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Un libro ágil y ameno. Sagas de cuentos con microcuentos dentro. La vida y la muerte, el suspenso y el humor, el amor y el desamor. Debut literario de: El Loco Frengdom y su psiquiatra, Bernardo Balbor y sus muertes, los Tres Enanos de "Las Tres Palmeras", Victorio Mambetini y su Taj Mahal de arena, Superyó y el Melancólico, Arcagno el Devastador y muchos más. Participación estelar de: Drácula, Pinocho, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Otelo, Don Quijote, Dorian Gray, Robinson Crusoe y otros grandes clásicos de la literatura universal. 42.048 palabras ansiosas y en sus puestos, esperando que levanten el telón
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Seitenzahl: 211
Veröffentlichungsjahr: 2016
Carlos A. Boccardo
FRAGILE
VITA
Cuentos encadenados
Editorial Autores de Argentina
Boccardo, Carlos Alberto
Fragile vita : cuentos encadenados / Carlos Alberto Boccardo. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2016.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-711-552-9
1. Antología de Cuentos. 2. Cuentos. I. Título.
CDD A863
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail:[email protected]
Diseño de portada: Justo Echeverría
Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini
Contacto con el autor: [email protected]
A mi esposa, mis hijas, mi madre y mi hermana.
Índice
1. El loco viaje del loco Frengdom
El Loco Frengdom
Frengdom niño: Los primeros temblores
Requiem para Bastón
Inevitable
Rumbo a las aventuras
A la conquista de los cielos I: Génesis
A la conquista de los cielos II: Apogeo de la locura
A la conquista de los cielos III: Loas a Frengdom
A la conquista de los cielos IV: La caída
Frengdom incomprendido
Final
Post-Final
2. Las Aventuras Literarias de Luciano Valdías
La Librería Mágica
Don Quijote y el Zorro
No despierten a Desdémona I
No despierten a Desdémona II
Conociendo a Pinocho I
Conociendo a Pinocho II
Don Quijote y el amor
La Taberna de Las Palabras
La Taberna de Las Palabras y Dorian Gray
La mitad del alma
La metamorfosis – El Inicio
La metamorfosis – El Final
El joven, el viejo y el zorro
El Dr. Jekyll y Mr. Hyde
El Dr. Jekyll y Mr. Hyde II
El señor de las moscas
Drácula en la oscuridad
Amor Vampiro
Drácula adiós
La Divina Comedia
Vestíbulo del Infierno
El Aqueronte
Primer Círculo: Limbo
Segundo Círculo: Lujuria
Tercer Círculo: Gula
Cuarto Círculo: Avaros y Pródigos
En el Infierno con Pinocho
Huyendo del Infierno
Frengdom Hijo
Hamlet con H
Yorick fugaz
A bordo del Pequod
La tragedia del Pequod
La isla desierta
Robinson Crusoe
Jueves en la isla
Aprovecha la ocasión
Frente a la Taberna de Las Palabras
365 días
Una nueva historia
3. Las muertes de Bernardo Balbor
Nacimiento y despedida
El Jardín de Infantes
Las vacaciones inolvidables
Casi una Luna de Miel
Una lista de malas noticias
Milena secretaria
Jaque Mate
A pesar de todo
Milena en el viento
La última cruz
FIN?
4. Centro comercial “Las Tres Palmeras”
Compre en “Las Tres Palmeras”
“El bazar de Benito. Ofertas always” I
“El bazar de Benito. Ofertas always” II
“El bazar de Benito. Ofertas always” III
“Lechuga, Tomate y Zanahoria”
“Cenicienta”. Zapatos de mujer
Los tres enanos. Testimonios.
Los tres enanos. Testimonio 2.
Los tres enanos. Testimonio 3.
Los tres enanos. Algunas conjeturas.
Olvide. Recuerde.
Olvide. Recuerde. Caso 6: El deportista
Olvide. Recuerde. Caso 14: La pelirroja.
