El destino de los elegidos - Tem Deker - E-Book

El destino de los elegidos E-Book

Tem Deker

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Beschreibung

Alguna vez se preguntó a sí mismo: ¿Quiénes son los Dioses? ¿De dónde ellos provienen originalmente? En el transcurso de nuestra vida siempre supimos de ellos, creemos en ellos. Sabemos de sus historias, hemos construido en su honor templos, hemos hechos sacrificios en sus nombres. Un sacrificio es acaso ¿un favor a cambio de otro favor?, ¿o simplemente tenemos temor a lo desconocido para nosotros? Son los Dioses ¿tan superiores a nosotros? Son sus vidas ¿tan diferentes a las nuestras? Esta es una historia sobre el destino de un chico (podrías incluso haber sido tú). Él se hizo amigo de la muerte hasta sentir que es familia; la muerte se convirtió en vida, en un Dios quizá conocido por todos, y este Dios lo eligió a él para entender el destino del que todos podemos ser parte. Suena quizá confuso pero te has detenido a pensar sobre el valor que tiene tu vida, sobre los que podemos hacer cuando nos atrevemos a algo. Este escrito trata de eso, de un destino forzado por las ganas de forjar una vida diferente. Y este chico es un personaje que se siente solo, pasa por diferentes estadios y obstáculos hasta entender la vida de un modo distinto.

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Seitenzahl: 245

Veröffentlichungsjahr: 2017

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tem deker

EL DESTINO

DE LOS ELEGIDOS

“el dios dela muerte”

Editorial Autores deArgentina

Tem Deker

El destino de los elegidos / Tem Deker. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2017.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-711-827-8

1. Narrativa Argentina. 2. Novelas de Ciencia Ficción. I. Título.

CDD A863

Editorial Autores deArgentina

www.autoresdeargentina.com

Mail:info@autoresdeargentina.com

Diseño de portada: JustoEcheverría

Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini

Tem Deker

@TemDeker

temdeker@gmail.com

Queda hecho el depósito que establece laLEY 11.723

Impreso en Argentina –Printed inArgentina

Para todas aquellas personas que eligen el destino de sus sueños…

Prefacio

En primerlugar, quisiera agradecerte a ti, sí, ati que decidiste leermi novela. Puede ser que la elegiste porque tegustó el título, o talvez porque te gustó laintroducción, la estética que finalmente niyo logro imaginar cuálserá definitivamente, pero créeme que te va a gustar y tu elección no fue un error. Cada capítulo de esta novela te va a dejar sin aliento: vasa reír, llorar, sentir y viviren el mundo de “El destino de los elegidos”. No solamente quisetransmitir mis sentimientos en cada capítulo, sino crear a cada personaje de tal manera que tengan vida en tu imaginación, que puedas vivirlos como yo lo hagocada día.

La historia se desarrolla en diferentes escenarios que me llevan amis vivencias y a mi país, Rusia. Situéa mis personajes en Japón como escenario central, Rusia, España, peroviviendo en la Argentina mezclé ciertos lugares que mi mente conserva sinsaber bien su destino. Hay sitios que no son reales,por supuesto, pero seguro te sentirás ahí.

Esta no es una obra parecida aalgo que hayas leído o visto en televisión,estoy seguro ¡te vaa atrapar!

Losnombres de las deidades son reales, los hetomado de los mitos egipcios ytambién japoneses; los he utilizado paramarcar los parámetros de mi historia, los he inmerso en distintos escenarios paralelos de mundos desconocidos y los he salpicado dehumanidad.

Quiero que sepas, querido lector,lo agradecido que estoy porquesigas mis palabras con tu mirada eneste momento. Sé que llevo conmigomis ideas locas y mi inquieta inspiración,pero también sé que no sé juntarlas palabras como debería, solo las siento.

Puede ser que esté ¡para el culo! Quizá efectivamente así sea, pero al crear mimundo de héroes, protagonistas, villanosy hasta cómicos, me siento vivo ahí.Soy una persona solitaria más,que siente un placer increíble dever en mis pensamientos cómo se relacionan y cuentan su historia mis actores.

