El arco y la flecha en el tiempo - Héctor Cirigliano - E-Book

El arco y la flecha en el tiempo E-Book

Héctor Cirigliano

0,0

Beschreibung

"El arco y la flecha en el tiempo" es un largo viaje en el tiempo y el espacio. Se inicia con la invención misma del arco hace unos 17.000 años y nos ayuda a entender su derrotero. Héctor Cirigliano y Leonardo Killian cuentan la historia del primer mecanismo compuesto que la humanidad ha creado. Este libro nos ayuda a pensar acerca del conjunto de situaciones sociales e históricas que el arco puso en movimiento. Por eso, no es muy aventurado decir que el arco no sólo significó una solución técnica a un problema de subsistencia, sino que el contexto social de su fabricación sembró la semilla de la generación de oficios especializados en la sociedad humana. No cualquiera podía fabricar un arco, pero muchos podían utilizarlo. Este es el secreto de su expansión como artefacto para procurar comida o como arma para la guerra. Este libro nos cuenta la maravillosa transformación del arco hasta convertirse en partícipe del deporte olímpico. En estas páginas van a leer como el arco decidió batallas famosas, como los arqueros fueron determinantes en los antiguos ejércitos, cómo se desarrolló la arquería montada desde caballos por los antiguos mongoles, el desarrollo del arco oriental, junto a la filosofía asociada a su uso o su incorporación a las mitologías de diferentes pueblos sin olvidarnos de las legendarias Amazonas. Viajaremos por Europa, Asia y América en un viaje memorable por el largo camino del arco. Pasen, lean y disfruten este libro que los autores nos conceden con generosidad. Dr. Hugo D. Yacobaccio Instituto de Arqueología UBA- CONICET

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 215

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



El arco y la flecha en el tiempo

El arco y la flecha en el tiempo

Héctor Cirigliano Leonardo Killian

Cirigliano, Héctor

El arco y la flecha en el tiempo / Héctor Cirigliano ; Leonardo Killian. - 1a ed. - Gualeguaychú : Tolemia, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-3776-14-4

1. Arquería. I. Killian, Leonardo. II. Título.

CDD 909

Editorial Tolemia Urquiza al Oeste - Parada 52820 - Entre Ríos

Digitalización a eBook: Sofía Olguín

El diseño de la tapa lo hizo Martin Malamud y corresponde a un detalle del llamado “Tapiz de Bayeux” un gran lienzo bordado del siglo XI, con inscripciones en latín, que describe los hechos previos a la conquista normanda de Inglaterra, que culminó con la batalla de Hastings.

Índice
Palabras del querido Falucho Luna
La flecha del parto y otros dardos, por Juan Sasturain
Introducción
El arco en la Antigüedad
El arco en la Edad Media
El arco en otras regiones del mundo
El arco en la Edad Moderna
El arco en América
La actualidad
Apéndice I
Apéndice II
Bibliografía
Acerca de los autores

A mi familia, y en particular a Nico, Gabi, Tomi y Manu, futuros arqueros.

H.C.

A Sahia y Ulises. A la memoria de Carlos V. Candioti.

L.K.

Palabras del querido Falucho Luna

Hace más de 17 mil años, alguien inventó un artefacto formidable, compuesto de dos piezas, el arco, un trozo de madera flexible con una cuerda atada a sus extremos, y la flecha, un invento que es de los más trascendentes de la evolución humana y que, curiosamente, se sigue usando hoy, aunque ya no con la intención cinegética o bélica sino como deporte de competencia.

Este simple pero movilizador ingenio es el tema del trabajo de Héctor Cirigliano y Leonardo Killian, que nos habla de sus orígenes como herramienta de caza, hasta su uso actual, pasando por los ejércitos que hicieron de estos instrumentos un arma letal y sin olvidar algunos personajes legendarios asociados a ellos como Guillermo Tell y Robin Hood.

El resultado es un agradable e instructivo texto lleno de interesantes datos históricos que lo hacen útil y a la vez entretenido para el lector común.

