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El autor nos presenta un título, en formato de cuentos, sobre la vida vagabunda, y lo que se puede aprender cuando merodeamos sin rumbo el camino de nuestra vida. Las reflexiones del autor llegan a lo profundo de nuestro ser, y las sombras de sus palabras nos acompañarán por el resto de nuestras vidas.
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Seitenzahl: 38
Veröffentlichungsjahr: 2021
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El vagabundo (1932)Gibran Khalil Gibran
Editorial CõLeemos Contigo Editorial S.A.S. de [email protected]ón: Diciembre 2021
Imagen de portada: PixnioTraducción: Benito RomeroProhibida la reproducción parcial o total sin la autorización escrita del editor.
El Vagabundo
Vestiduras
Canción de amor
Lágrimas y risas
En la feria
Las dos princesas
El relámpago
El ermitaño
Dos seres iguales
La perla
Cuerpo y alma
El rey
Sobre la arena
Tres regalos
Paz y guerra
La bailarina
Los dos ángeles
La estatua
El trueque
Amor y odio
Sueños
El loco
Las ranas
Las leyes
Ayer, hoy y mañana
El filósofo y el remendón
Los constructores
La tierra de Zaad
El oro
La tierra roja
La luna llena
El profeta ermitaño
Aquel viejo, viejo vino
Dos poemas
Lady Ruth
El gato y el ratón
El río
Los dos cazadores
El otro vagabundo
Lo encontré en la encrucijada de dos caminos. El hombre con apenas un bastón. Cubría sus ropas con una capa y su rostro con un velo de tristeza.
Nos saludamos el uno al otro y yo le dije:
—Ven a mi casa y sé mi huésped.
Y él, vino.
Mi mujer y mis hijos nos esperaban en la puerta de la casa y él les sonrió y ellos estuvieron contentos de su llegada. Después nos sentamos a la mesa. Y todos nos sentimos felices, con el hombre y con el halo de silencio y de misterio que lo envolvía.
Y, luego de cenar, nos reunimos frente al fuego y yo lo interrogué acerca de sus peregrinaciones. Y nos contó muchas historias durante aquella noche. Y también al día siguiente.
Las historias, que yo he registrado aquí, son fruto de la amargura de sus días, aunque él nunca se mostró amargado. Y están escritas con el polvo del camino.
Cuando nos dejó, tres días después, no lo sentíamos ya como un huésped que había partido sino, más bien, como uno de nosotros, que estaba en el jardín y que aún no había entrado.
Cierto día, Belleza y Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron:
—Bañémonos en el mar.
Entonces se desvistieron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde, Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de Belleza, y luego partió.
Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para quedarse desnuda, así que se vistió con las ropas de Fealdad. Y Belleza también siguió su camino.
Y hasta hoy en día, hombres y mujeres confunden una con la otra.
Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de Belleza y saben que no lleva sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de Fealdad, y sus ropas, no lo ocultan a sus ojos.
Cierta vez, un poeta, escribió una hermosa canción de amor. E hizo muchas copias y las envió a sus amigos y conocidos; hombres y mujeres y, también, a una joven que había visto, tan sólo una vez y que vivía más allá de las montañas. Y, cuando pasaron dos o tres días, vino un mensajero de parte de la joven, trayendo una carta. Y la carta decía:
“Déjame decirte que estoy profundamente conmovida por la canción de amor que escribiste para mí. Ven pronto y habla con mis padres para tratar los preparativos de la boda”.
Y el poeta respondió, diciendo en su carta:
“Amiga mía, la canción que le envié no era sino una canción de amor brotada del corazón de un poeta, cantada por todo hombre y a toda mujer”.
Y ella le escribió a su vez, diciendo:
“¡Hipócrita y mentiroso! ¡Desde hoy, hasta el día en que me entierren, odiaré a todos los poetas por su causa!”.
Una noche, a orillas del Nilo, una hiena se encontró con un cocodrilo. Ambos se detuvieron y se saludaron. La hiena dijo:
—¿Cómo vas pasando el día, Señor?
—Muy mal —respondió el cocodrilo—. A veces, en mi dolor y tristeza, lloro. Y entonces las criaturas dicen: “son lágrimas de cocodrilo”. Y eso me hiere mucho más de lo que podría contar.
Entonces la hiena dijo: