El Purgador - Milagros Alonso - E-Book

El Purgador E-Book

Milagros Alonso

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Beschreibung

En la Ciudad de Nueva Buenos Aires, una adolescente llamada Alma López trata de tener una vida normal con su tío, quien la cuidó desde un accidente que marcó la ruina de su familia. Una noche, cuando las cosas estaban por mejorar su vida, un grupo de asaltantes irrumpe en su hogar y provoca la muerte de su tío. Pero sus intentos de secuestro fueron frustrados por un involucrado más, matando a sus raptores y salvando la vida de Alma. Ahora la joven convive temporalmente con uno de los asesinos más despiadados y temidos del país argentino, quien tendrá que lidiar con el objetivo de detener al gobierno corrupto. Lo único que se sabe actualmente de ellos, es que el gobierno quiere algo de ella.

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Milagros Alonso

El Purgador

Alonso, MilagrosEl purgador / Milagros Alonso. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4158-1

1. Novelas. I. Título.CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Una Aclaración

Prólogo

Primera parte

1

2

3

4

5

6

7

8

9

Segunda parte

10

11

12

13

14

15

16

17

18

19

20

21

22

23

24

25

Tercera parte

26

27

28

29

30

31

32

Cuarta parte

33

34

35

36

37

Epílogo

Para mi hermana Sofía; Carlos, mi padre; Bárbara, mi madre; David, mi padre de corazón. Mi familia del sur y del norte.

Para todos mis amigos: Agostina, Bauti, Maxi,Lumi (me gusta más el nombre así), Dana.

Una Aclaración

Esta novela está centrada en las décadas que van desde los 80 hasta los 2000. Cuando la corrupción del gobierno argentino estuvo presente en esos años, y que fue cada vez más notoria desde entonces.

También tengo que aclarar que esta obra hace alusión a la dictadura militar que sufrió nuestro país. Sin embargo, esto no implica que alguna información, dentro de esta novela, sea totalmente cierta.

Todo lo que va relatarse se relaciona con muchas teorías conspirativas, y con lo cual y por supuesto, no son ciertas.

Esto es con el fin de entretener al lector, y solo al lector. Cualquier información que esté relacionada con esta novela y la historia de nuestro país es solo pura ficción.

Prólogo

En la década de los 70 hasta los 90, la ciudad de Buenos Aires, Argentina, estuvo gobernada por unos dictadores que planearon y lograron varios golpes de Estado ejercidos contra los derechos de la ciudadanía, y del país.

Desgraciadamente, no fue el único país que pasó por esta clase de eventos. También los países latinoamericanos sufrían bajo la opresión de la dictadura.

Provocando que muchas facciones de cada país vieran reducidos sus estados económicos a unos niveles catastróficos, que las leyes contundentes de la Justicia fallaran en sus sistemas, y ejercieran la violación de los derechos humanos.

Y al igual que todos los países latinoamericanos, sus ciudades estaban casi en ruinas, la gente se escabullía para no ser vistos por los vigilantes de la milicia, mientras otros evitaban meterse en los conflictos que ejercían los grupos rebeldes que estuvieran en contra de la ideología de los dictadores.

A pesar de toda la situación, no paraba de surgir una pequeña, pero significativa felicidad que abría a un paso de la esperanza.

—Ocurrió en el año 19XX. Tenía 6 años en ese entonces. Me encontraba de paseo con mi mamá. Habíamos decidido ir juntas al supermercado para hacer la compra del mes, y solo faltaban conseguir algunos ingredientes para disfrutar la cena los tres: Mamá, Papá, y yo.

Una mujer cargaba dos bolsas del súper, mientras era acompañada por su hija, llevando al menos solo una.

—Nosotros vivíamos en un departamento ubicado cerca del centro, en la Ciudad de Buenos Aires. La ciudad era un lugar brillante, hasta incluso se observaba a los turistas disfrutar de las maravillas de la capital argentina. Aunque, por otro lado, había rumores de que la ciudad estaba habitada por políticos corruptos y delincuentes, cuyos objetivos saciaban al aprovecharse de las riquezas de sus habitantes y de los extranjeros. La gente no vivía segura desde entonces, considerando que los ciudadanos sufrían mucho más debido a la mera decadencia de la seguridad, la salud, y de otros factores. Y desde entonces, la ciudad terminó siendo considerada como uno de los lugares más tramposos y mortales que hubo en Latinoamérica.