Olvide. Recuerde. Caso 19: Plantada en el altar
Olvide. Recuerde. La Manifestación de los Psicólogos
Superyó, el Superhéroe de Las Tres Palmeras
El carismático Superyó
Superyó Salvador
El Melancólico y Superyó
Vuela Superyó
El hombre tras el héroe
El final de “Las Tres Palmeras”
5. El club de los fundadores de clubes
Club: “Fundadores de Clubes”
10 años después
Exclusive Life Club
Club de los 100 años
Club de las Románticas
Club de las Separadoras
Club del sexo y el buen vino
Club Amantes del Cine
Club de los Previsores
Club de los Sueños Incumplidos
Club de los Lúdicos
Club de los Disfrazados
Por cien años más
¡Sorpresa!
Conclusión
6. Jeremías Poison: “Se nace y se muere. Punto”
La oscuridad
No maten a los profesores
Arcagno el Devastador
La Rebelión Estudiantil
Tengo un lindo perrito
En vivo y en directo
Los Ocho Líderes
Tiros, sangre y explosiones
Los locos de las montañas
La verdadera rebelión
Show final
6. 7to Congreso Internacional de Amor y Desamores
Introducción
Apertura del 6to Congreso
Mi Taj Mahal de arena I
Mi Taj Mahal de arena II
Mi Taj Mahal de arena III
Chat con Elisa
Bernardo Balbor I
Bernardo Balbor II
Bernardo Balbor III
Bernardo Balbor IV
Bernardo Balbor V
Próximo expositor: Bernardo Balbor
La parada del colectivo
Breve Interrupción
Amor Fantasma
Las últimas luces del Congreso
8. Final: el detrás de las escenas
Los protagonistas
La Muerte
Frengdom padre, Bastón y el Zorro
Los Balbor
Virgilio y Aristóteles
Fundadores de clubes
Los Tres Enanos
Humberto José Roncalloso siempre está
Humberto J. Roncalloso en “Las Aventuras Literarias”
Humberto José Roncalloso con los Balbor
Humberto José Roncalloso en Las Tres Palmeras
Humberto Roncalloso con Los Fundadores de Clubes
Humberto J. Roncalloso en la saga de Jeremías Poison
Humberto Roncalloso en “Amores y Desamores”
Verónica y Luciano
El Director
Arcagno
Pepe Grillo
Carlo Antonio Prophecius y la despedida final
1. El loco viaje del loco Frengdom
“El mejor invento de Dios es el hombre… o viceversa”. Anónimo.
El Loco Frengdom
Ya nadie se anima a nombrar al Loco Frengdom. Él es parte de las pesadillas que al despertar no se cuentan, por miedo a que encuentren un camino a la realidad.
De niño, su madre miraba sus ojos e imaginaba que sería un hombre bondadoso, compasivo y alegre. ¿Cómo imaginar un futuro distinto, frente a esa mirada tierna e inocente? Y, sin embargo, algo salió mal. En algún momento algo se torció y una noche negra cayó para siempre sobre el destino de Frengdom.
Pero no me anticiparé.
Mostraré, de a poco, los retazos de la historia de Frengdom que he podido armar. Seguramente escucharán muchas otras, tal vez distintas o más próximas. Pero mi historia tiene el sello de su propia voz.
Sí, Frengdom me la ha transmitido. A veces de forma confusa, caótica, apasionada y hasta contradictoria. Otras, con cansancio y resignación. Pero ha sido su voz.
Escúchenla ahora ustedes. Conozcan la historia de un hombre de contagiosa oscuridad
Frengdom niño: Los primeros temblores
Frengdom niño fue feliz. Frengdom niño fue infeliz. En el medio, la tragedia.
Su familia era de origen humilde. No pasaba hambre ni tampoco sobraba nada. Tenía un perro llamado Bastón, una madre cariñosa y protectora, muchos sueños y una vida de aventuras por delante.
Frengdom padre, en cambio, ya no sentía que aún tenía sueños y una vida por delante. Era trabajador y atento en los momentos en que se encontraba sobrio. Cuando no lo estaba, había que cuidarse de él.
El alcohol lo empujaba, pero era la frustración la que lo volvía violento.