Mi vida no será trascendental, ni interesante, tal vez apesta, pero vivir en mi mundoy crear esto que yo llamo “mi arte” me hace feliz y lo hago para la gente. No quieroguardarme escritos, ni reflexiones,ni opiniones, por eso mis personajes son diferentes uno del otro, todostransparentes en sus pasiones ymiserias.

Noescribo en vano, mis novelasson para pensar sobre el mundo. Todos podemos ser dioses, vivimos enun mundo donde cada uno puede elegir su destino, tenemos ese derecho, somos únicos.

Quiero agradecer por último a dos personas muy cercanas a mí que me ayudaron a crear esta novela también, a Victoria Jurado, gracias por el aliento deesperanza, y a Sharon Posse,tus críticas a mis relatosde batallas no pudieron hacer este libro tan bello. Graciaspor ese apoyo, por esa mano en el hombro en el momento justo.

… Y ahora, querido lector, quiero que creas, en tus ideas, en tussueños, todo puede hacerse realidad,solo mírame a mí, un indetectadoser entre muchos y acá haciendo realidadun sueño.

Que les llegue al corazón, simplemente…

Introducción

Alguna vez se preguntó a sí mismo: ¿Quiénes son los Dioses? ¿De dónde ellos provienen originalmente? En el transcurso de nuestra vida siempre supimos de ellos, creemos en ellos. Sabemos de sus historias, hemos construidoen su honor templos,hemos hecho sacrificios en sus nombres. ¿Unsacrificio es acasoun favor a cambio de otro favor?, ¿o simplemente tenemos temor a lo desconocido para nosotros? ¿Son los Dioses tan superiores a nosotros? ¿Son sus vidas tan diferentes a lasnuestras?

Esta es una historia sobreel destino de un chico (podrías inclusohaber sido tú). Él se hizo amigode la muerte hasta sentir que era familia; lamuerte se convirtió en vida, en unDios quizá conocido por todos, y esteDios lo eligió a él para entender el destino del que todos podemosser parte.

Suena quizá confuso,pero ¿te has detenido a pensar sobre el valor que tiene tu vida?, ¿sobre lo que podemos hacer cuando nos atrevemos a algo?

Este escrito trata de eso, de un destino forzado por las ganas de forjar una vidadiferente.

Y este chico es un personajeque se siente solo, pasa pordiferentes estados y obstáculos hasta entender la vida de un mododistinto.

A lo largo del relato se mezclan diferentes tiemposy momentos históricos reales que se mezclan con elementos trascendentales, futurísticos y sensacionesactuales.

La vida dura deun chico que cambia repentinamente y conoce a un Dios que lo llevará arecorrer otros mundos y entender alfinal el significado de la amistady la vida.

Espero que latrama sea de su agrado y puedansentir las sensaciones que he deseado transmitirles.

Entre las estrellas que nos muestra el cielo

se esconden varios mundos,

en uno de ellos, viven los sentimientos…

Siempre buscamos elcamino a una deidad divina

al estar sumergidos en laoscuridad

y en presencia de la soledad,

desesperamos....

En un momento,

mueren todas las estrellas que uno puede divisar

y soloqueda una,

es aquella que uno busca...

Es esa luz en un bello corazón,

así yo llamo a mis sentimientos por ese Dios

que es Amor.

Mucho tiempo antes de que existieran las pirámidesen Egipto…

Una mujer con piel seca, ojosrasgados y cabellos negros se encontraba llorando angustiantemente, inclinada ante unapersona masculina, el jefedeuna tribu.

—Tu hijo está enfermo, le queda poco tiempo de vida, no puede permanecer con nosotros —hablaba en su lenguajeel hombre.

—¡No lo castigues, es tu hijo, dale una oportunidad!—gritó ellallorando.

—Tú sabesque los Dioses no desean a nadie débil entre nosotros, si no pagaremos el castigo.

En esemomento, otras dos personas trajeron a un niño ante este líder.

El niñoal parecer tenía alrededor dediez años. Era flaco y débil. Tenía un rostro tan hermoso que parecía más una niña que un niño. Su pelo era negro azabache, su piel era muy blanca y tenía enigmáticos ojos azulesque destacaban como zafirosen su rostro fino.

El restode los habitantes con pieles color tierra pensabanque era el hijo de un demonio, ya que no se parecía a ningunode ellos.