Mientras caminaban por la vereda, un grupo militar azotaba a una multitud de hombres y mujeres que suplican saber sobre la desaparición de los jóvenes.

Llevaban las fotos de ellos en unos marcos hechos a mano.

—No obstante, los ciudadanos del país siempre demostraron ser más listos que el mismo gobierno. Por lo tanto, la gente se organizó y se interponían ante cualquier clase de amenaza a la vida de ellos, hasta incluso cuando se avecinaba lo peor. Sinceramente, no sabía con exactitud cómo tuvieron todo planeado para protegerse de ellos mismos. Pero de lo que sí estoy segura, es que lograron prevenir que una multitud de inocentes se viera involucrada u obligada a eso en los asuntos de violencia, vandalismo, o hasta incluso, de los saqueos y asesinatos que ocurrieron en un incidente desde la década del 80. Y en medio de todo esto, mi madre organizó un sistema en cadena que lograba mantener la seguridad de los ciudadanos a escondidas de la justicia, especialmente del centro.

Madre e hija iban camino a unos grandes edificios que estaban ubicados cerca de uno de los centros más importantes de la capital. Conversaban mucho de la felicidad, a pesar de la ruina que había a su alrededor.

Aunque la verdad, la madre se preocupaba de que su hija se encontrara en este tipo de entorno. Simplemente porque no es absolutamente normal que ocurriera este tipo de violencia.

Y jamás debería.

—Camino a casa, mientras conversábamos sobre ir al cine para ver una de las películas de mis sagas favoritas, una luz tenue iluminaba a lo lejos. Quedé un poco sorprendida al mirar aquella luz. Cuando giré mi cabeza y observé a mi mamá que quedó en shock. Se cayeron las bolsas, agarró mi brazo y nos fuimos corriendo. No entendía bien lo que sucedía en el momento, hasta que llegamos a nuestra casa.

Nuestro hogar se estaba incendiando. Y no vi a mi papá en ningún lado.

Solo escuché a mi mamá gritar...

Primera parte

1

—¿Y qué pasó, Alma?

En una sala, una doctora se encontraba ayudando a una paciente, quien estaba tratando de analizar sus traumas, a través de sus recuerdos. Al abrir sus ojos, una joven rubia y hermosa con ojos celestes observaba el techo de la sala de terapia. Tenía puesto un calzado para correr y una remera que lleva con un logo de una empresa famosa, acompañado una campera de abrigo para que ella no sintiera el frío de la tarde.

Al salir de sus recuerdos, la chica pudo sentir el alivio de poder haber escapado de aquel trauma, como si para ella se hubiera tratado de una pesadilla andante que la sigue por todos lados. Tratar de recordar aquellos sucesos la tuvieron bastante estresada con el tiempo, pero no fue tanto como fue la primera sesión. Ante la presencia de su doctora, la joven intentaba reprimir sus sentimientos para poder hablar de la forma en que ella pudiese entender.

—Intenté ayudar a calmar a mi mamá, pero no pude… —la doctora anotaba en su cuaderno.

—¿Cómo intentaste calmarla?

—Usé lo que ella me había enseñado cuando le tenía miedo a la oscuridad.

—¿Y… qué método usaste?

La chica se acomodó de su asiento.

—Me esforcé en pedirle a mi mamá que intentara recordar a la abuela —mientras lo decía, la médica anotó algunos apuntes.

—¿Por qué?

—Ella me contaba de la abuela y de los buenos momentos, aventuras por así decirlo, que ellas compartían juntas —observó a la psicóloga—. Mi mamá decía que compartir los buenos momentos con un ser querido atraen recuerdos para mantener la calma.

—Siempre hace mucha falta.

—Sí…

Sonó la alarma del teléfono de la doctora. Marcó las trece horas en punto. Lo que indicaba que la señora dejará el cuaderno de lado, y cruzará sus manos, mostrando un gesto de autoridad.

—Listo, creo acabamos la sesión de hoy.

—Espera —dijo ella mientras detenía a la psicóloga antes de que fuera hacia una sala—. ¿Vamos a seguir hablando de esto?

