Es a ti a quien buscas - Valerie Bertschin - E-Book

Es a ti a quien buscas E-Book

Valerie Bertschin

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Beschreibung

Quizá en tu vida se repiten situaciones que te impiden vivir en equilibrio. Tal vez has pensado que si tus circunstancias fueran distintas, serías más feliz. O puede que busques señales para encontrar tu camino. ¿Y si las respuestas no están en el mundo exterior, sino dentro de ti? En un mundo lleno de incertidumbre, se vuelve primordial reconectar con tu esencia. Y enfrentar la vida con una perspectiva más auténtica es indispensable para construir un futuro de compasión, empatía y armonía. Es a ti a quien buscas es una invitación permanente a reencontrarte con tu esencia divina, un viaje de autoconocimiento para conectar con tu inmenso potencial creador. Es un llamado a que te liberes de tus prejuicios, te conviertas en un ser más tolerante y encuentres la paz.

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INTRODUCCIÓN

Quizá te has llegado a preguntar por qué en tu vida se repiten determinadas situaciones que te impiden vivir en armonía. Quizá ha pasado por tu mente que si tus condiciones fueran distintas, serías más feliz. Quizá alguno de estos sea tu caso y por ello tienes este libro en tus manos.

Lo que a veces nos cuesta comprender es que no son las situaciones las que nos afectan, sino la interpretación y la importancia que les damos. Es en nuestra mente donde residen todos los pensamientos y creencias que moldean nuestra realidad. ¡Somos lo que pensamos! Y es a partir de tu mentalidad que percibes el mundo. O sea que tienes la capacidad de modificar tus pensamientos y, con ello, tu realidad. Cuando nos damos cuenta de esta verdad, es cuando pueden suceder las grandes transformaciones internas.

Independientemente de las circunstancias que te hayan traído hasta aquí, sin importar las dificultades que estés pasando, Es a ti a quien buscas te servirá como una guía para reconectar con tu esencia y enfrentar la vida con una perspectiva más auténtica. No solo te transformará a ti, también transformará todo lo que te rodea y con lo que te relacionas.

Es a ti a quien buscas es un libro práctico donde, con todo mi amor, comparto mis conocimientos y consejos como terapeuta holística, una experiencia de vida que me ha permitido, desde un espacio de fraternidad, participar y apoyar a otras personas en sus procesos de autoconocimiento y superación personal.

Cada capítulo comienza con el breve relato de un sueño personal, cuyo objetivo es ejemplificar los conceptos que se tratan en él. A continuación, podrás reflexionar y descubrir el origen de algunos aspectos que influyen en la formación de tu personaje, la entidad principal con la que nos presentamos ante el mundo. Así aprenderás a modificar de forma consciente los pensamientos y actitudes que te han limitado, al tiempo en que descubres tus fortalezas y virtudes naturales. Al final del capítulo encontrarás una serie de sencillos ejercicios que podrás practicar después de la lectura e, incluso, integrar a tu vida diaria.

Ten la seguridad de que al terminar este viaje tendrás más herramientas para adentrarte en el mundo de los pensamientos y las creencias que te han llevado a ser lo que eres y percibir la vida tal como siempre la has visto. Iniciarás un proceso de comprensión que te permitirá construir un futuro más apegado a tu esencia y a tu gran potencial creador.

Es a ti a quien buscas es una travesía de autoexploración, un camino de reencuentro y conexión con lo mejor de ti. Es un camino en donde podrás aceptar lo que eres, pero sobre todo lo que puedes llegar a ser. ¿Estás listo?

El regalo de los sueños

Oscuridad total.

Estoy en medio de la noche. Siento mi cuerpo flotando, no hay nada a mi alrededor. De pronto aparece una pequeña luz a la distancia, blanca y brillante, que poco a poco se acerca a mi encuentro. Conforme avanza, me doy cuenta de que ya no solo es una: delante de ella aparece otra, otra y otra más. Ante mis ojos se va formando un tejido de pequeños puntos luminosos que se deslizan en mi dirección, mientras observo todo con incertidumbre y curiosidad.

