El diario de Moscú - Walter Benjamin - E-Book

El diario de Moscú E-Book

Walter Benjamin

0,0

Beschreibung

La representación de enredos amorosos trágicos, ya sea en el cine o en el teatro, sería considerada propaganda contrarrevolucionaria. Solo queda la posibilidad de la comedia social satírica, cuyo objeto de burla sería fundamentalmente la nueva burguesía. La cuestión es si el cine, una de las armas más avanzadas de dominación imperialista de las masas, puede ser expropiado partiendo de esta base. En Rusia, es de máxima importancia adoptar una posición política extremadamente matizada. En Alemania, basta con un trasfondo político vago y genérico, aunque también sería necesario exigirlo allí. Método de escritura en Rusia: exponer un material extenso y de ser posible nada más. El nivel de educación del público es tan pobre que las formulaciones quedan incomprendidas. En cambio, en Alemania solo se exige una cosa: resultados. A nadie le interesa cómo se consiguen.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 285

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Acerca de Walter Benjamin

Walter Benjamin nació en Berlín en 1892. Estudió filosofía en Berlín, Friburgo, Munich y Berna y en 1920 se estableció en Berlín para trabajar como crítico literario y traductor. En 1928, la Universidad de Frankfurt rechazó su tesis doctoral, un estudio del drama barroco alemán titulado El origen de la tragedia alemana.

A lo largo de la década del 20, Benjamin construyó fuertes lazos de amistad con el escritor alemán Bertolt Brecht, defendiendo su concepto de “teatro épico”. En 1933, como consecuencia de la llegada de los nazis al poder, Benjamin se refugió en Francia, donde comenzó a escribir una obra monumental sobre Charles Baudelaire, que no llegó a terminar, y que fue publicada en 1973 con el título Charles Baudelaire: un poeta lírico en la era del gran capitalismo. Con la ocupación de Francia por los nazis er 1940, Benjamin intentó dirigirse Estados Unidos atravesando España pero al ser detenido en la frontera franco-española, se suicidó.

Página de legales

Benjamin, Walter, Diario de Moscú / Walter Benjamin. - 1a ed Ciudad Autónoma de Buenos Aires : EGodot Argentina, 2019. Libro digital, EPUB

ISBN 978-987-4086-70-91. Filosofía. I. Kuffer, Paula, trad. II. Título.CDD 190

ISBN edición impresa: 978-987-4086-65-5

Título originalMoskauer tagebuch

© 2019 Ediciones Godot

Traducción Paula KufferCorrección Hernán López WinneDiseño de tapa e interiores Víctor MalumiánIlustración de Walter Benjamin Juan Pablo Martínez

© Ediciones Godotwww.edicionesgodot.com.ar [email protected]/EdicionesGodotTwitter.com/EdicionesGodotInstagram.com/EdicionesGodotYouTube.com/EdicionesGodot

Ciudad Autónoma de Buenos Aires,República Argentina, marzo de 2019

Índice

Diario de Moscú

9 de diciembre

7 de diciembre

8 de diciembre

10 de diciembre

9 de diciembre

10 de diciembre

11 de diciembre

12 de diciembre

13 de diciembre

14 de diciembre (escrito el 15)

15 de diciembre

16 de diciembre

17 de diciembre

18 de diciembre

19 de diciembre

20 de diciembre

21 de diciembre

22 de diciembre

23 de diciembre

24 de diciembre

25 de diciembre

26 de diciembre

27 de diciembre

28 de diciembre

29 de diciembre

30 de diciembre

31 de diciembre

1 de enero

2 de enero

3 de enero

4 de enero

5 de enero

6 de enero

7 de enero

8 de enero

9 de enero

10 de enero

11 de enero

12 de enero

13 de enero

14 de enero

15 de enero

15 de enero (continuación)

