Entre tinieblas - David Bagan Castillo - E-Book

Entre tinieblas E-Book

David Bagan Castillo

0,0

Beschreibung

Goth es un vampiro tenebroso, uno mas en el grueso del clan. En una sociedad vampírica cerrada y cruel deberá obedecer y cumplir con los oscuros deseos de su creador si desea ser valorado y sobrevivir. Sin embargo no solamente tendrá que enfrentar los peligros propios de su condición, también se vera envuelto en una lucha interna entre sus instintos depredadores y su latente condición humana. La eterna lucha entre el bien y el mal, le llevara a tomar ciertas decisiones que cambiaran su destino al descubrir la hipocresía que envuelve el mundo tenebroso.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 336

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.


Ähnliche


Entre Tinieblas.

David Bagan Castillo

ISBN: 978-84-19528-58-2

1ª edición, julio de 2022.

Editorial Autografía

Calle de las Camèlies 109, 08024 Barcelona

www.autografia.es

Reservados todos los derechos.

Está prohibida la reproducción de este libro con fines comerciales sin el permiso de los autores y de la Editorial Autografía.

capítulo 1

No tengo muy claro si fue mi primer sueño o el último. Recuerdo de ese sueño estar flotando, la sensación de paz que me invadía era sublime. La corriente me llevaba río abajo mientras veía el sol colándose entre las hojas de los árboles mecidas por el viento. Después de eso solo recuerdo el olor de la tierra mojada, el increíble ardor en mi garganta y el descomunal vacío en mi interior, una sensación tan desagradable como única que me hizo despertar o como los muertos lo llaman, renacer.

Lo primero que recuerdo al despertar es que tuve que desenterrarme de una tumba poco profunda, allí me estaban esperando otros tantos vampiros algunos jóvenes y recién nacidos como yo que tan solo tenían unos meses en su nueva no vida, otros los más veteranos sonreían y me miraban con cara de mofa. Todo era oscuridad bañada por la tenue luz de la luna creciente. Alrededor de un claro del bosque doce tumbas poco profundas albergaban los cuerpos de los nuevos vampiros que teníamos que incorporarnos a las filas de este clan de la estirpe terebra “Los tenebrosos” aunque no todos fueron alzados, no todos los vampiros fueron desenterrados y cuatro de ellos permanecerían inmóviles para siempre en esa tumba poco profunda y en cuestión de unos años quedarían podridos deshechos y olvidados. Un poco más alejado estaba el creador, un vampiro alto, delgado, con los ojos negros como la mismísima noche, el pelo largo, negro y laceo, su tez alargada era muy pálida sus uñas largas y negras. Vestía un abrigo de cuero bastante trotado y sus ropajes, aunque parecían delicados habían visto tiempos mejores, tenía una estatura considerable y su presencia era imponente.

- Hijos míos, ahora pertenecéis a la familia de los tenebrosos. No envejecéis ni sufriréis más enfermedad que la que queráis crear en vuestras mentes, sanareis de prácticamente todas las heridas y podréis disfrutar del devenir de los siglos y maravillaros con multitud de experiencias que jamás los humanos podrán conocer-

Esas fueron sus palabras, las pronunció con su voz de ultratumba, una voz cavernosa y profunda qué haría estremecer hasta el hombre más valiente

Me levanté sacudiéndome la tierra de encima, solo podía pensar en el terrible ardor que tenía en la garganta y en la innombrable ansiedad que recorría todo mi cuerpo, todos mis sentidos estaban estremecidos, todo me provocaba un vértigo terrible, podía oler la humedad en la brisa, podía escuchar a los insectos a cientos de metros de distancia, pero solo podía pensar en una cosa, alimentarme, saciar mi sed de sangre.

De las doce tumbas preparadas ocho vampiros nos habíamos levantado. El clan se componía por unos cien vampiros más o menos y nos habían preparado un tentempié de bienvenida. Una res joven, una vaca, estaba esperando para ser nuestro primer almuerzo. El creador hizo una señal con la mano como para invitarnos a alimentarnos de ella y nosotros no lo dudamos, nos abalanzamos encima de aquel pobre animal hincando nuestros colmillos con ferocidad, desangrándola pudimos sentir el placer de beber sangre caliente por primera vez, un placer que inundaba nuestros sentidos y nos dejaba extasiados.

Una vez nos alimentamos de ella y el cadáver de aquel pobre animal yacía en el suelo, nos invitaron a conocer nuestros aposentos. El clan se había establecido en una zona de ruinas entre unas montañas cercanas a una población, era un antiguo Castillo que hace tiempo fue asediado y apenas quedaban unos cuántos restos cubiertos de maleza, en mitad del bosque, en aquel lugar perdido. Bajo esas piedras todavía estaban prácticamente intactas las mazmorras, allí era donde dormíamos, unas viejas mazmorras distribuidas en paralelo. La mayoría de los vampiros estábamos afinados, pegados unos al lado de los otros, las estancias estaban llenas de humedades, de insectos y moho. No hubiera sido agradable para ningún humano pasar la noche allí, pero a nosotros no nos importaba, al fin y al cabo, ya estábamos muertos. El creador por supuesto tenía su propia estancia, una de las mazmorras reservada para él un poco más limpia y bien ataviada con algunos muebles e incluso una cama

Durante las primeras noches fuimos a cazar animales por el bosque para acostumbrarnos a nuestra nueva forma de vida y a nuestros sentidos agudizados. En todo momento sentíamos el olor de putrefacción de nuestras propias ropas, el hedor a muerte que desprendíamos entre nosotros.