La doctora volteó para observar a Alma, mostrando desde lejos una sonrisa honesta.

—Siempre, Alma. Podés contar conmigo siempre que necesites, hasta cuando terminemos con todos tus problemas y tu malestar.

—Gracias —expresó con una leve sonrisa.

Mientras Alma se dirigió a la puerta de entrada para salir, exclamó:

—¡Ah, y la semana que viene le tengo una sorpresa!

—¿Sí? No puedo esperar —dijo la doctora—. Espero que no sea como lo que me enviaste la última vez.

—¡Prometo que no!

Alma salió del edificio. Se escucharon cómo los bocinazos de los autos resonaban en la esquina en dónde se encontraba. Estaba siendo el mediodía. La multitud caminaba en diferentes direcciones, llenando las veredas en la Ciudad de la Nueva Buenos Aires.

Ella se subió a un bus, y se la pasaba escuchando la radio sobre las novedades que sucedían en la actualidad. Las noticias hablaban sobre la tendencia que hubo hacía algunos días. Mientras unos hombres estaban murmurando acerca de lo sucedido.

—Lo hizo de nuevo —dijo uno murmurando—. Cometió otra masacre.

—¿En serio? —dijo otro.

—Sí —respondió—. Otra banda criminal cayó, con excepción de los que se entregaron a los polis.

Eran los fanáticos al que los llaman los “Defensores de los Héroes”. Un grupo de fanáticos que creen en todo tipo de superhéroes, tanto como están los que odian a los villanos. Tienden a proteger a las personas que hacen el bien para hacer justicia. Sin embargo, hay algunos que se dedican a proteger a los héroes que se encargan de limpiar las calles, pero de manera incorrecta. Todos esos fanáticos tienen puestas remeras de superhéroes, o marcas que relacionan con ese tipo de género. Todos ellos conllevan una reputación bastante complicada.

A ese grupo lo llaman como los “anti-héroes”. Una clase de héroe que puede hacer lo que sea, sin importar lo que es legal o no, bajo el concepto de la justicia por mano propia. Ellos hacen lo que quieren para alcanzar su objetivo. Por ello, la gente los cree unos locos aficionados.

—¡Es increíble! —exclamó felizmente emocionado.

—¡Sí! —respondió el otro—. Le podría dedicar un cómic si él lo quisiera. Pero ¿no le molestaría? ¿Verdad?

—Pues… —respondió de una forma pensativa— no creo que sea una buena idea que digamos. Prefiero no perder a mi amigo.

—Amigo… no digas esas cosas.

El autobús frenó en una parada, llevando a Alma cerca de su destino.

«¡Por fin!» pensó al bajar rápidamente del vehículo.

Cuando llegó, Alma abrió la puerta principal de la casa.

2

—¡Tío Julio, ya llegué!

Ella observó a lo lejos, un hombre robusto y de panza sentado en un sillón, en la vivienda. Aparentemente entre unos cuarenta años, mirando la tele un partido de fútbol a unos pocos metros de distancia. En la pantalla se transmitía un partido de Los Dogos Argentinos contra Las Bestias del Mañana. Al escuchar la voz de Alma, éste se levantó y volteó a mirarla. Era su tío quien disfrutaba del partido.

—¡Alma, llegaste! —exclamó con sorpresa.

Cuando él llegó a donde estaba la joven, le dio un fuerte abrazo de felicidad, aunque solo duró unos cuantos segundos, para no invadir el espacio personal de la muchacha.

—¿Cómo estuvo tu sesión? —preguntó con curiosidad mientras sostenía uno de los hombros de la joven.

—Bien, por suerte no pasó nada —afirmó Alma.

—Suerte ¿eh?, ¿Y no te hizo llorar de nuevo, como la otra vez? —dijo él a propósito, con una sonrisa. Aunque fuera un poco molesto y parecía que buscaba fastidiarla, estaba siendo en realidad un bromista.

El tío Julio era un hombre optimista y alegre, pero hay quienes conocían de su inmadurez. Pues sus bromas podían sobrepasar algunos límites, pero en otras ocasiones y con suerte, no lo hacía tanto.