16 de enero

17 de enero

18 de enero

19 de enero

20 de enero

21 de enero

22 de enero

23 de enero

24 de enero

25 de enero

26 de enero

27 de enero

28 de enero

29 de enero

30 de enero

31 de enero

1 de febrero

Lista de páginas

7

8

9

10

11

12

13

14

15

16

17

18

19

20

21

22

23

24

25

26

27

28

29

30

31

32

34

35

36

37

38

39

40

41

42

43

44

45

46

47

48

49

50

51

52

53

54

55

56

57

58

59

60

61

62

63

64

65

66

67

68

69

70

71

72

73

74

75

76

77

78

79

80

81

82

83

84

85

86

87

88

89

90

91

92

93

94

95

96

97

98

99

100

101

102

103

104

105

106

107

108

109

110

111

112

113

114

115

116

117

118

119

120

121

122

123

124

125

126

127

128

129

130

131

132

133

134

135

136

137

138

139

140

141

142

143

144

145

146

147

148

149

150

151

152

153

154

155

156

157

158

159

160

161

162

163

164

165

166

167

168

169

170

171

172

173

174

175

176

177

178

179

180

181

182

183

184

185

186

187

188

189

190

191

192

193

194

Hitos

Cover

Página de copyright

Índice de contenido

Contenido principal

Colofón

Notas al pie

Página de título

Diario de Moscú

9 DE DICIEMBRE

LLEGUÉ EL 6 DE diciembre. En el tren, por si no aparecía nadie en la estación, memoricé el nombre de un hotel y su dirección. (En la frontera, tras indicarme que no quedaban plazas en segunda clase, me hicieron pagar el suplemento de primera). Estuvo bien que nadie me viera salir del vagón cama. Aunque tampoco había nadie en el andén. No estaba especialmente molesto. Entonces me encontré de frente, mientras salía de la estación bielorrusa—báltica, con [Bernhard] Reich1. El tren llegó sin un solo segundo de retraso. Nos subimos a un trineo con las dos valijas. En esos días había comenzado a deshelar, hacía calor. Primero fuimos unos minutos por la calle Tverskaya, ancha y cubierta de nieve sucia resplandeciente, hasta que Asja [Lacis]2 nos saludó desde la vereda. Reich bajó y caminó unos pocos pasos hasta el hotel, nosotros fuimos en el trineo. Asja no estaba bonita, más bien tenía un aspecto salvaje bajo el gorro de piel rusa, y se le había ensanchado un poco el rostro al haber pasado tanto tiempo en cama. No nos quedamos en el hotel y tomamos un té en una de las llamadas confiterías cerca del sanatorio3. Yo hablé de Brecht4. Entonces Asja, que se había escapado durante el descanso, para pasar desapercibida, entró al sanatorio por una puerta lateral; Reich y yo fuimos por la escalera principal. Este fue mi segundo contacto con la costumbre de sacarse las galochas. El primero fue en el hotel, aunque solo dejamos las valijas en la recepción; nos prometieron que por la tarde tendríamos una habitación. La compañera de habitación de Asja, una trabajadora del textil corpulenta a la que conocí al día siguiente, todavía estaba fuera. Aquí pasamos unos minutos a solas bajo el mismo techo por primera vez. Asja me miraba con mucho cariño. Hubo una alusión a la conversación decisiva de Riga. Luego Reich me acompañó al hotel, comimos un poco en mi habitación, y después fuimos al Teatro Meyerhold5. Hacían el último ensayo de El inspector general6. A pesar de los intentos de Asja, no hubo manera de conseguir una entrada para mí. Así que caminé media hora calle arriba por la Tverskaya en dirección hacia el Kremlin y volví, deletreando con atención los carteles de las tiendas mientras caminaba con cuidado sobre el hielo. Luego volví a mi habitación muy cansado (y seguramente triste).