Una noche, como tantas, se bebió toda su frustración en una botella de vino y regresó furioso a su casa.
Bastón conocía a Frengdom padre, generalmente se quedaba quieto debajo de la mesa cuando escuchaba que los pasos venían tambaleantes. Pero esa noche su reacción fue distinta.
Tal vez fue que el perro ya estaba viejo y no escuchaba bien o, tal vez, su instinto lo engañó. Quizá porque de cachorro las cosas eran diferentes y algo de aquella época perdida volvió por un instante.
La cuestión es que Bastón fue corriendo a recibirlo, meneando su cola. La patada en el cráneo fue terrible. Se retorció en el piso. Los ojos se apagaron asombrados. Su cola se quedó quieta.
Frengdom padre maldijo.
Frengdom hijo quedó inmóvil en su silla. Al contrario de Bastón, sus ojos brillaban como nunca. Por primera vez sentía en su mejilla caer una lágrima distinta a las que conocía. El dolor de lo irreparable.
Su padre lo miró furioso.
-A dormir, mi amor – escuchó que su madre le decía, acariciándole la cabeza y mirando a su marido. El hombre desvió la mirada, tomó a Bastón en sus brazos y se fue de la casa.
Frengdom niño ya no era tan feliz.
Pero aún tenía una madre cariñosa y protectora, sus sueños y una vida de aventuras por delante.
Requiem para Bastón
Era un cachorro de ojos vivos y destino incierto. La madre de Frengdom lo encontró abandonado en una calle olvidada. Frengdom padre accedió a los deseos de su mujer y el cachorro quedó como mascota. Frengdom hijo intentaba dar sus primeros pasos y, para hacerlo, solía apoyarse en el cachorro. Por ese motivo lo bautizaron Bastón. El bastón del pequeño Frengdom.
Fue un perro alegre y leal. Hasta que los años y la furia de Frengdom padre lo volvieron cauto, precavido, algo ausente. Pero una noche, su espíritu aún alegre lo descuidó. Fue en un mal momento. Siguió un inmerecido final. No tuvo tumba. Su cuerpo quedó rígido para siempre entre los despojos de un basural.
Frengdom hijo se sintió trastabillar cuando marchaba hacia su cuarto. Su mano quiso apoyarse instintivamente sobre el perro, pero ya no estaba. Irreparable.
“Descansa en paz, Bastón”.
Inevitable
Era inevitable para la trágica historia de Frengdom que también su madre despareciera de su vida. Nunca fue muy claro en este punto: a veces declaró que su madre había muerto por enfermedad, otras veces dijo que los había abandonado. De una forma u otra, veía a su padre como el responsable.
Por lo que pude comprobar en mis investigaciones, su madre murió cuando él tenía 10 años. Fue suicidio.
Probablemente por este motivo Frengdom declaraba en algunas oportunidades que su madre los había abandonado.
Era un punto en el que él no quería ahondar y en el que sentía gran negación y contradicciones.
Ahora sólo le quedaban sus sueños y una vida de aventuras por delante.
Rumbo a las aventuras
En adelante, Frengdom padre se encargó de destrozar cada sueño que intentara emerger de Frengdom hijo. Lo alejó de los estudios y los juegos, lo convenció de su inutilidad, le encargó los trabajos de la casa y lo enviaba a mendigar para traer dinero. Lo castigaba físicamente y lo culpaba de la ausencia de la madre. Frengdom padre ahora estaba ebrio de frustración y también de crueldad.
Frengdom hijo lo acuchilló en el cuello al cumplir sus 15 años, como auto-obsequio de su aniversario.
“Matarlo era ya mi único sueño” – me confesó.
Ahora sólo le quedaba una vida de aventuras por delante. Y hacia ellas huyó.
A la conquista de los cielos I: Génesis
Frengdom estaba enojado y había aprendido a matar. No tenía perro, no tenía madre, no tenía sueños. Tampoco tenía ahora a su padre. Esa era su única satisfacción.
Una noche junto al fuego, en una ronda de desamparados, Frengdom estaba pensativo. Veía locura y miseria a su alrededor.
