Del largo adiós al encuentro - Tomás Daniel Fleischer - E-Book

Del largo adiós al encuentro E-Book

Tomás Daniel Fleischer

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Beschreibung

Del largo adiós al encuentro, Viajando desde la oscuridad es la historia paralela de dos jóvenes. Dos dolorosos relatos de vida huyendo de la Europa en guerra. Un testimonio conmovedor. En este libro dialogan, cauta y silenciada, agónica y potentemente, el horror y el amor, la dicha y la culpa, la sensibilidad de lo hablado y el frío hermetismo del silencio, lo furtivo en suelo propio y la huida hacia la incertidumbre en suelo ajeno, la vida y la muerte. Es un libro de historias mínimas que da significado a la crueldad del holocausto. Todos los personajes presos por la historia y el contexto, habitados con tanta intensidad en su momento, que difícilmente les permitió observar la brutal realidad que los había atravesado. Es una novela histórica o una historia novelada. ¿Cuál es el punto donde fantasía y realidad se encuentran? Cada capítulo es un relato potente que convoca al deseo de seguir leyendo.

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NOVELA HISTÓRICA o HISTORIA NOVELADA

Tomás Daniel Fleischer

Viajando desdela oscuridad

Fleischer, Tomás Daniel

Del largo adiós al encuentro : viajando desde la oscuridad / Tomás Daniel Fleischer. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2021.

Libro digital, EPUB.

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-4116-99-4

1. Memorias. 2. Exilio. 3. Guerra Mundial. I. Título.

CDD 808.883

Concepto de tapa: Tomás Fleischer

Ilustración de tapa: Ilse Graetz de Fleischer, 1940

Diseño y arte: Tomás Fleischer

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-987-4116-99-4

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Impreso en Argentina.

Tomás Daniel Fleischer

Viajando desdela oscuridad

A mi pareja de la vida, Graciela.

A mis hijos Román, Marianela y Camila.

A mi hermana Viviana, mi sobrino Martin y su hijo Gino.

A Nelly Pedroza y Jorge Fasce por su enorme colaboración.

A todos los que de una manera u otra forman parte de esta historia novelada.

“Cuando miramos Auschwitz vemos el final de un proceso. Hay que recordar que el Holocausto no empezó en las cámaras de gas. El odio se generó gradualmente a partir de palabras, estereotipos y prejuicios mediante la exclusión legal, la deshumanización y una escalada de la violencia.”

Difundido por los responsables del Memorial Auschwitz. Extraído del artículo editorial “Ante el antisemitismo. El repunte del odio en Europa representa una advertencia muy seria”, El País, España, 16/2/2019

“Si el mundo llegara a convencerse de que Auschwitz nunca ha existido, sería mucho más fácil edificar un segundo Auschwitz, y no hay garantías de que esta vez sólo devorase judíos.”

Primo Levi

Sobreviviente de Auschwitz

Escritor italiano

Un segundo Auschwitz… cada vez más sofisticado, no sólo estaba devorándose judíos, gitanos y minusválidos... se devoró a 30000 entre 1976 y 1983 en Argentina.

Ahora devora a millones de pueblos en el resto de América Latina, África y Asia. Encubre a las grandes corporaciones internacionales con sus ejércitos paramilitares, con la colaboración del ocultamiento mediático hegemónico y el panóptico universal.

Prólogo

Cuando recibí el pedido de comentar el libro, era huérfana de padre con 35 años de ausencia… y soy huérfana de madre tras un año de su partida… pero cómo les digo qué soy hoy desde hace cinco años, en los que tengo la presencia de la ausencia de mi hijo Romeo… ¿Cómo nombrar ese estado?

Así comencé la lectura de “Del largo adiós al encuentro”. Tanto pero tanto hecho entre amorosos deseos…

Como en doble espejo las familias de Poldy y de Ilse apostaron a ganar la “partida”… La partida, la huida de Alemania para salvar a la vida.

Así conmovida, anhelante, seguí leyendo cómo a cada decisión jugada aparecían sombras en pleno día, la oscuridad de las torturas, las desapariciones, los caprichosos destinos y la muerte impuesta, injusta, malvada, sembrando huérfanos y presentes en la ausencia, allá y acá.