7 De Diciembre

Reich pasó a buscarme por la mañana. Recorrido: Petrovka (inscripción en la policía), Instituto Kameneva7 (plaza en el erudito instituto por un rublo y medio; allí hablé con el representante alemán del lugar, un pedazo de burro), luego fuimos por la avenida Herzen hasta el Kremlin, pasando por el malogrado mausoleo de Lenin hasta divisar la catedral de Isaac. Regreso por la Tverskaya cruzando el boulevard Tverskoi hasta la Dom Gerzena8, la sede de la organización de escritores proletarios, VAPP9 Un buen almuerzo, que el esfuerzo que me costó caminar por el frío no me permitió disfrutar mucho. Me presentaron a Kogan10 y me hizo un discurso sobre su gramática rumana y su diccionario ruso-rumano. Las historias de Reich, que el cansancio durante las largas travesías a menudo solo me permite seguir a medias, son de una vitalidad infinita, están repletas de testimonios y anécdotas, son afiladas y divertidas. Historias como la de un funcionario del fisco, que se va de vacaciones en Semana Santa y cual pope oficia la misa en su pueblo. Otra: la sentencia judicial contra la modista que mata a golpes a su marido alcohólico, y contra el hooligan que ataca a un estudiante y a una estudiante en la calle. Otra: la historia de la obra de Stanislawsky sobre la Guardia Blanca11, cómo al pasar por la censura solo una persona se fija en ella y la devuelve con una nota en la que dice que deben hacerse modificaciones. Unos meses después, tras incorporar los cambios, finalmente se representa ante la censura. Prohibición. Stanislawsky le dice a Stalin que está arruinado, había invertido todo su capital en la obra. Stalin considera que “no es peligrosa”. Estreno con la oposición de los comunistas, a los que aleja la milicia. Historia sobre la novela en clave que trata sobre el caso Frunze12, que supuestamente se somete a una operación contra su voluntad por orden de Stalin... Luego las noticias políticas: destitución de cargos dirigentes de la oposición. Del mismo modo: destitución de numerosos judíos, sobre todo de los cargos medios. Antisemitismo en Ucrania. Después del VAPP, completamente agotado, por primera vez voy solo a ver a Asja. El lugar no tarda en llenarse. Llega una letona que se sienta en la cama a su lado, luego Chestakoff13 con su esposa, entre estos últimos, por un lado, y Asja y Reich, por el otro, estalla la discusión más acalorada, en ruso, sobre la obra de MeyerholdEl inspector general. En el centro de la disputa, el uso de terciopelo y seda, catorce trajes para su esposa14; por cierto, la obra dura cinco horas y media. Después de comer viene a verme; Reich ya estaba ahí. Antes de marcharse, Asja cuenta la historia de su enfermedad. Reich la lleva de vuelta al sanatorio y luego vuelve. Yo estoy tumbado en la cama; él quiere trabajar. Pero tarda muy poco en interrumpirse y hablamos de la situación de los intelectuales, aquí y en Alemania; también sobre la técnica literaria actual en ambos países. También de las dudas de Reich sobre entrar al partido. Para él, el tema principal es el giro reaccionario del partido en cuestiones culturales. Los movimientos de izquierda, de los que se sacó provecho en la época del comunismo de guerra, fueron dejados de lado por completo. Solo recientemente (en contra de Trotski) los escritores proletarios recibieron reconocimiento estatal, aunque a su vez les dieron a entender que en ningún caso podrán contar con algún tipo de apoyo estatal. Y luego está el caso Lélevich:15 el proceso contra el frente cultural de izquierda. Lélevich escribió un tratado sobre el método de la crítica literaria marxista. En Rusia, es de máxima importancia adoptar una posición política extremadamente matizada. En Alemania, basta con un trasfondo político vago y genérico, aunque también sería necesario exigirlo allí. Método de escritura en Rusia: exponer un material extenso y de ser posible nada más. El nivel de educación del público es tan pobre que las formulaciones quedan incomprendidas. En cambio, en Alemania solo se exige una cosa: resultados. A nadie le interesa cómo se consiguen. De ahí que en los periódicos alemanes solo se destine un espacio ínfimo a sus ponentes; aquí los artículos de quinientas o seiscientas líneas no son algo excepcional. Hablamos sobre esto durante un buen rato. Mi habitación está bien calefaccionada y es amplia; es un lugar agradable para estar.

8 DE DICIEMBRE

Asja pasó a visitarme por la mañana. Le di los regalos y le mostré fugazmente mi libro con la dedicatoria16. La noche anterior había tenido taquicardias y no había dormido bien. También le mostré (y le regalé) la sobrecubierta del libro diseñada por Stone17. Le gustó mucho. Luego llegó Reich. Más tarde me acompañó al Banco Nacional a cambiar dinero. Allí hablamos brevemente sobre el padre de Neumann.