Yo llevaba puesta una camisa de mangas anchas, una camisola que me llegaba hasta la mitad del muslo de largo, en el cuello se abría y se podía abrochar con un cordón, era de color marrón, un marrón oscuro poco agradable a la vista, unos pantalones bombachos y unas botas de cuero bastante desgastadas. Mis otros hermanos por llamarlos de alguna manera vestían ropas ataviadas parecidas a las mías, no parecía que el aspecto fuera algo exageradamente importante para el clan. Otros vampiros más veteranos, con más años de servidumbre llevan ropas menos usadas y ennegrecidas, al menos no tenían el aspecto de estar podridas, otros lucían gambesones y cotas de malla, fragmentos de armaduras o incluso armaduras completas con corazas de metal, grebas y brazaletes.

A los nuevos vampiros se nos asignó un veterano llamado Lot, este vampiro debía enseñarnos cuáles eran las normas dentro del clan, quiénes éramos y por qué estábamos allí, pero no solo eso, también debía ejercer el papel de padrino y procurar que fuéramos leales a nuestro señor, aunque ser desleal me parecía harto improbable pues en todo momento, sentíamos la presencia del creador dentro de nuestras cabezas. Una presencia muda pero firme, como si estuviera y no estuviera al mismo tiempo, como si hubiera otra persona dentro de mí mirando a través de mis ojos.

Respecto a los terebra, hay que decir de nuestra estirpe que somos un tipo de vampiros bastante ligados a la oscuridad, en el renacer y en las siguientes semanas apenas pronunciamos palabras entre nosotros, apenas hablamos, pero no es porque no podamos, sino más bien porque tenemos una fuerte sensación de odio hacia todo lo que nos rodea, hacia todo lo que se mueve, incluso nos miramos con recelo entre nosotros. En las primeras semanas apenas hablamos porque nos comunicamos de algún modo enseñando nuestros colmillos, en señal de amenaza cuando algo no nos gusta, lanzándonos miradas de odio y desconfianza. Cuando se caza una presa dentro de nuestro pequeño grupo vigilado por Lot, él es el primero en alimentarse, después los nuevos renacidos simplemente nos abalanzamos sobre esa presa para intentar beber cuanta más sangre mejor antes de que los demás la dejen seca.

Como ya he dicho los terebra somos una estirpe de vampiros muy ligados a la obscuridad, nuestras pieles son muy pálidas, nuestras uñas suelen ser negras o de un color azul oscuro, nuestros colmillos siempre están a la vista y no somos capaces de ocultar nuestra forma vampírica. Simplemente somos como somos. Los ojos pueden variar según el individuo, aunque normalmente la pupila está tan dilatada que solo se puede apreciar un enorme iris de color negro dentro del ojo. Muchos terebra conservan esa característica por siempre, otros con el pasar del tiempo son capaces de reprimir o dominar los impulsos asesinos, el odio y la ansiedad, para tener algo más de consciencia inteligente y en ese momento es cuando las pupilas encojen dejando a la vista un iris pálido, que según el vampiro tiene uno u otro color. Los terebra en el renacer tenemos la característica de adquirir algún tipo de habilidad, en mi caso, los reflejos, tengo muchísimos reflejos y además soy bastante rápido.

Otros desarrollan el poder de hacer crecer sus uñas y endurecerlas hasta parecer las garras de un águila, uñas que cuando el vampiro desea las puede dejar caer al cabo de un tiempo, recuperando la funcionalidad digital. Con esa característica he visto algunos vampiros trepar a los árboles con extrema facilidad o desgarrar a un ciervo matándolo de un solo zarpazo, otros y esto es un poco menos frecuente, adquieren una fuerza sobrehumana capaces de levantar un tronco enorme de mucho peso o de mover piedras tan pesadas que necesitarían de diez o doce hombres para moverlas.

Una curiosidad sobre nosotros, algo que durante largo tiempo me intrigó, es que, a pesar de estar muertos, a pesar de ser vampiros, sentimos el frío, pero podemos soportarlo muy bien, incluso podemos soportar temperaturas gélidas sin llegar al punto en que nos molesten. Sentimos el dolor y reaccionamos ante él como lo haría cualquier ser vivo, somos mucho más sensibles a la luz del Sol que otros vampiros de otras estirpes y por supuesto, nos molesta mucho la luz del fuego y el fuego en sí mismo, del cual solemos sentir un miedo irracional que nos cuesta bastante controlar.

