Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
En El arte de ganar dinero, P. T. Barnum comparte con los lectores consejos sabios para alcanzar el éxito financiero y personal. Aprovechándose de su amplia experiencia como empresario, Barnum revela los principios esenciales que siguen siendo relevantes hoy en día para cualquier persona que busque ser próspera. Con ingenio y honestidad, hace énfasis en el valor de la integridad, el trabajo duro y la planeación cuidadosa. Además, da consejos prácticos sobre cómo manejar las deudas, aprovechar las oportunidades y crearse una buena reputación. Esta guía clásica es mucho más que un manual para hacerse rico; es una filosofía para vivir con propósito y resiliencia. Usando anécdotas curiosas, Barnum ilustra cómo la diligencia, el ingenio y la persistencia pueden convertir los sueños en realidad.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 73
Veröffentlichungsjahr: 2024
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
P. T. Barnum
(1810-1891)
Fue un legendario showman estadounidense, empresario y fundador del reconocidísimo Circo Barnum & Bailey. Destacado por su gusto por la publicidad y la innovación, Barnum hizo que personajes como Jenny Lind, el general Tom Thumb y el elefante Jumbo se volvieran famosos a nivel mundial, transformando la industria del espectáculo en el siglo XIX.
Además de su dedicación al entretenimiento, Barnum fue un autor prolífico, un hombre de negocios y un político, pues fue alcalde de Bridgeport, Connecticut. Sus obras, tal como El arte de ganar dinero, reflejan su filosofía sobre el trabajo duro, la ética y la perseverancia. El legado eterno de Barnum celebra el poder de la creatividad, la visión y la determinación para inspirar y entretener.
EL ARTEDE GANARDINERO
P. T. BARNUM
EL ARTEDE GANARDINERO
Título original: El arte de ganar dinero
Primera edición en esta colección: diciembre del 2024
P. T. Barnum
© 2024, Sin Fronteras Grupo Editorial
ISBN: 978-628-7735-53-8
Traducción y edición:
Isabela Cantos Vallecilla
Diseño de cubierta y diagramación:
Paula Andrea Gutiérrez Roldán
Reservados todos los derechos. No se permite reproducir parte alguna de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado (impresión, fotocopia, etc.), sin el permiso previo de la editorial.
Sin Fronteras, Grupo Editorial, apoya la protección de copyright.
Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions
PREFACIO
CAPÍTULO I:
NO CONFUNDA SU VOCACIÓN
CAPÍTULO II:
SELECCIONE LA UBICACIÓN ADECUADA
CAPÍTULO III:
EVITE LAS DEUDAS
CAPÍTULO IV:
PERSEVERE
CAPÍTULO V:
HAGA LO QUE HAGA, HÁGALO CON TODO SU ÍMPETU
CAPÍTULO VI:
DEPENDA DE SUS PROPIOS ESFUERZOS
CAPÍTULO VII:
USE SUS MEJORES HERRAMIENTAS
CAPÍTULO VIII:
NO VAYA MÁS ALLÁ DE LA INDUSTRIA EN LA QUE SE ENCUENTRA
CAPÍTULO IX:
APRENDA ALGO ÚTIL
CAPÍTULO X:
PERMITA QUE LA ESPERANZA PREDOMINE EN SU VIDA, PERO NO SEA DEMASIADO VISIONARIO
CAPÍTULO XI:
NO DIVIDA DEMASIADO SU ENERGÍA
CAPÍTULO XII:
SEA SISTEMÁTICO
CAPÍTULO XIII:
LEA LOS PERIÓDICOS
CAPÍTULO XIV:
SEA CONSCIENTE DE LAS «OPERACIONES EXTERNAS»
CAPÍTULO XV:
NO RESPALDE NADA SIN UNA GARANTÍA
CAPÍTULO XVI:
PUBLICITE SU NEGOCIO
CAPÍTULO XVII
SEA EDUCADO Y AMABLE CON SUS CLIENTES
CAPÍTULO XVIII:
SEA CARITATIVO
CAPÍTULO XIX:
NO HABLE DE MÁS
CAPÍTULO XX:
PRESERVE SU INTEGRIDAD
En los Estados Unidos, en donde tenemos más tierras que gente, no es para nada difícil que las personas que gozan de buena salud ganen dinero. En este campo, que en comparación es bastante nuevo, hay tantos caminos hacia el éxito que están disponibles y tantas profesiones que no están abarrotadas que cualquier persona, sin importar cuál sea su sexo, que esté dispuesta, al menos por un tiempo, a dedicarse a alguna ocupación respetable que tenga demanda podrá encontrar un empleo lucrativo.
Quienes de verdad deseen obtener la independencia solo tienen que mentalizarse y adoptar los comportamientos correctos, tal como lo hacen con respecto a cualquier otro objetivo que quieran lograr. De esa manera lograrán las cosas fácilmente. Pero sin importar cuán sencillo parezca ganar dinero, no me caben dudas de que algunos de mis lectores estarán de acuerdo con que lo más difícil del mundo es quedarse con ese dinero. El camino hacia la riqueza es, como lo dice el doctor Franklin con mucha razón, «tan directo como el camino hacia el molino». Solo debemos gastar menos de lo que nos ganamos. Ese parece un concepto de lo más simple.
