El holograma esotérico - H. P. Blavatsky - E-Book

El holograma esotérico E-Book

H. P. Blavatsky

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Dentro de este libro podemos encontrar una serie de artículos de Madame Blavatsky, quien, con mucha dedicación, quiere hacer entendernos el origen del Mundo y del hombre. Tomando elementos importantes de la ciencia, lleva a un plano espiritual la evolución de todo el cosmos; lo visible y lo invisible, lo que creemos y no creemos. La filosofía de la Teología nos desprende del conocimiento básico que tenemos sobre la religión, sus dioses, sus aliados y jerarquías celestiales; para enseñarnos un bien común, una misma raíz de la cual todo el Universo proviene, y ese Único Ser que nos envuelve. Sé uno más de los estudiantes de la doctrina que H. P. Blavatsky imparte, y aprende un conocimiento que nos ayudará a trascender más allá de este cuerpo y tiempo.

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El holograma esotérico

El holograma esotérico (2021)H. P. Blavatsky

D. R. © Editorial Lectorum, S. A. de C. V., 2021 Batalla de Casa Blanca, Manzana 147-A, Lote 1621 Col. Leyes de Reforma, 3a. SecciónC. P. 09310, México D. F.Tel. 5581 3202 www.lectorum.com.mx [email protected]

Primera edición: junio 2021 ISBN: En trámiteD. R. © Portada: Angélica Carmona Bistráin D. R. © Imagen de portada: Shutterstock®Características tipográficas aseguradas conforme a la ley.

Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización escrita del editor.

Índice

Primera carta

Segundo mensaje

Tercer mensaje

Cuarto mensaje

Último mensaje

La clasificación de los "principios"

Reclasificación de los principios

El principio vital

Prólogo

Notas esotéricas

Carta CXV

Carta CXVI

Carta CXVII

Carta CXVIII

Carta CXIX

Carta CXX

Notas cosmológicas de un libro manuscrito de Sinnett

La muerte Por el difunto Eliphas Levi

Satán

La doctrina secreta y su estudio

Prefacio

Proemio

Resumen

Extractos de un comentario privado, hasta la fecha secreto:

Extracto de Isis sin Velo que abre la sección de “Notas Preliminares” en La doctrina secreta

Notas preliminares

Conclusión

Evolución cósmica

Antropogénesis en el volumen secreto

Primera carta

1888

A William Q. Judge,

Secretario General de la Sección Americana de la Sociedad Teosófica.

Mi queridísimo hermano y cofundador de la Sociedad Teosofica:

Al dirigirte esta carta (que pido la puedas leer en la reunión que se llevará a cabo el 22 de Abril), primero debo presentar mis más calurosas felicitaciones y los más buenos augurios a los delegados allí reunidos, a los buenos compañeros de nuestra Sociedad y a ti, el corazón y el alma de ese cuerpo en América; al cual, varios estuvimos para darle vida en 1875. Desde entonces, has quedado solo para preservar esa vida a través del bien y del mal. En 1888, la Sociedad Teosófica debe su existencia en gran parte, si no es que enteramente, a ti. Quiero agradecértelo por primera, y quizá por última vez, públicamente y del fondo de mi corazón, que sólo late por esta causa que representas y firves tan fielmente. En esta importante ocasión, recuerda que mi voz es sólo el débil eco de otras más sagradas, y la que transmite la aprobación de aquellos cuya presencia está viva en más de un verdadero corazón teosófico; y, como yo sé, en el tuyo. Que la Sociedad reunida pueda sentir el saludo de manera tan sincera e intensa como se ofrece; y que cada miembro presente se beneficie de las bendiciones enviadas, si siente que las merece.

Últimamente, en Estados Unidos, la Teosofía se ha hecho presente entre varias personas, marcando el momento inicial de un ciclo de la Sociedad Teosófica en Occidente. El curso que ahora han asumido se adapta, de manera admirable, a la expansión más amplia del movimiento, estableciendo, sobre una base firme, una organización que, mientras promueve sentimientos de simpatía fraternal, unidad social y solidaridad, deja amplio espacio a la libertad individual y a la práctica de la causa común: ayudar a la humanidad.

El crecimiento de los centros de reunión, deberían ser el eje de sus mentes y cada uno debería esforzarse por ser un centro de trabajo en sí mismo. Cuando el desarrollo de uno mismo haya alcanzado un cierto punto, atraerá, naturalmente, a aquellos con quienes están bajo la misma influencia. Se formará un núcleo donde se reunirán otras personas, y formarán un centro del cual irradiará la información y la influencia espiritual, hacia el cual confluyen influencias más elevadas.

Sin embargo, es importante que ningún individuo establezca un tipo de liderazgo o régimen papal dentro de la Teosofía, ya que esto sería letal y sus frutos siempre han sido fatales. Somos todos estudiantes compañeros, más o menos adelantados. Sin embargo, ningún miembro de la Sociedad Teosófica debería considerarse, en la mejor de las hipótesis, más que un maestro, y un estudiante a la vez, sin ningún derecho a dogmatizar.

