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La obra es una colección que ofrece un mosaico de emociones y reflexiones a través de historias breves. Cada relato, con su peculiaridad, teje una trama de experiencias humanas que desafían la realidad, invitando al lector a un viaje por los rincones más profundos del alma humana, sus dilemas y sus sorpresas inesperadas. Desde la sutileza del humor que brota en momentos de introspección hasta algunos finales desopilantes que desatan carcajadas inesperadas, esta colección es una lectura perfecta para aquellos que buscan compañía en las horas más quietas de la noche, prometiendo no solo reflexiones profundas sino también momentos de liberadora alegría.
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Veröffentlichungsjahr: 2024
RICARDO BLAKSLEY BAZTERRICA
Blaksley Bazterrica, RicardoCuentos para desvelados / Ricardo Blaksley Bazterrica. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5013-2
1. Narrativa. I. Título.CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
AGRADECIMIENTOS
SI SABÉS CONTAR...
EL BODEGÓN ESPAÑOL
CLUB DE CAMPO
EL DIVORCIO
PESCA EN EL ORINOCO
INVASIÓN
EL JOCKER
SILENCIO EN LA NOCHE
AUSENCIA
¿MALA PUNTERÍA?
PESIMISMO
LA FELICIDAD
EL CHETO
SIMPATÍA
PERSISTENCIA DE LA MEMORIA
EL FUEGO
LA POSTA DEL CANGREJO
CLARA
EL VINO
EL VELO
NO HABÍA MUERTO
VACACIONES
EL EXTRATERRESTRE
NAUFRAGIO EN MACUTO
BENDITOS PATOS
DEPORTE PELIGROSO
CONFLICTO EN EL AZTECA
EL PERRO
SOLDADO Y GALÁN
DIPLOMACIA
A la pandemia que me obligó a tomar la decisión de sentarme a escribir.
A mi amigo Luis Montenegro, que me empujó a hacerlo.
A Fernando Sánchez Sorondo, mi profesor que me guio en el intento.
A mis compañeros de clase que me aguantan con infinita paciencia jueves a jueves.
A Claudia mi esposa y a mis 4 hijos que tuvieron que soportar las lecturas de mis escritos.
Las familias de Gunter y Mariana se preparaban con gran expectativa para la gran boda soñada, habían trabajado fuertemente durante los últimos 3 meses en los preparativos de la misma y ya estaban en las postrimerías del evento, a punto de marchar para la iglesia.
Gunter, (30 años) un muchacho hijo de padres alemanes llegados a la Argentina después de una terrible guerra que arrojó por la borda, los sueños de millones de compatriotas y de su progenitores; Karl su padre era mecánico y su madre Gretel cocinaba y vendía tortas a las panaderías y restaurantes del barrio.
No bien llegaron al país, con sus pocos ahorros pagaron la primera cuota de una casita modesta en el barrio de caballito y Karl se conchabó como mecánico de motores marinos en un astillero, con lo que empezaron una nueva vida llena de ilusiones.
A Gunter como toda familia alemana apegada a las tradiciones, lo enviaron a una escuela técnica de origen alemán (obvio) llamada Otto Krause.
Mariana (22 años) su novia, era una niña de origen español, educada en el colegio Sagrado Corazón, típica escuela religiosa de familias acomodadas del Barrio Norte de Buenos Aires, muy devota, de buenas costumbres familiares basadas en la educación y el respeto; tímida, inteligente y decidida cuando sus objetivos asi lo requerían.
La iglesia de San Martín de Tours era la elegida para tan importante evento en el aristocrático barrio de Palermo, pequeña pero un ícono de la alta sociedad de la época, a las 19 hs Mariana haría su ingreso a toda orquesta.
Había elegido un cortejo de 4 madrinas integrado por sus íntimas amigas excompañeras del colegio, todas vestidas de la misma forma, modelo, tela y colores, con lo cual pensaba sorprender a familiares e invitados; por su parte su novio aportaría los 4 padrinos que acompañarían a las madrinas, todos amigos de larga data.
Gunter era 8 años mayor que Mariana, de carácter fuerte y autoritario solía levantar la voz cada vez que imponía sus comentarios creyendo que con esto lograba tener la razón, la mayoría de las veces rayando en la mala educación.