Cuando los puntos luminosos por fin me alcanzan, comienzan a girar en torno a mí a una rapidez vertiginosa. Son tantos que ya no sé si son ellos o yo la que está corriendo a la velocidad de la luz, traspasándolos. Cientos de ellos, miles, millones pasan rozando mi cuerpo.

Todo se detiene de golpe y me doy cuenta de que estoy totalmente rodeada de estrellas. Flotando en el centro, ya no siento mi cuerpo, soy como humo entre ellas. Y me invade una grata y profunda sensación de paz y plenitud.

Estoy rodeada de galaxias que puedo ver en la lejanía. Veo sus colores y movimientos armoniosos que forman una danza perfecta con el entorno. Puedo sentirlas de una manera muy especial, me transmiten calma y, al mismo tiempo, una fuerza indescriptible.

Me pregunto si yo misma soy una más de ellas. Siento que mi ser ya no tiene límites, que se expande cada vez más. Carezco de forma, de tamaño y peso. El tiempo desaparece. El universo entero me abraza con ese manto de estrellas brillantes, galaxias en formación y unas cuantas nebulosas. Puedo sentir la calidez que emana al fundirme con él. Me siento parte del universo y siento al universo entero dentro de mí.

Yo soy parte de todo. Yo soy todo.

Somos hijos del universo

Como dijo el famoso astrónomo y divulgador científico Carl Sagan, somos polvo de estrellas. Pero solo nos damos cuenta de la hermosa realidad escondida detrás de esta frase cuando reflexionamos sobre ella: somos parte del universo y el universo es parte de nosotros. Ahora te digo por qué.

Si diéramos un repaso a nuestras clases más básicas de la escuela, recordaríamos un principio clave: la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. La creación no ha sido más que un acumulado de ciclos naturales, accidentes físicos y químicos que han transformado y modelado tanto al universo como a las estrellas y los planetas que hoy conforman nuestra galaxia.

Así fue como también se dieron las condiciones idóneas para la vida en nuestro pequeño pero grandioso punto azul pálido, como llamó a la Tierra el mismo Carl Sagan después de ver su fotografía tomada por la sonda espacial Voyager 1 a millones de kilómetros de distancia. Un punto apenas visible, flotando en la inmensidad de la galaxia, al que hoy llamamos hogar: nuestro planeta Tierra. ¿No es increíble? Solo pensarlo hace que la piel se me ponga de gallina. Me sobrecoge darme cuenta de la caótica perfección que está implícita en todo el largo y tropezado camino hasta este preciso momento de nuestra existencia: todos los cambios de los que, de una u otra forma, también hemos sido parte.

Por eso, quisiera que me acompañaras a dimensionar la gran creación que somos los seres humanos y la evolución que hemos logrado como especie. Y entender cómo nos hemos alineado a la transformación del universo te ayudará a enriquecer esta experiencia llamada vida, como tantos lo han hecho a través de los años y de formas inigualables.

Por ejemplo, piensa en la etapa más primitiva, cuando nuestros ancestros descubrieron el fuego o la rueda. Ahora recuerda el Renacimiento y a los grandes maestros de las bellas artes. Por último, trae a tu mente los tiempos modernos. ¿No es increíble conocer el gran desarrollo que la ciencia y la tecnología han tenido?

¿Cuándo nos hubiéramos imaginado que el hombre sería capaz de inventar aparatos tan maravillosos como el avión, que nos permite surcar los cielos como las aves, o el automóvil, que nos transporta de un lugar a otro a la velocidad que corre un jaguar? ¿En qué momento se le ocurrió a alguien la posibilidad de construir edificaciones tan altas que literalmente nos llevarían a vivir o trabajar entre nubes?