Desde que se fundó la Sociedad, ha sobrevenido un marcado cambio en el espíritu de la edad. Los que nos encomendaron fundar esta asociación, previeron esta oleada de influencia trascendental que ahora está creciendo rápidamente y que siguió a la del mero fenomenalismo. Incluso las publicaciones espiritistas están eliminando, gradualmente, los fenómenos y las maravillas, reemplazándolas con la filosofía. La Sociedad Teosófica estuvo a la cabeza de este movimiento; pero, no obstante que las ideas Teosóficas hayan entrado en cada desarrollo o forma que la espiritualidad despertada haya asumido; aún, a la Teosofía pura y simple le espera una ardua batalla para ser reconocida. Los días pasados se han ido y nunca volverán; muchos son los Teósofos que han aprendido gracias a la amarga experiencia, prometiendo, entonces, no hacer de la Sociedad un “club de milagros.” En todas las edades, los pusilánimes han pedido señales y maravillas. Cuando no se cumplió con este ruego, dejaron de creer. Estos son los que jamás comprenderán la Teosofía pura y simple. Sin embargo, entre nosotros, hay otros cuya realización intuitiva les induce a constatar que el reconocimiento de la Teosofía pura, la filosofía de la explicación racional de las cosas y no las doctrinas, es de importancia vital en la Sociedad, siendo la única capaz de suministrar el faro necesario para guiar a la humanidad a lo largo de su verdadero sendero.

Esto no se debería olvidar nunca, ni se debería soslayar el siguiente hecho. En el día en que la Teosofía haya cumplido su misión más santa e importante: la de unir firmemente un grupo de seres humanos de todas las naciones en amor fraterno y dedicados a un trabajo altruista puro sin motivos egoístas, sólo entonces, la Teosofía se elevará más allá de cualquier hermandad humana nominal. Esto será, verdaderamente, una maravilla y un milagro, para cuya realización la Humanidad está esperando vanamente por los últimos 18 siglos y que, hasta la fecha, ninguna asociación ha logrado cumplir.

En Teosofía, la ortodoxia no sólo no es posible, es algo que no debería desearse. La diversidad de opiniones, dentro de ciertos límites, mantiene a la Sociedad Teosófica como un organismo vivo y sano, a pesar de sus muchos aspectos desagradables. Si no fuese también por un caudal de incertidumbres en las mentes de los estudiantes de Teosofía, estas divergencias necesarias serían imposibles y la Sociedad degeneraría en una secta en la cual un credo distorsionado y estereotipado supliría al espíritu vivo de la verdad y de un conocimiento en constante ascenso.

Cuando las personas estén preparadas para recibir la Teosofía, se impartirán nuevas enseñanzas teosóficas. Sin embargo, no se divulgará más de lo que pueda beneficiar al mundo en su presente nivel espiritual. Ulteriores enseñanzas dependerán de la diseminación de la teosofía, es decir: la asimilación de lo que ya se ha enseñado.

Debemos tener presente que la Sociedad Teosófica no fue formada para convertirse en una producción acelerada de ocultistas, como una industria para la producción de adeptos. Su institución se proponía detener la corriente materialista, los fenómenos espiritistas y el culto a los muertos. Debía guiar el despertar espiritual ahora incipiente, sin gratificar los anhelos psíquicos, que son simplemente otra forma de materialismo. Desde luego, la palabra “materialismo” no indica sólo una negación antifilosófica del espíritu puro, un materialismo en la manera de comportarse y de actuar: brutalidad, hipocresía y, sobre todo, egoísmo; sino que incluye, también, los frutos de un escepticismo en todo, excepto en las cosas materiales y tal escepticismo ha crecido enormemente en el siglo pasado, conduciendo a algunos a la creencia ciega de la materialización del Espíritu.

La tendencia de la civilización moderna es una reacción hacia el animalismo, un desarrollo de esas cualidades que conducen al ser humano al éxito en la vida, como un animal en la lucha por la existencia animal. La Teosofía trata de desarrollar la naturaleza humana en el ser humano, además de la animal, sacrificando el animalismo excesivo que la vida moderna y las enseñanzas materialistas han desarrollado a un grado que es anormal para el ser humano en este estadio de su progreso.

No todos los seres humanos pueden ser ocultistas, sin embargo, todos pueden ser teósofos. Muchos, que jamás han oído hablar de la Sociedad Teosófica, son teósofos sin saberlo; ya que la esencia de la teosofía es la armonía perfecta entre lo divino y lo humano en cada individuo, el equilibrio de sus cualidades y aspiraciones divinas y su supremacía sobre las pasiones terrestres o animales. Sus aspectos axiales son la bondad, la ausencia de todo resentimiento o egoísmo, la caridad, la buena voluntad para todos los seres y la justicia perfecta para todas las personas y para uno mismo. Aquel que enseña la teosofía predica el evangelio de la buena voluntad y aquel que predica el evangelio de la buena voluntad, enseña la Teosofía.

Este aspecto de la Teosofía siempre recibió reconocimiento, debido y pleno, en las páginas del Path, una revista acerca de la cual la Sección Americana tiene el derecho de estar orgullosa. Es un instructor y un poder; y el hecho que este tipo de periódico se produzca y se apoye en los Estados Unidos, expresa un elogio elocuente de su editor y de sus lectores.

A América se le debe felicitar también por el aumento actual de sus sucursales o logias. Es una señal que, en lo referente a lo espiritual, y también a lo temporal, la gran República Americana es muy apta para la independencia y la autoorganización.

Los fundadores de la Sociedad desean que cada sección, tan pronto como se fortalezca lo suficiente para governarse a sí misma, se independice tanto como sea compatible con su lealtad a la Sociedad en su totalidad y a la Gran Hermandad Ideal, cuyo grado formal más bajo está representado por la Sociedad Teosófica.

