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En 1732, Franklin comenzó a publicar El Almanaque del Pobre Richard, en el cual construyó una imagen basada en la ideología del pueblo estadounidense sobre máximas como "un centavo ahorrado es un centavo ganado", entre otras que se han vuelto inmemoriales. El ensayo El Camino hacia la Riqueza se publicó en ese almanaque, causando gran furor en la época, y se hizo legendario. En este pequeño libro, nos planteamos sumar otros cuatro ensayos de Benjamín Franklin, por la grandiosidad de su filosofía, humor y belleza argumentativa. En sus Observaciones sobre los salvajes de Norteamérica, Franklin nos enseña sobre la igualdad entre todos los seres humanos; en Nosotros somos espíritus, nos trae su visión sobre la muerte, en un escrito construido bajo la forma de carta dedicada a una persona en luto; en su El arte de buscar sueños placenteros, muestra un lado ingenioso, enseñando algo fundamental a la salud: dormir bien; finalmente, como si cerrara un ciclo, termina con Consejo a un joven empresario, donde también escribe sus ideas en forma de carta, esta vez adquiriendo la voz de uno experimentado a un joven principiante. Este último ensayo viene a complementar el primero. Tres años después de su lanzamiento, en agosto de 2021, y tras encontrar lectores para los artículos de Benjamin Franklin en más de 20 países, muchos de ellos en la comunidad hispanohablante, el éxito de El Pequeño Libro de la Riqueza nos ha inspirado a lanzar una segunda edición de la colección, añadiendo cuatro artículos más de Benjamin Franklin: Recomendaciones necesarias a los que quieren ser ricos; Sobre indulgencias, indolencia y diligencia; Recomendaciones prudentes a los que van a embarcarse en un viaje marítimo; y El arte de hacer que el dinero abunde en el bolsillo de todos.
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Seitenzahl: 84
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Copyright desta obra por EDITORA LIVRARIA DIPLADÊNIA.
Editado e publicado por Editora Dipladênia
Capa
Chantal Levy
Diagramação e conversão digital
Verônica Paranhos
Tradução
Noelia Gigli
Revisão
Carla Flag
Todos los derechos reservados a EDITORA DIPLADÊNIA LTDA.
Av. Almirante Barroso, 63, 306, 20031-003, Castelo, Rio de Janeiro, RJ
www.editoradipladenia.com.br
“Tiempo es dinero.”
Benjamin Franklin
Indice
Presentación a la primera edición
Nota a la segunda edición
EL CAMINO HACIA LA RIQUEZA
OBSERVACIONES SOBRE LOS SALVAJES DE NORTEAMÉRICA
SOMOS ESPÍRITUS
EL ARTE DE BUSCAR SUEÑOS PLACENTEROS
CONSEJOS A UN JOVEN EMPRESARIO
RECOMENDACIONES NECESARIAS A LOS QUE QUIEREN SER RICOS
SOBRE INDULGENCIAS, INDOLENCIA Y DILIGENCIA
RECOMENDACIONES PRUDENTES A LOS QUE VAN A EMBARCARSE EN UN VIAJE MARÍTIMO
EL ARTE DE HACER QUE EL DINERO ABUNDE EN EL BOLSILLO DE TODOS
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
Benjamin Franklin es un genio difícil de definir, con talentos y actuaciones en diversas áreas del conocimiento y una visión del mundo muy preciosa, atemporal, pragmática y avanzada para su época. Nació el 17 de enero del 1706, en Boston. Fue un abolicionista, periodista, editor, autor, filántropo, empleado público, científico, diplomático e inventor estadounidense. Políticamente, es reconocido como uno de los líderes de la Revolución Americana. Solía leer mucho sobre culturas de todo el mundo, admiraba las Vidas Paralelas de Plutarco, como uno de sus principales referentes, escribió bellos artículos, ensayos y se dio a conocer mundialmente por sus experimentos con la electricidad, que lo llevaron a ser elegido miembro de la prestigiosa Royal Society. Por esas virtudes, Franklin fue apodado como el Primer Americano, por haber sido el primer estadounidense admirado y respetado por el Viejo Mundo y su tradicional visión prejuiciosa de los pueblos que colonizaron el Nuevo Mundo.