Mariana desde su tímida posición solía corregirlo diciendo: “si tenés razón por qué gritas?, y si no la tenés, por qué gritas!!”, por lo general en voz baja para que no se irritara.
Estos arrebatos temperamentales de Gunter solían fastidiarla, pero siempre terminaba cediendo pensando que su fe y su buena educación terminarían por cambiar a su novio.
Llegó el día de la boda, Gunter salió temprano a buscar el jaque y la camisa que había alquilado para el evento y regresó al mediodía con la intención de ir al club a una sesión de masajes, sauna y relajación.
Al volver a su casa, lo sorprendió el timbre del portero eléctrico y escuchar la voz de su novia diciéndo que necesitaba comentarle algo urgente; abrió la puerta y notó muy nerviosa a Mariana que preocupada le decía: mi amor, me acaban de llegar los pasajes para la luna de miel pero no sé si fue un error de ellos o de la compañía aérea, en vez de salir mañana por la tarde saldríamos pasado mañana por la noche para Brasil.
Gunter que se sentía estresado desde hacía varios días, soltó una retahíla de gritos e impropierios culpándola a Mariana como si fuera ella la que había cometido el error y diciendo:—Y qué vamos a hacer ahora?, nos perdemos un día y medio de vacaciones, vos creés que me sobra la plata, seguro que te dormiste a la hora de contratar el viaje, como siempre.
Mariana que a esa altura de las circunstancias se encontraba tan estresada o más que Gunter, respiró profundo, lo miró fijo a los ojos durante un segundo infinito y le dijo: “si sabés contar, no contés conmigo”,arrojó los pasajes sobre la mesa, se dio vuelta, cerró la puerta de un portazo y se fue.
A las 18.30 hs empezaba la boda, la gente que había llegado a la Iglesia hacía unos minutos se empezó a distribuir como de costumbre, los amigos y parientes de la novia a la derecha y los del novio a la izquierda.
La nave central de la iglesia rebosaba de flores blancas y cintas que bloqueaban el ingreso a la misma; el órgano arrancó con “La Primavera” una de Las 4 Estaciones de Vivaldi, aportando esa maravillosa obra musical que llevaba calma y paz a la totalidad del auditorio.
A las 18.45 hs, el público empezó a moverse esperando escuchar la limousine estacionarse frente a la iglesia, ver abrirse los grandes portones de la misma y disfrutar de la entrada majestuosa de Mariana, precedida por su cortejo.
A las 19.00 hs, los padres de Gunter preguntaban disimuladamente que podía estar pasando: debe haber tráfico, respondió lacónicamente Gunter.
A las 19:15 hs, los murmullos se multiplicaban apagando cualquier otro sonido de la iglesia, Gunter sudaba a raudales.
A las 19:20 hs ya el murmullo generalizado había terminado por desarmar el orden de ambas familias que esperaban en el altar, ni Mariana ni el cortejo llegaban mientras Gunter y los padrinos gesticulaban impacientes.
A las 19:30 hs los invitados se empezaron a retirar hacia el atrio para no tener que presenciar las explicaciones que las familias tendrían que dar.
Los padres de Mariana al llegar a su casa encontraron una breve nota de su hija sobre la cama que decía: “Discúlpenme, próximamente les escribiré contando más detalles, y explicando mi decisión, hasta pronto, los amo”.
Gunter llegó a su casa desolado pensando:
—!!Qué habrá pasado?, dónde estará Mariana?, !!Espero tenga una buena explicación porque esto no lo voy a dejar pasar¡¡,sin acusar recibo de su actitud de hacía un rato para con su prometida.
Mariana asesorada por sus amigas, después de escuchar el relato de la última agresión de su novio a pocas horas del matrimonio, le habían dicho:
—“Pensalo bien, esto no es normal, no te lo queríamos decir pero tener que aguantar toda una vida de humillaciones no creemos que te lo merezcas, cuenta con nosotras para lo que sea”.
Mariana repiró profundo, guardó silencio por una rato y buscó los ahorros que había acumulado para el viaje, sus amigas le prestaron otro tanto y zarpó para Brasil con el documento de una prima hermana que era muy parecida a ella.