Aquí en Inglaterra, la Teosofía está despertando a una nueva vida. Las calumnias y las invenciones absurdas de la Sociedad para la Investigación Psíquica, casi la han paralizado, aunque por un breve lapso; y el ejemplo de América ha animado a los teósofos ingleses a una actividad renovada. La revista Lucifer ha sonado el toque de alborada y el primer fruto ha sido la fundación de la Sociedad de Imprenta Teosófica. Esta Sociedad es importante ya que ha emprendido el trabajo muy necesario de derrumbar la barrera del prejuicio y de la ignorancia que ha constituido un obstáculo muy grande para la Teosofía. Actuará como agencia de reclutamiento para la Sociedad, distribuyendo, ampliamente, la literatura elemental sobre el tema, entre los que están, de alguna forma, preparados a prestarle atención. La correspondencia que ya hemos recibido, muestra que está suscitando interés en el tema, probando que en cada ciudad inglesa existe un número suficiente de teósofos para formar grupos o logias, bajo la carta de la Sociedad. Pero, actualmente, estos estudiantes no saben de la existencia recíproca, y muchos de ellos nunca han oído hablar de la Sociedad Teosófica hasta ahora. Estoy profundamente satisfecha de la gran utilidad de esta nueva Sociedad compuesta, en amplio grado, por miembros de la Sociedad Teosófica y guiada directamente por teósofos prominentes como tú, mi querido hermano, William Q. Judge, Mabel Collins y la Condesa Wachtmeister.

Estoy segura de que, cuando se entienda la verdadera naturaleza de la Teosofía, se desvanecerá el prejuicio contra ella, que ahora es, desdichadamente, muy prevaleciente. Los teósofos son, necesariamente, los amigos de todos los movimientos para el mejoramiento de la condición humana en el mundo, ya sean intelectuales o simplemente prácticos. Somos los amigos de todos los que luchan contra la ebriedad, la crueldad perpetrada a los animales, la injusticia ejercida sobre las mujeres, la corrupción social y gobernativa, aunque no nos inmiscuimos en la política. Somos los amigos de los que practican la caridad, tratando de aliviar un poco la carga onerosa de la miseria que está aplastando a los pobres. Sin embargo, en calidad de teósofos, no podemos empeñarnos, de manera particular, en ninguna de estas grandes obras. Como individuos podemos hacerlo pero, como Teósofos, nos incumbe un trabajo más amplio, más importante y mucho más arduo. La gente dice que los teósofos deberían mostrar su verdadera esencia y que “el árbol se reconoce por los frutos”. Nos instan a que, si abriéramos moradas para los desamparados y centros donde pudiesen alimentarse, las personas empezarían a creer que la Teosofía es importante. Sin embargo, estos individuos se olvidan que los teósofos, como tales, son pobres; y que los Fundadores son más pobres que todos. Además, uno de ellos, la humilde escritora de estos renglones, no posee propiedad alguna y debe trabajar duro por su pan de cada día, cuando encuentra el tiempo entre sus deberes teosóficos. La función de los teósofos consiste en abrir los corazones, las mentes y la comprensión a la caridad, la justicia y la generosidad, atributos que pertenecen, especialmente, al reino humano y serán naturales en la humanidad cuando haya desarrollado las cualidades de un ser humano. La Teosofía enseña al hombre–animal a ser un hombre–humano. Una vez que la humanidad haya aprendido a pensar y a sentir como los verdaderos seres humanos piensan y sienten, actuará de forma humana y todos cumplirán, espontáneamente, obras caritativas, justas y generosas.

Ahora bien, en lo referente a La doctrina secreta, para cuya publicación algunos de ustedes me han instado amable y cordialmente hace tiempo, estoy muy agradecida por el apoyo sincero y por la manera en que se han expresado. El manuscrito de los primeros tres volúmenes está listo para la prensa y su publicación se ha pospuesto debido a la dificultad de encontrar los fondos necesarios. A pesar de que no lo haya escrito con fines lucrativos, desde que dejé Adyar, debo vivir y pagar para mantenerme en este mundo. Además, la Sociedad Teosófica necesita dinero urgentemente para muchos propósitos y siento que no estoy justificada en tratar La Doctrina Secreta como traté Isis sin Velo. De mi trabajo anterior he recibido, personalmente, sólo unos centenares de dólares, a pesar de que se hayan publicado nueve ediciones. Bajo estas circunstancias, me estoy esforzando en econtrar los medios para asegurar la publicación de este nuevo título en términos mejores; aquí en Londres se me ofrece casi nada. Entonces, mis queridísimos hermanos y colaboradores en las tierras transatlánticas, deben perdonar mi dilación sin culparme, pues depende de las condiciones desdichadas que me rodean.

Me gustaría volver a visitar Estados Unidos algún día; si mi salud me lo permite lo haré. Se me ha invitado calurosamente para que me establezca en su gran país, que amo tanto por su noble libertad. También el coronel Olcott me insta, muy intensamente, para que regrese a la India, donde está luchando, casi a solas, la gran y ardua batalla por la causa de la Verdad. Sin embargo, siento que mi deber está en Inglaterra y con los teósofos occidentales, donde, por el momento, se debe librar la batalla más extrema contra el prejuicio y la ignorancia. No obstante, aunque me encuentre en Inglaterra o en la India, una gran parte de mi corazón, y gran parte de mi esperanza para la Teosofía, yacen con ustedes en los Estados Unidos, donde la Sociedad Teosófica fue fundada y de cuyo país estoy orgullosa de ser ciudadana. Pero ustedes deben recordar que, si bien existan sucursales locales de la Sociedad Teosófica, no pueden existir teósofos locales; y como todos ustedes pertenecen a la Sociedad, así yo pertenezco a todos ustedes.