Siempre intentamos evitar las llamas de las antorchas o las hogueras, algunos de nosotros están tan ligados a la oscuridad que incluso la tenue llama de una vela les molesta. También sangramos, aunque nuestra sangre es algo más oscura y densa de lo normal, algunas veces he visto vampiros quedarse durante horas mirando a la nada sin parpadear. Supongo que el hecho de parpadear y de respirar son actos reflejos de los vivos y aunque hay muchos que no lo hacen, otros de mis camaradas sí respiran o por lo menos sus pulmones siguen realizando movimiento de respirar como si aún estuvieran vivos. Exhalamos aliento, así que supongo, que, de alguna manera, entra aire en esos pulmones faltos de vida. Otros se quedan mirando las estrellas o la profundidad del bosque, quizás buscando en su interior algún ápice de humanidad o algún recuerdo que les devuelva una parte de quiénes eran antes de morir.

No tenemos recuerdos. Ninguno de nosotros recuerda nada de su antigua vida, ninguno de nosotros puede acordarse de quién era, donde vivía, si tenía familia o sí amo alguna vez a alguien. Puede que sea mejor así. El creador nos dio la vida eterna, le debemos todo y él nos ha impuesto dos cientos años de servidumbre. Después de cumplir con nuestro servicio seremos libres para disfrutar nuestra vida eterna como mejor nos plazca, de caminar por el ancho y vasto mundo o de quedarnos en un oscuro agujero si eso nos complace, pero hasta entonces debemos cumplir sus órdenes, protegerle y servir al clan feroz y lealmente.

Él nos controla, nos imbuye pensamientos sutiles, sencillos, pero inamovibles de tal forma que nos es prácticamente imposible el rechazar una orden, pues en nuestras cabezas, no deja de susurrar su voz constante, latente y oculta tras nuestros propios pensamientos; caza, explora, vigila, mata. Utilizando este poder se asegura de que todos le seamos leales y hace que este vínculo nos transforme en marionetas de su voluntad, de tal manera que algunos no son capaces de discernir la diferencia entre los deseos del creador y los suyos propios.

Goth… así es como me llamo, así es como me llaman los otros vampiros, así es como me llama Lot. Tengo el pelo largo y ondulado que cae sobre mis hombros de color castaño claro, al reducirse el color negro de mi pupila pude descubrir un verde fantasmagórico en el iris de mis ojos, mi nariz es pequeña y chata y mi boca de labios carnosos bien perfilados. Soy bastante alto en comparación con otros vampiros y bastante delgado también, es por eso, que me llaman tanto la atención mis propias manos, mis dedos son muy alargados y huesudos, a veces puedo estar mirándolos durante horas, abriendo y cerrando la mano, mirando la palma y girándola para después observar el dorso.

En lo que se refiere al nombre, todos los vampiros del clan tenemos nombres cortos; Nat, Luv, Morr, Sot, supongo que así es más fácil para el creador y para los otros vampiros, lo cierto es que no sé si es una cuestión de practicidad o de pereza pues los vampiros tenemos una memoria bastante notable y aprendemos bastante deprisa. Quizá sea más sencillo acordarse de los nombres mono sílabas, quizá sea una antigua tradición o quizá no le importa demasiado cómo llamarnos y por eso no se ha esforzado mucho en ponernos los nombres.

Dentro del clan hay una jerarquía bastante marcada, el creador cuyo nombre no sabemos, es el que manda y les da las órdenes a sus allegados más íntimos. Los oficiales de alto rango del clan son unos pocos vampiros, sobre todo hablan entre ellos y con el creador, raras veces nos dirigen la palabra y cuando lo hacen su expresión suele ser bastante seria y taciturna. Van ataviados con buenas ropas, aunque viejas, gambesón, armadura de placas, brazales, grebas y llevan como armamento una espada de mano y media en el cinto, un arma entre larga y equilibrada, de casi metro y medio, muy poderosa en manos de un vampiro. Por debajo de ellos están los veteranos vampiros, cuya servidumbre se remonta a unos cien años atrás, puede que un poco más. Son bien conocidos tanto por el creador como por sus oficiales y son dignos de su confianza. Dentro de este rango podemos encontrar una veintena vampiros más o menos, el resto somos simples guerreros.

El color de los ropajes de todos dentro de esta gran familia de chupasangres suele ser oscuro con predominancia el color negro, cosa que quizá hace resaltar aún más nuestro aspecto de vampiros y nuestras caras pálidas.

La mayoría de los guerreros, sobre todo los recién renacidos, no tenemos ni armas ni armadura, es algo que nos han dicho que tenemos que ganarnos, seguramente se referirán a qué tenemos que conseguirlas después de una batalla, robándole a los muertos

Nuestra forma de actuar consta básicamente en asentarnos en un lugar en el que podamos cazar de noche y tengamos un lugar para descansar de día, preferiblemente algún lugar que sea defendible. Pues por lo que tengo entendido siempre hay cazavampiros o grupos de caballeros errantes que rastrean a los de mi especie dándonos caza y muerte.