¿Quién era el culpable? ¿Su padre? ¿O su madre, por dejarlo solo junto a él? ¿O el culpable era el mundo, por enfermar de resentimiento a su padre? ¿El mundo era culpable? ¿O era víctima también?
Dios, el culpable era Dios. Alguna vez escuchó al cura hablar de Dios, como el creador de todo lo creado. Dios en las alturas. Dios en los cielos.
Dios riendo.
Frengdom frente al fuego era más fuego aún.
Dios riendo.
El alegre Bastón con el cráneo roto, la imagen de su madre desvaneciéndose cada día un poco más. Y su padre con un cuchillo en el cuello, cayendo en un círculo rojo.
Frengdom era más fuego que el fuego.
Dios riendo.
-¡Basta! – gritó. Levantó su vista, cerró sus puños y arengó a su pequeña horda de miserables y locos. - ¡A conquistar los cielos! – bramó, con el fuego consumiendo sus ojos.
Y la locura contagiosa reconoció a su líder y rugió.
-¡Matemos a Dios! ¡Matemos a Dios! – gritó y saltó enardecido.
El grupo se exaltó, comenzaron a empujarse, a lastimarse y vociferar. Todo fue en segundos una mezcla de alcohol y obscenidades, de desenfreno y lujuria. Era un aquelarre de desesperados, aullando su desesperación.
Frengdom elevó su mirada a las estrellas.
Todo estaba quieto arriba.
Tal vez Dios riera. Pero no esta noche.
Esta noche, no.
A la conquista de los cielos II: Apogeo de la locura
A la luz del fuego, el destino de Frengdom se oscureció para siempre.
Él y su pequeño ejército de harapientos y dementes comenzaron su conquista de los cielos.
Actuaban a escondidas y se refugiaban en las cloacas.
El plan era simple y terrible: cometer los peores pecados, desafiar a Dios y obligarlo a que se presentara para detener los crímenes. Una vez que Dios se manifestara, todo era válido para asesinarlo. Desde arrojar pedradas para lapidarlo hasta convocar a las legiones de Satán para que ellas se encargaran de Él. En principio, sólo tenían que motivarlo para que apareciese.
Torturaron a hombres y mujeres por igual. También mataron a niños y bebés. Antes de cada muerte le daban a Dios la oportunidad de que se presentara.
-Preséntate Padre y salva a esta criatura – susurraban. Ante la falta de respuesta exclamaban: - ¡Entonces Tú lo asesinas! - Y ésa era la última frase que escuchaban sus víctimas.
Cada uno de esos crímenes fue imperdonable. Pero, increíblemente, crecía el número de seguidores de Frengdom en las cloacas de la ciudad.
A la conquista de los cielos III: Loas a Frengdom
Frengdom se sentía un Dios. Un Dios ebrio. Un Dios ebrio de sangre, demencia y maldad.
Cuanto más crecía su locura, más la contagiaba a su alrededor. Tras los crímenes, sus seguidores dejaban la F dibujada con sangre, con los extremos como puntas de flechas.
Y luego le oraban:
“Bendita sea tu maldición, Frengdom, que asusta al Pastor y a su rebaño. Danos la justicia que no tuvimos. Danos la venganza de nuestros sufrimientos.
Acaba con el Farsante que se mantiene en su trono, que empuja nuestros brazos para acabar con sus leales. Estaremos a tu lado y jamás nos rendiremos. Nosotros te rogamos: ¡conquístanos los Cielos!
Y si eres vencido: ¡conquístanos el Infierno!”.
Pero el Infierno ya estaba conquistado. Estaba en esas cloacas y Frengdom era su rey.
A la conquista de los cielos IV: La caída
Las muertes y desapariciones llamaron la atención. La policía investigó y llegaron a las cloacas. La mayoría peleó hasta morir. A Frengdom lo atraparon vivo. La gente de la superficie intentó lincharlo. Lo declararon insano.
Su nombre atemorizará a niños durante generaciones.