La capacidad que tenemos los seres humanos para evolucionar, transformarnos a nosotros mismos y a nuestras propias creaciones es inmensa. Siempre encontramos la manera de ir más allá al buscar nuevos métodos y distintas formas de llegar a nuestro siguiente objetivo.

Los sueños y la imaginación de la humanidad hasta ahora no han tenido límites gracias a esa chispa interna que enciende el gran potencial creador en cada uno de nosotros. La transformación está presente en todo lo que nos rodea y se manifiesta de modos infinitos. En el universo, pero también en nuestra vida diaria.

Porque la misma energía que impulsó la creación del universo está presente en cada rincón del planeta, en cada criatura que lo habita. Está dentro de nosotros mismos, así como en cada uno de los momentos y los cambios que hemos vivido hasta ahora, incluso en los más minúsculos: desde las estaciones del año hasta la primera cana que aparece en nuestro cabello.

Por eso, cuando miro a mi alrededor, me es imposible no pensar que hay algo más grande detrás de esta maravillosa obra de arte. Lo puedo ver y sentir en el universo, en nuestra especie y en todo lo que nos rodea. ¿Tú no?

Sin esa fuerza motora no hubiéramos podido llegar hasta aquí, hasta lo que somos y lo que hemos creado. Sin embargo, se encuentra más allá de nuestro propio entendimiento y nuestra mente no la alcanza a procesar del todo. Ni la ciencia misma con todos sus avances ni la filosofía en toda su profundidad de pensamiento han podido encontrar todas las respuestas.

Somos partícipes y cocreadores de este fenómeno lleno de movimiento, color, forma y dimensión cuando construimos nuestra propia realidad personal. Más adelante lo veremos a detalle, pero todo comienza con algo que llamaremos el personaje.

¿Te comparto algo? Una parte de mí puede sentir que las respuestas no se encuentran en conceptos, en el imaginario colectivo o en cualquier lugar por bello que sea. El secreto se encuentra en nuestro interior, es en nuestro propio templo donde se encuentran las anheladas respuestas a nuestras dudas existenciales. Y solamente a través de nuestra transformación personal es como lograremos sentir el soplo de nuestra divinidad compartida.

Somos espectadores y, al mismo tiempo, actores de nuestra vida.

El protagonista de una obra llamadaNo sé quién soy

¿Quién eres? ¿Quién soy? Muchos nos hemos preguntado esto en algún momento de nuestra vida. Para mí, siempre ha sido uno de los cuestionamientos más difíciles de contestar. Y esto tiene una explicación porque en general solemos tener una idea borrosa de quiénes somos.

Cuando alguien se me acerca durante alguna de las actividades en las que usualmente participo, sean talleres, terapias o conferencias, y me pregunta quién soy, por unos breves instantes me quedo en blanco, pero enseguida contesto con mi nombre. Porque así me enseñaron, así lo aprendí a hacer y es lo que está socialmente establecido.

Después pueden aparecer otro tipo de preguntas: “¿A qué te dedicas? ¿Qué estudiaste? ¿Cuántos años tienes?”. Y cualquier otra que se te ocurra. Pero ¿realmente eso es todo lo que soy? ¿Un nombre? ¿Un apellido? ¿Un título profesional? Cuando me defino solo con esto, al final me queda una sensación extraña, un cierto vacío, como si me hiciera falta algo.

Siempre me ha resultado difícil decir quién soy mediante estos convencionalismos. Es como si me metieran en una pequeña caja de zapatos en la que no puedo moverme y de la que no puedo salir. Me limita y siento que, de alguna forma, mis capacidades y mi potencial quedan reducidos solo a eso: un simple concepto. ¡Y nada más!

¿Lo has sentido alguna vez? Lo que sucede es que estos elementos primarios que delimitan nuestra identidad en el mundo son parte de lo que aquí llamaremos el personaje. Casi siempre nuestro personaje está basado en definiciones como la raza, el género, la edad y el lugar donde nacimos. Pero también en quiénes fueron nuestros padres, los amigos con los que nos relacionamos mientras crecimos, los estudios que cursamos o nuestro trabajo.