Sus palabras expresaban un mal chiste, no hacían referencia a lo que pensaba realmente. Pues desde la noche que pasó el accidente, el tío de Alma decidió adoptarla para cuidarla y protegerla de los peligros que la acechaban. Es lo que haría cualquier padre. Ya que, en ese mismo día, había llegado Servicios Sociales para llevarse a Alma por la fuerza. Pero el tío los retuvo, armando un juicio para ganar la custodia de la niña, y por lo tanto, así fue.

Actualmente Servicios Sociales tiene el ojo puesto sobre ella. Los vecinos del barrio rumorean que tal vez Servicios Sociales y Recursos Humanos busquen una forma de separar a la joven de su tío, y aun, sin motivos aparentes.

—Tío, ¿te puedo hacer una pregunta? —dijo Alma.

—¡Sí, claro! ¿Qué pasa, hija?

—¿Cómo puedes hacer que tus bromas sean tan malas, y al mismo tiempo, ser un tanto graciosas? —dijo curiosa.

—Bueno, pues todo es cuestión de contarlo en el momento adecuado mi sobrina, como justo ahora.

Aun así, Alma no pudo entender a lo que se refería sobre los “momentos adecuados”. Irritada por la respuesta que recibió, preguntó a su tío;

—¿Debería sentirme ofendida?

El tío soltó un par de risas.

—¡No querida, no te sientas ofendida! —respondió— Si sabes que yo bromeo.

La reacción del hombre con su sobrina era de alguna forma…inmadura. Como si viera en Alma a una niña de nuevo, en que alguna vez estuvo con ella en los viejos tiempos.

—Me rompería el corazón si me odiaras.

—Ayyy, pero tío —dijo ella con un gesto.

Alma no quería causar ningún alboroto; como una pelea o una discusión que lastimara o decepcionara a su tío, así que optó por cambiar el tema. Mientras ambos se dirigían hacia el comedor, comenzaron a hablar sobre la escuela a la que asistía.

—¿Tío Julio?

—Diga, mi sobrina preferida —dijo mientras lava los trastos en la cocina.

—¿Me puedes ayudar en algo?

—Claro, ¿de qué se trata?

Alma intentó mantener la compostura mientras respondía la pregunta a su tío Julio. Dudando por un momento qué responder precisamente.

—Pues… me gustaría cambiar de escuela.

Apenas escuchó las palabras de su sobrina, Julio dejó el plato que tenía en su mano. Volteó y caminó hacia la mesa del comedor. Se sentó en una de las sillas, y observó a Alma con preocupación.

—¿Pasó algo en la escuela? —preguntó él.

—No. No pasó nada, es solo que...

Para ese mismo momento, por más que Alma intentara ocultar algo, el tío la descifraba en un instante, como un pedazo de papel escrito.

—Alma, por favor —dijo aquel hombre imponente, tranquilo—. Cuéntame lo que pasa.

Alma suspiró. Armándose de valor, y conteniendo su tristeza. Hubo un silencio de corto tiempo, hasta que volvieron a empezar hablar del tema.

—Bueno. Está bien, lo que pasó es…

Y Alma contó cómo empezó todo.

Tal como pasó hacía unos años, cuando empezó a asistir a su primer día de escuela. Después de pasar tanto tiempo de constante ausencia, los noticieros no pararon de argumentar sobre su caso representado como uno “inusual”. Además de que las autoridades aseguraran de haberlo resuelto, para los periodistas y personas de todo el mundo seguía siendo un misterio sin resolver para la mayoría. Hasta que, poco a poco perdieron el interés.

Pero cuando muchos alumnos de otras escuelas se enteraron de su evento trágico, muchos se aprovecharon de ella para mantener su tendencia del caso.

Aunque, en ciertos casos, los compañeros de Alma contaban de los conflictos que ella tuvo que atravesar que aún no fueron acertados; depresión, inseguridad y molestia. Esos supuestos amigos que Alma tuvo desde un principio estuvieron del lado de los bravucones. Haciendo que ellos fueran manipulando a Alma en casi toda su historia, como si no les fuera a importar en lo más mínimo.

Pero aquello no fue la peor parte, pues uno de ellos tuvo el plan de deshacerse de ella, buscando poder de entretenerse con cualquier cosa o método que los pudiera desahogar y así divertirse. Hasta incluso, lograron salvarse de la detención que los profesores inculcaron por sus travesuras ante su situación. Ya sea, a través de unas bromas “inocentes” que le causaron el daño de algunos compañeros, o hacer incluso burlas y quejas hacia los demás por su clase. Hasta incluso quisieron amenazar y humillar a toda la clase de Alma.