Durante los siguientes días tanto Gunter como su familia recorría las dependencias policiales y de extranjería tratando de ubicar a Mariana para pedirle explicaciones, el bochorno había terminado con sus arrestos de mandamás y su prepotencia se había convertido en guiñapos.
La respuesta a sus intentos de ubicarla eran totalmente negativa.
En Brasil Mariana fue viajando de incógnito hacia el norte realizando trabajos sencillos esperando llegar a Manaos donde se contrató como azafata con el documento de su prima en un crucero que realizaba el viaje por el Amazonas, contaba con la ventaja de su inglés fluido, mientras aprendía el portugués.
Andrea, el gerente general del crucero era hijo del dueño de la empresa naviera, se encontraba en la etapa de entrenamiento aprendiendo el negocio, para cuando su padre lo llevara a administrar los cruceros que cubrían las costas e islas del Mediterráneo, donde estaba el grueso de los bussines familiares.
De entrada se habían caído muy bien con Mariana, lo que le había permitido olvidarse de la triste experiencia matrimonial frustrada.
Al año de desempeñarse como azafata, habiendo ascendido varios puestos en el escalafón de la empresa y gracias a su capacidad y la buena relación que tenía con Andrea, el mismo le propuso mudarse a Génova, Italia, donde la empresa de la familia tenía su casa matriz para la operación europea y a donde próximamente trasladarían a Andrea, una oportunidad maravillosa para Mariana, un sueño.
Llegados a esta situación, Mariana tenía que blanquear su identidad, cosa que la atormentaba desde hacía tiempo; sabía que debía hacerlo pero le preocupaba la reacción que pudiera tener Andrea, que por haber mentido podría despedirla.
Aprovechó una noche de luna llena que pararon en un puerto Amazonas adentro, y le propuso a Andrea una conversación privada en la cubierta del crucero lo cual, por un lado lo emocionó y por otro lo preocupó pensando la posibilidad de su renuncia, pero Mariana no era de tomar este tipo de iniciativas.
Después de conversar durante un rato de diferentes tópicos de trabajo y de un par de caipiriñas, Mariana decidió enfocar el tema de frente y le soltó en un solo monólogo:
—“Andrea, tengo que comentarte algo que desde hace tiempo me preocupa mucho y no sé cómo hacerlo, pero te he mentido y estoy dispuesta a aceptar cualquier decisión que tomes respecto a mi futuro, incluso hasta el despido a pesar de la fascinación que tengo por el trabajo, por la gente y por la relación contigo como jefe directo”, y sin pensarlo más le soltó toda la verdad sobre: su verdadero nombre, su situación de por qué había disfrazado su identidad, de las preocupaciones de su familia a quienes no había podido informar nada de su vida durante los últimos meses, etc.
Andrea la miró fijamente sorprendido sin poder creer lo que escuchaba, al principio con asombro, al rato con intriga y al final con admiración, un minuto después soltó una carcajada que llenó de dudas a Mariana.
Una vez que termino de reírse la abrazó y le dijo:
—“De qué te preocupas si sos más importante que yo en este barco, no sé qué haríamos si te fueras.
—“Disculpa por las carcajadas, no eran por tu relato sino por la razón que yo imaginaba de esta invitación a conversar conmigo bajo la luna llena, esperaba, como desde hace tiempo espero, la posibilidad de hablar sobre nosotros pero no de jefe a empleado, sino de Andrea a Mariana”.
Andrea le dijo no lo que pensaba sobre la mentira confesada, sino lo que sentía por ella y que no había querido avanzar en proponerle una relación porque notaba algo extraño en ella que no alcanzaba a decifrarar, sentía que algo le ocultaba, y ahora que entendía que era esta la situación que acababa de plantearle, quería poder hablar más seriamente con ella.
Mariana al escuchar la insinuación directa de Andrea, sintió que el corazón le estallaba en el pecho y le dijo lo que también ella sentía por él, y que ahora que le había contado todo lo reservado durante meses podía hablarle de sus sentimientos y que esperaba algún día fueran correspondidos.
Sellaron ese “pacto secreto” con un fuerte abrazo y un prolongado beso y ambos se retiraron a dormir lo cual les resultaría imposible.
La relación entre ambos iba mejorando y avanzaba hacia una etapa más seria que incluiría la familia de Andrea.