Este personaje es una parte importante de nuestra identidad porque nos ayuda a completar nuestra imagen ante nosotros mismos y ante los otros. Después de todo, somos parte de una comunidad y todo ese cúmulo de cualidades y experiencias de vida es lo que nos va formando como individuos, cada uno con sus virtudes, debilidades, talentos y características personales. Y aunque parezca una imagen fija, en realidad tenemos la capacidad de transformarla las veces que queramos.

El personaje que hemos construido a través de nuestra vida terrenal tiene una razón de ser y una utilidad práctica mientras dure esta experiencia en el plano material, que es como llamaremos a la vida cotidiana. En este plano es posible experimentar el paso del tiempo, el espacio y la densidad para apreciar los colores, tamaños y formas de todo lo que nos rodea.

Si bien somos seres individuales, formamos parte de un entorno, de una familia y de una sociedad. Eso implica que estamos expuestos a influencias de todo tipo y a una forma de vida que nos lleva a relacionarnos bajo dinámicas de convivencia muy bien establecidas. Por ejemplo, todos vamos a la escuela cuando llegamos a cierta a edad, nos graduamos cuando terminamos nuestros estudios y después probablemente conseguiremos un empleo. Es ahí donde nuestro personaje toma una dimensión social que nos acerca a los demás, pero nos aleja de nosotros mismos.

Desafortunadamente, con el paso del tiempo hemos ido asumiendo que nuestro personaje es nuestra única realidad. Incluso nos identificamos tanto con él que a veces puede ser difícil percibir que hay algo más que nos habita y que trasciende nuestra existencia. Y es a este aspecto al que llamaremos plano espiritual, del que hablaremos más adelante y que se contrapone al plano material.

Sin embargo, a lo largo de estas páginas veremos que es posible equilibrar esos aspectos de nosotros que parecen tan opuestos. Porque es imposible deshacernos de la dualidad, pues la vivimos en muchos sentidos de nuestra vida: así como hay luz, existe la oscuridad, así como hay un arriba, también hay un abajo, o bien, podemos estar dentro o fuera. A mi manera de ver, todos los aspectos, tanto del universo como del ser humano, están marcados por este principio.

Pronto veremos que dentro de cada uno de nosotros está la bondad de Teresa de Calcuta, quien fundara la congregación de las Misioneras de la Caridad. O la paz de Gandhi, que condujo a India a su independencia por medio de la doctrina de la no violencia. Pero también en nosotros vive la posibilidad de desplegar la crueldad de Hitler, como la que manifestó en el intento de exterminio del pueblo judío.

Todos tenemos la capacidad de desarrollar tanto el amor incondicional como la maldad en su máxima expresión. Somos como un lienzo en blanco, listo para ser pintado. Y el personaje que estamos representando es la maravillosa obra que iniciamos y que está en proceso. Somos seres inabarcables cuya transformación es constante e infinita, igual a la del universo.

Lo que está al otro lado de nosotros

No hay nada fuera de la dualidad. Es por eso que ahora te explicaré qué es el plano espiritual y por qué es tan importarte estar conscientes de su existencia.

Nada de lo que existe, incluso de lo que el ser humano ha creado, hubiera sido posible sin la ayuda de esa misteriosa energía que de alguna manera nos mueve y nos impulsa a lograr lo que nos proponemos. Algunos la identificamos como el espíritu, otros como la conciencia superior, pero todos son nombres que se refieren a una entidad no física que no tiene forma ni peso, pero que nos permite sentir más allá del tacto y pensar más allá de la mente.

No en vano algunas culturas ancestrales daban a su entorno un sentido y un significado más allá de su propia naturaleza. Por ejemplo, Ganesha, el dios hindú con cuerpo humano y cabeza de elefante, representaba el descubrimiento de la divinidad dentro de nosotros. Para los celtas, el dios Cernunnos era la personificación del espíritu del bosque, al cual atribuían el don de la fertilidad y el renacimiento.

