2,99 €
Khalil Gibran es un poeta, filósofo y artista nacido en el Líbano, una tierra que ha producido muchos
profetas. Su fama y su influencia se esparce más allá del Oriente Próximo, su obra se ha traducido a más de veinte idiomas y sus dibujos y pinturas se han expuesto en las grandes capitales del mundo.
En "El vagabundo", obra publicada tras su muerte en 1932, Gibran retrata a el hombre que ha recorrido el mundo con los ojos abiertos y el oído atento y que ha recogido las lecciones que la vida y el contacto con los hombres le han proporcionado. Sus parábolas y sus apólogos encierran la sabiduría práctica y la agudeza psicológica que ha acumulado con los años.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Veröffentlichungsjahr: 2025
EL VAGABUNDO
El vagabundo
Vestiduras
Canción de amor
Lágrimas y risas
En la Feria
Las dos princesas
El relámpago
El ermitaño
Dos seres iguales
La perla
Cuerpo y alma
El rey
Sobre la arena
Tres regalos
Paz y guerra
La bailarina
Los dos ángeles
La estatua
El trueque
Amor y odio
Sueños
El loco
Las ranas
Las leyes
Ayer, hoy y mañana
El filósofo y el remendón
Los constructores
La tierra de Zaad
El oro
La tierra roja
La luna llena
El profeta ermitaño
Aquel viejo, viejo vino
Dos poemas
Lady Ruth
El gato y el ratón
La maldición
Las granadas
Tres dioses y ninguno
La que era sorda
La búsqueda
El cetro
La senda
La ballena y la mariposa
Paz contagiosa
La sombra
Setenta
Con Dios
El río
Los dos cazadores
El otro vagabundo
Lo encontré en la encrucijada de dos caminos. El hombre, con apenas un bastón, cubría sus ropas con una capa y su rostro con un velo de tristeza.
Nos saludamos el uno al otro y yo le dije:
—Ven a mi casa y sé mi huésped.
Y él vino.
Mi mujer y mis hijos nos esperaban en la puerta de la casa y él les sonrió y ellos estuvieron contentos de su llegada. Después nos sentamos a la mesa. Y todos nos sentimos felices, con el hombre y con el halo de silencio y de misterio que lo envolvía.
Y, luego de cenar, nos reunimos frente al fuego y yo lo interrogué acerca de sus peregrinaciones.
Y nos contó muchas historias durante aquella noche. Y también al día siguiente.
Las historias, que yo he registrado aquí, son fruto de la amargura de sus días, aunque él nunca se mostró amargado. Y están escritas con el polvo del camino.
Cuando nos dejó, tres días después, no lo sentíamos ya como un huésped que había partido sino, más bien, como uno de nosotros, que estaba en el jardín y que aún no había entrado.
Cierto día Belleza y Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron:
—Bañémonos en el mar.
Entonces se desvistieron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de Belleza, y luego partió.
Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para quedarse desnuda, así que se vistió con las ropas de Fealdad. Y Belleza también siguió su camino.
Y hasta hoy día hombres y mujeres confunden una con la otra.
Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de Belleza y saben que no lleva sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de Fealdad, y sus ropas no lo ocultan a sus ojos.