El apasionante mundo de Erika Lust: Hombres Sexy - Sarah Skov - E-Book

El apasionante mundo de Erika Lust: Hombres Sexy E-Book

Sarah Skov

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2021
Beschreibung

Esta colección de relatos cortos se publica en colaboración con la productora de cine sueca Erika Lust. Su meta es mostrar la naturaleza humana y la diversidad a través de historias de pasión, intimidad, amor y lujuria combinadas con una fuerte narrativa y eroticismo. Esta colección contiene:El chico de la piscina Besos y azotes Un nuevo amigoEl feminista -

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Seitenzahl: 61

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Andrea Hansen, Sarah Skov, Anita Bang

El apasionante mundo de Erika Lust: Hombres Sexy

LUST

El apasionante mundo de Erika Lust: Hombres Sexy

Cover image: Shutterstock Copyright © 2021 Andrea Hansen, Sarah Skov, Anita Bang and LUST, an imprint of SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726775112

1. E-book edition, 2021 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Besos y azotes

Andrea Hansen

No sé si el haber terminado de leer El arte del azote de Jean-Pierre Enard, ilustrado por Milo Manaras, y que un joven atractivo se siente en la sala de espera de mi madre sea coincidencia, pero lo parece. Acabo de recibir permiso para usar la oficina extra de la clínica para trabajar en mi tesis durante las tardes. Esa habitación no se ocupa porque está esperando un nuevo inquilino. Mi madre es terapeuta y muchas personas muy diferentes entran y salen todo el día. A veces, cuando cruzo la oficina principal, están sentados a la espera de ser atendidos. Generalmente, no dedico mucho tiempo para pensar en esa gente. Es bueno ver un poco de vida en vez de estar sentada en casa sola. Las puertas son a prueba de sonido y no puedes escuchar nada excepto por el lapso de tiempo entre que abren la puerta y la vuelven a cerrar. Sé que la mayoría de las personas que vienen están lidiando con cosas pesadas, pero la atmósfera es agradable. La oficina queda en el centro de la ciudad pero, aun así, es muy tranquila.

Hay algo diferente en este muchacho joven y hermoso que hoy está sentado en la sala de espera. Luego de media hora, sigue ahí y me despierta curiosidad. Sonrío con amabilidad cuando paso por la sala hacia la kitchenette. La primera vez, en busca de un café, la segunda vez por agua. De regreso, me detengo detrás del sofá y arranco una hoja de las plantas para poder observarlo mejor.

Mi tesis es sobre erotismo francés en 1900. Esto significa que estoy leyendo mucho sobre el mundo del erotismo. Últimamente, ya no me apego a lo estrictamente literario necesario como material referencial. De vez en cuando leo pasajes o veo ilustraciones que despiertan mi propio deseo. Es imposible evitarlo. No soy una puritana. Creo que existe una razón por la que elegí ese tema para mi tesis, y que la curiosidad profesional, de alguna manera, acompaña al deseo íntimo.

Entiendo que el muchacho no es uno de los clientes de mi madre. Se sienta allí más tiempo que los otros. Espera a alguien que ahora está en sesión tras las puertas cerradas de la oficina de mi madre.

La sala de espera le sienta bien. Lleva puesta una camisa blanca que combina a la perfección con la decoración moderna del lugar. Se sienta con las piernas algo separadas; un pie se mueve con vigor. Lo observo por el espacio de la puerta de mi oficina que he dejado abierta luego de mi último viaje por la sala de espera. Mira hacia mi puerta constantemente. Me atrapa observándolo en varios momentos. Las primeras veces, evito el contacto visual y miro mi computadora o los libros sobre la mesa, pero al final le sostengo la mirada. Al poco tiempo, nos sonreímos y ya no tengo dudas. La curiosidad ha crecido dentro de mí y no la puedo dejar escapar.

Con el paso del tiempo, me siento inquieta. No quiero que el muchacho se vaya y no lo pueda volver a ver. Tomo el periódico de hoy y lo uso para envolver El arte del azote; lo acabo de terminar de leer. En una pequeña nota, escribo: «Si quieres saber más, vuelve a esta dirección esta noche a las ocho». Luego salgo a la sala de espera. El muchacho me mira. Le entregó el periódico.

—Te ves como alguien que necesita material de lectura.

Toma el periódico con firmeza y me agradece amablemente. Luego vuelvo a la oficina y cierro la puerta tras de mí. No volteo para ver si nota el libro. Mi corazón golpea fuerte en mi pecho. Luego de otra media hora, oigo una conversación en voz baja y la puerta del frente que se abre y se cierra. Me levanto aparentando ir a buscar otra taza de café. Mi madre también está en la kitchenette. Enseguida llega otro cliente. Ella sonríe y me dice que se va a las cinco. Casi siempre se retira a esa hora más o menos. De regreso a mi oficina, recojo el periódico de la mesa de la sala de espera. El libro no está ahí. Parece que mi nuevo amigo se lo llevó con él. Esbozo una sonrisa.

Una vez que mi madre se ha ido, tomo mi bolsa y salgo a la ciudad. Compro ropa interior negra, zapatos de tacones y una botella de whisky. En la tienda de lencería, observo mi reflejo en el espejo por largo tiempo. Se parece bastante a la imagen de una de las ilustraciones del libro. Como he estado escribiendo mi tesis, mis propias fantasías se han vuelto más marcadas y refinadas. En la caja, la dependienta lo envuelve como un obsequio, aunque es para mí. La vendedora no hace preguntas y envuelve el paquete prolijamente antes de ponerlo en una bolsa de regalo. Sonríe y me lo entrega sobre el mostrador. Esto es parte de mi juego previo.

Algunos minutos antes de las ocho, alguien toca a la puerta de la clínica. A nivel de la calle la puerta se abre automáticamente cuando se toca el timbre. No deshabilité esa función a propósito; normalmente lo haría al irme a casa. Desde esta tarde, no he tenido tiempo de detenerme a pensar en la posibilidad de que el muchacho no se presente. Aun así, he encendido todas las pequeñas lámparas de la oficina y de la sala de espera. Crea una atmósfera noire que funciona muy bien. El joven de la tarde está afuera en el rellano. En su mano lleva el libro que le di envuelto en el periódico hoy más temprano.

—Por accidente me llevé el material de lectura —dice con un guiño, casi al mismo tiempo que abre la puerta.

Me río y me hago a un lado para dejarlo pasar a la sala de espera. Estamos solos. No creo que haya nadie más en el edificio. Mira a su alrededor como si estuviera entrando a la sala de espera por primera vez. Es un tanto extraño. El muchacho se saca la chaqueta y la coloca sobre el posabrazos del sofá. Lleva puesta la misma camisa que esta tarde. Le hago un gesto hacia el sofá. Se sienta. Voy a buscar el whisky que he servido en un decantador, y dos vasos.

—¿Quieres tomar algo? —le pregunto.

Sostiene los dos vasos mientras sirvo. Los toma con firmeza. Se presenta como Jonas y ambos bebemos un trago de whisky. El libro está sobre la mesa.

—Lo he leído —dice y lo señala con la cabeza.

Sonrío.

—¿Quieres probarlo? —pregunto y frunzo el entrecejo.   

Se sonroja y sonríe. Hablamos un poco más. Más que nada cosas superficiales, sobre por qué estaba en la sala de espera, para empezar. Adónde vive. Qué hace. Tenemos buena química. Jonas es relajado, pero aun así parece estar dispuesto a cualquier cosa. Tras considerarlo, probablemente no sea tan inexperto como aparenta.