10 DE DICIEMBRE

Fui a la calle Petrovka pasando por un pasaje construido hace poco. En el pasaje se exponen objetos de porcelana. Pero Reich no se detiene. En la calle, donde está el Hotel Liverpool, veo las confiterías por segunda vez. (Aquí incorporo la historia de la visita a Moscú de Toller18, de la que oí hablar durante mi primer día. Lo recibieron con un despliegue increíble. Había carteles por toda la ciudad anunciando su llegada. Pusieron a su disposición un equipo de personal, traductoras, secretarias y mujeres atractivas. Se anuncian sus conferencias. Pero justo en ese momento tiene lugar en Moscú una reunión del Komitern. Entre los delegados alemanes se encuentra Werner19, el enemigo a muerte de Toller. Encarga o escribe un artículo en Pravda: Toller traicionó la revolución, es responsable del fracaso de una de las Repúblicas Soviéticas alemanas. Pravda incluye una pequeña nota de la redacción: disculpas, no lo sabíamos. Por eso Toller no es bienvenido en Moscú. Llega al lugar donde debe dar una conferencia anunciada con bombos y platillos: el edificio está cerrado. El Instituto Kameneva le informa: disculpas, la sala no estaba disponible hoy. (Se olvidaron de llamarlo por teléfono). Al mediodía voy otra vez a la WAP. La botella de agua mineral cuesta un rublo. Luego Reich y yo vamos a ver a Asja. Para animarla, aunque contra su voluntad, y también contra la mía, Reich prepara una partida de ajedrez en la sala de juegos del sanatorio. Sentado al lado de ella me siento como un personaje de una novela de Jacobsen20. Reich juega ajedrez con un viejo comunista famoso, un hombre que en la guerra o en la guerra civil perdió un ojo y que está completamente deteriorado y exhausto, como muchos de los comunistas de esa época, si es que todavía siguen con vida. Asja y yo regresamos a su habitación y poco después llega Reich para llevarme hasta Granovsky21. Asja nos acompaña un poco mientras bajamos por la calle Tverskaya. En una panadería le compro unos halvas y regresa. Granovsky es un judío letón de Riga. Es el creador de un tipo de teatro satírico, de gran carga antirreligiosa y en apariencia bastante antisemita, una parodia de las operetas. Tiene un aspecto muy occidental, se muestra un poco escéptico frente al bolchevismo y la conversación gira, principalmente, en torno al teatro y las cuestiones económicas. La charla deriva hacia las viviendas. Aquí se paga por metro. El precio del metro cuadrado se calcula en función del salario del inquilino. El precio del alquiler y de la calefacción se triplica si la persona ocupa más de trece metros cuadrados. No nos esperaban, de modo que no nos sirvieron una comida completa sino que improvisaron una cena fría. Discusión con Reich en mi habitación sobre la Enciclopedia22.

