Del Panteón a Buenos Aires - René Goscinny - E-Book

Del Panteón a Buenos Aires E-Book

René Goscinny

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Beschreibung

"Alguien que no hace reír más que a sí mismo o bien es un imbécil, o bien un precursor. Alguien que hace reír a un pequeño grupo es un señor agradable para tener como invitado. Alguien que tiene la suerte de hacer reír a mucha gente es un profesional, ¿y puede haber acaso profesión más agradable?" René Goscinny Conocido como guionista de Astérix, una de las historietas más famosas de todos los tiempos, René Goscinny se permite en este libro dar rienda suelta a uno de sus pasatiempos preferidos: la escritura de crónicas humorísticas. Así, bosqueja sin miramientos pequeños defectos universales de la especie humana: la maldad gratuita, los rumores devastadores, la glotonería inconfesada. En el año del 50º aniversario de la aparición de Astérix y de El pequeño Nicolás, Libros del Zorzal acerca al lector estas dieciséis historias traducidas por primera vez al español y sazonadas con dibujos de la crème de la crème de la ilustración europea. Cabu, Zep, Druillet, Lauzier, Mezières, Juilliard, Tibet, Margerin, Barral, Mourier, Cestac, Tebo, Bertrand, Achdé y Boucq homenajean al gran Goscinny poniendo color y picardía al servicio de sus crónicas. Deliciosas fotografías de su álbum familiar cierran este volumen de quien es, aún hoy, uno de los escritores franceses de más renombre internacional. Un libro para degustar.

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RENÉ GOSCINNY

Del panteón a Buenos Aires

crónicas ilustradas

Traducción

Laura Fólica

Goscinny, René

Del Panteón a Buenos Aires / René Goscinny. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2017.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

Traducción de: Laura Fólica.

ISBN 978-987-599-506-2

1. Narrativa Humorística Argentina. I. Fólica, Laura, trad. II. Título.

CDD A867

© De las fotografías: Archives Anne Goscinny. Libros del Zorzal agradece a Anne Goscinny su autorización para la reproducción de las fotografías que acompañan el presente volumen.

René Goscinny

Del Panteón a Buenos Aires. Crónicas ilustradas

Du Panthéon à Buenos Aires – Chroniques illustrées

© 2007 IMAV éditions

[email protected]

© Libros del Zorzal, 2018

Buenos Aires, Argentina

Hecho el depósito que previene la ley 11.723

Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de este libro, escríbanos a:

<[email protected]>.

Asimismo, puede consultar nuestra página web:

<www.delzorzal.com.ar>.

Índice

Prefacio | 8

Del Panteón a Buenos Aires | 11

Ilustrado por Frank Margerin

Solo, sin amigos, sin un peso | 17

Ilustrado por Zep

Ardor, una heroína deslumbrante | 21

Ilustrado por Gérard Lauzier

La polémica ha muerto | 25

Ilustrado por Nicolas Barral

Los precursores olvidados | 29

Soy un comprendido | 34

Ilustrado por Mourier

Sigan al guía | 37

Ilustrado por Philippe Druillet y Ilustrado por Tebo

Un director general en la fruta | 41

Dibujos de Cabu

El amigo soltero | 45

Ilustrado por Philippe Bertrand

Todos malos | 49

Ilustrado por François Boucq

Cállese: estoy comiendo | 52

Ilustrado por Florence Cestac

Rumores | 56

Ilustrado por André Juillard

Las candilejas | 59

Dieta total | 63

Ilustrado por Achdé

Previsión y frijoles | 68

Ilustrado por Tibet

Estoy listo | 71

Ilustrado por Jean-Claude Mézières

Biografía de René GoscinnyVis comica | 76

Del álbum familiar | 79

Bibliografía deRené Goscinny | 93

A Gilberte, la mujer de su vida.

Prefacio

Descubrir estos textos. Reír o, mejor aún, sonreír. La sonrisa deja una huella en la que se refugia la memoria cuando busca olvidar el resto. Cuestión de supervivencia. He aquí dieciséis textos publicados entre 1964 y 1976 en Pilote, l’Os à Mœlle, Le Figaro Littéraire, Paris Match…1 Mi padre animó universos dándoles, más que un decorado, un alma. Hacer que lugares o épocas, si bien ya míticos en ese entonces, pasaran de la realidad a la leyenda representaba un desafío. El Far West y los galos serán asociados por siempre a mi padre. Porque al revisitar esas épocas, al obsequiarles aunque más no fuera a Rantanplán o a Idefix, las volvió ineludibles.

Las crónicas que leerán a continuación ciertamente son el reflejo de una época –algo inherente a la propia noción de crónica–, pero sobre todo son el reflejo de una mirada. Y esa mirada es tanto más brillante cuando se detiene sobre aquello que no hubiéramos notado a simple vista.

Al leer estos textos, no pude dejar de pensar que a nuestra época le falta su sonrisa, pero sobre todo la atención que él le prestaba a la gente y a las cosas. Estudiar y restituir el tenor del objeto observado está al alcance de todos. Para que el detalle se transforme en el protagonista de un texto y para otorgar al fragmento la suerte de convertirse en lo esencial durante el breve tiempo que dura una crónica, sin embargo, hay que ser dotado, muy dotado.