El señor Micawber, una de esas alegres creaciones del genio Dickens, habla del tema cuando dice que tener un ingreso anual de veinte libras y gastarse veinte libras y seis peniques es ser un hombre de lo más miserable, mientras que tener un ingreso de solo veinte libras y gastarse diecinueve libras y seis peniques es ser uno de los mortales más felices sobre el planeta. Muchos de mis lectores dirán: «sí, sí, eso lo entendemos. Es economía y ya sabemos que la economía es riqueza. Ya sabemos que no podemos comernos todo el pastel y esperar que nos quede algo». Sin embargo, creo que quizás la mayoría de los casos de fracaso surgen de este punto y no de cualquier otro. El hecho es que mucha gente piensa que entiende la economía… cuando en realidad no es así.
La economía verdadera se malentiende y las personas van por la vida sin comprender con certeza cuál es ese principio. Una dice «tengo un ingreso de tanto y mi vecino se gana lo mismo; sin embargo, cada año él va avanzando y yo me quedo atrás. ¿Por qué sucede eso? No entiendo por qué si sé todo sobre la economía». Cree que lo sabe, pero en realidad no lo sabe. Estas personas piensan que la economía consiste en guardar los recortes del queso y los restos de las velas, en no pagarle dos peniques extra a la lavandera y hacer toda clase de cosas pequeñas, mezquinas e inútiles. La economía no consiste en ser tacaño. La desgracia es que, así mismo, esta clase de personas permiten que su economía aplique en solo una dirección. Creen que están siendo tan maravillosamente económicas al ahorrarse medio penique, cuando pensaban que se iban a gastar dos, que piensan que pueden despilfarrar dinero en otros asuntos.
Hace unos años, antes de que el aceite de queroseno se descubriera o siquiera se pensara en él, uno podía detenerse por la noche en la casa de casi cualquier granjero de los distritos agrícolas y obtener una muy buena cena, pero después de cenar, bien podía uno irse a la sala para intentar leer un libro. Sin embargo, eso sería imposible debido a la luz ineficiente de la vela. La mujer del granjero, viendo el dilema, diría:
—Es bastante difícil leer aquí por las noches. El proverbio dice que «uno debe tener un barco en altamar para poder prender dos velas al mismo tiempo». Por eso, no tenemos velas extra, excepto para ocasiones especiales.
Esas ocasiones especiales ocurren, quizás, dos veces al año. De esa manera, aquella buena mujer se ahorra cinco, seis o diez dólares en ese período de tiempo, pero la información que ella y su marido podrían obtener gracias a la luz adicional sería, por supuesto, mucho más importante que una tonelada de velas.
Pero los problemas no acaban allí. Sintiendo que está ahorrando tanto con esas velas de sebo, cree que puede permitirse ir con frecuencia a la villa y gastarse veinte o treinta dólares en lazos y adornos, de los cuales muchos no son necesarios. Esa interpretación errónea también puede verse con frecuencia en los hombres de negocios, y en esas instancias generalmente sucede con el papel. Uno se encuentra con buenos hombres de negocios que han guardado todos los sobres viejos y los trozos de papel que pueden, pero jamás sacan una hoja nueva de papel si pueden evitarlo. Todo eso está bien.
De esa manera, quizás se ahorren cinco o diez dólares al año, pero como ahorran tanto (solo en cuanto al papel), creen que pueden permitirse desperdiciar el tiempo, hacer fiestas caras e ir de un lado a otro en sus carruajes. Este es un ejemplo de lo que dice el doctor Franklin: «economizar en lo pequeño y despilfarrar en lo grande» o «cuidar los centavos, pero desperdiciar los dólares». En la revista Punch, al hablar de estas personas con «una sola idea», dicen: «son como el hombre que compró un arenque de un penique para la cena de su familia y luego contrató un carruaje de cuatro caballos para llevarlo a casa». Jamás he conocido a un hombre que practique esa clase de economía y tenga éxito.
La verdadera economía consiste en asegurarse siempre de que los ingresos sean mayores que los egresos. Póngase la ropa vieja un poco más si es necesario, no compre ese nuevo par de guantes, remiende los vestidos viejos, viva con comida más sencilla si la situación lo amerita, de modo que, en cualquier circunstancia, a menos que ocurra un accidente impredecible, tenga un margen con respecto a sus ingresos. Un penique allí y un dólar allá, invertidos para ganar intereses, se van acumulando. De ese modo es que se obtienen los resultados que se desean. Quizás se requiera de cierto entrenamiento para lograr esta economía, pero una vez que se acostumbre, se dará cuenta de que ahorrar racionalmente le dará más satisfacción que gastar sin cuidado.
Aquí tiene una receta que le recomiendo. Me he dado cuenta de que es una cura excelente para la extravagancia y, en especial, para una economía malentendida: cuando note que no tiene ahorros a fin de año y, no obstante, cuenta con un buen salario, le recomiendo que agarre unas cuantas hojas de papel y las convierta en una libreta para anotar cada gasto en el que incurra. Dibuje dos columnas diarias o semanales, una llamada «necesidades» o incluso «comodidades» y la otra llamada «lujos». Así, pronto se dará cuenta de que la segunda columna será dos, tres e incluso diez veces más larga que la primera. Las verdaderas comodidades de la vida solo cuestan una pequeña porción de lo que la mayoría de nosotros podemos ganarnos.