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"El loco" de Gibran Khalil es una obra maestra del pensamiento filosófico y espiritual. A través de una serie de reflexiones poéticas y profundas, el autor nos invita a explorar las verdades más profundas de la vida y el ser humano. La prosa del autor es hermosa y cautivadora, y su mensaje es tan relevante hoy como lo fue cuando se escribió. Es un libro imprescindible para aquellos que buscan reflexionar y conectarse con su espiritualidad.
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Seitenzahl: 35
Veröffentlichungsjahr: 2021
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El loco (1918)Khalil Gibran
Editorial CõLeemos Contigo Editorial S.A.S. de [email protected]ón: Diciembre 2021
Imagen de portada: RawpixelTraducción: Benito RomeroProhibida la reproducción parcial o total sin la autorización escrita del editor.
Me preguntas cómo...
Dios
Amigo mío
El espantapájaros
Las sonámbulas
El perro sabio
Los dos eremitas
Dar y recibir
Los siete yo
Guerra
La zorra
El rey sabio
Ambición
El nuevo placer
El otro idioma
La granada
Las dos jaulas
Las tres hormigas
El sepulturero
Sobre las gradas del Templo
La Ciudad Santa
El dios del Bien y el dios del Mal
Derrota
La Noche y yo
Rostros
El océano mayor
Crucificado
El astrónomo
Nostalgia
Una brizna de hierba
El Ojo
Los dos sabios
Cuando nació mi Tristeza
Y cuando nació mi Alegría
El mundo perfecto
Me preguntas cómo me volví loco. Ocurrió así:
Un día, mucho antes de que los dioses habitaran el universo, desperté de un profundo sueño para descubrir que se habían robado mis máscaras, las siete máscaras que había creado y usado en siete vidas.
Hui sin máscara por las atiborradas calles, gritando: “¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!”.
Hombres y mujeres se burlaban de mí, señalándome; y otros corrieron a sus casas, temerosos de mis gritos.
Y cuando llegué a la plaza del mercado, un muchacho de pie, sobre el techo de una casa, gritó: “¡Es un loco!”.
Alcé la vista para mirarlo y por primera vez el sol besó mi rostro expuesto y mi alma se infló de amor por el sol, y ya no deseé tener más mis máscaras. En éxtasis grité: “¡Benditos, benditos sean los ladrones que se han llevado mis máscaras!”.
Así fue como me volví loco.
Y he hallado libertad y salvación en mi locura; la libertad de estar solo, y a salvo de ser comprendido, porque aquellos que nos comprenden nos esclavizan.
En tiempos muy antiguos, cuando el primer estremecimiento del lenguaje llegaba a mis labios, subí a la montaña sagrada y le dije a Dios: “Señor, yo soy tu siervo. Tu voluntad es mi ley y te obedeceré eternamente”.
Pero Dios no respondió, y se alejó de mí como una poderosa tempestad.
Y, después de mil años, ascendí a la montaña sagrada y, de nuevo, le dije a Dios: “Creador, yo soy tu creación. Del barro me formaste y a ti debo cuanto soy”.
Pero Dios no respondió, y se alejó de mí como un millón de alas veloces.
Y, después de mil años, trepé a la montaña sagrada, y hablé con Dios otra vez, diciendo: “Padre, yo soy tu hijo. Con compasión y amor me diste nacimiento, y mediante mi amor y devoción heredaré tu reino”.
Pero Dios no respondió, y se esfumó de mí como la niebla que cubre las montañas lejanas.
Y, después de mil años, escalé a la montaña sagrada y, de nuevo, le dije a Dios: “mi Dios, mi objetivo y mi realización; yo soy tu ayer y Tú eres mi mañana. Soy tu raíz en la tierra y Tú eres mi flor en el cielo, juntos crecemos ante la faz del sol”.
Entonces Dios se inclinó hacia mí, y murmuró en mis oídos palabras de dulzura; y así, como el mar acoge al arroyuelo que corre a su encuentro, Él me recibió.
Y cuando bajé a los valles y planicies, allí también estaba Dios.
Amigo mío, no soy lo que parezco. Mi apariencia no es más que el traje que me cubre, un traje cuidadosamente tejido que me protege de tu curiosidad, y a ti de mi negligencia.
El yo que hay en mí, amigo mío, habita en una casa de silencio, y en ella vivirá para siempre inadvertido, inaccesible.
No quiero hacerte creer en lo que digo ni que confíes en lo que hago; porque mis palabras no son sino tus propios pensamientos transformados en sonido, y mis acciones tus propias esperanzas convertidas en movimiento.