El problema del aumento de la energía humana (Traducido) - Nikola Tesla - E-Book

El problema del aumento de la energía humana (Traducido) E-Book

Nikola Tesla

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Beschreibung

Este largo ensayo, publicado por primera vez en Century Illustrated Magazine en junio de 1900, es una muestra más del genio del inventor serbio Nikola Tesla (1857-1943), el científico revolucionario que cambió para siempre los campos científicos de la electricidad y el magnetismo. Desde las posibilidades que presenta la robótica hasta la "potencia civilizadora del aluminio", pasando por un "motor que actúa por sí mismo" y una de las primeras propuestas para utilizar la energía solar para hacer funcionar la civilización industrial, y mucho más, se trata de una mirada amplia pero esclarecedora a los pensamientos de un héroe desconocido de la filosofía científica.

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EL PROBLEMA DEL AUMENTO DE LA ENERGÍA HUMANA

 

CON REFERENCIAS ESPECIALES AL APROVECHAMIENTO DE LA ENERGÍA SOLAR

 

 

 

NIKOLA TESLA

 

 

 

 

 

Traducción y edición 2022 por ©David De Angelis

Todos los derechos están reservados

 

 

 

 

CONTENIDO

 

EL MOVIMIENTO DE AVANCE DEL HOMBRE - LA ENERGÍA DEL MOVIMIENTO - LAS TRES FORMAS DE AUMENTAR LA ENERGÍA HUMANA

EL PRIMER PROBLEMA: CÓMO AUMENTAR LA MASA HUMANA - LA QUEMA DE NITRÓGENO ATMOSFÉRICO.

EL SEGUNDO PROBLEMA: CÓMO REDUCIR LA FUERZA DE RETARDO DE LA MASA HUMANA - EL ARTE DE LA TELAUTOMÁTICA.

EL TERCER PROBLEMA: CÓMO AUMENTAR LA FUERZA DE ACELERACIÓN DE LA MASA HUMANA -EL APROVECHAMIENTO DE LA ENERGÍA DEL SOL.

LA FUENTE DE ENERGÍA HUMANA - LAS TRES FORMAS DE EXTRAER ENERGÍA DEL SOL.

GRANDES POSIBILIDADES QUE OFRECE EL HIERRO PARA AUMENTAR EL RENDIMIENTO HUMANO - ENORMES RESIDUOS EN LA FABRICACIÓN DEL HIERRO.

PRODUCCIÓN ECONÓMICA DE HIERRO MEDIANTE UN NUEVO PROCESO.

LA MAYORÍA DE EDAD DEL ALUMINIO - EL FIN DE LA INDUSTRIA DEL COBRE GRAN POTENCIA CIVILIZADORA DEL NUEVO METAL.

LOS ESFUERZOS PARA OBTENER MÁS ENERGÍA DEL CARBÓN – EL LA TRANSMISIÓN - EL MOTOR DE GAS - LA BATERÍA DE CARBÓN FRÍO

ENERGÍA DEL MEDIO - EL MOLINO DE VIENTO Y EL MOTOR SOLAR - FUERZA MOTRIZ A PARTIR DEL CALOR TERRESTRE - ELECTRICIDAD A PARTIR DE FUENTES NATURALES

UNA DESVIACIÓN DE LOS MÉTODOS CONOCIDOS - POSIBILIDAD DE UN MOTOR "AUTOACTIVO O MÁQUINA, INANIMADA, PERO CAPAZ, COMO UN SER VIVO, DE OBTENER ENERGÍA DEL MEDIO - LA FORMA IDEAL DE OBTENER FUERZA MOTRIZ

PRIMEROS ESFUERZOS PARA FABRICAR EL MOTOR AUTOMÁTICO - EL OSCILADOR MECÁNICO - TRABAJOS DE DEWAR Y LINDE - AIRE LÍQUIDO

DESCUBRIMIENTO DE PROPIEDADES INESPERADAS DE LA ATMÓSFERA - EXPERIMENTOS EXTRAÑOS - TRANSMISIÓN DE ENERGÍA ELÉCTRICA A TRAVÉS DE UN CABLE SIN RETORNO - TRANSMISIÓN A TRAVÉS DE LA TIERRA SIN NINGÚN CABLE

TELEGRAFÍA "SIN HILOS" - EL SECRETO DE LA SINTONÍA - ERRORES EN LAS INVESTIGACIONES HERTZIANAS - UN RECEPTOR DE MARAVILLOSA SENSIBILIDAD.