Durante los primeros años después del renacer estuvimos ocupando aquel lugar, nadie se habría acercado por ahí, era un lugar perfecto para nosotros, estaba en lo alto de una pequeña colina y el bosque se había adueñado en parte de aquellas ruinas, pues estaban cubiertas por la maleza, rodeadas de zarzales, de arbustos que apenas hacían posible a la vista el hecho de que allí hubiese habido alguna vez una estructura, una edificación defensiva. En el bosque, entre los árboles, apenas se podían distinguir algunas piedras de color grisáceo, llenas de musgo y de liquen, pero allí estaba nuestra guarida. Lo que para un humano simple sería una tarea ardua, encontrar la entrada a las antiguas mazmorras, para un vampiro era algo mucho más sencillo, pues podemos ver muy bien en la oscuridad, prácticamente podemos ver en la oscuridad más absoluta. Nuestro sentido del olfato está muy afinado, nuestro sentido de la percepción y de la orientación es mucho más amplio que el de cualquier humano o ser vivo. Además, el rastro de otros vampiros no pasa desapercibido.

Entre la maleza se abría un túnel del cual colgaban raíces y ramas, un oscuro pasadizo que al cabo de unos largos metros llevaba a las antiguas mazmorras de aquella fortificación.

A medida que iban pasando las semanas e íbamos tomando conciencia de nosotros mismos las charlas se hacían más interesantes, los sonidos guturales quedaban atrás y comenzábamos a relacionarnos entre nosotros de una forma más parecida a lo que lo harían los humanos. Manteniendo largas conversaciones en las noches en las que tan solo teníamos que cazar para alimentarnos y pasear por los bosques. Soc, así se llamaba el primer vampiro con el que entable amistad, era moreno con el pelo corto, algo bajo pero un tanto robusto, sus pupilas seguían muy dilatadas y su expresión facial denotaba una tristeza profunda, su nariz aguileña y su boca era pequeña, estaba semi cubierta por una barba negra, larga y bien poblada. Era muy agradable pasar las noches con él, aunque tartamudeaba un poco a veces, no había que menospreciar su inteligencia, pues era muy agudo, audaz de pensamiento y era capaz de percibir detalles y situaciones que los otros vampiros ni siquiera podían sospechar.

Nos hicimos muy amigos, hacíamos las guardias juntos, paseábamos juntos por el bosque mientras charlábamos y permanecíamos tumbados en la hierba mirando a las estrellas e intentábamos discernir entre tanta maldad, la oscura belleza de nuestra situación y de nuestra no vida. También nos gustaba mucho ir al río, durante horas jugábamos con los sapos, los batracios, los tritones y las serpientes que encontrábamos en el agua. Él siempre tenía alguna cosa ocurrente que decir, algo gracioso que me hacía reír y de ese modo nos hicimos inseparables, allí donde iba el, iba yo y viceversa. Encontramos el uno en el otro un apoyo, una salvaguarda, alguien en quien poder confiar dentro de esta familia de desconfiados, hasta tal punto en que incluso si cazábamos juntos, discutíamos levemente para ofrecerle al otro la oportunidad de alimentarse primero y de probar la primera sangre del animal cazado.

No todo era holgazanear en el clan, muchas noches teníamos que patrullar las fronteras y los lindes del bosque, expectantes a cualquier peligro que pudiera afectarnos. También salíamos de caza en grupos reducidos acompañados por nuestro vampiro guía. En mi caso se trataba de Lot, un vampiro experimentado con unos ochenta años de antigüedad más o menos. La verdad es que nunca le había preguntado su edad, ya que me infundía un profundo respeto y me daba un poco de miedo. Lot media un metro setenta y cinco y pesaría unos ochenta kilos, sus ojos eran grandes ovalados, oscuros como el plumaje de los cuervos, su cabeza se veía perfectamente redonda y brillaba con la luz de la luna, pues en el momento de su renacer debió afeitársela, ya que no tenía ni un solo pelo, eso sí, ostentaba una barba larga, rizada, negra y poderosa. Era bastante reservado, sin embargo, de vez en cuando, hacía alguna broma, alguna chanza y se reía, a lo que seguidamente volvía a recuperar su aspecto sombrío y serio. Iba armado con dos espadas de doble filo, que llevaba a la espalda cruzadas, sus ropajes eran sencillos igual que el resto de los vampiros del clan, lucía unos pantalones bombachos de color negro, unas botas negras de cuero y una camisola granate oscuro, que más bien parecía negra antes que granate, del tiempo que hacía que la llevaba puesta, dos correas de cuero se cruzaban en su pecho, las que sujetaban las hombreras de piel que le protegían los hombros y unos brazales de cuero tachonado.

Una noche se acercó Lot a nosotros acompañado de otro vampiro, flaco, escuchimizado, con los ojos muy grandes y abiertos, con la pupila totalmente dilatada, su tez era increíblemente pálida, sus mejillas hundidas hacia dentro de la cara dejaban ver unos pómulos enormes y redondos que le daban un aspecto totalmente demacrado, sus labios eran bastante gruesos y su boca muy grande y ancha, sus dedos larguiruchos y sus brazos flacos no mejoraban ni un poquito la apariencia de ese pobre desgraciado.

- Este es Vult- dijo Lot, presentándonos a tan extravagante individuo -a partir de ahora os acompañara siempre, en las guardias y en las cazas, he ira con vosotros a la hora de patrullar. Le está costando adaptarse y el creador no quiere prescindir de nadie. Dice que muy pronto todos tendremos nuestro papel y nuestra relevancia, hoy para empezar, los tres juntos recorreréis el sendero del oeste.