Así fue la vida para la pobre chica quien, desde ese momento, la llamaron entonces la chica desafortunada de la clase.

Muchos de sus compañeros se aprovecharon de la situación actual de Alma para reírse a sus espaldas, mientras que sus compañeros decidieron alejarse de ella.

Igualmente, Alma no los culpaba por ello, porque ella sabía que nadie conocía cómo manejar esta clase de situaciones.

Los niños hablaban de que tener una madre loca y un padre muerto, era una vida de miseria y pobreza. Haciendo que en formas indirectas se dijeran entre ellos que a lo mejor debería estar muerta. Pero la joven siempre se mantuvo firme ante todos los problemas en ese tiempo, a pesar de estar conteniendo todo ese dolor y tristeza.

Y así fueron. Mentiras entre mentiras. Burlas y burlas. Tantas que era mejor no escuchar, lo que hizo que algunos nunca quisieran tocar esa clase de temas. Porque gracias a la suerte, la mayoría de los alumnos en la escuela asumían que era un caso muy cruel de contar.

Una vez uno de sus compañeros decidió contarle al director, pero en el caso de sus compañeros, pertenecientes a gente rica jamás se detenían. De hecho, las cosas seguían empeorando aún más en cuanto pasó el suceso con el compañero anónimo. Las burlas, quejas y humillaciones aparecían constantemente en cada horario de clases.

Y ahora que está cuidada bajo la tutela de su tío, los chicos no pararon de burlarse de él a espaldas de ella, por asumir que era considerado como un hombre debilucho, gordo y pacifista. Tanto que hasta ahora le decían el “hombre paloma”. Es cierto que la forma de pensar que dijera su tío podía ser un tanto…surrealista. Pero siempre tuvo la creencia de que, más allá de las maldades, creía que las oportunidades de la vida pueden aprenderse con los hechos.

Ella quiso resistirse desde un principio, peleando por dentro ante todas las burlas que decían sobre su familia. Además, al tío no le gustaba que Alma peleara, porque para él significaría una decepción para sí mismo por la promesa que le hizo al padre de la chica.

Sin embargo, ella omitió una parte en el que un día acabó con todo el esfuerzo que hizo, al resistir sus impulsos.

Al contarle todo lo sucedido, con excepción del hombre paloma y de las peleas que obtuvo, el tío Julio lo pensó un rato con la cabeza mirando hacia abajo. Una vez que terminó de pensar dijo;

—Alma, necesito que me escuches —ordenó el tío, pero de forma deliberada—. Ahora mismo iré a hablar con el director. Una vez que terminemos de hablar, voy a cocinar la pizza que tanto te gusta.

Alma sonrió de forma leve, mientras el tío Julio continuó.

—¿Te parece una buena idea?

—Sí, pero…

Su sonrisa se desvaneció cuando preguntó.

—… ¿Qué hay de la escuela? ¿Cuándo puedo cambiar a otra?

Hacía algunos años, el Estado exigió que las escuelas de todo el país establecieran nuevas reglas para que el sistema educativo fuera aún más estricto que antes. Para llevarlo a cabo y como objetivo de evolucionar la nación, la escolaridad, tanto la privada, como la pública, establecieron que, en caso de que algún alumno pase de una a otra escuela, se llevaría a cabo un pago por la transferencia.

—Perdón mi sobrinita, pero no me alcanza el sueldo para que vayas a otro colegio —dijo el tío mientras consolaba a la joven—. Me temo que tendré que ahorrar y ver qué lugar está disponible.

Con ello, las oportunidades de obtener cambios en el futuro para los alumnos problemáticos, y sobre aquellos que la clase baja quisiera que sus hijos pudieran ingresar de forma adecuada a una escuela ejemplar, no podían tener las mismas oportunidades para lograr tal hazaña.