Era el hermano menor de 17 hijos nacidos de los dos casamientos de su padre Josiah Franklin, un calvinista intransigente y comerciante de velas de cera. Dejó la escuela a los 10 años y, a los 12, empezó a trabajar como aprendiz de su hermano, James, un impresor que publicaba un periódico llamado “New England Courant”. Pronto comenzó a escribir artículos en la publicación y se convirtió en editor.
Los artículos de Franklin complacieron mucho a los lectores y pronto, quizás por vanidad, entraron en conflicto con su hermano, James. El clímax llevó a Benjamin Franklin a marcharse a Nueva York y, más tarde, a tener un puesto como impresor en Filadelfia (1723). Después de turbulentos años profesionales, Franklin logró montar una tipografía, donde empezó a publicar la Gaceta de Pennsylvania, y se consagró por sus escritos que reflejaban, en parte, su perfil de respeto, industrializador, puntualidad, laboriosidad, frugalidad, y un estilo sencillo y sin erudición exagerada y directa, empleando ideas que a menudo caracterizaban las máximas; en algunos casos, logrando encajar sucesiones de aforismos con extraordinaria habilidad, causando un impacto significativo en el lector, con la ética expuesta en sus escritos, en la fuerza de sus ideas, como podemos sentir, quizás con mayor intensidad, en su El Camino hacia la Riqueza.
En el 1732, Franklin comenzó a publicar El Almanaque del Pobre Richard (Poor Richard’s Almanac), en el cual construyó una imagen basada en la ideología del pueblo estadounidense sobre máximas como “un centavo ahorrado es un centavo ganado”, entre otras que se han vuelto inmemoriales. El ensayo El Camino hacia la Riqueza se publicó en ese almanaque, causando gran furor en la época, y se hizo legendario.
En este pequeño libro, nos planteamos sumar otros cuatro ensayos de Benjamín Franklin, por la grandiosidad de su filosofía, humor y belleza argumentativa.
En sus Observaciones sobre los salvajes de Norteamérica, Franklin nos enseña a respecto de la igualdad entre todos los seres humanos; en Somos espíritus, nos trae su visión sobre la muerte, en un escrito elaborado bajo la forma de carta, dedicada a una persona en luto; en su El arte de buscar sueños placenteros, muestra un lado ingenioso, enseñando algo fundamental a la salud: dormir bien; finalmente, como si cerrara un ciclo, termina con Consejos a un joven empresario, donde también escribe sus ideas en forma de carta, esta vez adquiriendo la voz de un hombre experimentado a un joven principiante. Este último ensayo viene a complementar el primero.
En una de las obras de no ficción más relevantes de los últimos siglos, Max Weber destacó la importancia del pensamiento de Benjamin Franklin, en los ideales del pueblo norteamericano y del capitalismo en una sociedad protestante, en su La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo.De hecho, Franklin no predica el bien por el bien (como la filosofía kantiana y su imperativo categórico), sino que sus lecciones están revestidas de un carácter utilitario: su discurso no es el de que ser honesto sea bueno porque es lo correcto. Sino porque genera ganancias, genera crédito, ayuda a lograr la riqueza. Y la riqueza no es para comprar futilidades. No porque sea irracional o equivocado, sino porque conduce hacia la miseria. Weber señala que las “actitudes morales de Franklin están coloreadas por el utilitarismo. La honestidad es útil porque asegura el crédito; asimismo la puntualidad, la laboriosidad, la frugalidad, y esta es la razón por la cual son virtudes”. Para el sociólogo alemán, esas virtudes y eficiencia son “el verdadero alfa y omega de la ética de Franklin”. Una ética social de la cultura capitalista que está presente, sin excepción, en todos sus escritos.
Aunque pueda sonar irracional enriquecer por enriquecer, parece incomprensible, desde un punto de vista ingenuo, que se haga tanto esfuerzo para “bajar a la tumba sobrecargado de un gran monto de dinero y bienes”, sin tomarse nada de eso, en vida, para uno mismo. Weber considera este summum bonum de esta ética: la construcción de una idea de que “ganar dinero dentro del orden económico moderno es, mientras se haga legalmente, el resultado y la expresión de virtud y eficacia en una vocación”.