Dejaré que mi querido amigo y colega, el coronel Olcott, les diga sobre la condición del asunto en la India, donde todo parece favorable, según se me informa; pues no tengo duda alguna que también él haya enviado sus buenos deseos y felicitaciones a su Convención.

Mientras tanto, mi querido hermano distante, acepta mis deseos más calurosos y sinceros para el bienestar de las Sociedades y de ti mismo. Y mientras que transmites a tus colegas la expresión de mis respetos fraternos, asegúrales que, cuando les leas estos renglones, si estoy viva, me encontraré en espíritu, alma y pensamiento entre todos ustedes.

Siempre tuya, en la verdad de la gran causa por la cual todos estamos trabajando:

Helena P. Blavatsky
Londres, 3 de Abril de 1888.

Segundo mensaje

1889

Amigos y hermanos teósofos:

7 de Abril, 1889

A ustedes, ahora reunidos una vez más en la Convención, les envío mis saludos y mis deseos más cordiales para que este Congreso resulte ser más exitoso que el anterior.

Hemos entrado en el décimo cuarto año desde que fundamos la Sociedad Teosófica en Nueva York; la cual, con una persistencia constante y una fuerza indomable, ha continuado su desarrollo entre las circunstancias adversas, la aprobación y la crítica. Nos encontramos en el último año de nuestro segundo periodo septenario, por lo tanto es conveniente, y justo, que todos examinemos la posición que hemos asumido.

En India, bajo el cuidado del coronel Olcott, las sucursales siguen formándose y, donde quiera que el presidente dé una conferencia, o haga una visita, es seguro que surgirá un nuevo centro de interés. Sus visitas, gracias al espíritu que lo anima, son como la lluvia para el suelo sediento y seco; las flores y la hierba florecen lozanas por haber sembrado la semilla de la vegetación sana. Ahora está visitando Japón, donde fue invitado por una delegación poderosa, e influyente, para que diera conferencias sobre Teosofía y Buddhismo, a un pueblo que desea ardientemente adquirir la civilización occidental y, según parece, ésta sólo se puede obtener por la adopción suicida del Cristianismo como religión nacional. ¡Ay, descuidan su religión nacional y natural a favor de un desarrollo parasítico y de la civilización occidental con sus (presuntas) bendiciones!

En verdad, la generación actual de japoneses es como la Grecia altiva ante Troya: “Nos ufanamos por ser mucho mejores que nuestros padres”.

Me he enterado, con decepción, que aunque se haya planeado una gira de conferencias en América, por parte del coronel Olcott, después de su visita a Japón, no pudo realizarse.

Aquí en Inglaterra, hemos trabajado duro, encarando y superando algunas dificultades; sin embargo, al igual que las cabezas de la Hydra, los obstáculos parecen multiplicarse a cada paso. Con todos estos problemas, una voluntad férrea y una devoción tenaz a nuestra gran causa, deben derrumbar, y derrumbarán, cada barrera, hasta que la corriente de la verdad irrumpa, arrastrando toda dificultad en su aluvión tumultuoso. Que el karma acelere la llegada de este día.

En el caso de América, su Karma nacional ha traído a la Teosofía a su casa. Muchos de ustedes son receptivos a la vida del alma, al aspecto psíquico de la naturaleza. Mientras la vida altruista no parece considerarse un ideal muy elevado, cuando se trata de ponerlo en práctica. Es natural que la Teosofía encuentre un nicho en muchos corazones y en muchas mentes y que suscite una armonía que resuene, tan pronto como alcance los oídos de los que están dispuestos a escuchar. En este caso, es su trabajo elevar la antorcha de la libertad del alma de la verdad, para que muchos la vean, beneficiándose de su luz.

Por eso la ética teosófica es más necesaria para la humanidad que los aspectos científicos de los hechos psíquicos humanos y de la naturaleza.

Con tales condiciones favorables para la Teosofía, como las que se encuentran en América, es natural que su Sociedad creciera rápidamente, dando nacimiento de una sucursal tras otra. Mientras la organización para la difusión de la Teosofía se amplía, debemos tener presente la necesidad de consolidación. La Sociedad debe crecer proporcionalmente y no demasiado rápido, para que no le suceda lo que ocurre con ciertos niños, que crecen excesivamente a menoscabo de su fuerza y, por ende, llega un momento de dificultad y peligro en el cual el crecimiento natural se detiene, para impedir el sacrificio del organismo. Este es un hecho real en el desarrollo de los seres humanos y debemos estar alerta para que el “niño más grande”, la Sociedad Teosófica, no sufra por la misma causa. Ya en el pasado, el desarrollo se detuvo en relación a los fenómenos psíquicos y todavía puede llegar un momento en que se arruinen, de manera análoga, los cimientos morales y éticos de la Sociedad. Lo que se puede hacer para prevenir algo similar, es que cada miembro de la Sociedad convierta la Teosofía en un factor viviente en su vida, haciéndola real, integrando firmemente los principios teosóficos en su existencia; en pocas palabras: que haga la Teosofía propia y que trate a la Sociedad Teosófica como si fuera sí mismo. El corolario de lo siguiente es la necesidad para la solidaridad entre los miembros de la Sociedad; la adquisición de tal sentimiento de identidad con cada uno de nuestros hermanos, pues, un ataque a uno de ellos es un ataque a todos. Entonces, consolidados y unidos en tal espíritu de hermandad y amor, no nos hará falta un punto de apoyo ni una palanca, como en el caso de Arquímedes, para levantar al mundo.