Félix Luna

La flecha del parto y otros dardos

Mis amigos Leonardo Killian y Héctor Cirigliano, han escrito este libro sobre la historia de la arquería, es decir, sobre el desarrollo de la técnica, la disciplina o –si se quiere– el arte en el uso del arco y la flecha, ya sea en la caza, la guerra o el deporte. Tiene además un apartado final en que se habla del desarrollo de la disciplina en nuestro país e incluso de los beneficios de todo tipo que acarrea el ejercicio de este deporte sin contraindicaciones. Es lindísimo. El libro, digo. Pero sucede que también la arquería es muy linda, sobre todo, en mi caso al menos –y debe ser cuestión generacional– por sus connotaciones. Trataré de explicarme.

Al menos para los argentinos varones de cierta edad, la confección de un arco con su respectiva flecha integraba, de pibes, la trilogía ineludible de nuestras presuntas destrezas o desafíos artesanales, junto al intento de armar un barrilete y el de fabricar una honda o gomera. El arco (y la flecha) era lo más fácil. Y el estímulo –qué duda cabe– lo recibíamos en el cine, uno de los domicilios privilegiados de la aventura.

Tarzán, hombre de puñal a la cintura, usaba flechas también, aunque no siempre; los indios de las películas de cowboys –ellos sí, siempre y empecinados– usaban flechas desde arriba del caballo mientras giraban a los gritos alrededor de las carretas formadas en círculo. Y finalmente también usaban flechas Robin Hood y otros tipos de las películas de la Edad Media o “de época”, como en aquella fabulosa, El halcón y la flecha, con Burt Lancaster, de la misma época que El pirata hidalgo. Pero los piratas, como los indios de nuestra pampa, no me acuerdo que usaran flechas.

Para armar nuestros propios arcos debíamos arrancar –nos cagábamos en la ecología– una rama verde, algo curva y flexible de un árbol, elegir el tramo central para que tuviera un grosor parejo en lo posible –aunque siempre un extremo era más gordo que el otro– y después pelarla con el mismo cuchillo de la cocina con que la habíamos cortado laboriosamente. La madera de la rama quedaba blanco. Hacíamos una muesca en cada extremo, le tendíamos el piolín tenso de punta a punta, lo atábamos con varias vueltas reforzando la unión, y listo. La flecha –que casi siempre resultaba demasiado corta– podía ser una rama seca nunca demasiado recta, el palito horizontal de una percha al que le sacábamos punta o –jamás tuve flecha mejor– una aguja de tejer de madera. Sólo había que ponerle algo de peso en la punta –las laminitas de plomo del gollete de las botellas- para que mantuvieran la dirección. Las plumas –yo tenía gallinero– eran siempre demasiado grandes, molestas e incómodas, difíciles de fijar en el extremo. Prescindíamos de ellas. Nos las poníamos en la vincha para completar el disfraz y con eso y el hachita o “tomahawk” de escalpelar, jugábamos salvajemente a los indios. Cosas así son las que nos convocan; a esto me refiero con la idea de las connotaciones.

En este libro se pasa revista prolija a innumerables culturas. El arco y la flecha son recurrentes. Lo revolucionario, el salto cualitativo en términos de invención es el arco, claro. Porque la flecha es un sólo una pica más liviana. Si el simple palo, la maza y la lanza son la prolongación agresiva de la mano –llegar más lejos, con más capacidad de herir– y su alcance se extiende al arrojarlos, con el arco se multiplica la fuerza de propulsión en potencia y distancia. El arco –y después la ballesta– ya permite herir con la liviana flecha sin exponer el cuerpo e incluso –en el tiro con parábola– sin elegir blanco preciso.

Es un cambio conceptual en la manera de concebir la guerra: un arquero o ballestero puede ser diestro y preciso; pero no necesita ser valiente para matar. Los trescientos héroes espartanos de Leónidas en las Termópilas, ante la amenaza de que las flechas de Jerjes “taparán el sol” de tan nutridas, se jactan famosamente de que pelearán con sus escudos y armas cortas, “a la sombra”. Y así murieron en su ley: mirando a los ojos del enemigo al herir.