Soc me miró de reojo y en un acto reflejo e involuntario se tapó la boca con la mano, supongo que debía pensar lo mismo que yo, nos habían endiñado un inútil. A lo largo de la noche los tres nos dirigimos hacia el sendero del oeste para recorrerlo de norte a sur y verificar que no había cazavampiros o inquisidores cerca, o ningún humano que pudieran delatarnos, durante todo el trayecto Vult no dejó de hablar, no se cayó ni un solo minuto poniendo nuestra paciencia al límite y nuestra irá a prueba, comentando multitud de veces en su monólogo, que tenía hambre, y otras tantas veces que tenía miedo, ¿miedo de que?,, pensaba yo, si ya estás muerto.

Mientras tanto Soc y yo intentábamos hacer el trabajo que nos había encomendado Lot. Nuestras ganas de matarlo eran crecientes, le habría arrancado la cabeza y la habría dejado tirada en el bosque, sin embargo, por algún extraño motivo nos lo habían endosado y algo dentro de mí me decía que debía cuidar de él.

Con el pasar de las noches, nos fuimos acostumbrando a su presencia hasta tal punto, en qué casi no nos molestaba escucharle hablar sin parar, y digo casi por qué recurrentemente, me venía a la cabeza la idea de arrancarle sus intestinos y dejar las tripas colgadas de una rama. No podía creer que ahora tuviese que cargar con ese vampiro lastimero, que caminaba encorvado y parecía que siempre andaba dando pena, pero la cosa se iba a poner mucho más interesante, unas semanas después volvía a aparecer caminando entre los árboles, acompañado de otros tres vampiros.

De nuevo, Lot, haría las presentaciones pertinentes – Estos son Lud, Nar y Nut- dijo Lot con mirada asesina -a partir de ahora pertenecen a nuestro grupo, el creador así lo desea, os dejo solos para que os vayáis conociendo. Y se marchó esbozando una sonrisa malévola.

Lud era un vampiro de dimensiones sobrehumanas incluso cuando estaba vivo debió ser alguien impresionante de ver caminando por la plaza del pueblo o en cualquier otro lugar medía cerca de dos metros, el peso exacto no lo conozco, pero tranquilamente podría pesar ciento treinta kilos de puro músculo, su mandíbula era cuadrada, sus ojos pequeños y afilados, apenas dejaban entrever un iris de color azul casi tapado por una pupila bastante dilatada, sus brazos eran muy fuertes, musculados y sus manos enormes, gruesas y con los dedos como morcillas. Para poder hablar con él había que levantar la cabeza hacia arriba, al parecer Lud era de mi generación e iba ataviado con unos pantalones muy sencillos de color marrón claro unas sandalias de esparto y una camisa de cáñamo de manga corta de pecho abierto. Debió ser un campesino en vida porque tenía el pelo castaño, corto y despeinado y aún mostraba una barba de tres o cuatro días que faltaba por afeitar. Un rasgo ahora que era vampiro, que jamás perdería. Por suerte Lud era muy tranquilo de carácter, le gustaba bromear de vez en cuando y siempre se mantenía muy sereno.

Nut era una vampiresa chiquitita, delgada y poca cosa, morena con el pelo largo enmarañado como un zarzal. Nut tenía la boca pequeña y la cara alargada, los labios finos y la nariz aguileña, no debía de medir más de un metro cincuenta y el contraste viéndola al lado del Lud era asombroso. Como la mayoría de nosotros vestía harapos, una túnica larga y de color beige llena de agujeros, sucia de barro y mugre en la parte inferior que le cubría las rodillas, además iba descalza y sus pies apenas se veían de los sucios que estaban, sus pupilas estaban enormemente dilatadas, es más creo que no vi ningún vampiro con las pupilas tan dilatadas como ella, hasta tal punto en que prácticamente le cubría el ojo entero. Después estaba Nar, a simple vista me pareció bastante común en todo. Media metro setenta y cinco, pesaría unos setenta y cinco kilos, sus pupilas no estaban muy dilatadas y se le veía un hermoso iris de color azul claro su pelo era Rubio y corto y estaba bien afeitado. Vestía unas botas de color marrón oscuro bien diseñadas y cosidas, unos pantalones de color beige oscuro bombachos que ataba a la cintura con un cinto fino de cuero y una camisola que vestía por dentro de los pantalones con las mangas ensanchadas y las puñetas cerradas. Era una camisa de algún tipo de seda cara, abierta en el pecho y con un cordón para abrocharla, parece que este si tenía buena vida, pensé, puede que para alguno de nosotros no haya sido tan bueno el cambio.

Hicimos las presentaciones pertinentes, y en tan solo unas noches parecía que éramos amigos desde siempre. Una noche una de tantas Lot se acercó a nosotros, estábamos sentados en unos riscos contemplando el fluir del agua de un río y contándonos historias de caza y de quién dominaba más sus instintos, cuando con semblante muy serio nos dijo…- ya está bien de conversaciones intranscendentales, por fin el creador nos ha encomendado una misión, es nuestro momento demostrar nuestra valía y nuestra lealtad para con el clan.