La escenacargada de emociones se daba en el centro de un gran número de espectadores.Aquellos gritaban en su lengua agitando la situación y lanzaban rocas en contra del pequeño. La madre seguía inclinada en el piso, rezando a losDioses, sollozando, el líder apartaba la mirada fríamentede ambos.

El chico, todo ensangrentado porlos impactos de las piedras, comenzó acorrer de aquel lugar como pudo, entre tropezones de debilidad y llanto corrió sin detenerse ni mirar atrás, se silencióen el correr y en su dolor fue alejándose lo más rápido posible…

Cuando se dio cuenta seencontraba en pleno desierto, dondeel sol se sentía muy fuerte en la piel, suspasos se empezaban a hacer más y más lentos.Sus pies estaban quemados por la tierra,rasgados.

Al no tener más fuerzas y pasartanto tiempo con sed, cayó al suelo rendido.

De repente, una sombra gigantede algo en el cielo tapó los rayos delsol. Un ruido extraño se escuchó yun rayo impactó sobrela tierra.

Elchico tan frágil levantó su cabezasorprendido y un poco asustado, pero no podía ver bien, solo escuchaba ruidosextraños.

En un instante algo lo sorprendió, levantándolo del suelo. Inquieto, desesperado, se dejó llevarsin forcejear demasiado, estaba cansadoy desesperanzado. Así cerrando los ojos sefue apartando más y más de la tierra, en el aire.

1

Lareliquiamisteriosa

Año 1938 expedición nazihasta Oriente Próximo. Tíbet.

Un convoy de dos autos con un camión militar se dirigía por lascolinas de un caminode arena. El clima no era favorable, llovía y unaniebla permanecía enel lugar, por lo cualno se podía ver a lo lejos. Alrededor no había mucha vida ni un árbol siquiera, solo un desierto montañoso con poca vegetación.

—¡Señor Akito! ¿Por qué usted piensa queLa Piedra del Destino justamente tiene que estar aquí, en el Tíbet? —preguntó el general alemán, sentado justo al lado de un arqueólogode rasgosasiáticos.

El general eraun hombre de aproximadamente cuarentaaños de edad, alto, con cabellos rubios, usaba ropa militar bien limpia y escueta, siempre teníapuestos unos guantes de cuero negro, yhablaba lo justo ynecesario.

—Y creo que alguien la llevó de Egipto y la escondió conalgún propósito justo aquí —respondió el japonés soplándosela nariz.

El japonés era un hombre mayor, se calculaba que tenía alrededor de sesenta añosaproximadamente, era delgado y deestatura baja. Estaba vestido con un sacogris medio gastado, usaba unos lentes de vidrios gruesos y el pelo muy despeinado.Se notaba que era una persona muyestudiosa, que confesaba pasar gran tiempo de su vida sentado al lado de un escritorio.

—¿Qué me puededecir de esa reliquia? —preguntó nuevamente el general—. ¿Y cómo es posible que un científicojaponés se interese en la búsqueda de artefactos del Führer? —y se sacó unode sus guantes.

En una de sus manos, el nazi teníapuesto un anillo, con una piedra negra,parecía un ónix.

—¡La arqueología es lapasión de mi vida! Desde que era un niño, mi maestro me llevaba siemprea las expediciones y lugares antiguos, dediqué variosaños a la investigación, tratando dedescifrar el significado de las palabrasocultas de unas escrituras egipcias grabadas enpuerta. Un texto sagrado del antiguo Egipto.Narra el viaje de un espíritu, de undifunto que hace un viaje a otro mundo. Este espíritu requiere pasar una seriede “puertas” o pruebas en diferentesetapas de un largo viaje. Cada puerta se asocia a un Dios diferente, yrequiere que el difunto reconozcael carácter específico de cada deidady elige solo una de ellas. El textoda a entender que algunas personas pasarán incólumes, mientras que otras sufrirán tormento enun lago de fuego. La partemás interesante del escrito de las puertas esque se refiere a las diferentes razas de la humanidad, que en ese entoncesal parecer conocían los egipcios. Las dividen encuatro categorías que son normalmenteexpuestas como “egipcios”, “asiáticos”, “libios” y “nubios” ylas representan en procesión, entrando en el otro mundo.