Los guerreros bárbaros de las grandes planicies asiáticas también luchaban a caballo y eran muy diestros con el arco y la flecha. La caballería ligera de los partos que destrozó a las legiones romanas y le cortó la cabeza al envidioso Craso en Carras (52 aC) cuando se aventuró más allá del Éufrates, dejó marcas en la historia pero también en la lengua coloquial. El “craso error” viene de allí, de la soberbia irresponsable de un jefe imprudente que va solo al matadero. Y también de entonces es la expresión “la flecha del parto”, que se refiere a una costumbre guerrera de los astutos jinetes que, en retirada y siendo perseguidos, disparaban sus flechas hacia atrás y por encima del hombro, diezmando a sus confiados perseguidores. Desde entonces, la expresión –“the parthian shot”, en inglés- se utiliza para describir ese metafórico disparo final –puede ser un gesto, una frase hiriente, una revelación penosa- que quiere lastimar irreparablemente en el momento de cerrarse una puerta que se supone definitiva. Munición de andén, en suma.

En Mutaciones, uno de los varios exactos textos que componen El Hacedor, de Borges, tanto la flecha como el lazo y a la cruz son “viejos utensilios del hombre, hoy rebajados o elevados a símbolos”. Es que la flecha como proveedora de metáforas –el flechazo irresponsable Cupido, sin ir más lejos– como lugar común recurrente en el humor –la situación Guillermo Tell, su hijo y la manzana– o en su forma sintética, cristalizada en signo puro de direccionalidad callejera, está siempre en el aire. Vertical y hacia abajo en la tapa de la revista con que Victoria Ocampo quería llamar la atención a los del Norte hacia estos arrabales australes, u orientada en el sentido de los vientos de la Historia en la veleta de Tuñón, la flecha siempre traza un rastro y propone un sentido.

Más de ochenta ilustraciones del mismo Cirigliano, quien se revela como un exquisito dibujante además de escritor, complementan el texto con sus arcos, flechas, dardos, ballestas, estólicas y arqueros históricos como Ramsés.

Que este libro sensible, minucioso e inteligente te alcance con sus numerosos dardos, lector, que te eleve como la flechita del ascensor; que te clave equívocamente gozoso en la lectura y ya no puedas zafar, como al sufrido San Sebastián.

Juan Sasturain

Esquema del arco olímpico

Introducción

Nuestro propósito es acercar al lector, un breve relato de la historia del arco y la flecha desde la noche de los tiempos hasta el presente. El tema que abordamos acompaña al hombre desde la prehistoria hasta los tiempos actuales, cuando la arquería se convierte en deporte.

La dinámica de la obra no nos permite ahondar en términos demasiado técnicos y engorrosos porque estaríamos limitando el interés hacia un grupo reducido de personas que se dedican a la investigación histórica, arqueológica, antropológica y o a los iniciados en la arquería. Lo que pretendemos es acompañar al lector a lo largo de un hilo conductor que lo guíe a través de la historia del hombre, relatando hechos donde el arco y la flecha fueron protagonistas.

Los acontecimientos a los que nos referimos son comprobables y verificables por una bibliografía seria y actualizada. Los datos sobre la antigüedad de los arcos fueron verificados y constan en publicaciones científicas reconocidas. Muchos de los mismos nos han sido confirmados en forma personal por arqueólogos de nuestro país, así como de Europa y EE.UU. Hemos podido ver y analizar personalmente la colección de arcos étnicos e históricos del Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires, así como las colecciones líticas del Instituto de Arqueología de dicha universidad.

Gran parte de las ilustraciones fueron realizadas por los autores basándose en diversas obras y otras son creaciones artísticas que representan lo vertido en el texto para hacer más didáctica la obra.

Hacemos mención del atlatl, también llamado estólica o lanzadera y de la ballesta porque son armas emparentadas con el arco ya que permiten arrojar a mayor distancia un dardo, una jabalina o una flecha que usando solamente la fuerza del brazo humano. El primero aumentando la longitud de la palanca y la ballesta, igual que el arco, concentrando toda la energía almacenada de sus palas en un solo punto de la cuerda.