- De qué se trata? -exaltado preguntó en seguida Nar con los ojos bastante abiertos y una sonrisa burlona en la boca.

Los demás simplemente mantuvimos el silencio y nos miramos a los ojos preocupados, pues parecía que Nar en su inconsciencia se había olvidado de que el fracaso conllevaría nuestra muerte definitiva.

- Nuestra misión será arriesgada. Debemos viajar durante semanas a lo largo de las fronteras exteriores de los reinos de Bellapétrea y Brisabuena. Tenemos tres objetivos, tres aldeas que yacen colindantes con las fronteras y nuestro señor y creador, nos ha encomendado llevar estas prendas contaminadas con la peste bubónica y hacer enfermar a la población. El creador ha hablado directamente conmigo y me ha ordenado que sí asesinamos y extinguimos la vida de alguien, debe de ser discretamente, pues su plan no se puede ver alterado por elementos externos que vengan a investigar muertes violentas y extrañas. -

Lot nos enseñó unos ropajes harapientos y pestilentes, al parecer con esas ropas debíamos propagar la enfermedad por tres aldeas diferentes

- Por qué motivo el creador desea hacer eso? ¿Por qué arriesgarnos infectando unas cuantas aldeas remotas? ¿Acaso no nos va suficientemente bien? ¿Qué tenemos que ganar emprendiendo una tarea tan arriesgada? - pregunto Nut abiertamente.

-Desconozco por completo sus intenciones, pero te puedo decir una cosa, confío en nuestro señor, pues él siempre ha cuidado de nosotros, sus hijos, y siempre ha demostrado preocuparse por el bienestar del clan, debe de tener un buen motivo para enviarnos a ese lugar remoto para acabar infectando de peste unas cuantas aldeas.

Lud, Vult y Nar, sonrieron efusivamente, hicieron gestos con las manos y los puños enalteciendo esta nueva noticia, pues Lot era un vampiro veterano, alguien que sabía cómo sacar las castañas del fuego si era necesario. Mientras tanto Soc, Nut, y yo permanecimos en silencio de brazos cruzados con la cabeza un poco gacha y mirándonos entre nosotros de reojo. No sé muy bien si porque no nos gustaba la idea de que Lot viniese a controlarnos, o de que el creador no se fiara suficiente de nosotros como para darnos un atisbo de libertad, o simplemente de que se nos tratara como niños pequeños.

Llegada la hora de partir utilizamos nuestra velocidad sobrehumana. Corríamos tan rápido como podíamos por las noches y nos enterrábamos en el frío suelo del bosque durante los días, eso si no encontrábamos una cueva, algo que para los vampiros terebra es bastante fácil de hacer aun así no siempre disponíamos de una y debíamos enterrarnos para evitar que el sol nos matará a todos y tuviéramos una muerte terrible , un vampiro puede ser muy rápido si se lo propone corríamos a través de los árboles esquivando ramas saltando piedras veloces como el viento podíamos sortear prácticamente cualquier obstáculo que encontramos en nuestro camino, mientras avanzábamos una de las noches Soc presintió un peligro y clavando sus talones en el suelo dejando dos surcos tras de él se paró en seco y gritó…- Alto! ¡nos están siguiendo! -

¿Pero quién? ¿quién era lo bastante estúpido como para seguirnos? ¿Además, quien era lo bastante rápido como para seguirnos? ¡Todo el grupo frenó en seco y Lot grito...- ¡En circulo! ¡Preparaos! –

Le obedecimos instantáneamente, sin dudar y en menos de un instante estábamos espalda con espalda preparados para lo que pudiera venir.

Capítulo 2

Alrededor nuestro y entre el follaje que se movía percibimos algo que hasta el momento nunca habíamos conocido, otras criaturas parecidas a nosotros. Olíamos y sentíamos la muerte acercarse. varios de ellos nos tenían rodeados y levemente escuchábamos gruñidos algo que denotaba claramente una enemistad ferviente. Nuestros cuerpos permanecían en tensión, nuestros ojos bien abiertos, algunos de mis compañeros en un acto intuitivo enseñaban los colmillos y abrían la boca en un intento de demostrar la fuerza que poseían. Lot permanecía muy sereno y nos dijo…

- No os mováis. Quedaros quietos y no hagáis nada. No habléis, ni siquiera pestañeéis, pues estamos rodeados de vampiros strigoi. -

Los vampiros strigoi pertenecen a otra estirpe de vampiros diferente a la nuestra, han evolucionado de forma diferente por decirlo de alguna manera. En la fría noche y de entre los arbustos el más anciano apareció caminando, su figura imponente nos aterrorizó a todos excepto a Lot, que parecía haber visto antes a esos vampiros. El líder, con una estatura de dos metros parecía un murciélago gigante, su espalda estaba cubierta de pelo negro, su cabeza había evolucionado y tenía un hocico alargado lleno de colmillos afilados, sus orejas eran enormes y puntiagudas perfectas para escuchar el más leve sonido a kilómetros de distancia, sus manos se habían transformado en garras y sus piernas lucían dobladas con la rodilla hacia atrás de forma extravagante, pero muy práctica si quieres correr y saltar por los riscos y montañas, algo que les daba una velocidad aparentemente superior a la nuestra y que les venía muy bien si querían cazar grandes presas, sus ojos eran rojizos y enormes su piel era grisácea o blanquecina, pues una vez se hubo mostrado el líder, los otros empezaron a aparecer de entre la maleza. Todos tenían un aspecto bastante parecido, aunque singular si eras capaz de ver los detalles entre ellos. No parecía que tuvieran mucho raciocinio más bien parecían bestias salvajes sin ropajes y sin arma alguna, gruñían y exhalaban un aliento pestilente. Aunque eran vampiros como nosotros, no se parecían en nada a lo que habíamos conocido hasta ahora.