Necesitamos toda nuestra fuerza para encarar las dificultades y los peligros que nos rodean. Tenemos enemigos externos, a quienes combatir, en la forma de materialismo, prejuicio y obstinación; los enemigos disfrazados en la costumbre y las formas religiosas; enemigos demasiado numerosos para enumerarlos, pero tan densos como las nubes de arena que el viento Siroco levanta en el desierto. ¿Acaso no precisamos de toda nuestra fuerza contra estos enemigos? Sin embargo, existen enemigos más insidiosos quienes asumen nuestro nombre en vano, haciendo de la teosofía una palabra ridiculizada en las bocas de los hombres y de la Sociedad Teosófica, un blanco al cual tirar basura. Denigran a los teósofos y a la Teosofía, convirtiendo la ética moral en una capa con la cual cubrir sus objetivos egoístas. Y como si esto no fuera suficiente, existen los peores enemigos, los que vienen del mismo hogar: los teósofos desleales con la Sociedad y consigo mismos. En realidad, nos encontramos en medio de enemigos. Ante nosotros y a nuestro alrededor se extiende el “Valle de la Muerte” y debemos acometer a nuestros enemigos directamente si queremos vencer en la batalla. A la caballería, constituida de hombres y caballos, se le puede entrenar para que galope como si fuera un hombre en una acometida en el plano terrestre. ¿No deberíamos luchar y ganar la batalla del alma, pugnando en el espíritu del Ser Superior, para ganar nuestra herencia divina?

Echemos, por un momento, una mirada retrospectiva al camino recorrido. Como ya dijimos, tuvimos que mantenernos firmes contra los espiritistas, en el nombre de la verdad y de la ciencia espiritual. No me estoy refiriendo a los estudiantes del verdadero saber psíquico ni a los espiritistas iluminados, sino al orden ínfimo de los amantes de los fenómenos, los adoradores ciegos de fantasmas ilusorios de los muertos. Hemos luchado contra ellos por el bien de la verdad y también por el del mundo que ellos estaban extraviando. Lo reitero: nunca se ha librado una “batalla” contra los verdaderos estudiantes de las ciencias psíquicas. El año pasado, el profesor Coues se ocupó de hacer clara nuestra posición en su discurso a la sociedad occidental para la investigación psíquica. Expuse, de manera clara, la importancia real de los estudios psíquicos, haciendo un excelente trabajo en subrayar las dificultades, los peligros y, sobre todo, las responsabilidades de su búsqueda. Como él mostró, no sólo existe una similitud entre estas investigaciones y la producción de explosivos peligrosos, especialmente en manos inexpertas, sino que los experimentos se conducen sobre, con y por medio de, un alma humana, como dijo verídicamente el profesor. El experimentador, si no se ha preparado atentamente mediante un curso de estudio largo y especial, pone en riesgo, no sólo el alma del médium, sino la suya. Los experimentos hipnóticos y mesméricos actuales, son experimentos de magia negra inconsciente, si no es que consciente. El camino que conduce a tal destrucción está abierto, amplio y muy fácil de encontrar. Y muchos son los que, no sabiendo, se encaminan hacia su destrucción. La cura práctica de esto yace sólo en el curso de estudio que he mencionado anteriormente. Parece muy simple, pero es profundamente difícil, pues el remedio es el “altruismo”, la tónica de la Teosofía y la cura para todos los males. Esto es lo que los verdaderos Fundadores de la Sociedad Teosófica promueven como su primer objetivo: la hermandad universal.

Por lo tanto, la Sociedad Teosófica, aún siendo sólo un grupo de altruistas nominales, debe luchar contra todos los que, bajo su estandarte, tratan de obtener los poderes mágicos a fin de usarlos para sus fines egoístas a costa de los demás.

Muchos se han unido a la Sociedad sólo por curiosidad. Estaban en pos de los fenómenos psíquicos y, sin embargo, mantenían su actitud recalcitrante de abandonar, mínimamente, sus placeres y hábitos para obtenerlos. Ellos, muy a menudo, se alejaron con las manos vacías. La Sociedad Teosófica jamás ha sido, ni jamás será, una escuela de ritos teúrgicos promiscuos. Sin embargo, existen docenas de pequeñas Sociedades ocultas que hablan con soltura de la magia, del ocultismo, de los rosacruces, de los adeptos, etc., las cuales profesan mucho, hasta la entrega de la clave del Universo, sin embargo terminan con conducir a los seres humanos a una calle sin salida, en lugar de la “Puerta de los Misterios.” Estos son unos de nuestros enemigos más insidiosos. Bajo el disfraz de la filosofía de la Religión–Sabiduría, logran elaborar una jerga mística que es eficaz por el momento, permitiéndoles, gracias a la ayuda de un poco de clarividencia, extraviar a los aspirantes a lo oculto con tendencias místicas e ignorantes, conduciéndolos, como ovejas, adonde ellos quieren. Un ejemplo de esto es la H.B de L. de mala reputación y el ahora famoso G. N. K. R. ¡Ay! de aquellos que tratan de convertir una filosofía noble en un antro para la inmoralidad repugnante, la codicia por un poder egoísta y el lucro, bajo el disfraz de la Teosofía. El karma los alcanzará cuando menos lo esperen. ¿Es posible, para nuestra Sociedad, asistir a esto y ser respetada, a menos que sus miembros estén preparados, en el futuro, a encararlo todo como si fueran un solo hombre y lidiar con tales calumnias hacia ellos mismos, como teósofos, y tales caricaturas viles de sus ideales más elevados, como los han transformado estos dos impostores?