Hemos destacado la historia del arco en Sudamérica y en nuestro país porque los arcos europeos y asiáticos son mucho más conocidos debido a la abundante bibliografía existente en el viejo mundo.

Incluimos también algunos mitos y leyendas populares que están relacionadas con el tema, así como curiosidades relacionadas con el tiro con arco.

Sobre los arcos contemporáneos no nos explayamos demasiado porque nuestro objetivo es relatar la historia del arco desde su aparición hasta los tiempos modernos y solamente mencionamos los materiales de última generación y sus aplicaciones a la arquería actual.

En la parte final del libro realizamos un breve resumen del tiro con arco como disciplina deportiva y resaltamos las cualidades físicas y mentales que contribuyen al desarrollo de un arquero.

En fin, creemos que la Historia del Arco llena un vacío ya que poco y nada se encuentra sobre el tema en lengua castellana. Por lo general en revistas y publicaciones con escaso rigor histórico y científico.

Como amantes de la arquería hacemos votos para que el arco y las flechas nos sigan acompañando con su simpleza y simbolismo en este mundo hiper tecnificado y que el lector vuelva a tener los ojos de niño asombrado ante ese artilugio tan simple y a la vez tan cargado de historia y de leyenda.

EL ARCO EN LA ANTIGÜEDAD

Génesis

En el largo camino de la evolución humana, en el recorrido complejo y contradictorio que nos llevó desde nuestros antepasados primates hasta el hombre actual hay algunos hitos fundamentales.

1. Arquero. Desierto de Sahara.

Cuando nuestros ancestros salieron de África, en esa época unida a Eurasia por una lengua de tierra, para dar comienzo a la globalización, debieron inventar para sobrevivir. El mundo era nuevo y todo debía comenzar de cero. La aventura humana exigía imaginación.

Aprendieron a crear y conservar el fuego con el que nuestros abuelos no sólo se abrigaron y se alumbraron, sino que los ayudó a ahuyentar las fieras y a cocinar sus alimentos. Domesticaron a el perro, que dejó de ser un lobo amenazante para ser el compañero inseparable del cazador.

Aprendieron a comunicarse con el lenguaje articulado.

E inventaron el arco y la flecha. (Fig. 1).

El arco es el primer mecanismo compuesto inventado por el hombre. Un trozo de madera flexible con una cuerda atada en sus extremos y donde la energía de los músculos se acumula y concentra en un punto hasta que es descargada simultáneamente. Aunque es superior a los propulsores, requiere gran técnica en la fabricación de las flechas, que cuentan con una punta de pedernal y un penacho de plumas que harán el disparo más certero. La invención del arco y la flecha fueron la primera revolución bélica de la historia del hombre.

Arpón de hueso. Francia. Magdaleniense medio.

En el clásico libro sobre La Sociedad Primitiva, Lewis Morgan, usando conceptos que hoy en día han perimido escribe “El período inferior del salvajismo, es aquél que comienza con la infancia del hombre y culmina con la adquisición de una subsistencia a base del pescado y del conocimiento del uso del fuego (Fig. 2) El hombre comía frutas y nueces, y comenzaba a hacer uso de la palabra articulada.

3. Arco armado con dos varillas unidas.

El período medio del salvajismo se inicia al final de inferior, y termina con la invención del arco y de la flecha. (Fig. 3). El hombre comienza a migrar a distintos territorios en pos de la caza y de asentarse en nuevos territorios.

El período superior aparece donde había finalizado el anterior, es decir, con el arco y la flecha, y en él, se crea y desarrolla la alfarería.

4. Puntas de sílex calcolítico.

5. Bastón perforado para enderezar flechas. Tursi. Italia. Museo Saint Perier. Francia.

Agrega Engels en el Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado…” Comienza con la invención del arco y la flecha, gracias a los cuales llega la caza a ser un alimento regular, y el cazar, una de las ocupaciones normales. El arco, la cuerda y la flecha forman ya un instrumento muy complejo, cuya invención supone larga experiencia acumulada y facultades mentales desarrolladas, así como el conocimiento simultáneo de otros muchos inventos…” (Fig. 6).