- Mi nombre es Valkhorg- dijo su líder con voz ronca- ¿Qué hacéis en mi montaña? ¿Porque os habéis adentrado en mi territorio? hablad ahora o seréis despedazados-.

Obviamente el líder era el único que tenía algo de entendimiento, mientras él hablaba los demás tan solo nos miraban furiosos gruñendo y resoplando por la rabia en su interior, que era tan grande que no les permitía tener consciencia de sí mismos y solo se podían comportar como animales salvajes controlados eso sí, por su propio creador y líder

- Somos viajeros, nos dirigimos a las fronteras para llevar a cabo una misión diplomática importante, en nombre de nuestro de nuestro señor Ilis. - Lot no tuvo más remedio que evocar el nombre de nuestro creador en un intento de calmar la situación.

- ¿Ilis? ese viejo decrépito aún sigue vivo? y supongo que vosotros seréis sus nuevos hijos? no sé qué motivos tendrá para enviar a una partida de seis vampiros atravesando mis tierras lejos de sus dominios, pero nunca me he fiado de él, no sé por qué tendría que hacerlo ahora.

Contestó ese enorme strigoi con su voz de fiera enfurecida, una voz ronca que salía directamente del infierno.

La situación empezó a ponerse tensa, los strigoi cada vez rugían con más fuerza, abrían y cerraban sus garras y nos miraban más fijamente con el ceño muy fruncido, con ganas de arrancarnos las extremidades del tronco. Nosotros permanecíamos quietos e inmóviles como Lot nos había dicho, aunque por dentro todos sentíamos que, si había que luchar con ellos muy probablemente sería una batalla perdida, pues éramos siete contra seis, pero ellos aparentaban ser mucho más grandes, fuertes, rápidos y musculosos, aunque no tan inteligentes.

- ¡Tengo unas órdenes muy concretas y no puedo desobedecerlas! Así mismo deseo expresar que siento mucho haber entrado en tu territorio y haberte espantado la caza. Si nos dejas marchar, te doy mi palabra de que a la vuelta daremos un rodeo y no pisaremos más tus tierras. - Lot se lo jugo todo a una sola carta diplomática, pues sabía muy bien que a Valkhorg no le interesaba entrar en un conflicto abierto con otros vampiros, a pesar de sus reminiscencias.

Valkhorg se quedó en silencio durante unos segundos, quieto y pensativo, unos segundos que para nosotros fueron una eternidad, se nos encogieron nuestros corazones fríos y sin vida. Con su voz retumbante y grave nos contestó mientras entrecerraba los ojos como señal de amenaza…

-Nunca me ha gustado matar a los de mi especie, aunque sean de otra estirpe, incluso aunque sean hijos de Ilis, - hizo una pausa que pareció infinita -Os dejaré marchar por esta vez, pero que quede como advertencia, ¡si volvéis a pisar mi territorio os destrozaré! -

Lot hizo un gesto con la cabeza de asentimiento y una reverencia después. El strigoi que hablaba se retiró de la misma manera en la que apareció y después de lanzar un terrible rugido en el aire, sus acólitos hicieron lo mismo.

Nos quedamos allí inmóviles, con una sensación de miedo que no recordaba haber sentido desde que era un vampiro, y aunque no percibimos las sensaciones igual que los humanos, sí que sentimos un atisbo del mismísimo miedo. Allí nos quedamos petrificados hasta que Lot trago saliva y nos dijo con voz entrecortada - ¡En marcha! ¡Salgamos cuanto antes de aquí si no queremos que nos despedacen! -

Y eso hicimos, salimos de esas montañas a toda prisa, tan rápido como nos permitían nuestras piernas y nuestras fuerzas. Pero mientras huíamos no podía dejar de pensar en un nombre que retumbaba en mi cabeza, Ilis. ¿Así es como se llama nuestro creador?, ¿por qué tanto secretismo? ¿No puedo llegar a comprender por qué simplemente no nos dijo su nombre desde el principio? Obviamente Lot había mentido a los strigoi. No les había revelado la auténtica naturaleza de nuestra misión, por algún motivo había preferido mantenerlo oculto. Puede que, si les hubiera dicho la verdad, nos hubieran destrozado en ese mismo instante, puede que se les hubiera dicho la verdad, no nos hubieran dejado marchar.