Sin embargo, para que podamos efectuar este trabajo en beneficio de nuestra causa común, debemos subsanar todas las diferencias personales privadas. Muchos son los miembros enérgicos de la Sociedad Teosófica que desean trabajar duro, pero el precio a pagar por su asistencia es que todo el trabajo se haga, exclusivamente, como ellos quieren. Si no cumplimos con sus deseos, se sumergen en la apatía o abandonan la Sociedad Teosófica, exclamando, de manera enfática, que ellos son los únicos teósofos verdaderos. O, si deciden quedarse, se dedican en encumbrar su método de trabajo menospreciando al ajeno. Esto es un hecho, pero no es Teosofía. En tal caso, resultará que el desarrollo de la Sociedad muy pronto se escindirá en varias sectas, tantas como hay líderes, y tan irremediablemente fatuas como las 350 y más sectas cristianas que existen actualmente, sólo en Inglaterra. ¿Es esta perspectiva algo que anhelar para la Sociedad Teosófica? ¿Es esta “separatividad”, coherente con el altruismo unido de la hermandad universal? ¿Es ésta la enseñanza de nuestros nobles maestros? Hermanos y hermanas de América, en sus manos está decidir si esto se cumplirá o no. Ustedes trabajan y trabajan duro; sin embargo, a fin de trabajar apropiadamente en nuestra gran causa, es necesario olvidar todas las diferencias de opiniones personales con respecto a la realización del trabajo. Que cada uno de nosotros trabaje conforme a su método, sin tratar de imponer sus ideas a los demás. Recuerden cómo el iniciado Pablo avisó a sus corresponsales en contra de la actitud de separatividad que asumieron en los primeros días de la iglesia cristiana: “soy Pablo, Yo, de Apolos”; y traigamos beneficio de tal advertencia. La Teosofía es, esencialmente, antisectaria y trabajar en su favor abre la puerta de la vida interior. Sin embargo, nadie puede cruzar su umbral si no está movido por el espíritu de hermandad más elevado y verdadero. Toda otra tentativa para entrar será fútil o se pulverizará en el umbral.

Pero el karma reconciliará todas nuestras diferencias de opinión. Se llevará una cuenta rigurosa de nuestro trabajo efectivo y los “salarios” ganados se depositarán en nuestro crédito. Sin embargo, se llevará una cuenta igualmente rigurosa del trabajo que cada uno, inducido por resentimientos personales, puede haber hecho para impedir que su vecino cumpliera con el suyo. ¿Acaso piensas que es algo inconsecuente obstruir la fuerza de la Sociedad Teosófica, representada en la persona de cualquiera de sus guías, impidiendo llevar a cabo el trabajo asignado a la Sociedad? Entonces, es seguro que existe un poder kármico tras la Sociedad, el cual equilibrará la cuenta por la obstrucción provocada; y aquel que se opone a ese poder con su personalidad insignificante, para que el trabajo asignado no se lleve a cabo, es un incauto y un ignorante.

Por lo tanto, la union hace la fuerza y las diferencias personales deben disolverse en el trabajo unido en favor de nuestra gran causa.

Ahora bien, ¿cuál ha sido nuestro trabajo durante el año pasado? Aquí hemos organizado la Sección Británica de la Sociedad Teosófica con la ayuda, y bajo las órdenes del presidente fundador, el coronel Olcott. En lugar de una logia, se han formado sucursales locales más pequeñas, las cuales, por lo tanto, tienen un mayor poder para el trabajo, reuniéndose con más facilidad. Es probable que ya estén enterados de lo que se ha efectuado en la India; y han oído hablar o conocen lo que se ha cumplido en su Sección y cuánto ha aumentado su fuerza.

En lo referente a nuestros medios para difundir el conocimiento, en occidente tenemos las revistas Lucifer, Path y los folletos de la Sociedad Teosófica de imprenta. Todos estos nos han relacionado con numerosas personas cuya existencia, de otra manera, desconoceríamos. Por lo tanto, son todos necesarios para la causa, así como lo es la tentativa de influenciar la mente pública valiéndonos de la prensa. Siento decir que varios colaboradores del Lucifer han dejado tanto la revista como la Sociedad a causa, precisamente, de tales diferencias personales como las aludidas anteriormente; y ahora están antagonizando no sólo a mí, personalmente, sino al sistema de pensamiento que la Sociedad Teosófica inculca.

A causa de un sentimiento personal contra el coronel Olcott, la revista francesa Loto se ha separado, también, de la Teosofía; sin embargo, acabamos de fundar La Revista Teosófica para que reemplace al Loto en París. Yo soy la editora y la gerente es la Condesa d’Adhemar, una señora americana amada y respetada por todos los que la conocen; además, es amiga de nuestro hermano, el doctor Buck.

Como muchos de ustedes saben, hemos formado la Sección Esotérica. Entre otras cosas, sus miembros han dado una promesa de trabajar a favor de la Teosofía bajo mi dirección. Mediante tal Sección hemos logrado obtener alguna solidaridad en nuestro trabajo común; formar un grupo de resistencia fuerte contra las acometidas del mundo externo que quiere lastimarnos, contra el prejuicio dirigido a la Sociedad Teosófica y contra mí, personalmente. Mediante esta Sección se puede efectuar mucho para anular el daño perpetrado al trabajo de la Sociedad en el pasado, facilitando, ampliamente, su trabajo futuro.