Sacha Stone. Diseño de tapa de Calle de mano única en su primera edición

9 DE DICIEMBRE

Por la mañana vino otra vez Asja. Le di algunas cosas y luego fuimos a pasear. Asja habló sobre mí. En Liverpool dimos la vuelta. Después me fui a casa, donde ya me estaba esperando Reich. Los dos trabajamos una hora; yo, en la redacción del artículo sobre Goethe. Más tarde fuimos al Instituto Kameneva para obtener un descuento en mi hotel. Luego fuimos a comer. Esta vez no fuimos al VAP. La comida era excelente, especialmente la sopa de remolacha. Más tarde pasamos por el Liverpool y hablamos con el dueño, un letón simpático. Hacía aproximadamente doce grados. Después de comer estaba bastante cansado y no pude ir a pie a ver a Lélevich, como era mi intención original. Hicimos una pequeña parte del trayecto en coche. Luego pasamos por un extenso terreno de jardines o parques, donde había varios complejos habitacionales. Al final de todo había una hermosa casa de madera blanca y negra, allí dentro, en el primer piso, se encontraba la vivienda de Lélevich. Al entrar nos cruzamos con Besmensky23, que justo se estaba yendo. Subimos por una escalera de madera empinada y detrás de una puerta se encontraba la cocina con fuego abierto. Después había un vestíbulo rústico que estaba repleto de abrigos, luego otro ambiente que aparentemente era una alcoba que llevaba al estudio de Lélevich. Es difícil describir su apariencia. Es bastante alto, vestía una camisa rusa azul y se movía poco (el cuarto era pequeño y estaba lleno de gente, por eso no podía levantarse de la silla que estaba frente a su escritorio). Tiene un aspecto físico raro, su cara es alargada con superficies anchas y sin articulaciones definidas. Su barbilla es muy larga, nunca había visto a ninguna persona con una tan larga, y casi no tiene hendidura, salvo la de Grommer24 cuando estaba enfermo. Parecía estar muy tranquilo, pero se le notaba el peso extenuante del silencio característico de los fanáticos. Le hizo varias preguntas a Reich sobre mí. Enfrente, sobre la cama, había dos personas sentadas, una de ellas era una mujer joven y muy bella, vestida con una blusa negra. Aquí solo estaban reunidos miembros de la oposición literaria que querían pasar las últimas horas con él antes de su partida. Se había solicitado su mudanza a otra ciudad. Primero se le había ordenado ir a Novosibirsk. “Usted necesita”, le dijeron, “no una ciudad que ya tiene en sí un campo de acción reducido, sino una gobernación entera”. Pero logró evitarlo y finalmente se optó por enviarlo a Sarátov, a 24 horas de Moscú, para que estuviera “a disposición del partido”, sin saber si tendrá que trabajar allí como redactor, vendedor de una cooperativa estatal de producción o haciendo quién sabe qué. Su mujer se quedó la mayor parte del tiempo en la habitación de al lado con otras visitas; es una persona que irradia mucha energía y armonía al mismo tiempo; es menuda con la contextura física típica del sur de Rusia. Lo va a acompañar los primeros tres días. Lélevich es optimista como los fanáticos. Lamenta que no va a poder escuchar el discurso que Trotski va a dar mañana frente a la Internacional Comunista para apoyar a Zinóviev, y piensa que el partido está a punto de dar un giro sustancial.25 Cuando nos despedimos en el vestíbulo le dije un par de palabras amables a través de Reich. Después fuimos a ver a Asja. Tal vez esta fue la primera vez que jugamos al dominó. A la noche querían venir a visitarme Reich y Asja, pero solo vino Asja. Le di regalos: una blusa y un pantalón. Conversamos. Me di cuenta de que básicamente ella no se olvida de nada de lo que nos concierne. (Por la tarde me dijo que me veía bien, que no era cierto que me encuentro en una crisis). Antes de que se fuera le leí la parte de las arrugas26 de Calle de mano única. Después la ayudé a ponerse las galochas. Reich llegó cuando estaba durmiendo, a medianoche, y me contó las novedades para que se las transmitiera a Asja a la mañana siguiente para tranquilizarla. Ya había comenzado con los preparativos de su mudanza. Vive con un loco y las cuestiones relativas a la vivienda, que ya son complicadas de por sí, ahora se tornaron insoportables.

10 DE DICIEMBRE

Por la mañana vamos a ver a Asja. Las visitas por la mañana están prohibidas, así que hablamos un minuto en el vestíbulo. Vuelve de su primer baño de ácido carbónico y le sentó muy bien. Luego fuimos al Instituto Kameneva. Se suponía que el documento que necesito para que me hagan una rebaja en el hotel iba a estar listo, pero no. En cambio, en la antesala, el señor desocupado y la joven señorita discutían extensamente sobre cuestiones teatrales. Se supone que mañana me va a recibir la propia Kameneva y están intentando conseguirme entradas para el teatro esta noche. Por desgracia, para el teatro de opereta no quedan. Reich me lleva hasta el VAPP; me quedo ahí dos horas y media con mi gramática rusa; luego vuelve a aparecer con Kogan para ir a almorzar. Por la tarde hago una breve visita a Asja. Se peleó con Reich por el tema de la vivienda y me echa. Leo Proust en mi habitación mientras como mazapán. Por la tarde voy al sanatorio, me encuentro con Reich en la entrada, que estaba yendo a comprar cigarrillos. Esperamos unos minutos en el pasillo, luego aparece Asja. Reich nos lleva hasta el tranvía y vamos al estudio musical27. Nos recibe el administrador. Nos muestra una carta de felicitación, en francés, de Casella28, nos acompaña por todas las habitaciones (mucho antes de que empiece, el vestíbulo está lleno de gente, que viene directamente desde el trabajo), nos muestra la sala de conciertos. En el vestíbulo hay una alfombra muy llamativa y nada bonita. Seguramente se trata de una Abusson muy cara. En las paredes cuelgan cuadros antiguos auténticos (uno no tiene marco). Aquí, como también en el vestíbulo oficial del Instituto de Relaciones Culturales Internacionales, hay muebles de gran valor. Nuestros asientos están en la segunda fila. Hoy se representa La novia del zar29, de Rimski-Kórsakov, la primera ópera que Stanislavsky presentó recientemente. Conversación sobre Toller, que si Asja lo acompañó, que si él quería regalarle algo y ella eligió el cinturón más barato que encontró, que si él hacía comentarios estúpidos. Durante una de las pausas salimos al vestíbulo. Pero hubo tres. Son demasiado largas y Asja se cansa. Conversación sobre el pañuelo ocre italiano que lleva. Le digo que se siente incómoda conmigo. En la última pausa, el administrador se acerca a nosotros. Asja habla con él. Me invita a la próxima obra (Eugen Onegin)30. Al salir, es difícil acceder al guardarropas. Hay dos empleados del teatro que en mitad de la escalera hacen un cordón para controlar el torrente de gente en los diminutos guardarropas. Volvemos a casa del mismo modo como fuimos al teatro, en un tranvía sin calefacción con las ventanas empañadas por el hielo.

