo a las vallas publicitarias que había al lado de la carretera. Su rostro seguía siendo tan atractivo como el de un ángel por el que no pasan los años. El lugar y la fecha de su concierto. Empezó a sonar en la radio su canción favorita; una de las suyas, de las que cantaba Alex.
Los coches de su carril se pusieron en movimiento. Exhaló profundamente mientras dejaba atrás su bella imagen. Se estaba esforzando por extremar la precaución en la carretera, pero dejó que su mente viajara en el tiempo, al día en el que conoció a Alex en persona.
***
Al acabar la compra Athena volvió a casa, su pequeño apartamento de Kalamaki, un distrito costero de Atenas.
Preparó un frappé y se sentó en el balcón a disfrutar de las vistas al mar en su día libre. Se puso la mano sobre los ojos para protegerse del sol y dejó vagar la mirada. Al principio era imposible distinguir dónde terminaba el cielo despejado y dónde comenzaba el mar en calma. Observó cómo las olas alcanzaban la orilla, dejando una hilera de espuma blanca sobre la playa.
Hacía un tiempo excelente, excesivamente caluroso para lo temprano que era. Una ligera brisa le despeinaba el cabello y la refrescaba. Parecía que eran mediados de julio en lugar de septiembre.
Fue en un día abrasador como este –el 14 de julio de hacía seis años– cuando conoció a Alex. Ver su foto hoy le había traído recuerdos. Tres maravillosos días fue todo el tiempo que tuvo con él, pero eso le bastaba para aferrarse a su recuerdo durante años. Ya entonces sabía que no podría tenerlo para siempre. Esos tres días eran todo lo que él podía darle; aunque en realidad le había dejado mucho más.
14 de julio de 2006
Athena abrió los ojos para enfrentarse a su deprimente mundo en una habitación minúscula que más bien parecía una sauna humeante. El calor insoportable junto con la gran ansiedad que le provocaba su futuro incierto la habían tenido en vela hasta primera hora de la mañana, cuando por fin había conseguido dormir un poco.
Por desgracia, el incesante ruido que hacía su madre con las ollas y sartenes en la cocina mientras intentaba preparar la comida del día la obligó a levantarse.
Odiaba vivir con sus padres. A fin de cuentas, tenía treinta y cuatro años; pero haber sido despedida de nuevo no le dejaba otra opción que irse de su cómodo apartamento y volver a la estrechez de este.
Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!
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