Encuentro en el Volcán - Carlos Germán Gimenez - E-Book

Encuentro en el Volcán E-Book

Carlos Germán Gimenez

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Beschreibung

Una joven arquitecta pese a ser feliz y tener su vida ordenada descubre que a sus obras les falta vida. Intuye que cambiando ella, cambiaran sus diseños. Llega una invitación a un encuentro de terapias alternativas dentro de un volcán inactivo andino. Promete ser una buena excusa para dedicarse a entender que ocurre en su interior. Yaka es quien posee la responsabilidad de conducir el evento dentro del cráter. Durante las jornadas que se prolongue el encuentro intentará con ayuda de los asistentes develar revelaciones para transcribirlos en el Manual del Volcán. Esperará hasta que se produzcan instantes únicos, momentos en donde las energías internas de los asistentes con uyan con las del universo y la tierra. Momentos donde aparecen los big bang, momentos en donde todo vuelve a comenzar. Todo el que asiste, ya no volverá a ser igual. Todos serán nuevamente aprendices de la vida…

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Carlos Germán Gimenez

Encuentro en el Volcán

Giménez, Carlos Germán Encuentro en el volcán / Carlos Germán Giménez. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-3569-6

1. Novelas. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenidos

Palabras iniciales

Encuentro en el Volcán

Sinopsis

Palabras iniciales

No sé acertadamente si el rol que elegí en estavidalocumplosegúnlopactadoalinicio.Séquedurantemuchosaños busqué ansiosamente despertar. ¿Pero paraqué?

¿Para qué intentar despertar en medio de la película?

¿Paraquéintentardespertarenmediodeunaoperación?Nótese que digo para qué y no por qué, ya queestoformapartedeunaprendizajepreviodondedescubríque todo lo que me instruyó tiene un para qué, unmotivoque sirveparaalgooparaalguien.Entantoelporquémepareció siempre como una simple curiosidad, algoquellama adescubrirunaverdad,peroqueniremotamentesabemos qué hacer con ella.

Sitomamoselcaminodelparaqué,eltodoseponeanuestra disposiciónparaqueantesdedescubrirunaverdadyasepas enquéocómoutilizarla.Elparaquételiberadedescubrir cosasquenolesirvananadie,verdadesquellevessinsentido. Todos hemos pasado por el incómodo momento de explicar sensaciones o vivencias con las pocas palabras de las que disponemos y durante el relato intuimos que no se aproxima ni remotamente lo narrado de lo sentido realmente. Los profetas que nos antecedieron pasaron sus días sin mencionar siquiera sobre tomar apuntes. Conocedores de quelasletrasformadascomopalabrasyestascomopárrafos solo acotansentimientos.

Dicho esto, y a sabiendas de cometer el pecado de escribir, comienzo a detallarles lo que en algún momento descubrí en mi búsqueda de verdad.

Mi búsqueda me llevó a encontrarlos a ellos, Facundo y Germán, dos maestros que con diferentes culturas ayudaron en mi nueva visión. Comprendí que una vez en el camino encontrarás tantos maestros como te hagan falta para llegar a destino.

A veces los tiempos de búsqueda y de ordenar ideas te hacen disfrutar a medias de algunos placeres cotidianos. Pido perdón a mis hijos por el tiempo sustraído, por las verdades a medias, por conceptos mal nutridos.

Descubrir la mayor verdad te hace libre y por eso he osado compartir con mis seguros cercanos descubridores, aquellos a los que puedo llegar con mis ideas más claras y a quienes dedico mis escritos: mis nietos, a los cuales no conozco aún, ni tampoco me conocen. A ellos dedico mi búsqueda. Ellos son los destinatarios de mi legado, pero también con él le otorgo el poder de eximirse de este, el poder de no aceptarlo y el poder para compartirlo con quien quieran.

Acá estuve yo, siempre de aprendiz de la vida.

CGG

Encuentro en el Volcán

Un día nacemos, un día morimos. Entre estos quedan una tamaña pero finita cantidad de días. De estos tenemos correspondencia con aquellos que tenemos conciencia plena. Son de uso y responsabilidad exclusiva. Es el segmento de vida que nos corresponde. Alcanzan tan solo unos minutos para que todo tenga sentido por siempre. Para conservarnos como especie lo primero con que nos impregnan son los miedos. Nos estructuran, nos hacen consumir días tras días inertes. Es un paso casi obligado camino de la infancia. Cuando adquieres fuerzas suficientes, empiezas a descubrir diversas verdades antes negadas. Pero la vida te apura, un día te sorprendes ya con descendencia. Y cuando no tienes completas tus respuestas, sientes la presión de legar tus ideas más consolidadas en tus hijos. En un momento eres preguntas en otro momento eres respuesta. Indicas caminos, otras eres camino. Hasta llegar a la humildad de aceptar que no existe una receta maestra de avanzar por la vida. Existen miles y quizás más formas de desandar el camino. Y llegas a la conclusión ineludible de que, elijas la que elijas, debes hacerte cargo de la tuya. Amarla, disfrutarla, aprenderla y absorberla hasta el fin.