—¿Egipcios y asiáticos? Deidades que aparecenen todas las religiones del mundo. ¿Y que hay oculto en eso?

—Verá, creo que es algo másque un relato. ¡Es algo que cambia lospensamientos del mundo! Abarca desde la épocaegipcia con los

Dioses antiguos y muchomás. El poder de un Dios se oculta en aquel relato.

—¿El poder de un Dios egipcio?

—Sí, las escriturassiempre fueron confusas y difíciles dedecodificar, pero cuando las estudias más al fondo, te das cuenta de que se repiten una y otra vez en distintos lugares del mundo. Por ejemplo, para abrir laspuertas vas a necesitar siempre una llave,¿qué llave? ¡Eso lo tenemos que averiguar!Creo que estamos por llegar ya —contestó el japonés soplándose unavez másla nariz.

—¡Ojalá que sus cálculos seanciertos, no quiero volver a Berlín con las manos vacías!

Pasó un par de minutos yuno de los soldados en uno de los camiones que los acompañaba adelante, dioun grito:

—¡ALTO!

—¿QUÉ PASA? —con voz de comando, se levantó de su asiento el general.

—¡El camión de adelante se atascó, señor! —otra vez se escuchó la voz desde niebla.

—¡Vayan a empujar todos, no podemos perderel tiempo!

—¡ESPERE, ESPERE!—bajó desesperado, el japonés de su auto— ¡Llegamos, mire!

De repente desde la niebla lentamentecomenzó a aparecer una imagen oscura de piedra gigante del tamaño deuna casa.

—¿Es una roca común? ¿Quétiene que ver con lo que buscamos? —se quejó el generalnazi.

—¡Exacto! En este campo no hay más rocas que seancomo esta.

El científico abrió su cuaderno de anotaciones y comenzó aleer sus notas escritas en japonés.

—¡Venga! Tenemos que revisar todo, tiene que haber algo que nos indique que estamos en un lugarcorrecto.

Todos bajaron y se dirigieron hacia la roca, el lugar noposeía nada raro que llamara la atención.Akito se acercó al pie de aquellay empezó a sacar la tierra que la cubría conlas manos.

—¡Mire, estaba enlo cierto!

Mostraba un dibujo pequeño con forma de una espiral1de triángulos y luego siguiódiciendo:

—¡Es el sello de un Dios, hay quecavar más!

Eran diez soldados y todos empezaron a sacarla tierra. Cuando se asomó la noche distinguieron una entrada, un agujero, donde solamente se podía ingresar arrodillándose.

—¡Necesito luz aquí! —gritó el japonés entrando alinterior.

Cuando consiguieronentrar, atravesando la oscuridad, ingresaron a una habitación que estaba ocultabajo la roca. Pudieron ver las paredescon dibujos de dioses egipcios, el lugar erarealmente pequeño desde afuera, era estrecho, pero podrían caber más de diez hombres. En medio de la fría cueva seencontraba un sarcófago con una escriturasobre él.

—¿Qué dice aquí, doctor? —preguntóel general, caminando porel lugar.

El científico se acercó a las escrituras.

—A ver,a ver… dice... mmm… ¡Aquí estáel amuleto del Dios! Solo el joven que está muerto podrá usarlo —leía envoz alta.

—¡Apártense!, ¡vamos a abrirlo! —ordenó el generala todos.

El general eligió unos soldados y dio laorden de abrir la pieza de piedra, y aquellos con los martillos y las palas empezaron a dar golpes sobre la superficie.

Mientras los nazisintentaban abrir el sarcófago, el científicoempezó a mirar las paredes dondese encontraban los dibujos egipcios. Debajo de ellos,había un escrito con letras muy pequeñas,en lo que parecía ser japonés antiguo.

Los leía, con voz baja, para que nadie loescuchara:

—La llavedel poder no se encuentra aquí, ¡no abranla tumba!

¡Es una trampa!¡Moriréis!

Cuando terminóde leer, Akito se dio cuenta de que si lossoldados abrían la tumba moriría también con ellos. Sin decir nada, salió rápido del lugar sin llamar la atenciónde nadie.

Los soldados abrieron el sarcófago del cual salió una nieblade un color verde muy particular llenando ellugar, ellos se miraron unoal otro, y empezaron rápidamente a desmayarse.