Esta energía que no podemos tocar es la fuerza motora que le da vida y movimiento a toda la materia y se encuentra dentro de cada uno de nosotros. Sin ella, nuestra existencia no tendría sentido ni razón de ser. Une al cuerpo y al espíritu en uno solo.

El plano espiritual es una especie de conciencia que nos regala la capacidad de experimentar internamente y nos da la posibilidad de darle una interpretación y un sentido más profundo a todo lo que nos rodea. Como el aroma de una flor, escuchar el canto de los pájaros en el parque o maravillarnos con un hermoso atardecer en la playa mientras las olas del mar se deshacen en la orilla.

Lo importante en este momento es entender que los planos se rigen por principios distintos, pero al mismo tiempo complementarios. Por eso, lo ideal es que aprendamos a estar en contacto con cada uno de ellos y darles el tiempo y espacio que merecen. Solo así podremos construir y alimentar nuestra realidad de una forma integral.

El camino hacia nuestro universo interior

Si queremos conectarnos con nuestra verdadera identidad, con nuestra más pura esencia espiritual y estar plenamente conscientes de todo lo que nos rodea, tenemos que soltar momentáneamente a nuestro personaje.

Una de las prácticas más comunes que nos puede ayudar en esto y que está al alcance de todos es la meditación. Esta nos permite entrenar nuestra mente por medio de diversas técnicas para llegar a ser más conscientes de cómo vivimos nuestras experiencias día a día. También nos ayuda a tener una actitud libre de prejuicios hacia nosotros mismos y hacia los demás. La meditación nos induce a estados de relajación que fomentan la paz mental y espiritual. Gran parte de nuestros problemas, que incluyen nuestra salud, comienzan porque no somos capaces de brindarnos un espacio de silencio y reflexión con nosotros mismos. ¿No crees que es tiempo ya de regalarte esta experiencia?

Hay muchas maneras de practicarla y, básicamente, cualquiera nos lleva a lo mismo: ubicarnos en el instante presente y calmar la mente, sintiendo de manera consciente lo que sucede en nuestro interior.

Lo más seguro es que al inicio tengas presente estos estereotipos acerca de cómo hacerlo: posición de loto, espalda erguida, un espacio controlado, libre de ruido y distracciones. Y aunque esas serían las condiciones idóneas para alguien sin experiencia previa que quiere comenzar a hacerlo, muchas veces nuestro estilo de vida no nos permite practicarlo así.

La forma más convencional consiste en una serie de pasos que te dejaré a continuación. Para comenzar puedes hacerlo por las mañanas, al despertar. Yo recomiendo mucho esta técnica, ya que es sumamente sencilla para aquellos que nunca antes han meditado. Es importante que la conozcas para que tengas una idea más amplia acerca de la misma y puedas sentir sus beneficios a corto plazo.

Paso 1. Encuentra un lugar en donde puedas sentarte de manera cómoda, sobre todo manteniendo la espalda recta y sin apoyarla en ningún sitio. Puedes sentarte en el suelo con las piernas cruzadas, en una silla o en la cama. Hay quienes no recomiendan hacerlo acostado, pues hay mayores probabilidades de que te dé sueño.Paso 2. Una vez sentado, cierra los ojos y comienza la práctica con tres inhalaciones y tres exhalaciones profundas. Esto te preparará mental y físicamente ubicándote en el presente. Enseguida continúa respirando de manera normal. Pon atención durante cada inhalación al aire que entra por tu nariz, siente cómo llena tus pulmones y trata de llevarlo hasta el estómago. Sostenlo ahí por unos segundos. Enseguida expúlsalo lentamente, siendo consciente de cómo sale por tus fosas nasales.Paso 3. Repite el proceso durante cinco o diez minutos. Puedes prolongarlo tanto como sea necesario.