Sin embargo, estaría dispuesta a cambiar su nombre, porque los escándalos de Boston han desacreditado, totalmente, el adjetivo “esotérico”. Esta es una cuestión a considerar posteriormente.

Así, ya les he enumerado nuestros enemigos principales: el prejuicio público y la obstinación empedernida de un mundo materialista; la fuerte “personalidad” de algunos de nuestros miembros; la falsificación de nuestros propósitos y nombre por charlatanes amantes del dinero y, sobre todo, la deserción de amigos, un tiempo devotos, que ahora se han convertido en nuestros enemigos más viscerales.

Las palabras que se atribuyeron a Jesús en los Evangelios, entrañan mucha sabiduría. Hemos sembrado nuestras semillas. Algunas han caído a márgenes, los oídos indiferentes; otras en un terreno pedregoso, donde crece en un momento de entusiasmo y después muere marchitándose porque no tiene raíces. En otros casos, las “espinas” y las pasiones de un mundo materialista sofocan el desarrollo de un buen fruto que muere, si yuxtapuesto a “los cuidados de la vida y los engaños de las riquezas”. ¡Ay!, la semilla de la Teosofía encuentra un terreno fértil y florece lozana sólo en pocas personas.

Sin embargo, nuestra unión es, y siempre será, nuestra fuerza, si conservamos nuestro ideal de hermandad universal. El antiguo: “con este signo ganarás”, debería ser nuestro santo y seña; ya que bajo su sagrada égida prevaleceremos.

Ha llegado el momento de despedirnos. Mis palabras pasarán al olvido, pero ciertos párrafos entresacados de las cartas que los Maestros escribieron son indelebles por ser la representación de la Teosofía práctica más elevada. Voy a traducirlos para ustedes:

“Que el fruto del buen karma no sea su motivación; ya que nada, bueno o malo, puede acontecer que muchos otros no compartan, en cuanto su karma, bueno o malo; es uno y la propiedad común de toda la humanidad. Por lo tanto, si su intención es egoísta, puede engendrar sólo un efecto doble: bueno o malo y, o anulará sus acciones o éstas beneficiarán a otro ser humano”.

“No existe felicidad para quien piensa constantemente en el ser personal, olvidándose de todos los otros seres”.

“El universo gime bajo el peso de tal acción (karma) y sólo el karma del autosacrificio puede aliviarlo. ¿Cuántos, entre ustedes, han ayudado a la humanidad a llevar la carga más diminuta, para que se consideren teósofos? ¡Oh, hombres occidentales, que les gustaría desempeñar el papel de salvadores de la humanidad, cuando ni siquiera pueden dejar de matar a un mosquito porque su picadura los amenaza! ¿Les gustaría ser partícipes de la sabiduría divina o ser verdaderos teósofos? Entonces, compórtense de manera análoga a los Dioses cuando se encarnan. Sientan los vehículos de toda la humanidad, el género humano como parte de ustedes y actúen en conformidad”.

Estas son palabras doradas, ¡que podrán asimilarlas! Esta es la esperanza de quien se considera, en la forma más sincera, la hermana y la servidora devota de todo seguidor verdadero de los maestros de teosofía.

Fraternalmente suya,

Helena P. Blavatsky.

Tercer mensaje

1890

Hermanos teósofos y colaboradores:

El nuevo ciclo que se ha abierto para la Teosofía ya está comenzando a ser fructífero. El adelanto del movimiento durante el año pasado es más marcado que anteriormente; pero, mientras esto nos anima, es también un recordatorio de que se está acercando el momento de la cosecha, al cual le sucede el invierno con sus tempestades. Por lo tanto, a pesar de que felicite a todos ustedes, mis colaboradores sinceros y activos por nuestra noble causa, y especialmente mi querido colega W. Q. Judge, debo instarles a que incrementen sus esfuerzos en lugar de relajarlos.

Al considerar, retrospectivamente, el año que acaba de transcurrir, ustedes se han percatado de cuanto se ha realizado mediante el poder de la unión y de la devoción altruista al trabajo. Durante 1888 y 1889, sólo seis nuevas sucursales se han formado en América; mientras que, en el año pasado, se han organizado 15 sucursales más; de misma forma, en proporción, los números de la Sociedad han crecido de manera más rápida. Lo que es aún más importante, es el cambio de ánimo entre los miembros, en lo referente a la Sociedad y a su trabajo, cuyas señales no son escasas. Los doce meses pasados han presenciado más actividad en el verdadero trabajo teosófico: el esfuerzo por ayudar a los demás, que cualquier año anterior en la historia de la Sociedad en Occidente. Existen señales visibles, aunque afloran sólo gradualmente, las cuales nos indican que sus miembros están, finalmente, despertándose de su apatía, dedicándose al trabajo con ardor para practicar el primer principio de la verdadera Teosofía: la hermandad universal. Se están percatando, gradualmente, del deber de ayudar a los demás, así como ellos han sido ayudados, difundiendo, entre todos, un conocimiento de las verdades balsámicas y vitales de la Teosofía. El esfuerzo por enviar los folletos está recibiendo un apoyo constante, más trabajadores están dando su asistencia voluntaria y los fondos están llegando para realizar el trabajo con mayor eficacia y ardor. Las sucursales de la costa del Pácifico han puesto el ejemplo al emprender esta tarea como trabajo de sucursal de manera sistemática y organizada; y se debe elogiar la entrega devota de estos trabajadores. Enviamos nuestra gratitud también a todos los miembros sinceros en América que han respondido de manera tan noble y generosa a mi ruego de ayuda para continuar la publicación de la revista Lucifer. Mis agradecimientos más profundos se dirigen a cada uno de ellos personalmente; y el fruto de sus esfuerzos madurará en el curso futuro de la revista.

