El terror acecha en la medianoche - Jessica Arcari - E-Book

El terror acecha en la medianoche E-Book

Jessica Arcari

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Beschreibung

En esta cautivadora antología, el lector se adentra en un laberinto de terror y misterio a través de una colección de historias donde lo inexplicable y lo sobrenatural se entrelazan con la realidad. Desde susurros en la oscuridad hasta encuentros paranormales, cada relato despliega un espectáculo de emociones intensas y escenarios inquietantes. La obra invita a explorar los rincones más oscuros del miedo humano, ofreciendo una experiencia literaria que atrapa y perturba a la vez.

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Seitenzahl: 92

Veröffentlichungsjahr: 2025

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JESSICA ARCARI

El terror acecha en la medianoche

Arcari, JessicaEl terror acecha en la medianoche / Jessica Arcari. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6211-1

1. Antología. I. Título.CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Prólogo

Noche de tormenta

El taxista del cementerio

Cuidado con los regalos

La hora de la siesta

El secreto del pueblo

La noche de Navidad

Día de furia

Mal sueño

El niño de los botones

Pesadilla

Un día normal en la escuela

El secreto de los abuelos

Mamá al rescate

Insaciable

Invasión

Noches de otoño

El hombre del pantano

La piscina

“Los monstruos son reales, igual que los fantasmas. Ellos viven dentro de nosotros y a veces ganan.”

Stephen King

Prólogo

Las historias me persiguieron desde que era apenas una niña.

Al principio no escuchaba las voces que brincaban en mi mente. Las ideas brotaban a borbotones: historias con brujas, vampiros, hombres lobo y demás.

Por miedo dejé de pensar en ellos. Seguí mi vida pensando que no tenía talento alguno para escribir. Me nutrí de autores excepcionales como King, Poe, Lovecraft.

Un día decidí volver a escuchar esas voces, y me animé a hacer lo que tanto me gusta desde que era pequeña.

En esta antología les dejo una muestra de lo que anda divagando por mi mente de vez en cuando. Espero que se inmergen en este mundo de pesadillas.

Le quiero agradecer infinitamente a mi familia por estar siempre conmigo y apoyándome en cada paso que doy.

Un beso al cielo para mis padres que siempre escucharon mis historias.

Noche de tormenta

Desde muy pequeña me encantaban las noches de tormenta.

Cada vez que llovía siempre cerraba los ojos y sentía mucha tranquilidad al escuchar el ruido de las gotas de lluvia mientras caían en mi techo, y ni hablar de los relámpagos, que, con su luz, iluminaban todo el patio; y acto seguido se escuchaban los estruendos de los truenos. Cuando la tormenta ocurría de día la observaba desde mi ventana, quedándome atónita viendo las ramificaciones que hacían los relámpagos.

Era lo mejor del mundo, me llenaba de vida. Hasta un cierto día, que viví la experiencia más horrenda que se puedan imaginar. Ahora la tormenta me aterra, se me hiela la sangre cuando llueve, y les voy a contar qué fue lo que me hizo cambiar y sentir el terror más grande que puede tener uno en la vida: el sentirse sin aliento y sin poder moverse del pánico.

Corría el mes de septiembre, para mí, uno de los mejores meses del año. En él, habitan las flores más hermosas, de todos colores debido a la llegada de la primavera, en algunos lugares los árboles terminan formando un sendero de varios tonos, entre ellos lilas y rojizos, haciendo que el paisaje pareciera sacado de un cuadro. También, es un mes con tormentas al acecho; y lo sabía por el calor que hacía en esos días.

Ya estaba preparada y entusiasmada, porque en mi interior sabía que se acercaba una gran tormenta. Mientras tanto, seguía preparando trabajos prácticos del colegio con mi compañera y amiga de toda la vida. Entre las dos decidimos no decir nuestros nombres reales, así quedaba en reserva nuestra identidad. A ella la llamaré Romina y yo me llamaré Celeste.

