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El Descenso Del Mal
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Veröffentlichungsjahr: 2016
El legado Silver, Libro 1
––––––––
Alex Westmore
Derechos de autor © 2015, Broad Winged Books
Título original: Darkness Descends
Todos los derechos reservados. Excepto como permitido bajo el Acta de 1976 de E. U. De Derechos de Autor, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida en ninguna forma o medio, o guardada en una base de datos o sistema de recuperación, sin el permiso previo y por escritor del autor.
Este eBook otorga licencia sólo para uso personal. No puede ser revendido o pasado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, por favor compre una copia adicional para cada destinatario.
Limitación de responsabilidad:
Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o usados de manera ficticia.
Traductor: Maria Emilia Ruiz
Editor: Stevie Mikayne
Diseñadora de cubierta y dibujos: Mallory Rock
Corrector: Falcon Storm
––––––––
Broad Winged Books
PO Box 721
Union Lake, MI 48387
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Feliz viaje,
Alex
Los demonios no son para nada como los imaginamos.
Rara vez ostentan cuernos o colas con clavos, no tienen pezuñas hendidas ni la piel rojiza.
Vienen en todo tipo de formas y tamaños, y ni se asemejan a la manera en que Hollywood los retrata. Los encargados de casting erróneamente representan a los demonios como ciertas especies de fantasmas malvados o de oscuros espíritus al acecho en las sombras, buscando castigo o venganza. Los relacionan con Satanás o con algún otro líder demoníaco como si ellos fuesen la antítesis de los ángeles.
Pero Hollywood pocas veces comprende de forma correcta el mundo sobrenatural cuando insiste en ofrecer una serie de colmillos o un par de garras. Y encima, para darles un aire más espeluznante, a menudo les agregan una gabardina o anteojos oscuros.
En los últimos tiempos, los demonios de Hollywood son muchachas japonesas con el cabello descuidado y mojado, que se esconden en la oscuridad para crisparnos los nervios con sus bocas abiertas y sus escalofriantes sonidos. Frecuentemente son caracterizados como hombres con máscaras o “muertos vivos” que necesitan alimentarse para poder sobrevivir.
Por fuera de la caricatura que Hollywood hace de los malvados engendros, los demonios pueden ser corpóreos o espirituales. Pueden ser violentos o simplemente molestos. Pueden estar detrás de una persona en particular, o siguiéndole el rastro a cualquiera que se atraviese en su camino. Los demonios son jóvenes y viejos, expertos y torpes, inteligentes y tontos. Pueden ser muchas cosas y tomar diferentes formas. El único aspecto que Hollywood acertó correctamente de estas pérfidas criaturas es que todos los demonios tienen una cosa en común: son malvados. Pura maldad.
El mal personificado significa el mal caminando y hablando como seres humanos. Hitler, Manson, Jeffrey Dahmer y Jim Jones tuvieron en sus manos esa clase de maldad que sólo los verdaderos demonios poseen. Las personas que disparan en una escuela primaria o que tienen de rehenes a jóvenes muchachas por diez años son el peor tipo de demonio.
Y están por todos lados.
Lo sé.
Soy una cazadora de demonios.
Parte de la terapia de mi “relativamente” nuevo trabajo incluye escribir sobre mis experiencias, aunque estoy casi segura de que mi terapeuta cree que estoy loca. En esta sociedad cristiana estamos condicionados a creer en ángeles pero no en sus contrapartes. Está bien si creemos en los milagros, pero no en la magia. No hay problema en que averigüemos sobre nuestras vidas pasadas siempre y cuando no vayamos por todos lados contándole a todo el mundo sobre ellas. Que un tipo camine sobre el agua, o una chica converse con una serpiente es aceptable, pero, ¿todo lo demás es blasfemia?
Difícilmente.
Los he visto. Los he cazado. Sé cómo son y dónde pasan el rato.
Mi terapeuta probablemente piense que tengo delirios de grandeza, como mínimo, y que sea posible que me haya apartado de la realidad. A esta altura de mi corta vida, todo es posible, supongo.
¿Quién sabe? Tal vez sí. Quiero decir, considerando cómo ha sido mi vida últimamente, es muy posible.
Yo solía ser una estudiante universitaria normal ––espera, mejor casi normal. Casi normal porque fui criada por dos excéntricos, cuyo apellido era Silver.
A mis padres les encantaba reír y siempre hacían mucho embrollo de palabras a la mañana. Amaban los vocablos. Amaban los bares. Juntos eran ridículos y un poco tontos y una noche después de una fiesta, decidieron que sus hijos serían mucho más interesantes si tuvieran nombres que dieran que pensar. Entonces, nombraron a mi hermana mayor Sterling, a mi hermana menor Pure, y a mi hermano Quick.
Mi nombre es Golden. Golden Silver. ¿Se entiende?[1] Estoy segura de que se divirtieron mucho con ese. Los padres que ponen nombres estrafalarios a sus hijos les hacen enfrentar distintas clases de batallas, y todos nosotros tuvimos nuestra parte de forma equitativa. Digo, en serio ¿Quick? Las chicas en la secundaria solían aprovecharse de ese nombre. Pobre chico.
Yo me hago llamar Denny, por obvias razones, aunque mi madre y mi hermana mayor prefieren Golden. ¿Tienen alguna idea de lo malos que son los niños con los que tienen nombres originales? Denny no era tan riesgoso en la escuela, pero rara vez lo usaba en mi casa. Mamá y Sterling creían que llamándome así traerían, de alguna manera, luz a mi mundo, pero estaban equivocadas. Muy equivocadas.
Denny Silver es mi nombre y soy una cazadora de demonios.
Esta es mi historia.
***
El demonio cruzó pavoneándose hacia las oscuras calles del centro de Savannah, sus oídos atentos a los incontables sonidos que lo rodeaban. Los autos retumbaban por la calle, la gente se apiñaba en susurrantes conversaciones, los perros ladraban a lo lejos, y él lo escuchaba todo. Las suelas de goma de sus botas de motociclista no hacían ruido mientras se introducía en un callejón aún más oscuro en busca de su presa. Él estaba .
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