—¡Todos están muertos! —pensó Akito ya estando afuera y miró a sualrededor.

De repente se diocuenta de que no estaba solo al escuchar unos pasos,una respiración...

—¿Es lo que estás buscando? —preguntó una voz extraña.

A través de la niebla aparecióuna figura de una persona con máscara; no se podía apreciar a la distancia aúnsi era un joven o un hombre maduro. Se acercaba sinprisa, su vestimenta era como la de unmonje y con ambas manos tomaba unapiedra. Su rostro no se veía y al parecerllevaba una máscara blanca deun animal.

—¿Quién eres? —preguntó el arqueólogo.

Pero el extraño no respondió a su pregunta, solo se acercóa él y le cedió de sus manos la piedra.Aquel la tomó y la observó sorprendido de toda la situación. Era unapieza común y corriente, de no muy gran tamaño.

—¡Y la muerte volverá a ser la vida! —dijo el extrañoretirándose y desapareciendo de vuelta en la niebla, igualcomo vino.

Akito estaba convencido de obtener lo que buscaba, la llevó consigo al auto que estaba cerca,donde quedaron todos los que murieron; nervioso y apurado arrancó y se fue de aquel maldito lugar.

1Espiral: La espiral esuno de los símbolos más antiguos y se encuentra entodos los continentes, habiendo jugado un papel fundamentalen el simbolismo desde su aparición en el arte megalítico.

Parece que en muchos lugaresrepresentaba el ciclo “nacimientomuerterenacimiento” así como al Sol, que secreía que seguía ese mismo ciclo, naciendocada mañana, muriendo cada noche y renaciendo a la mañanasiguiente.

Actualmente, la espiral también es empleada como símbolo para representar el pensamiento cíclico, endiversas propuestas filosóficas, espirituales, estéticasy tecnológicas, por lo que puede hablarse en rigorde cierto espiralismo o concepción espiralista, como refleja el arte del escultor canario Martín Chirino o el pintor cubano Ángel Laborde Wilson.

Espiral (s. f.).En Wikipedia. La espiral como símbolo. Recuperado el 16 de diciembre de 2013 de https://es.wikipedia.org/wiki/Espiral

Nuestra época en actualidad.

Hacíaverano en Japón, lagente caminaba las tumultuosas calles de la ciudad, sudando sus rostros. Cerca de la granTokio,en un barrio alejado poco pintoresco,una persona se dirigíaa un viejo templo, deno muy grandes dimensiones, con algunas paredes despintadas, loabrazaban grandes cedros y un jardín de lirios en la entrada. Alrededor había muchas hectáreas de parques muy bonitos que la gentepoblaba con actividades de relax, se veían jóvenes charlando,parejas, familias disfrutando el día. Columnas gruesas de madera descansaban sobre grandes piedras presentandoa las compuertas del monasterio, eran de un estilo japonés muy antiguo, sólidas, revestidascon un color rojo muyfuerte. En aquel portón un hombre era recibido por el comensaldel lugar.

—¡Oh,señor Fuyu! Bienvenido al templo. Hace mucho tiempo que usted no venía por estos lados, recuerde que nunca vamos a olvidar lasdonaciones que nos hizo una vez su abuelo y siempre vamos a estar agradecidos conese gesto.

—Muchas gracias, Inari. ¿Cómo van las cosas aquí?

Inari era un monje de cuarenta añosde edad, robusto y de una estatura pequeña, no tenía cabello por su religión y era notorio que se afeitaba toda la frente. Se acercó al visitante y envoz bajale habló:

—Muy bien, la reliquia delDios que nos dejó su abuelo está aquí en buenos manos, en un lugar seguro.

Fuyu a la vez era unhombre adinerado, llevabapuesto un buen saco de corte italiano, muyfino y corbata. Se sabía que eraun empresario muy importante en Japón.Tenía unos cincuenta años, poseedor de rasgos serios en su rostro, casi siempre.No le importaba nada ni nadie, simplemente cumplía sus metas por laavaricia.

—Mi abuelo nunca quiso que nadie supieradónde se encuentra esa reliquia y hastahoy nadie sabe de su verdadera existencia, pienso que siempre quiso conocer su verdadero valor… Por eso he venido hoy para hablar con usted, ya que quiero que me ayude a averiguar eso.Usted sabe que yo no soy religioso yno creo en los Dioses.