Aunque existían otras opciones que requerían de un cambio escolar, aunque podían ser un poco dificultosos para el Sistema de Educación. El procedimiento era lento, pero minucioso al resolverlo. Pediría el doble como una compensación del ingreso. Y para llegar a esos objetivos, los parientes tenían que firmar algunos permisos y contratos para que las acciones estén hechas de forma obligada, y así, tendrán de por medio la paga. Ese es el mundo en donde vive Alma. Si no fuera por esa regla, todas las oportunidades de cambiar de escuela habrían sido un poco más fáciles.

—Pero…

—Solo aguanta algunos días —interrumpió tranquilamente—. Solo así obtendré los ahorros suficientes para que tengas la oportunidad que necesitas para que logremos ese objetivo.

Alma se angustió al principio. Pero luego de unos pocos segundos comprendió que a veces, en la vida, vale la pena hacer el esfuerzo necesario para lograr ciertos objetivos, y la consideración del tío Julio lo demostró.

—Bueno. Lo voy a intentar —justificó la chica.

—Bien, porque mañana será un nuevo día —dijo el tío alegremente—. Además, una vez que terminemos la preparación, te llevaré a uno de tus lugares preferidos.

Alma lo pensó un poco. Lo primero que le vino a la mente, es lo que se refirió esos los lugares de cuando era niña.

—No, por favor. Todo menos ese lugar —habló disgustada la chica.

—Pero es tu lugar favorito-afirmó el tío.

—“Era” —respondió Alma—. Ya quedó en el pasado.

—Para mí lo sigue siendo —dijo él con una sonrisa—. Al igual que cuando eras muy pequeña.

—Pero tío, ya soy grande —replanteó la chica—. Hay lugares en las que deseo ir que no sean un parque de diversiones.

El tío ya sabía a lo que ella se refería.

—Sí, lo sé. Pero tampoco irás a los boliches a las horas de la noche —contestó Julio—. Además, mañana tienes escuela.

—¡Lo sé! —exclamó ella—. Y sé que no me lo permitirías.

La conversación entre ellos conservó un momento de calidez y felicidad, todo por una discusión que los llevaba a un tema sin precedentes. Sin embargo, el tío miró el reloj, todo con la intención de terminar la conversación y que Alma se fuera a dormir.

—Che, cambiando de tema. ¿Te parece si a lo mejor te preparo algo para la cena? —preguntó Julio—. Voy a hacer guiso de lentejas.

—Gracias tío Julio. Sí, me gustaría —dijo Alma, contenta.

Así, los dos disfrutaron de una cena tranquila, mientras miraban un programa de un concurso en la que muchos participantes asistieron sobre preguntas y respuestas. Tanto Alma como el tío Julio estaban muy entretenidos con el canal. Hasta que la alarma del reloj de aquel hombre sonó a las diez de la noche.

—Bien, a dormir —dijo el tío.

Alma fue caminando directo a su habitación para descansar. Pero antes de abrir la puerta de su habitación, ella volteó y le deseó las buenas noches a Julio, al igual que su tío a la chica.

Cuando ella cerró la puerta de su habitación, Julio se dirigió a la cocina a lavar los platos. Hasta que su celular empezó a sonar, le marcaba un número desconocido. No había duda de que el hombre respondería la llamada.

—¿Diga? —preguntó serio a la llamada—. Sí, todo está en orden. No, no hubo ningún problema.

Todo esto pasaba mientras Alma arrimaba la puerta. Se había levantado para ir por un vaso de agua, pero ella vio a su tío hablando por su celular.

—Che, solo déjame solucionar el problema ¿sí?, total vos estás más ocupado que yo en estos últimos días. Así que por qué no vas y hacés lo tuyo, y yo resuelvo el mío.

Sintió curiosidad por saber con quién estaba hablando. Aun así, la conversación procedió con el suspiro del hombre.

—Sí, lo sé —habló en voz baja—. Solo, no nos vayas a joder a nosotros. Bien, me alegro de que por fin tengas algo de razón en tu cabeza. Y ten cuidado, últimamente en estos días ya te tienen hasta el cuello.…

Alma levantó una ceja, curiosa y un poco sorprendida de la peculiaridad que llevó esa conversación. Hasta que casi se tropezó en la puerta.

—Bien. Adiós —dijo el tío y colgó.

Cuando el tío volvió a su lavado de trastos. Alma intentó esforzarse por levantarse y cerrar la puerta sigilosamente. Lo logró sin que su tío se diera cuenta.