“El arco y la flecha marcan el paso del salvajismo a la barbarie”.

6. Pinturas rupestres. Caverna del levante. España.

Insistimos que, aunque estos conceptos ya no son usuales en antropología, el significado dado a la invención del arco mantiene toda su vigencia.

Este salto cualitativo en la capacidad de almacenar energía convirtió al hombre en el más temible cazador.

Durante miles de años, ningún instrumento alcanzó la utilidad mortífera del arco, dos brazos de madera, armados por una cuerda que los mantiene en tensión.

Si tenemos en cuenta que la etapa más larga de la historia humana fue la de cazador recolector y que, sin duda, el arco fue su creación más eficaz, podemos afirmar que junto a la invención del fuego tienen una gran importancia en la preservación y continuidad de la especie. (Fig. 7).

7. Puntas paleolíticas. España

El arco, la honda y la estólica o lanzadera dieron la posibilidad de cazar a una distancia que multiplicaba la fuerza, eficacia y la seguridad personal convirtiendo al hombre en un predador de primer orden. El propulsor fue el útil propio del armamento del Paleolítico superior. (Fig. 8)

8. Caballo encabritado. (propulsor). Museo de antiguedades. Saint Germain- en- Laye. Francia.

Durante mucho tiempo se creyó que el arco era una invención del período Mesolítico, unos 10.000 años antes del presente. Hoy, gracias al hallazgo en Alemania de un trozo de arco, sabemos que este tendría por lo menos más de 17.000 años de antigüedad.

En efecto, el museo Reiss Engelhorn de Mannheim, Alemania, se refirió en el 2006 a este hallazgo hecho en los años setenta del siglo XX y que llevaría el origen del arco al período Paleolítico, mucho antes de lo que se pensaba ya que la datación arrojó una antigüedad de 17.600 años antes del presente. (Fig. 9). Debemos aclarar que se trata de un trozo de madera de pino de unos 40 centímetros con una muesca, pero nos faltan elementos para dar por hecho la antigüedad de la invención.

9. Restos del arco más antiguo. Museo Reiss Hegelhorn de Mannheim. Alemania.

La Historia, como la Arqueología son ciencias humanas que buscan establecer procesos temporales y, hasta ahora, este hallazgo de por sí muy impresionante, no deja de ser un hecho aislado fuera del contexto general.

Otros ejemplares muy antiguos se hallaron en Elm, Dinamarca, 9000 años a.p. y en Stellmoor, Alemania (11.000 a.p.).

10. Arco de Hoomelgard. Dinamarca. 9000 a. p.

En Holmegaard, Dinamarca fue hallado un arco de pino de un metro y medio de largo (fig. 10), con una antigüedad de 9.000 años. En Muldbjerg, tambien Dinamarca, Meare Heath, Inglaterra (4.700 años) y Charavines, Francia (7.000 a.p.).

En la zona de los lagos, Suiza, se encontraron más de veinte arcos de entre 1,50m y 1,80m.

Estos arcos estaban construidos con madera de tejo o de olmo y eran lo que denominamos simples, de tipo plano o flatbow es decir, una sola pieza de madera y su tamaño oscila entre los 130cm y los 180cm. En el caso del de Mannheim, el trozo de madera hallado permite suponer que sería de unos 110cm. de largo.

En el sitio llamado Vis-Moor I en la región del lago Sindar se han encontrado arcos hechos con madera de conífera entre los que se destaca un modelo convexo, asimétrico (Fig. 11). En este mismo sitio se encontró un fragmento de un arco de doble curvatura. Un tercer arco mide 3,5, un tamaño extraordinario. La datación arroja una antigüedad de entre ocho y nueve mil años a. p.

Todo eso nos hace pensar que los primeros arcos fueron usados a fines del paleolítico superior.

11. Arcos rusos mesolíticos. Vis Moor. VI- VII milenio a. C.

Nos gusta imaginar cómo habrá sido esa primera experiencia. El primer hombre que armó ese arco primigenio, tensó su cuerda e hizo volar esa flecha primordial. Habrá sido un atardecer y el silbido que cortó el aire nos acompañaría como especie durante miles de años.