Al año de estar asentados en Génova, Andrea le propuso matrimonio y Mariana encantada con el nuevo curso que tomaba su vida, habló con sus padres para que se prepararan para el evento en Génova, asegurándoles que esta vez no saldría disparada.
Pasaron los años, Mariana ya asentada en su matrimonio y con 4 hijos italianos, viajaron por primera vez a Buenos Aires a visitar familia y amigos de antaño para que conocieran su nuevo entorno familiar.
El primer domingo que fueron a misa con sus hijos, marido y padres, al llegar a las puertas de San Nicolás de Bari, notó que sentado en la escalera se encontraba un linyera pidiendo limosna, totalmente obnubilado por el alcohol y repitiendo una letanía monocorde en un tono ausente que decía: ¡¡si sabés contar, no contés conmigo!!, en un español extraño con una cierta cadencia alemana.
Mariana le dejó una buena limosna conmovida por la imagen, sin reconocer al personaje.
The End
El periodista llegó al bodegón terminada una jornada infructuosa de trabajo en que no había encontrado nada importante que publicar, esta era una situación que lo angustiaba por sentir que su labor no era productiva, pero por experiencia sabía que la noticia siempre se encuentra agazapada al voltear cualquier esquina, solo tenía que tener paciencia, despertar su estado de alerta y esperar.
Era un periodista con buena pegada en los medios, en los cuales sobresalía por su nivel cultural y la avidez de su pluma, la cual usaba como un bisturí.
Varias veces había concurrido a este típico lugar donde podía degustar algunas exquisiteces además de sus famosas Tapas; buscando inspiración para escribir la noticia o la oportunidad para cubrir algún evento del día.
El bodegón era un clásico de principios de siglo XX, creado por exiliados españoles llegados de su tierra con sus experiencias reflejadas tanto en las callosidades de sus manos, como en la nostalgia de sus sueños de antaño.
La mayoría de estos bodegones se había radicado desde el principio de Siglo en el barrio de Montserrat donde residía el paisanaje y que para la mayoría, era su segunda casa.
Sus clientes tradicionales seguían manteniendo su costumbre de décadas de trabajo, hambre y miserias, pero con una estirpe que mostraba el temple de formaciones culturales, laborales y familiares de larga data.
Si bien ni sus costumbres, ni sus familias, ni el hambre, eran comparables a las de los que los habían presedido décadas antes; que más que en busca de un horizonte llegaban en busca de una utopía, pero se parecían bastante.
Se podía percibir en cada discusión, en cada conversación, en cada festejo, un origen común imposible de ser soslayado con comentarios pueriles, como los generados por algunos parroquianos habitués del lugar.
Los recuerdos de una guerra civil trágica donde nadie ganaba ni perdía y donde todo se destruía; necesitaba de estos lugares donde las partes lamían sus heridas, tratando de olvidar sus culpas por acción u omisión.
El bodegón tenía sus costumbres según los horarios y las edades de los parroquianos, que lo disfrutaban o sufrían según la época y el origen.
No era lo mismo el desayuno, el almuerzo, las tapas, o el copetín de las 19 hs, este era el más divertido y centro de reunión de un inmenso grupo de parroquianos cuyas edades oscilaban entre los 60 y los 100 años, cada uno con sus historias, sus historietas, chismes y manías de generaciones, que se retroalimentaban década tras década.
Los grupos ocupaban mesas tradicionales que el Patrón respetaba y guardaba con celo durante esos horarios, como si los usuarios tuvieran escritura sobre las mismas.
Estaban los que según la hora, recurrían al: jerez, a la grapa o al anís (antiguamente el ajenjo) y por supuesto, los distintos tipos de caña o bebidas espirituosas de almendras como el Amaretto o el Frangelico.
Obviamente el vino mantenía las banderas en alto como la bebida más consumida en esos horarios, los bebedores de brandy, coñac y calvados se habían rendido ante la calidad y el precio de los buenos whiskies.
Los que jamás entrarían en ese grupo etario de paladar negro, eran los consumidores de las populares bebidas de moda que amenazaban con oxidar los paladares de legiones de jóvenes que jamás alcanzarían el título de “bebedores”, y se rindieron a la cerveza y al fernet–cola como vulgares “borrachos”.