DESARROLLO DE UN NUEVO PRINCIPIO - EL OSCILADOR ELÉCTRICO - PRODUCCIÓN DE INMENSOS MOVIMIENTOS ELÉCTRICOS - LA TIERRA RESPONDE AL HOMBRE - LA COMUNICACIÓN INTERPLANETARIA ES AHORA PROBABLE

TRANSMISIÓN DE ENERGÍA ELÉCTRICA A CUALQUIER DISTANCIA SIN CABLES - AHORA PRACTICABLE - EL MEJOR MEDIO DE AUMENTAR LA FUERZA QUE ACELERA LA MASA HUMANA

EL MOVIMIENTO DE AVANCE DEL HOMBRE - LA ENERGÍA DEL MOVIMIENTO - LAS TRES FORMAS DE AUMENTAR LA ENERGÍA HUMANA

 

 

 

 

De toda la interminable variedad de fenómenos que la naturaleza presenta a nuestros sentidos, no hay ninguno que llene nuestras mentes de mayor asombro que ese movimiento inconcebiblemente complejo que, en su totalidad, designamos como vida humana; su misterioso origen está velado en la niebla siempre impenetrable del pasado, su carácter se hace incomprensible por su infinita intrincación, y su destino está oculto en las insondables profundidades del futuro. ¿De dónde viene? ¿Qué es? ¿Hacia dónde se dirige? son las grandes preguntas que los sabios de todos los tiempos se han esforzado por responder.

La ciencia moderna dice: El sol es el pasado, la tierra es el presente, la luna es el futuro. De una masa incandescente nos hemos originado, y en una masa congelada nos convertiremos. La ley de la naturaleza es despiadada, y rápida e irresistiblemente somos arrastrados a nuestra perdición. Lord Kelvin, en sus profundas meditaciones, sólo nos permite un corto período de vida, algo así como seis millones de años, después de lo cual la brillante luz del sol habrá dejado de brillar, y su calor vivificante se habrá desvanecido, y nuestra propia tierra será un trozo de hielo, que se apresura a través de la noche eterna. Pero no desesperemos. Todavía quedará en ella una chispa de vida, y habrá una oportunidad de encender un nuevo fuego en alguna estrella lejana. Esta maravillosa posibilidad parece, en efecto, existir, a juzgar por los hermosos experimentos del profesor Dewar con aire líquido, que demuestran que los gérmenes de la vida orgánica no son destruidos por el frío, por muy intenso que sea; en consecuencia, pueden transmitirse a través del espacio interestelar. Mientras tanto, las alegres luces de la ciencia y el arte, cada vez más intensas, iluminan nuestro camino, y las maravillas que revelan, y los placeres que ofrecen, nos hacen olvidar considerablemente el sombrío futuro.

 

Aunque nunca podamos comprender la vida humana, sabemos con certeza que es un movimiento, sea cual sea su naturaleza. La existencia del movimiento implica inevitablemente un cuerpo que se mueve y una fuerza que lo mueve.

 

 

Fig. 1: Quemar el nitrógeno de la atmósfera

 

 

Por tanto, allí donde hay vida, hay una masa movida por una fuerza. Toda masa posee inercia, toda fuerza tiende a persistir. Debido a esta propiedad y condición universal, un cuerpo, ya sea en reposo o en movimiento, tiende a permanecer en el mismo estado, y una fuerza, que se manifiesta en cualquier lugar y por cualquier causa, produce una fuerza opuesta equivalente, y como una necesidad absoluta de esto se deduce que todo movimiento en la naturaleza debe ser rítmico. Hace mucho tiempo, esta simple verdad fue claramente señalada por Herbert Spencer, quien llegó a ella a través de un proceso de razonamiento algo diferente. Se confirma en todo lo que percibimos: en el movimiento de un planeta, en el oleaje y el reflujo de la marea, en las reverberaciones del aire, en el balanceo de un péndulo, en las oscilaciones de una corriente eléctrica y en los fenómenos infinitamente variados de la vida orgánica. ¿No lo atestigua toda la vida humana? El nacimiento, el crecimiento, la vejez y la muerte de un individuo, de una familia, de una raza o de una nación, ¿qué es todo ello sino un ritmo? Toda la manifestación de la vida, por lo tanto, incluso en su forma más intrincada, como se ejemplifica en el hombre, por muy involucrado e inescrutable que sea, es sólo un movimiento, al que deben aplicarse las mismas leyes generales del movimiento que rigen en todo el universo físico.

Nota a la Fig. 1.--Este resultado se produce por la descarga de un oscilador eléctrico que da doce millones de voltios. La presión eléctrica, alternando cien mil veces por segundo, excita el nitrógeno, normalmente inerte, haciendo que se combine con el oxígeno. La descarga en forma de llama que se muestra en la fotografía mide sesenta y cinco pies de ancho.