Pero entonces, Ilse y Poldy tejieron un presente de recuerdos escritos… dibujados… que hoy permiten a Tommy1 contarnos que hay palabras, que hay encuentros para vencer a la muerte asesina decidida a quitarle a millones, la vida.

Por todo este dolor sabido, por mi homenaje a Ilse, a Poldy, a tantos argentinos desaparecidos, digamos ¡NUNCA MÁS!, todos juntos, hoy y siempre.

Nélida Antonia Pedroza.

1 Tommy es Tomás Daniel Fleischer, el autor de este libro.

De tácticas y estrategiaspara sobrevivir

Es un cálido y húmedo día de mediados de enero de 2018. Decidimos viajar a ese paraíso, a nuestro lugar en el mundo: río, montaña y bosque. Para no desesperar sentados en el verano porteño, muertos de calor, sin poder usar el acondicionador de aire por los fabulosos aumentos de electricidad del gobierno de turno. Esperar los resultados de los análisis y el turno médico en la cabaña en medio del bosque, cerca del río, al pie del cerro Champaquí, en Córdoba, es más seductor, más sanador y distrae. El paso del tiempo se hace más tolerable.

Afuera llueve. Se lavan los árboles. Todo el paisaje se limpia. Un embriagador aroma, mezcla de pino y acacia, entra por la ventana e inunda la cabaña. La vista es impresionante, vital, inspiradora.

Una película: Los inmigrantes. Una pregunta de nuestro hijo por WhatsApp desde Alemania: ¿Cómo se conocieron los abuelos? Una duda, la incertidumbre me impulsa a una llamada al sur que se resuelve con un ¡No sé! y una sugerencia: ¿Te acordás del libro que escribió y nos envió un pariente lejano del viejo desde Alemania? ¿No habrá algo allí?

Las preguntas repiquetean nuevamente en mi cabeza ¿Y si lo intento? ¿Por qué no recuperar lo que queda en la memoria? ¿Por qué no investigar, pensar y probar escribir la historia, sus historias?

Muchas son las imágenes que aparecen en mis recuerdos. ¿Es solo mi imaginación o son lejanos relatos teñidos por el tiempo? ¿O la realidad abunda en datos desordenados, demostrables, en testimonios fidedignos, en materiales concretos, confiables?

Este lugar, nuestro paraíso, escuchando a Jorge Drexler, seguramente les hubiera encantado a los abuelos de mi hijo, lo hubieran disfrutado extraordinariamente.

…Dos generaciones menos

Dos generaciones más 

Fechas, tan sólo fechas 

Yo estoy aquí, tú estabas allá

Y el mundo no aprende nada, es analfabeto

Hoy suena tu piano solo que en otros guetos

Si yo estoy afuera y tú estabas adentro

Es solo cuestión de lugar y de momento…

“El pianista del gueto de Varsovia”1, Jorge Drexler

Ellos ya no están, sobrevivieron al terror, pero hoy… no están.

Ya no pueden dar testimonio del horror, de lo que sufrieron, de las distancias y las injusticias, de las soledades y del volver a empezar. ¿Cómo lo sobrevivieron? ¿Cómo vivieron luego con esa carga?

Nací un 27 de enero, fecha en que se conmemora la liberación por las tropas soviéticas del campo de concentración y exterminio nazi deAuschwitz-Birkenau en 1945.

Soldados soviéticos y algunos de losprisioneros sobrevivientes de Auschwitz

No nací en el 45, nací siete años después. No conocí a mis abuelos paternos. Ella, mi abuela Gertraud, se fue de a poco, sosteniendo lo que iba quedando de la familia, consumiendo su corazón por la tristeza. A mi abuelo Berthold se lo llevaron luego. Quedó en ese lúgubre destino, Auschwitz, donde perdimos buena parte de nuestros familiares… nunca volvieron. El nazismo se los llevó… Tristeza que mortifica, que motoriza mi ansiedad por averiguar qué pasó con tantos integrantes de la familia, de un lado y del otro, por parte de mi padre y por parte de mi madre.

Algunos rastros llegaron a través de los testimonios directos de “los viejis”, mis padres, de sus amigos, de algunos parientes. Otros relatos indirectos, por interpósita persona, a través de contactos muy lejanos, desconocidos. Nuevas pistas mediadas por algún cuadernillo o cartas descubiertas en algún arcón, enviadas por algunos de nuestros familiares antes y durante la segunda guerra mundial. Algo va aclarando la investigación, la lectura de datos fortuitos encontrados entre los papeles guardados por mi mamá y de mi papá.

Aquí dialogan, discreta y silenciada, agónica y potentemente, el horror y el amor, la dicha y la culpa, la sensibilidad del diálogo y el frío hermético del silencio, lo furtivo en suelo propio y la huida hacia la incertidumbre en suelo ajeno, la vida y la muerte. Todos los personajes presos por la historia y el contexto, habitados con tanta intensidad en su momento, que difícilmente les permitió observar la cruel realidad que los había atravesado.

“Escribir es tratar de entender,

es tratar de reproducir lo irreproducible.”

Clarice Lispector en Revelación de un mundo (1984)

1 Ver texto completo de “El pianista del gueto de Varsovia”, Jorge Drexler, en Nota 1

1

Era un frío y triste lunes, terminando febrero del 1937.

El fin de semana anterior, Leopold Fleischer, Poldy para los amigos y la familia, había ganado las carreras regionales de ciclismo pista y campo traviesa para el club de sus amores, de su ciudad natal, Gleiwitz, Alta Silesia, en aquella Alemania de preguerra, aquella Alemania nazi.

Tomó su bicicleta Kayser de media carrera, cargó la mochila de lona sobre su espalda. Contenía algunos alimentos para el viaje, la marmita quemada por tanto campamento, el farol a vela que usaba como linterna durante las noches, una lona verde militar y una frazada, la flauta traversa y los palillos de madera de ébano del redoblante para descargar las tensiones del camino contra algún tronco o alguna pared. Al pecho se cargó su guitarra acústica que lo acompañó en tantos momentos. Aseguró fuertemente sobre el portaequipaje trasero, una pequeña valija de cuero.

En ella llevaba ropa suficiente para el viaje, la brocha y el pote con jabón para afeitar, la navaja bien afilada y otros elementos de higiene personal, un paquete de velas.

Y a no olvidar el pequeño bandoneón Meinel & Herold, que lo acompañaría junto con la guitarra durante todo el viaje.

Era un joven atlético de 23 años con una larga historia de caminatas y salidas con carpa al hermoso entorno de su ciudad. Lideraba grupos de niños y adolescentes. Era un activo miembro del club, deportista en diversas disciplinas, sobre todo ciclismo.

Debía partir urgentemente. Se lo había advertido y aconsejado Schelchyk, su mejor amigo del club de su ciudad natal. Cheche, como le decían cariñosamente, le adelantó que había escuchado en la oficina de la SS1 de Gleiwitz, donde trabajaba, que en cualquier momento lo irían a buscar para “llevárselo” porque “un judío no dejó que ganara la última carrera el ciclista preferido y elegido del Führer”. A Poldy lo echaron del club. Lo desafiliaron por más que reclamara sus derechos por todo lo que había logrado para esa institución, su club.

Eran los primeros síntomas contundentes del mal, después de la llegada de Hitler al poder. Prohibiciones para que los judíos pudieran participar de actividades populares. No podían jugar al ajedrez… no podían competir… ni cantar en coros o sentarse al lado… o vivir cerca… El gueto… los campos de concentración. ¡Todo fue escalando!

Los agentes de la SS entraron en la herrería de su padre, preguntaron por él. Ya no se encontraba allí. El taller formaba parte de la casa familiar, tenían entradas independientes. Toda la edificación daba a una esquina con doble entrada. Mientras los agentes atropellaban por la puerta principal de la casa sin pedir permiso, él, Poldy, había huido hacía rato por la salida lateral trasera, con su bici cargada, en dirección hacia el norte.

Destino: Berlín. Lo separaban muchos kilómetros desde Gleiwitz. Mucho que pedalear por caminos alternativos evitando a los policías nazis. Por las noches subía la bici a los árboles. Extendía la lona verde sobre la que se acostaba, se cubría con la frazada, tratando de ocultarse lo mejor posible de sus perseguidores. Otras veces dormía de día escondido en algún bosque para pedalear sigilosamente en la oscuridad de la noche de luna nueva.