Durante el año pasado, en Inglaterra, la Sociedad Teosófica y su trabajo ha crecido rápidamente, extendiéndose mucho. Nuestra causa ha obtenido dos adherentes nobles y devotos, cuyos nombres han sido prominentes por largos años, en relación con todo esfuerzo por auxiliar verdaderamente a la humanidad que sufre; estoy hablando de Annie Besant y de Herbert Burrows. Con ellos, nuestro movimiento en occidente ha ganado exponentes capaces, tanto con la pluma como con el lenguaje. Han llenado, de alguna manera, la profunda necesidad, sentida desde hace tiempo, de oradores que pudiesen colocar la Teosofía en su verdadera luz ante un gran público; y yo, especialmente, le debo mucho a Annie Besant por su asistencia individual y cooperación en la organización de la revista Lucifer.

Aquí, en los últimos doce meses, se han formado nuevas ramas, un amplio número de miembros se ha unido a nuestras filas, mientras el cambio de tono de la prensa, las cartas y los artículos frecuentes sobre la Teosofía, hacen evidente el crecimiento del interés general al respecto. El interés en Londres es tan intenso, que nos vimos obligados a construir una gran sala de reunión en la nueva sede central, adonde nos trasladaremos en agosto para las reuniones semanales de la Logia Blavatsky, ya que nuestro antiguo lugar es demasiado pequeño para acoger el número de visitantes que viene a las reuniones.

La visita prolongada del coronel Olcott en Inglaterra ha auxiliado mucho nuestro trabajo. Sus conferencias en Inglaterra y en Irlanda han suscitado la formación de nuevas sucursales y su ejemplo e influencia han contribuido positivamente bajo todo aspecto. Para mí, su presencia ha sido un gran placer y una gran satisfacción; además, la fuerza añadida cuando los “dos Fundadores” estaban juntos, otra vez, cerca el uno del otro, ha repercutido en todo aspecto de nuestro trabajo. Con gran dolor le he visto partir para la India sin que pudiera visitar América, como había prometido; pero la Sociedad en oriente lo necesita más y la muerte de Powell hizo imperativo su regreso inmediato. Aunque no haya conocido a Powell personalmente, no puedo no rendirle un caluroso tributo de gratitud en su memoria por el espléndido trabajo cumplido en favor de la Sociedad y por la nobleza de su completa abnegación para servir a la humanidad. Dos trabajadores de aquí, Bowels Daly y E. D. Fawcett, han acompañado al coronel Olcott en su regreso a la India, y estoy segura que la presencia de estos dos caballeros en Adyar será muy útil para mi amado colega, nuestro presidente Fundador.

Gran parte de estos resultados se deben a la fuerza que se ha agregado y, sobre todo, al espíritu desarrollado de solidaridad que la organización de la Sección Esotérica ha infundido en la Sociedad Teosófica. A los miembros de esa Sección les digo: vean y percátense de los grandiosos resultados realizados por quienes son verdaderamente sinceros y unidos altruistamente, a fin de trabajar en favor de la humanidad. Que el resultado de este año les muestre, con señales inequívocas, la responsabilidad importante que les incumbe, no sólo hacia la Sociedad, sino hacia la humanidad entera. Por lo tanto, no relajen, ni por un instante, sus esfuerzos, acérquense más, hombro a hombro, cada día. Estén unidos como si fueran un solo hombre, pase lo que pase, que haga buen tiempo o tempestad, y la victoria de la causa a la cual han dado su promesa solemne será cierta. Si se esmeran, al unísono con su ser superior, sus esfuerzos fructificarán en el bien y así ocurrirá para la Sociedad, para ustedes y para la humanidad. Los años futuros mostrarán un crecimiento constante y sano, una organización fuerte y unida, un instrumento durable, confiable y eficaz en mano de los maestros. Una vez unidos en solidaridad real, en el verdadero espíritu de hermandad universal, ningún poder podrá derrumbarles, ningún obstáculo podrá impedir su progreso y ninguna barrera detendrá el adelanto de la Teosofía en el siglo venidero.

Ya hemos dicho lo suficiente acerca del pasado. Que el aliento que procede de los resultados cumplidos durante el año transcurrido, nos induzca a realizar mayores esfuerzos, obrando con más intensidad. Que todos sientan que tras de la Sociedad Teosófica se encuentra un poder que nos infundirá la fuerza necesaria para mover el mundo, si sólo nos uniéramos y trabajáramos como si fuéramos una mente y un corazón. El único requisito que los maestros nos piden es que cada uno haga lo mejor que puede y, sobre todo, que cada uno se esfuerce, verdaderamente, para sentirse uno con todos sus compañeros de trabajo. Lo que se necesita no es un acuerdo pasivo sobre cuestiones intelectuales o una unanimidad imposible en lo que concierne a todos los detalles del trabajo; sino que una sincera devoción procedente del corazón para nuestra causa, la cual inducirá a cada uno a ayudar a su hermano lo mejor que pueda, para efectuar el trabajo en favor de la causa; ya sea que concuerden o no en el método exacto para llevar a cabo esta obra. El único individuo que yerra completamente en su método, es aquel que nada hace. Cada uno puede y debería cooperar con los demás, cohesionándose en un amplio espíritu de amistad sentida en el corazón, a fin de fomentar el trabajo para llevar la Teosofía al hogar de todo ser humano en el mundo.