Dentro de nuestra cultura occidental contemporánea, hemos heredado como mayor relevancia los excesos, el amontonamiento grosero, el consumismo comercial. Mientras permaneces ensimismado en esta cultura es muy complejo recibir nueva erudición. Tarde o temprano aparece en el interior esta necesidad de trascenderte. Empieza la indagación, empieza la transmutación. Una vez que comienzas a buscar, empiezas a encontrar.

Al encuentro de lo espiritual se asiste por muchas vías, todas ellas provenientes de muchas culturas. Estas ciencias son provenientes de diversas geografías de nuestro planeta. Muchas difieren, aparte del espacio, también en el tiempo. Hay una etapa contemporánea a estas letras en donde comienzan a convivir algo cohesionadas unas con otras.

Invadidos por aprendizajes europeos durante centenares de años, el cristianismo formó todas sus fisonomías. Luego accedimos a una filosofía mucho más antigua vedada a nosotros, los aprendizajes asiáticos. Finalmente, el resurgimiento del aprendizaje propio de estas tierras, el legado de los pueblos originarios.

Bajo el escudriño de los nativos se conservaron todas las enseñanzas maestras. Durante centurias establecieron en forma cerrada los lineamientos para la conservación de las instrucciones.

Los guardianes de la experiencia, la sabiduría y el amor guardaron en forma oral los mejores consejos para sus herederos.

Siempre que aceptas tus incertidumbres como causa de búsqueda de respuesta también aceptas el camino que te lleva hacia estas. Intrínsecamente admites que puedes encontrarte con verdades y personas que no imaginas ni remotamente con las que puedas compartir experiencias.

Siempre se aprende de los distintos. Son los que se atreven a mostrar lo desigual. Los que arriesgan a generar el rechazo maquinal y natural de aquellos a quienes les incomoda cambiar de verdades. Si lo pides, aparecen. Son los verdaderos maestros que se preparan para cruzar el camino en el que vas a caminar. Facundo nace por algún designio divino en la majestuosa cordillera de los Andes. Pelo largo negro hasta los hombros. Robusto, pero de contextura ágil. Piernas fornidas de caminar, 1,80 metros de altura. La velocidad y destreza en su brazo izquierdo siempre llaman la atención. Barba prominente, de sonrisa amplia, donde aparecen dientes perfectos. Sus ojos marrones oscuros entre su nariz nubia transmiten paz a quien los mire. De piel curtida por el sol, su personalidad hace que los extraños se sientan como amigos rápidamente.

Desde su niñez usa esta montaña para orientarse, jugar o esconderse a cavilar. Su referencia es absoluta la observa desde que despierta hasta dormirse. Sus padres agricultores de montaña le enseñan que su base oriental es propicia para el cultivo. Sus grandes laderas ofician de cobijo de los vientos del Pacífico. Cualquier fruto que siembren crece infaliblemente, humectados por las lluvias frecuentes, pero exentas de granizo y de viento. Alquilan la tierra por temporada, siembran, y el vientre de la tierra reintegra papas, maíz, mandioca, cebollas, zapallos, habas, arvejas, porotos de distintas variedades y demás. Si se obtiene buena producción, se vende bastante rápido y fácil. Los dueños de las parcelas, casi siempre no originarios del lugar, merodean el botín, saben que de ser próspera la cosecha, aumentan su canon de alquiler. No tienen buenas nociones de cómo trabajar estas tierras, pero son sus dueños al menos en los títulos. Siempre será el detonante para las disputas entre locatarios y trabajadores de la tierra que causarán reniegos e insultos entre los dueños legales y quienes aman y labran la tierra. El final siempre de manera virulenta, un desencuentro y ruptura de trato auspicia la trashumancia hacia otras tierras siguiendo el camino del inca. Ligeros de ropa y de utensilios, prestos para nuevas plantaciones, conocen muchos de los rincones de la cordillera en gran parte de su extensión.