¡Una aventura, una odisea, un sufrimiento! ¿¡Una despedida!?

Llevaba consigo una cámara fuelle para fotos 6x9, blanco y negro y tres rollos para doce exposiciones cada uno. La finalidad: dejar registrado el recorrido y, sobre todo, tomar imágenes de los diversos paisajes que debía atravesar. Quería mostrarle a su padre, por medio de las fotos, lo que había logrado: ¡Gleiwitz – Berlin en bicicleta!

Su esperanza: ¡Volver a su ciudad natal! ¡A su casa!

Volver a ver a su familia, a su madre, a sus hermanas. Deseo que le tamborileaba en la cabeza mientras bajo sus pies pasaban los caminos rápidos al ritmo de los pedales.

La tristeza de saber que la distancia con lo conocido, con los seres queridos, se hacía tal vez definitiva, sin retorno por lo menos a corto plazo o tal vez nunca, apretaba su corazón.

Mapa del circuito

Tost-Gleiwitz

“El futuro es mío en tanto vivo”

Clarice Lispector en Silencio (1974)

1 SS: Schutzstaffel o “escuadras de protección”. “En el estado nazi, las SS se hicieron cargo de la seguridad, la identificación del origen étnico, la política de establecimiento demográfico, y la recopilación y el análisis de información de inteligencia. Controlaban las fuerzas policiales alemanas y el sistema de los campos de concentración.”

Fuente: United States Holocaust Memorial Museum. “Introduction to the Holocaust.” Holocaust Encyclopedia. https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/ss

2

Era un lánguido sábado de marzo de 1938.

Apenas intentaba asomar la primavera en Berlín-Dahlem. Ilse Graetz ya había firmado el “libraco” en la oficina de la Gestapo, como todos los días. Era su rehén para que volvieran sus padres. Firmar era su deber. Pero esta vez no volvería a casa. Se dirigió con su hermana, su querida hermana Eva, a la estación central de Berlín.

Ella era una adolescente que tenía 15 años de edad, recién cumplidos.

El tren esperaba. Le parecía enorme, negro y marrón, como los uniformes que acababa de ver. Se acercó al primer vagón, miró hacia Eva y, dudosa, subió al tren con destino a Lörrach, pueblo en el límite con Suiza, cerca de Basilea. Eligió el asiento junto a la ventanilla del lado del andén para poder saludar a su hermana. Con una mano le tiraba besos. Con la otra sujetaba fuertemente su mochila escolar.

¡Si esa mochila hablara! ¡Todo lo que ya había recorrido está sellado en su desgaste! Llevaba dos mudas de ropa, lo básico, elementos de higiene personal, un cuaderno de la escuela, hojas en blanco. Una cartuchera de madera con varios lápices negros de dureza diversa para poder despuntar su arte, el dibujo, en cualquier momento durante el viaje. Y dos libros: uno era el que debía leer para la escuela, con contenido para adolescentes, que deslizaba subrepticiamente la propaganda para incentivarlos a formar parte de la juventud hitleriana.

El otro, regalo de su madre con una dedicatoria que le sugería fuerza y esperanza. Era un libro de Erich Kästner, autor alemán conocido por sus obras para niños y adolescentes, apropiado para su edad.

“Emil und die Detektive” (Emilio y los detectives), única de las obras de Kästner que escapó de la censura nazi. Sitúa a Emil Tischbein, un joven escolar de 12 años, y demás personajes de la historia, en la Berlín contemporánea y no en un mundo de fantasía. Esto la fascinaba.

Como siempre: el viaje desde la “Hauptstation Berlin” (Estación Central de Berlín) le parecía muy aburrido y largo. Tomó el libro dedicado por su madre, Agnes, y continuó su lectura. Sólo lo leía durante los viajes para recordar su Berlín natal a través de las aventuras de Emilio y los detectives. Cuando se cansaba de la lectura apoyaba una hoja sobre el libro, seleccionaba un lápiz, se imaginaba la aventura de los detectives en el paisaje campestre que estaba atravesando el tren y lo ilustraba con una habilidad admirable para su corta edad.