Si bien se critica a la filosofía utilitarista por pensar en el fin y no en los medios utilizados para lograr este fin, no consideramos que el carácter pragmático y utilitarista de sus ideas esté tramado, de tal manera, que permita que se reduzca o condene el sistema de pensamiento elaborado a través de los discursos de Franklin.
Recomendamos la lectura de estos ensayos porque la utilidad que les da a sus enseñanzas conduce a la libertad, a la riqueza, a la comprensión, a la salud y a la prosperidad. Así, debemos aprender de este utilitarismo especial: descubrir que hacer el bien por el bien del bien es bueno no sólo porque es correcto, sino porque es lo mejor que se puede hacer para encontrar la felicidad o, incluso, para aquellos que no creen en esta utopía: que estas preciosas enseñanzas ayuden a pavimentar el camino hacia una independencia económica capaz de asegurar amplia libertad, tiempo y tranquilidad para disfrutar de una buena vida.
El editor
Tres años después de su lanzamiento, en agosto de 2021, y tras encontrar lectores para los artículos de Benjamin Franklin en más de 20 países, muchos de ellos en la comunidad hispanohablante, el éxito de El Pequeño Libro de la Riqueza nos ha inspirado a lanzar una segunda edición de la colección, añadiendo cuatro artículos más de Benjamin Franklin: Recomendaciones necesarias a los que quieren ser ricos; Sobre indulgencias, indolencia y diligencia; Recomendaciones prudentes a los que van a embarcarse en un viaje marítimo; y El arte de hacer que el dinero abunde en el bolsillo de todos.
Con una traducción fiel al original, Noelia Gigli, que participó en la primera edición, mantiene en esta segunda edición el estilo y la calidad de la traducción.
De este modo, la compilación de B. Oliver, ahora compuesta por nueve ensayos, ofrece al lector una mejor comprensión del pensamiento de Benjamin Franklin a través de sus reflexiones sobre diversos temas y cuestiones, entre ellos el arte del enriquecimiento.
El editor
Estimado Lector,
He oído que nada confiere tanto placer a un autor como encontrar sus obras respetuosamente nombradas por otros eruditos autores. Pocas veces he disfrutado de dicho placer; aunque he sido, si puedo decirlo sin vanidad, un eminente autor anual de almanaques durante un cuarto de siglo, mis hermanos autores igualmente, por razones que desconozco, siempre han sido comedidos en sus aplausos; y ningún otro autor ha tomado el menor conocimiento de mi existencia, de modo que, si mis escritos no me hubieran proporcionado ingresos considerables, la gran escasez de elogios me hubiera frustrado por completo.
Finalmente, he llegado a la conclusión de que las personas son los mejores jueces de mi trabajo, pues compran mis textos; además, en mis caminatas, en las que no soy conocido personalmente, a menudo he escuchado repetir uno u otro de mis proverbios, junto con “como decía el Pobre Richard” al final; eso solía darme cierta satisfacción, y me mostraba que no sólo se consideraban mis ideas, sino que, también, se descubría cierto respeto por mi autoridad; e incluso yo, que fomentaba la práctica de recordar y repetir esas sabias máximas, muchas veces me nombraba solemnemente.
Juzgad, pues, cuánto me ha complacido un incidente que os voy a contar. Detuve mi caballo poco después de donde había un gran número de personas, alrededor de una subasta de bienes de mercancías diversas, que se llevaría a cabo entre los comerciantes. El momento de las ventas no llegaba y se hablaba de los tiempos difíciles; y uno de ellos llamó a un anciano, sencillo, limpio y de blancas trenzas: ‘Díganos, Compadre Abraham, ¿qué piensa de los tiempos de hoy? ¿Estos altos impuestos no arruinarán al país por completo? ¿Cómo asegurarnos de que siempre vamos a poder pagarlos? ¿Qué consejo tiene para nosotros? El compadre Abraham se puso de pie y respondió: ‹Si quiere mi consejo, se lo