11 DE DICIEMBRE

Un poco sobre la signatura de Moscú. Los primeros días me impresiona sobre todo la dificultad para acostumbrarse a caminar por las calles cubiertas de hielo. Tengo que prestar tanta atención a cada paso que no puedo mirar mucho alrededor. Mejoró un poco cuando Asja me compró unas galochas (ahora cuando escribo es 12 de diciembre). No fue tan difícil como Reich suponía. Los edificios de uno o dos pisos caracterizan la arquitectura de la ciudad. Le dan el aspecto de una ciudad de veraneo; cuando uno los mira siente una doble sensación de frío. A menudo están pintados de colores de tono pálido: de rojo, sobre todo, pero también de azul, amarillo (y, como dice también Reich), verde. La vereda es especialmente angosta, son tan tacaños con el suelo como despilfarradores con el espacio aéreo. Además, alrededor de las casas se junta tanto hielo que una parte de la vereda queda inservible. Tampoco la calzada está claramente delimitada: la nieve y el hielo igualan los distintos niveles de la calle. A menudo uno se encuentra con los cordones frente a las tiendas estatales; hay que hacer fila para conseguir manteca y otros productos necesarios. Hay un montón de tiendas y aun más de tenderos que no tienen más que una cesta con manzanas, mandarinas o maníes. Las mercancías se encuentran debajo de una manta de lana, y encima colocan uno o dos ejemplares para que queden a la vista. Abundancia de panes y otros productos de panadería: panes de todos los tamaños, pretzels, y, en la pastelería, tortas muy seductoras. Edificios fantásticos o flores construidas con azúcar glaseado. Ayer por la tarde estuve con Asja en una pastelería. Servían tazas de crema. Ella pidió una con merengue, yo tomé café. Nos sentamos en el centro de la sala, en una pequeña mesa uno frente al otro. Asja me recordó mi intención de escribir contra la psicología y yo me volví a dar cuenta de que mi capacidad para dedicarme a tales temas depende de mi contacto con ella. En cualquier caso, no pudimos alargar la hora de la que dispusimos en el café como nos habría gustado. No me fui del sanatorio a las cuatro, sino a las cinco. Reich quería que lo esperáramos, no estaba seguro de si tenía una reunión. Al final nos fuimos. Miramos escaparates en la calle Petrovka.

Tienda Torgsin situada en la calle Petrovka

Me llamó la atención una tienda espléndida de artículos de madera. Le pedí a Asja que me comprara una pipa pequeña. Volveré más adelante a buscar juguetes para Stefan y Daga31. Tienen esos huevos rusos que se meten uno dentro del otro y animales tallados en una hermosa madera blanda. En otro escaparate vimos encajes rusos y pañuelos bordados en los que se ven flores congeladas, que las campesinas tejen imitando las que hay en sus ventanas. Esto fue durante nuestro segundo paseo. Asja vino a buscarme por la mañana, primero escribió a Daga y después, como hacía buen tiempo, salimos a dar un paseo por la calle Tverskaya. De regreso, nos detuvimos delante de una tienda que tenía velas navideñas. Asja hizo algún comentario. Después fuimos al Instituto Kameneva con Reich. Por fin conseguí mi descuento para el hotel. Querían que fuera directamente desde allí al teatro a ver Cemento32. Luego Reich pensó que era mejor idea ir a una representación en casa de Granovsky, porque Asja quería ir al teatro y seguramente Cemento le habría resultado demasiado conmovedora. Pero después de prepararlo todo, Asja no se sentía muy bien, así que yo fui por mi cuenta y ella y Reich fueron a mi habitación. Era una obra en tres actos, de los cuales los dos primeros eran poca cosa, pero el tercero, una asamblea de rabinos, una especie de coro cómico con melodías judías, era mucho mejor, aunque no pude seguir el argumento; estaba muy cansado después de todo el día y en las pausas infinitas me quedé dormido varias veces. (Reich pasó esa noche en mi habitación). Aquí se me encrespa mucho el cabello.