Cuando hablamos del hombre, tenemos una concepción de la humanidad como un todo, y antes de aplicar los métodos científicos a la investigación de su movimiento debemos aceptar esto como un hecho físico. ¿Pero puede alguien dudar hoy en día de que todos los millones de individuos y todos los innumerables tipos y caracteres constituyen una entidad, una unidad? Aunque seamos libres de pensar y actuar, estamos unidos, como las estrellas del firmamento, con lazos inseparables. Estos lazos no pueden verse, pero podemos sentirlos. Me corto en el dedo, y me duele: este dedo es parte de mí. Veo a un amigo herido, y también me duele: mi amigo y yo somos uno. Y ahora veo derribado a un enemigo, un trozo de materia que, de todos los trozos de materia del universo, es el que menos me importa, y todavía me duele. ¿No demuestra esto que cada uno de nosotros es sólo una parte de un todo?

Desde hace siglos, esta idea se proclama en las enseñanzas consumadamente sabias de la religión, probablemente no sólo como medio de asegurar la paz y la armonía entre los hombres, sino como una verdad profundamente fundada. El budista lo expresa de una manera, el cristiano de otra, pero ambos dicen lo mismo: Todos somos uno. Sin embargo, las pruebas metafísicas no son las únicas que podemos aportar en apoyo de esta idea. También la ciencia reconoce esta conexión entre individuos separados, aunque no en el mismo sentido en que admite que los soles, los planetas y las lunas de una constelación son un solo cuerpo, y no cabe duda de que se confirmará experimentalmente en los tiempos venideros, cuando nuestros medios y métodos para investigar los estados y fenómenos psíquicos y de otro tipo hayan llegado a una gran perfección. Más aún: este único ser humano vive y sigue viviendo. El individuo es efímero, las razas y las naciones vienen y pasan, pero el hombre permanece. Ahí radica la profunda diferencia entre el individuo y el todo. Ahí también se encuentra la explicación parcial de muchos de esos maravillosos fenómenos de la herencia que son el resultado de incontables siglos de influencia débil pero persistente.

Concebimos, pues, al hombre como una masa impulsada por una fuerza. Aunque este movimiento no tiene carácter de traslación, que implica un cambio de lugar, le son aplicables las leyes generales del movimiento mecánico, y la energía asociada a esta masa puede medirse, de acuerdo con principios bien conocidos, por la mitad del producto de la masa por el cuadrado de una determinada velocidad. Así, por ejemplo, una bala de cañón que está en reposo posee una cierta cantidad de energía en forma de calor, que medimos de manera similar. Imaginamos que la bala está formada por innumerables partículas diminutas, llamadas átomos o moléculas, que vibran o giran unas alrededor de otras. Determinamos sus masas y velocidades, y a partir de ellas la energía de cada uno de estos sistemas diminutos, y sumando todo ello, nos hacemos una idea de la energía calorífica total contenida en la bola, que sólo está aparentemente en reposo. En esta estimación puramente teórica, esta energía puede calcularse multiplicando la mitad de la masa total, es decir, la mitad de la suma de todas las masas pequeñas, por el cuadrado de una velocidad que se determina a partir de las velocidades de las partículas separadas. Del mismo modo, podemos concebir que la energía humana se mida por la mitad de la masa humana multiplicada por el cuadrado de la velocidad que aún no podemos calcular. Pero nuestra deficiencia en este conocimiento no viciará la verdad de las deducciones que sacaré, que se apoyan en la firme base de que las mismas leyes de masa y fuerza rigen en toda la naturaleza.

Sin embargo, el hombre no es una masa ordinaria, formada por átomos y moléculas que giran, y que sólo contiene energía calorífica. Es una masa dotada de ciertas cualidades superiores en razón del principio creador de vida del que está dotado. Su masa, como el agua en una ola del océano, se intercambia continuamente, y lo nuevo toma el lugar de lo viejo. No sólo esto, sino que crece, se propaga y muere, alterando así su masa de forma independiente, tanto en volumen como en densidad. Lo más maravilloso de todo es que es capaz de aumentar o disminuir su velocidad de movimiento por el misterioso poder que posee al apropiarse de más o menos energía de otra sustancia, y convertirla en energía motriz. Pero en un momento dado podemos ignorar estos lentos cambios y suponer que la energía humana se mide por la mitad del producto de la masa del hombre por el cuadrado de una determinada velocidad hipotética.

 

 

 

 

 

DIAGRAMA a Las tres formas de aumentar energía humana.