El dragón de fuego - Edith Nesbit - E-Book

El dragón de fuego E-Book

Edith Nesbit

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Beschreibung

El dragón de fuego presenta la historia de Sabrinetta, una princesa que vivía en una gran torre a prueba de dragones, y de un príncipe terriblemente malvado que se lo había arrebatado todo. La historia de un corazón de piedra y un corazón de oro. Pero también aparecerán hipopótamos con un collar con su nombre y dirección, y cerdos que obedecen siempre los carteles que indican "no pisar el césped"... Antes de comenzar a leer, permitidme una pregunta: ¿alguien tiene una botella a prueba de dragones?

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Seitenzahl: 30

Veröffentlichungsjahr: 2020

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El dragón de fuego

o

el corazón de piedra y

el corazón de oro

La princesa, pequeña y pálida, se despertaba siempre en su cama, también blanca y pequeña, cuando los estorninos empezaban su parloteo con la luz gris perla de la mañana. Tan pronto el bosque empezaba a desperezarse, subía corriendo descalza la escalera de caracol hasta la cima de la torre y, vestida aún con su camisón blanco, les lanzaba besos con las manos al sol, al bosque y al pueblo aún somnoliento. «¡Buenos días, mundo hermoso!», saludaba.

A continuación, bajaba corriendo los fríos peldaños de piedra y se ponía su falda corta, su gorra y su mandil, dispuesta a enfrentarse a las tareas de la jornada. Barría las habitaciones y preparaba el desayuno, lavaba los platos y fregaba las ollas, y si hacía todo esto era porque se trataba de una princesa de verdad. De todos aquellos que la habían servido, solo una persona le seguía siendo fiel, su vieja aya, que la había acompañado en la torre toda su vida. Y ahora, que estaba mayor y débil, la princesa ya no la dejaba trabajar, sino que se ocupaba ella misma de las tareas, mientras su aya se sentaba tranquilamente a coser. Lo hacía porque era una princesa de verdad: su cutis era como la leche y su pelo como el lino, y tenía un corazón de oro.

Se llamaba Sabrinetta. Su abuela había sido Sabra, que se había casado con san Jorge tras matar este al dragón, y el país le pertenecía por derecho real: los bosques que se extendían hacia las montañas, las ondulantes colinas que bajaban hasta el mar, los hermosos campos de maíz, trigo y cebada, los olivares y los viñedos, y el pequeño pueblo también, con sus torres y sus torretas, sus empinados tejados y extrañas ventanas, al abrigo de la hondonada que se abría ante los remolinos del mar y a espaldas de las montañas, blancas como la nieve y sonrosadas a la luz del amanecer.

Pero, tras la muerte de su padre y su madre, el reino había quedado, hasta que ella fuese mayor, al cuidado de su primo, un príncipe terriblemente malvado que se lo había arrebatado todo. Los demás también lo habían imitado, por lo que ya no le quedaba ninguna de sus posesiones, excepto la gran torre a prueba de dragones que su abuelo, san Jorge, había construido. Tampoco le quedaba ninguno de los que tendrían que haber sido sus sirvientes, excepto la bondadosa aya.

Y este fue el motivo por el que Sabrinetta fue la primera persona en todo el país en divisar el prodigio.

Muy temprano, mientras en el pueblo todos dormían como troncos, subió corriendo los peldaños de la torre y se asomó sobre los campos. Al otro lado se encuentra una acequia teñida de verde por los helechos y un seto de rosas con sus espinas, que limitan con el bosque. Y mientras Sabrinetta se encontraba en la torre vio que algo se agitaba y se retorcía en el seto, y luego algo muy brillante y reluciente que salía arrastrándose entre los helechos de la acequia y volvía a entrar. Apareció apenas un minuto, pero lo vio con total claridad.

—Dios mío, qué criatura tan curiosa, reluciente y brillante —se dijo—. De ser más grande, y si no supiese que desde hace muchos años ya no existen los monstruos fantásticos, lo habría tomado por un dragón.

La criatura, fuese lo que fuese, sí que se parecía bastante a un dragón, aunque era demasiado pequeña; en realidad, recordaba más a un lagarto, aunque en ese caso era demasiado grande. Tenía más o menos el tamaño de una de esas alfombrillas que se extienden ante una chimenea.