—Pues le aseguro, señor Fuyu, que no es una piezamuy cara, de todas formas, voy aintentar ayudarlo, justo estaba por organizar un ritual enhonor a un espíritu: Kitsune2.

—¿Por qué? ¿Usted cree que eso pertenece a esadeidad? —el hombre miró al monjecon duda.

—Cuandosu abuelo lo trajo aquí, nos contó laverdadera historia, pues dedicó suvida a esto, estudiándolo —relatabael monje.

Los dos entraron al templo y el monje siguióhablando:

—Siéntese, ¿gustaría de un té?, levoy a contar todolo que sé.

El templo con sus tejascurvadas distintivas mostraba un pasillo que presentaba al fondo una estatua, atrás del salón principal había una humilde casa de maderadonde vivía el religioso. El santuario teníauna casa de té que dividía estos espacios yun pozo de agua vistoso en el centro de un jardín interno.

Se ubicaron sentados frente afrente, en el hall de la casa de té, una mesa pequeña los separaba a ambos.

Soplaba un airecaliente que no pasaba desapercibido. El monje colocóla maciza pava sobre la mesa ysirvió el té a su conocido en un pocillo pequeño, luego, a sí mismo y comenzóa narrar:

—Muchos años atrás, antes de que el hombre dominara el fuego, existían Dioses. Ellos vinieron a la tierra y construyeron una ciudad de Luz. Crearon al hombre a su imageny semejanza, con un propósito, el cualrealmente aún se desconoce. Pasó el tiempo, el hombre se dio cuenta sobre unamaldad que poseían estos dioses e intentó echarlosde la ciudad que compartían y tomar el poder. Los Dioses, para protegerse crearon un espíritu, que sealimentaba de la sangre de los humanos. Aquel se volvió tan poderoso que pronto adquirióla fortaleza de un Dios, se convirtió en uno. Por esto, quienes lo crearon, lo condenaron y encerraron en una cárcel celestial. En el antiguo Egiptolo llamaron Anubis: “Dios de la muerte”, pero su abuelo usó otro nombre para él, lo llamo: Kitsune, el zorro. Lo importante de este relatoes que habla de un hombre elegido, que solo élpuede abrir la puerta de aquella cárcel celestial y dominar ala bestia.

—¿Usted quiere decir que los dos Dioses, el dela mitología egipcia y de la japonesa, sonel mismo?

—No lo sé...solo sé que los egipcios lo representaban en forma de un humano chacal y nosotroscon un zorro. En realidad, piensoyo, lo único que pueden tener en comúnestos dos es que son un animal en formade humano.

—¿Esta deidad tomaba sangre comosi fuese un vampiro, dijo usted? —Fuyu asombrado preguntaba a Inari.

—Así es… el relato no contienelos detalles claros del mito, todavía nopuedo entender cómo una cosa encaja a laotra, pero sí sé cómo invocarlo —afirmóel monje.

—¿Y cómose invoca? —ansioso Fuyu se acercóhacia al rostrodel monje.

—Lomás importante para realizar esta invocación es que necesitamos un sacrificio—con voz baja lecontestó.

—¿Unsacrificio? —preguntócon duda.

—Sí, un ser humano… sería un joven que esté al borde de la muerte, por ejemplo.

—¿Cómosería eso?

—Pienso quepodría ser un chico con alguna enfermedad terminal, que no se pueda curar yque esté en sus últimos días de vida. Es algopeligroso y hasta macabro —diciendo estoel monje se levantó y se acercó auna estantería donde se encontraba unviejo cuaderno de anotaciones.

Lo tomó y abrió leyendo:

—Aquí dice que la persona, quien estásiendo sacrificada, debe tomar el artefacto en su mano izquierda y levantarlo con dirección al cielo, derramandosu sangre, luego poner aquella pieza sobrela herida.

—¿Y eso es todo? ¿No hay palabras mágicas de invocación?

—Calculo que no, ya que no dice más que eso.

El hombre ansioso se levantó y reclamó en voz alta, fastidiado: —¡Tráigame ese objeto!