Otzi

Con la ayuda de la casualidad se encontró en los alpes tiroleses, más exactamente en la localidad de Otztal, el cuerpo de un hombre de cinco mil años de antigüedad.

“Otzi, el hombre de hielo” no sólo llevaba sus ropas y su hacha sino, lo que más nos importa en este caso: su arco, carcaj y flechas.

El arco de tejo de 182 centímetros tendría una potencia de alrededor de 79 libras y en su carcaj de cuero de venado se hallaron catorce flechas, algunas sin terminar. Estas eran de un largo de entre 85 y 95 centímetros, tenían punta de pedernal y su astil estaba hecho con madera de viburno, un arbusto leñoso. (Fig. 12). Las puntas medían unos 4 centímetros de largo por 2 de ancho.

12. Punta de piedra con escotaduras laterales.

Lo curioso es que la causa de su muerte la explica una punta de flecha incrustada cerca de su omóplato. Un arquero, el primero del que tenemos noticias, muerto por otro arquero.

Curiosidad

La palabra “toxicología” deriva del latín toxicum (veneno) y ésta del griego toxicón, pharmacón, que significaba veneno para flechas, derivado a su vez  de toxón o arco de tirar, relacionado con las sustancias con que se impregnaban las flechas disparadas con aquel. Las flechas eran denominadas por los griegos toxeuma.

En la mitología griega Toxeo, era un arquero hijo de Eurito, rey de Eucalia, quien fuera muerto por Hércules, que era también un temerario arquero.

Apolo, por su parte, era apodado Toxóforo, “el que lleva el arco”.

Puntas de lanzas y flechas envenenadas fueron usadas ya por el hombre del Paleolítico mucho tiempo antes de la invención del arco.

Carcaj

El carcaj, ese estuche de madera, cuero o tela donde los arqueros portan sus flechas, sería una palabra francesa que ya aparece en el siglo XIII “Carquais” y tal vez sea una adaptación de “Tarkasion” palabra griega bizantina y del persa “Terkech” o “Tarkas”.Su sinónimo “aljaba” tiene origen armenio.

En el antiguo castellano se lo llamaba Ajorca.

La guerra

Aunque es seguro que los conflictos armados entre los hombres deben ser tan antiguos como la misma humanidad, es probable que se hayan incrementado luego de la Revolución Neolítica.

Hace unos diez mil años el clima volvió a cambiar. La era post glacial cambió las condiciones de vida y los hombres volvieron a inventar.

Surgió la ganadería y junto a la domesticación de los animales se domesticaron las plantas: Nacía la agricultura.

Muchos grupos humanos se hicieron sedentarios y aparecieron las primeras ciudades.

Este proceso trajo cambios en las estructuras sociales. Se volvieron más complejas. Aparecieron las jefaturas, el Estado y la división en clases.

El excedente producido y la noción de riqueza tan ajena al sencillo mundo de los cazadores trajeron nuevos conflictos. Comenzaron las guerras, ya sea para apropiarse del territorio, de los que otros producían o para conseguir esclavos.

El mundo de los cazadores recolectores eclipsaba y junto con el nuevo que emergía lo hacían sus lacras.

Esto no significa que durante el Paleolítico no hubiese existido violencia y asesinato. Innumerables sitios arqueológicos nos muestran individuos con evidentes señales de haber sido matados por otros hombres, incluso con puntas de flechas clavadas en las zonas óseas que son las que se conservaron.

El arco, en principio herramienta para la caza se convirtió en un arma de guerra y aquellos que dominaban su tecnología, en guerreros especializados.

Las nuevas necesidades produjeron nuevos inventos y los hombres comenzaron a graficar su lenguaje.

Sobre arcilla, papiro, pieles, piedra o madera, en forma de signos de cuña (cuneiformes), jeroglíficos y más tarde con un hábil sistema de signos intercambiables de origen fenicio, el Alfabeto. Los hombres comenzaron a escribir su historia.