Decidimos juntarnos en la casa de Romina un viernes por la noche. Nos gustaba mucho hacer reuniones de tipo pijamadas y ver películas de terror. De paso, teníamos que preparar algunas materias porque se nos acercaban algunas fechas de entrega de trabajos prácticos. Lo que ninguna de las dos advirtió fue que esa noche iba a ser testigo de una de las peores tormentas del año, con vientos huracanados que tiraban todo a su paso.

Después de terminar los trabajos que nos habían pedido para la escuela, decidimos quedarnos despiertas un buen rato, y así poder ver alguna película.

Ya siendo las dos de la mañana, comenzamos a escuchar los relámpagos y los truenos. La tormenta ya había comenzado. De pronto, se escuchó un golpe seco y fuerte, seguido por unos silbidos. Los mismos no parecían hechos por el viento, sino que se asemejaba más a ruidos provenientes de una persona.

Las dos automáticamente nos miramos, y sentimos una brisa helada que nos recorrió todo el cuerpo:

—¿Qué fue eso? —Me dijo Romina.

—No tengo idea, vamos a ver —Le dije un poco asustada, pero con un cierto aire de curiosidad.

De una vez, y con coraje, decidimos abrir la puerta del cuarto. En ese momento, apareció su papá. Era un hombre alto y sin cabello, más o menos de cincuenta años.

Al notar que estábamos algo preocupadas nos tranquilizó y nos aseguró que iba a ver qué era ese ruido. Como nos sentíamos tranquilas y cuidadas, volvimos a entrar y seguimos con lo nuestro. Al cabo de unos minutos sentimos un grito ensordecedor y perturbador seguido de un corte de luz.

La casa de mi amiga quedó en total oscuridad, como si fuera que, de un instante a otro, se iba a abrir una puerta del infierno e iban a comenzar a pasar cosas fuera de lo común. Nuestras caras se llenaron de asombro y terror. ¿Lo habremos imaginado?

—Vamos a ver a tu papá— Le sugerí a ella para ver si podíamos ayudar en algo.

Pasamos por el cuarto de los padres y, para nuestra sorpresa e incertidumbre, ninguno de los dos estaba. La cama estaba destendida y la tele aún prendida.

“El grito vino del cuarto de estar, ¿habrá entrado alguien?”. Pensé. Mis manos comenzaron a temblar al correr los minutos, el corazón se me salía por la garganta y de fondo se escuchaba la tormenta seguida por unos vientos increíbles.

En el momento que decidimos asomarnos por la orilla de la escalera, oímos un segundo grito desgarrador seguido por un lamento.

—¡¡MIS NIÑAS VENGAN!! VENGAN RÁPIDO— Dijo una voz.

Para asombro de Romina, no parecía la voz de su madre, pero era seguro la voz de una mujer. Ella dio un salto que casi se cae por las escaleras, y yo me quede inmóvil, petrificada, no sabiendo qué hacer.

Con una valentía que no sabía de dónde había salido, decidí agarrar la linterna y bajar a ver qué pasaba. Romina se encontraba detrás mío, sin decir una palabra, hasta que de pronto lo peor sucedió. A la mitad de la escalera pudimos observar que la puerta de la entrada estaba abierta de par en par, y veíamos como el árbol que se encontraba en la entrada, se mecía por el gran viento que había afuera.

—Ese habrá sido el primer golpe— Le dije a ella con voz temblorosa.

—Hay algo más ahí Celeste, tenemos que acercarnos. —Susurró mientras me agarraba el brazo fuertemente.

Cuando alumbramos con la linterna hacia la entrada, la vimos. Era una mujer.

Parecía tener puesto un vestido blanco con dibujos de flores lleno de sangre. Se encontraba sentada en la alfombra. Por lo que se podía ver con la luz de la calle, era una mujer rubia, más o menos de cuarenta años, con el pelo suelto, desteñido y enredado. Alzó su mirada, una mirada frívola, perdida, sus ojos marrones parecían vacíos.

—Vengan mis niñas, ya no les van a hacer más daño, vengan conmigo, no tengan miedo. —Dijo la mujer mientras abría los brazos.