12 DE DICIEMBRE

Por la mañana Reich y Asja fueron a pasear. Luego vinieron a verme (todavía no me había acabado de vestir). Asja se sentó en la cama. Me puso muy contento ver cómo deshacía mis valijas y ponía orden; se quedó con un par de corbatas que le gustaron. Luego me contó que de pequeña devoraba libros de literatura rosa. Escondía los pequeños cuadernos entre los libros del colegio para que su madre no los viera, pero un día un volumen encuadernado de Lauraacabó en manos de su madre. En otra ocasión, salió en mitad de la noche para ir a buscar a casa de una amiga el siguiente tomo de una novelucha. El padre de la chica abrió la puerta totalmente sorprendido, le preguntó qué quería y al darse cuenta del lío que había armado le respondió que en realidad ni ella misma lo sabía. Al mediodía almorzamos con Reich en un restaurante en un pequeño sótano. La tarde en el sanatorio desierto fue insoportable. Asja sigue cambiando todo el tiempo entre el tú y el usted. No estaba bien. Luego caminamos hasta la Tverskaya. Después, Asja y Reich mantuvieron una discusión muy dura, y Reich dejó claro que su intención era centrarse en los asuntos rusos y cortar todos sus lazos alemanes. Por la tarde, Reich y yo estuvimos solos en mi habitación: yo estudié la guía y él escribió la recensión de El inspector general. En Moscú no hay camiones, ni coches comerciales, etcétera. Tanto para las compras más pequeñas como para los grandes envíos usan trineos diminutos o izovozchik.

13 DE DICIEMBRE

Por la mañana me dedico a mejorar mi sentido de la orientación en la ciudad y voy a dar un largo paseo por el interior de los bulevares hasta el Correo y vuelvo por la plaza Lubianka hasta Dom Herzena. Resolví el misterio del hombre del tablero con el alfabeto: estaba vendiendo letras para poner en las galochas y evitar la confusión entre unas y otras. Durante el paseo, volvió a sorprenderme la gran cantidad de tiendas de adornos para los árboles de Navidad, que también había visto por todas partes en la Amskaya Tverskaya una hora antes, cuando había salido a dar una vuelta con Asja. A menudo, tras los cristales de los escaparates, los adornos tienen un aspecto aun más resplandeciente que en el árbol. Mientras estábamos caminando con Asja por la Amskaya Tverskaya, nos cruzamos con un grupo de komsomols marchando al son de la música. Esta, como la música de las tropas soviéticas, parece una combinación de silbidos y letra. Asja me habló de Reich. Me pidió que le llevara el último número de Pravda. Por la tarde, fuimos a ver a Asja y Reich nos leyó su reseña preliminar de la obra de MeyerholdEl inspector general. Es muy buena. Mientras él dormía (previamente) en la silla de la habitación, yo le leí a Asja algunos fragmentos de Calle de mano única.