13. Arco compuesto, con refuerzo y cuerda adicional.

Los arcos se volvieron más sofisticados y multiplicaban su energía con una innovación ingeniosa. (Fig. 13). Las puntas se doblaron hacia fuera volviéndolo “recurvo o recurvado”. Los extremos hacen un efecto de polea y la velocidad de la flecha y su potencia se incrementaron.

Junto con el recurvado apareció entre los pueblos del Asia central el arte de reforzar los arcos con tendones de animales.

Los tendones poseen una resistencia a la tracción muy superior a las fibras vegetales. Encolados al lomo de los arcos con adhesivos naturales extraídos de pieles de animales y de las aletas de pescados, lo volvieron más resistentes aún.

14. Arco húngaro en reposo y encordado, (recurvado compuesto).

Pero faltaba algo más.

El agregado de cuernos pegados y encolados con los mismos tendones dio origen al “arco compuesto” donde los tendones soportan la fuerza de compresión y los huesos multiplican la de tracción. (Fig. 14). Los arcos pudieron acortarse sin perder potencia y así se los podía usar cabalgando. El jinete armado con este tipo de arco fue durante siglos el tipo de guerrero más temido hasta la aparición de las armas de fuego en el siglo XV.

Las grandes civilizaciones de la antigüedad

El desarrollo de la primera civilización urbana con un sistema de escritura, tuvo lugar al sur de Mesopotamia (actual Irak) hacia 5.500 años a. p. Al cabo de pocos siglos, un proceso similar hizo surgir la civilización en Egipto (aprox. 5.200 años a.p.), la del valle del Indo (aprox. 4.500 años a.p.) y la de la parte septentrional de China (aprox. 3.800 años a.p.). Estas fueron las cuatro primeras civilizaciones del mundo antiguo. (Fig. 15). Estas civilizaciones compartían en común que se hallaban asentadas en una llanura fértil junto a grandes ríos con posibilidades agrícolas para mantener a poblaciones elevadas. En cada caso, una gran parte de la población vivía en las ciudades, gobernadas como estados independientes o como parte de un reino o imperio. Eran estados teocráticos (El gobernante como dios o su intérprete en la tierra) y esclavistas. La guerra era por lo tanto un hecho central para la existencia y supervivencia de los mismos.

15. Arco chino. Siglo X a. C.

El desarrollo y perfeccionamiento de los arcos y proyectiles se convirtió junto al entrenamiento de los arqueros en un aspecto medular de las castas de guerreros.

El arco, nacido para cazar se convirtió en un arma de conquista y el arquero en un soldado altamente especializado.

Mesopotamia

Se dice que La Historia empieza en Sumer y en efecto fue en la Mesopotamia (la tierra comprendida entre los ríos Tigris y Eufrates) donde los hombres inventaron el primer método de escritura sobre tablas de arcilla y con signos cuneiformes, así como la primera legislación escrita: El Código del rey Hammurabbi.

Hacia el año 2300 A.C. un pueblo de lengua semita, los Acadios invaden y conquistan a los sumerios. El rey acadio Sargón I y su ejército se imponen con una novedad: El arco Recurvado con el que aparece dibujado.

Hacia el 1350 A.C. otro pueblo, los Asirios llegados desde las montañas del norte, se imponen como los nuevos conquistadores con otra novedad: las armas de hierro .Son los primeros en la historia en usarlas, así como arcos recurvados compuestos, con tendones y cuernos. (Fig. 16).

La caballería asiria usaba un arco recurvado mas corto que el de los infantes. Sus incursiones caracterizadas por la velocidad de sus movimientos fueron tan célebres como su crueldad.

Pero los imperios y las conquistas se sucedían.

Las fertilidades de la zona rodeada de enormes extensiones semidesérticas atraían a los nuevos conquistadores. Hacia el año 538 A.C. Los persas, un pueblo de habla indoeuropea derrotan a todo lo que se pone en su camino conquistando enormes territorios incluyendo la “medialuna de las tierras fértiles”.

16. Príncipes asirios cazando leones. Detalle de un relieve de un palacio de Nimrud. British Museum, Londres.