Mi padre, lejos de ser cándido, se divertía con los defectos de sus contemporáneos, pero sin juzgarlos jamás. Y precisamente es esta ausencia, no de un ojo crítico, sino de agresividad, lo que da sabor a los textos que ustedes leerán. Resulta fácil hacer reír señalando con el dedo al otro, descrito como nuestra antítesis, nuestro opuesto. En cambio, es difícil lograrlo sin hacer humor con lo que podría significar sufrimiento precisamente para el más débil de la historia. Allí radica el genio de mi padre.

Dudo al emplear palabras que podrían parecer incongruentes o fuera de lugar aquí, pero me place, no obstante, hablar de mi emoción al descubrir los dibujos que ilustran estos textos escritos, en algunos casos, hace más de cuarenta años.

Parece paradójico que, para saludar los treinta años de la desaparición física de mi padre, se publique este libro, puesto que, sin borrar el tiempo, estas ilustraciones realizadas hoy reducen esa ausencia, la comprimen, e incluso llegan a negarla.

¿Treinta años de ausencia? Al hojear este libro, y luego simplemente al leerlo, no es la ausencia, tampoco la falta lo que nos conmueve, sino, al contrario, la presencia cada vez más viva de este hombre que ha marcado su siglo navegando desde el Far West hasta Lutecia con una única consigna: hacer reír.

“¿Ya treinta años?”, dicen algunos. Como si tocáramos con las manos el milagro de la inmortalidad.

Es verdad que la obra de René Goscinny sigue viva. Es verdad que invita al placer. Pero por sobre todo inspira, crea, en quienes la frecuentan de cerca, la vocación. Vocación de escritura, vocación sobre todo de contar historias. O, mejor aún, vocación para convocar con vivo deseo ese filtro: observar y restituir los hechos y actitudes de nuestros prójimos sin modificar la realidad, tan sólo cuidando los detalles, lanzando una mirada tierna hacia las miguitas que dejan por ahí quienes no las ven. Miguitas que, sumadas unas a otras, transforman el pan en brioche, sin traicionarlo.

Del Panteón a Buenos Aires. Es el título del primer relato, pero sobre todo es el último trayecto fantaseado; desde su origen (nació en el distrito V de París) hasta sus primeros años de vida adulta. Como si la continuación se derivara naturalmente de este viaje que se revelará, en más de un modo, iniciático. Me gusta inventar a mi padre y encontrar en él a Borges y a Cortázar.

De Buenos Aires al Panteón habría sido más acorde con la realidad, aunque, como cantaba Brassens:

Es un error,

pero quien toca el acordeón

jamás termina en el Panteón.

En el Panteón de los personajes, los héroes de mi padre se codearían con Cosette y Javert.2 Imagino a Hugo molesto, obligado a interrumpir su relato porque Javert ríe a carcajadas por un juego de palabras de Iznogud, o a Dumas perplejo al descubrir que Edmond Dantès comparte un jabalí, en su celda del castillo de If, con Obelix.3

En este divertido libro, ustedes se cruzarán con vidas mezcladas. Quizá broten lágrimas de risa. ¿Pero cuál de las dos, lágrima o risa, nació primero?

Anne Goscinny

Del Panteón a Buenos Aires

El 14 de agosto de 1926, mi hermano mayor dejó de ser hijo único. Nunca me lo perdonó. Nací en el distrito V de París, no muy lejos del Panteón, ¡súper práctico! “A los Grandes Hombres, la Patria agradecida”, es poco frecuente que se lo digan a uno ya desde el nacimiento.

Me fui de Francia en 1928, llevando a mis padres conmigo, y me quedé en Argentina hasta 1945. Nuestra llegada fue maravillosa: nos esperaban con guirnaldas, un desfile militar y fuegos de artificio. Sí que sabían recibir bien a los que arribaban. Mucho después me enteré de que habíamos llegado el día de una celebración patria.

Hice la escuela en español y también en francés: la primaria era obligatorio hacerla en español, y al mismo tiempo la cursé en francés. Luego entré en el liceo francés de Buenos Aires. Es gracias a eso que hoy puedo decir así, con facilidad y sin dudar, que “dos más dos son quatre”.

Ya en ese tiempo hubiera hecho cualquier cosa para hacer reír a mis compañeros. Y para hacerlos reír a esos había que hacer cualquier cosa. Era un niño tímido y, ahora, soy un adulto tímido. Era muy buen alumno, porque me habían dicho que se estilaba. Creía que un mejor alumno se aburría menos. Es un error común: el primero de la clase se aburre tanto como el último. Yo era un niño absolutamente no deportista y nunca me peleaba. Más bien me pegaban. Aunque no muy seguido, porque nunca me quedaba demasiado tiempo cuando la cosa se ponía fea.

Sí, por supuesto, yo hacía dibujitos en los márgenes de mis cuadernos. Tenía un amigo que, en cambio, llenaba sus márgenes con números. Ahora es editor. ¡Ah, sí!, en clase, hice un periódico del que era el único compaginador e ilustrador. También era su único lector.

Aún hoy me pregunto qué fui a hacer a Estados Unidos. Uno de mis tíos, que vivía allí, me había escrito: “Tienes que venir a los States