Atravesamos bosques, montañas, ríos y praderas, hasta que al fin llegamos a un bosque poco denso sin arbustos, con bastante espacio entre los árboles. Eran pinos bajos que colindaban con la primera aldea que teníamos que visitar. Un cartelito junto al camino revelaba el nombre de esta, Los pinares, pensé que era una terrible obviedad, pues estaba situada al lado de un pequeño pinar. Un puñado de casas hechas de madera y de tejas rojizas sacaban humo de las chimeneas. A través de las ventanas podíamos ver la luz que emanaba del interior de los hogares humanos y olíamos los brebajes, los estofados, la carne secándose, los embutidos que tenían colgados en sus despensas y por supuesto también olíamos la sangre humana que nos llamaba como las moscas a la miel.

Fue bastante sencillo infectarlos a todos, solo tuvimos que lanzar un trocito de tela dentro del pozo en el centro del pueblo. Al cabo de unos días algunos ya presentaban síntomas de la infección, se mostraban débiles, ojerosos y cansados. Transcurrida una semana más de la mitad de la aldea estaba enferma. Ni guardias, ni campesinos acudían a trabajar, la aldea había quedado desprotegida, estaban a nuestra merced. Sin embargo, Lot no nos permitió alimentarnos de ninguno de ellos y nos ordenó que siguiéramos cazando animales en el bosque. “Maltita sea”, pensé yo, “¿para cuándo una mínima recompensa de sangre humana?”.

Cuando hubieron transcurrido tres semanas de nuestra llegada más de la mitad de los aldeanos ya habían muerto. La otra mitad estaban muy enfermos, casi todos estaban metidos en sus casas soportando la fiebre y los dolores. Los bubones de color negro ya eran evidentes en los que aún quedaban con vida, algunos, los más fuertes deambulaban enfermos con la azada en el hombro, los veíamos al caer la noche regresando a sus hogares después de seguir trabajando en el campo a pesar de estar muy enfermos. Cuando hubo pasado un mes no quedaba alma con vida. Todos habían muerto. Algunos cadáveres adornaban las calles, otros estaban tumbados en sus camas dentro de sus casas. Los más afortunados habían sido enterrados. Los más desdichados quedarían pudriéndose a merced de los elementos y los carroñeros.

Un comerciante cargado con tres carretas y acompañado por varios ayudantes llegó a la aldea en una de las noches en las que ya casi todo el mundo había dejado de deambular. El comerciante asustado no quiso entrar en la aldea, decidió dar media vuelta y volver por el camino que había venido. Una acción inteligente por supuesto, si se hubiera quedado también habría muerto, o peor, se habría infectado y habría por lo tanto llevado la enfermedad a sus propias tierras, a su propio hogar.

Aprovechamos para ataviarnos con ropajes menos desgastados de los que traíamos. Capas con pieles y botas nuevas. Nut por ejemplo desechó aquel harapo que llevaba puesto y pudo hacerse con un pantalón, unas botas y una blusa a su medida. Nuestro aspecto había mejorado sin duda, pero nuestras caras no demasiado, seguíamos siendo esos vampiros pálidos, con los ojos ennegrecidos por nuestras pupilas dilatadas. Yo personalmente me quedé con una capa de color negro que me llegaba a la altura de las rodillas por la espalda y que además estaba adornada en la parte del cuello con unas pieles de zorro que le daban un toque de distinción, por lo menos a mi parecer. También me quede con el hacha de un leñador, aunque bastante pesada, estaba bien afilada y pensé que quizás me serviría en un futuro, sobre todo si nos volvíamos a encontrar con otro clan de strigoi.

Seguimos adelante y una vez hubimos cumplido la misión en aquella pequeña aldea, nos marchamos dejándola atrás desolada, abandonada, marcada por la enfermedad y la muerte. Durante muchas noches volvimos a ser itinerantes. Nos desplazábamos lo más rápidamente posible cuando la obscuridad nos daba cobijo, durante el día descansábamos debajo de un tronco caído, bien enterrados en el húmedo suelo del bosque o en alguna cueva que encontrásemos por el camino, pero siempre a buen resguardo de la luz del sol que era capaz de matarnos y que no entendía de negociaciones.

Al llegar a Vacasgordas encontramos algo más de gente. Era un poquito más grande que la anterior aldea, con más o menos unas cincuenta casas, también hechas de madera y con tejas rojizas. Sin embargo, esta vez teníamos un pequeño problema, pues alrededor de ella se levantaba una empalizada que estaba bien vigilada, unos doce guardias la custodiaban y lo peor de todo es que normalmente portaban antorchas en sus manos. Por suerte Lot era un vampiro bastante experimentado e ideó un plan para poder acceder al interior de dicha aldea.

Nut apareció en el Linde del bosque justo delante de la entrada principal de la empalizada lamentándose y quejándose como si estuviera malherida. El sentimiento paternal de los guardias que la pudieron ver hizo el resto, no pensaron ni dudaron por un momento en que aquello podía ser una trampa. Rápidamente dos de ellos abrieron las puertas y salieron a la carrera a socorrer a la damisela. Cuando se hubieron acercado a ella lo suficiente Nut volvió a adentrarse en las sombras del bosque y los guardias temerosos se quedaron en el linde, con la antorcha en la mano, intentando ver que había en la oscuridad, escudriñando lo poco que podían avistar sus ojos humanos en la noche.