Inarise acercó a su estatua, la cual teníaforma de zorro y de un pequeño huecodebajo de ella sacó un bulto cubiertode un lienzo y lo puso sobre la mesa.Lentamente desenvolvió la tela que lo cubría y una piedra quedó totalmente expuesta hacia la luz.

—¿Una simple piedra? —con tono decepcionado dijo Fuyu mirando ala pieza.

—¡Sí, es todo lo que hay!

—¡Mmm, a ver, tráigame un martillo! —volvió a reclamar. El monje le alcanzó un martillo. Y se miraron, el uno al otro. —¡Vamos a ver que hay adentro de ella! —dijo Fuyu.

—¡NO! ¿Qué hace? ¡ESPERE! —gritó Inari yde repente se escuchó un golpe y la piedra se rompió en pedazos.

Al removerlos, los dos vieron algo brillante y redondo de un color plata,parecía una medalla.

Fuyu la tomó consu mano y la miró detenidamente. A primera vista, el tesoro era un simple pedazo de plata de un tamaño mediano que encajaba en la palma de la mano, no contenía ningún símbolo, ni dibujo, era de paredes lisas.

—¿Y dónde vamos a encontrar a esa personapara realizar el ritual? —preguntó elmonje mirando el brillo del misterioso cuerpo.

—Calculo que siempre habrá algún niño con alguna enfermedadterminal que no se puede salvar. Puedeser que sea algún huérfano y que no necesite a nadie…

—¿No le parece que no sería locorrecto?

—¡No! ¡Nosotros no vamosa cometer ningún crimen! Vamos a darle a una persona que ya no tiene ningún sentido de seguir con su vidauna oportunidad —diciendo esto el hombremiró por la ventana y contempló elhorizonte.

2Kitsune– la palabra japonesa kitsune significa zorro, animal que constituye un elemento de singular importancia en el folclore japonés, hasta el punto en que dicha palabra se utiliza tradicionalmente para nombrar a aquel espíritu del bosque con forma de zorro, cuya función clásica es la de proteger bosques y aldeas. Según el mitología japonesa, el zorro es un ser inteligente que posee habilidades mágicas, las cuales ve incrementadas con la edad y la adquisición de conocimientos. Por lo demás, la edad, la sabiduría y el poder de kitsune son también mayores a medida que aumenta el número de colas, siendo el más poderoso el kitsune de nueve colas.

Entre sus poderes más sobresalientes se encuentra la capacidad de adoptar la forma humana. El animal desempeña funciones de fiel guardián, amigo, amanteo esposo.

Como consecuencia de todos estos atributos mágicos, al kitsune se le ofrecen ofrendas como si fuera una deidad.

El origen histórico de este papel central del zorro en el folclore japonés está en su convivencia armónica con el del ser humano en Antiguo Japón, de la que se derivó un creciente corpus de leyendas alrespecto.

Kitsune (s.f.). En Wikipedia. Recuperado el 16 de diciembre de 2013 de https://es.wikipedia.org/wiki/Kitsune

Poco después, en alguna partede Rusia.

Enun nosocomio ruso, se escuchaban voces de muchos niños, el lugar albergaba a huérfanos o niños con problemas de diversas índoles y también contaban con un pabellón hospitalario.

Gastón estaba sentadoen el patio, tenía puesto auriculares yescuchaba música, era un chico dedoce años y de estatura media, muy flaco.Sus ojos grises en su rostro pálidoreflejaban tristeza y poco entusiasmo por la vida.Su pelo era corto de color castañoclaro y peinado al costado. Llevaba un pantalón corto y una remera roja.

Enfrente de él había otros chicos de aquel lugar, estaban jugando a la pelota, la cual sin querer cayóa su lado.

—¡Ey, tú, pásanos la pelota!—habló uno de ellos.

Gastón no escuchó a aquellos, peroal ver la pelota a su lado entendióque querían que la devolviera. Se acercó y la golpeó con su pie. Sugolpe fue suave y la pelota no llegó de donde provino.

—¿Quéte pasa? No sabes patear bien, ja, ja, ja.—Se rieron y se acercaron a él.

—¿A ver, qué estamos escuchando? —preguntóuno y sacó el reproductor de música de las manosde Gastón.

—¡Devuélvemelo, es el regalo que



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