"´Mi lengua apenas había tocado su otro pezón cuando su respiración comenzó a sonar como si estuviera por tener un orgasmo.-¿Cuán grande es la piedra? -le pregunté.Ella susurró: -No más...Tomé su pezón con mi boca otra vez. Temblaba como una hoja. Ahora podía desabotonar su corsé con facilidad. Sus pechos jóvenes y hermosos estaban turgentes, y sus pezones erectos.Salté sobre la barra, me incliné sobre ella y repetí la pregunta: -¿Cuán grande es la piedra?`La cita es en un extraño bar. Un detective privado en apuros accedió a conocer a un nuevo cliente: una joven mujer. No se cree su triste historia ni por un minuto, pero ella es lo suficientemente sensual para que él acepte la mentira. Quién sabe si la sexy cliente no tiene otras cosas en mente... Este relato corto se publica en colaboración con la productora fílmica sueca, Erika Lust. Su intención es representar la naturaleza y diversidad humana a través de historias de pasión, intimidad, seducción y amor, en una fusión de historias poderosas con erótica."-
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Original title:
Den røde diamantCopyright © 2018, 2019. Olrik and LUST, an imprint of SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726242751
1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0
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Diamante rojo
Un relato erótico
Eran cerca de las once de la mañana de un día a mediados de octubre. Un día gris en el que la lluvia se acumulaba dentro de nubarrones de tormenta, a la espera del momento de ahogar la ciudad. Colgué el teléfono luego de una conversación con la joven dama que había llamado para requerir mis servicios. Soy investigador privado, así que el «servicio» que doy es casi siempre el que no puedes obtener de la policía. Aunque soy un ex oficial de la policía.
El periódico del día estaba frente a mí. El satélite ruso Sputnik todavía acaparaba los titulares. Habían pillado a los norteamericanos desprevenidos. Una historia tras otra relataba cómo los rusos habían conseguido ganarle la delantera en la carrera hacia el espacio. No sentía pena por ninguno de ellos. Al final de cuentas, todos recibían buenos sueldos con regularidad.Disfrutaban de sus casas en la ciudad, autos, esposas hermosas y delicadas, mientras que yo estaba atorado en mi oficina, donde un catre me recordaba que también era mi dormitorio. Ni siquiera había tenido el dinero suficiente para mantener el nido de ratas adonde dormía antes, en un hotel cercano.Sin embargo, ahora tenía un cliente, la Srta. Alexandra Augustivo, quien no había querido decir por teléfono cuál era el trabajo que necesitaba, pero que tenía una voz lo suficientemente sensual para que aceptara encontrarme con ella.
Como si todo hubiera estado arreglado de una manera muy precisa, los nubarrones que cubrían la ciudad no explotaron hasta el momento exacto en que salí a la calle. Paré un taxi y, empapado como estaba, me dirigí al Paradiso, el bar adonde ella había sugerido que nos encontráramos.