En ese instante, sentimos que se detuvo el tiempo. ¿Dónde estaban los padres de mi amiga? ¿Quién era esa mujer? Esos pensamientos no dejaban de pasar por mi cabeza, estábamos corriendo un gran peligro. Y no sabíamos qué hacer.

De repente, nos lanzó una sonrisa que no cabía en su boca y lanzó una carcajada. En el costado del cuerpo, tenía un cuchillo de cocina. El terror invadió nuestro cuerpo, lanzamos un grito desgarrador y ahí fue cuando un rayo iluminó toda la casa y los pudimos ver. Sí, ya se imaginan: los padres de mi amiga yacían al pie de la escalera, ambos sin vida, tenían un gran corte en la garganta. La mamá, sin embargo, se llevó la peor parte. Esta psicópata le había sacado los ojos.

Sin esperanzas, sabiendo que esa mujer iba por nosotras, corrimos hacia la habitación. Al entrar llamamos a la policía, mientras que de fondo se seguía escuchando la tormenta, que pasó a ser interminable, frívola y salida de una historia de terror.

Esos momentos antes de que llegue la policía fueron interminables. Podíamos escuchar a esa mujer, riéndose de una manera interminable e intimidante mientras subía las escaleras, yendo a buscarnos. La puerta de la habitación estaba cerrada con llave, pero aun así dio un par de golpes queriendo abrirla.

Lo último que recuerdo antes de terminar perdiendo el conocimiento por unos minutos, fue la canción que cantaba mientras trataba de abrir la puerta:

—Duerme pequeña no tengas temor, mamá te dará un ruiseñor.

La canción era cantada una y otra vez, seguida por la risa de esa mujer. De repente, hubo un silencio. Volví en sí. Pensamos que se había cansado de tratar de abrir la puerta y que se había ido.

Pero nos equivocábamos. Se nos ocurrió ver a través del cerrojo de la puerta para observar si se había ido.

La vimos tomando carrera con el hacha de emergencia en la mano, y se abalanzó hacia la puerta.

El terror era indescriptible, ver la cara de esa mujer, todavía la recuerdo. Estaba sedienta de sangre, y no iba a parar hasta que las dos estuviéramos muertas. Hizo un agujero en la puerta y la abrió. Corrimos hacia la ventana y no dudamos en abrirla para salir de ese infierno. Afuera, la tormenta aún estaba en su curso, llovía a cántaros, y no se podía ver nada en la calle. El viento azotaba a los árboles de un lado hacia el otro.

Sin importar lo que nos pudiera llegar a pasar, decidimos saltar. Sí, saltamos a la calle con semejante tormenta, fueron solo unos segundos. Primero saltó mi amiga para guiar el camino, y luego yo.

Esa mujer me agarró de la mano y con el hacha, me lastimó. Del mismo dolor caí al suelo. Romina me dijo que estuve inconsciente unos minutos.

Ella me arrastró hasta la casa de enfrente, que tenía una casa del árbol y ahí nos pudimos esconder de esa aterradora mujer. Mientras estaba inconsciente, soñé con ella. Con su rostro pálido, el maquillaje corrido y una mirada totalmente desorbitada. Estaba parada, en la ventana del cuarto de mi amiga, viéndonos, con el hacha en la mano y esbozando esa sonrisa fuera de cuadro.

Cuando desperté estaba en la casa del árbol en la casa de enfrente. Teníamos a la policía con nosotras, y mi amiga estaba hablando con el comisario. La tormenta se detuvo, ya formaba parte del pasado.

La policía revisó de pies a cabeza la casa de ella y no encontró a la mujer.

La casa estaba igual a como la habíamos dejado la noche anterior. Se llevaron los cuerpos de los padres de Romina, llamaron a los míos y fuimos a la estación a prestar declaración sobre el infierno que vivimos. Pudimos describirla detalladamente, y ya habían hecho el identikit para comenzarla a buscar por los alrededores de la zona.