Durante mi largo paseo matinal, hubo otra cosa que me llamó la atención: las mujeres del mercado, las campesinas, que están junto a sus cestas llenas de mercancías (a veces también tienen un trineo, que en invierno aquí usan como cochecito para los niños). En las cestas hay manzanas, caramelos, nueces, muñecos de azúcar medio escondidos bajo una tela. Te imaginas a una abuela amorosa que antes de salir de casa buscó todo lo que tenía a mano para soprender a su nieto. Lo empaquetó y salió a la calle, y ahora está haciendo un pequeño alto en el camino. Volví a ver al chino que vende flores de papel como las que le traje a Stefan de Marsella. Pero estos animales de papel más bien tienen la forma de peces exóticos procedentes de las profundidades marinas. También hay hombres con cestas llenas de juguetes de madera, trenes y espadas; los trenes son amarillos y rojos, las palas de los niños, amarillas o rojas. Hay quien se pasea cargando al hombro fardos con veletas de colores. La confección de estos objetos es más sencilla y robusta que en Alemania, se puede apreciar claramente su origen campesino. En una esquina encontré a una mujer que vendía adornos para árboles. Las bolas de cristal, amarillas y rojas, resplandecían bajo el sol, era como una cesta encantada de manzanas, cada una de ellas desprendía un rojo y un amarillo distintos. Aquí también hay una relación más directa que en cualquier otro lugar entre la madera y el color. Se puede ver tanto en los juguetes más vulgares como en los esmaltes más elaborados. Hay algunos mongoles en el muro de Kitai Gorod33. El invierno en su país seguramente no es menos crudo que este y sus pieles no son peores que las de los autóctonos. Pero sí son los únicos que, debido al clima, inspiran compasión. Están a menos de cinco pasos de distancia los unos de los otros y venden portafolios de cuero; la mercadería de todos ellos es idéntica. Tiene que haber algún tipo de organización detrás de todo esto, porque no es serio que se presten a una competencia tan inútil. Aquí, como en Riga, los rótulos de las tiendas están pintados en un bonito estilo antiguo. Unos zapatos se caen de la cesta, un pomerano sale corriendo con una sandalia en la boca. Delante de un puesto de comida turco, hay dos carteles suspendidos con unos hombres sentados a la mesa que llevan feces decorados con medialunas. Asja tiene razón cuando dice que el pueblo quiere ver representada en todas partes, también en los anuncios, una acción concreta. Pasamos la tarde con Reich en casa de Illés34. Luego llegó el director del Teatro de la Revolución35, que el 30 de diciembre llevará a escena el estreno de la obra de Illés. El director es un antiguo general del Ejército Rojo36, que tuvo un papel decisivo en la derrota de Wrangel y en dos ocasiones apareció nombrado en las órdenes de Trostki. Después cometió un error político que estancó su carrera, y como antes había sido un hombre de letras, le dieron el cargo de director en el teatro, que no le exije mucho trabajo. Parece bastante tonto. La conversación no fue precisamente animada. Y yo, por recomendación de Reich, fui muy precavido en mis palabras. Se habló de la teoría estética de Plejánov37. La habitación tiene pocos muebles, entre los que destaca una cama infantil desvencijada y una bañera. El niño todavía estaba despierto cuando llegamos, lo mandaron a acostar entre gritos, pero no se durmió durante el tiempo que estuvimos allí.

14 DE DICIEMBRE (ESCRITO EL 15)

Hoy no veré a Asja. En el sanatorio la situación es cada vez más complicada; ayer por la tarde solo le dieron permiso para salir después de largas negociaciones y hoy por la mañana no pasó a recogerme tal y como habíamos acordado. Teníamos intención de ir a comprar la tela para su vestido. Estoy aquí desde hace solo una semana y ya tengo muchas dificultades para verla, por no hablar de verla a solas. Ayer por la mañana irrumpió con violencia, excitada, apabullando más que apabullada, como suele ser el caso, como si tuviera miedo de pasar un minuto en mi habitación. La acompañé a la oficina de una comisión a la que la habían convocado. Le conté algo de lo que me había enterado la noche anterior: que Reich espera conseguir una plaza de crítico teatral en una revista muy importante. Fuimos por la calle Sadovaya. Yo dije muy poco, y ella habló muy animada de su trabajo con niños en el centro. Escuché por segunda vez la historia sobre uno de los niños a su cuidado, que le reventó el cráneo a otro. Es curioso, pero solo ahora puedo entender esta historia tan simple (que podría haber tenido consecuencias nefastas para Asja; sin embargo, los médicos estaban convencidos de que el niño se salvaría). Me sucede a menudo: no presto mucha atención a lo que dice porque estoy observándola atentamente. Ella siguió desarrollando su idea: hay que separar a los niños en grupos, porque no hay manera de mantener ocupados a los más salvajes —ella los llama los más dotados— si están con el resto. Se aburren con las cosas que entretienen a los niños normales. Y es evidente que Asja, como ella misma dice, tiene más éxito con los niños más salvajes. Asja también me habló de lo que está escribiendo, tres artículos para el diario comunista letón que se publica en Moscú: el diario llega a Riga por vericuetos ilegales y a ella le beneficia mucho que la lean allí38. La oficina de la comisión se encuentra donde se cruzan el boulevard Strasnoi y la calle Petrovka