Ahora está recluido en una celda de este loquero. Habla sólo conmigo y yo intento entender. Los medicamentos han ido minando severamente su locuacidad. Sus desvaríos son ya inofensivos. A veces me llama Dios y cree que aparezco para enfrentarlo. Sólo sus ojos llamean, pero su cuerpo está muy débil. Ha recibido muchas golpizas desde las cloacas a hoy. Se está apagando.
Frengdom incomprendido
La respiración de Frengdom es lenta, fatigosa. Me preocupa.
Acá llegan los enfermeros. Son dos, uno es nuevo. Tal vez el nuevo no me ignore, como han hecho todos desde que atiendo a Frengdom.
El enfermero viejo le está enseñando el recorrido al nuevo. Qué debe hacer y cómo debe medicar a los internos que lo requieran.
Le señala a Frengdom. Le dice que es un loco tranquilo. No habla, no responde, casi no se mueve. Le dice que a veces lo envidia. Que seguramente se construyó un mundo feliz del que no quiere salir.
Me abren la boca, me fuerzan a tomar la medicación. ¡Otra vez me confunden con Frengdom! ¡Me confunden sólo porque ocupamos el mismo cuerpo!
-Debe ser feliz en su mundo – dice el enfermero viejo.
-Pero no sonríe… - agrega dudando el nuevo.
El enfermero viejo encoge sus hombros y se van.
Frengdom llegó aquí alguna vez, sin perro, sin madre, sin sueños. Pero sus aventuras, sus aventuras fueron innumerables, geniales, terribles, despiadadas. ¡Qué pueden saber esos enfermeros!
Final
Casi no puedo respirar, estoy llegando a mi final, lo presiento. Es curioso, pero tampoco Frengdom puede respirar. Parece que nos iremos juntos. Lamento que ya no conserve las suficientes fuerzas para intentar comprenderlo. Aunque tampoco sé si aún vigoroso lo hubiese conseguido. Se va y me arrastra con él.
¿Avivará su espíritu la muerte o se apagará para siempre?
Ya no nos quedan fuerzas.
Post-Final
Los enfermeros encontraron el cuerpo muerto. Nadie en ese lugar supo nunca que su nombre fue Frengdom. Tampoco conocieron su historia. Ni las intensas aventuras que febrilmente se agitaron en su mente.
Para ellos sólo fue un demente desamparado que el Estado dictaminó recluir en ese manicomio.
Sólo quedó un papel garabateado con letra temblorosa, junto a su cuerpo.
En él se leía:
“Fui cruel.
Dios también”.
2. Las Aventuras Literarias de Luciano Valdías
¡Plop! (Condorito)
La Librería Mágica
Hay una elite de compradores de libros que lo saben pero lo ocultan: existe una librería mágica que aparece una vez por año en la ciudad. En esa librería se pueden comprar libros únicos y maravillosos. El problema es que la librería aparece sólo por unos minutos.
Además, nunca aparece dos veces en el mismo lugar. El que la busca, no la encuentra. Y el que la encuentra no sabe que es una librería mágica.
Si el cliente no sale a tiempo, desaparece con la librería y no se sabe más de él por un año. Un año exacto.
Luciano Valdías entró a la librería una tarde de lluvia. Estaba buscando un libro para regalar a Verónica, una chica que le gustaba y a la que tímidamente se iba arrimando.
Como no estaba muy seguro de qué tipo de libro buscar (en rigor de verdad, tampoco estaba muy seguro de regalarle un libro), fue paseándose lentamente por los estantes. Tomó algunos libros, los hojeó, los dejó en su lugar.
Hasta que, repentinamente, una densa niebla comenzó a poblar la librería. Luciano pensó que era el comienzo de un incendio y corrió hacia la salida.
La niebla lo cubría todo. Luciano creyó encontrar una puerta y la abrió. Ya no llovía y el sol estalló en su cara. Faltaba la avenida, el tráfico, los edificios. Todo era verde y campo.
Una figura alta y delgada, que vestía una antigua armadura, se acercó a él. Lo acompañaba un hombre regordete con un burro.
-¿Quién eres? – preguntó Luciano.
El hombre lo miró extrañado y respondió:
-Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?
Luciano abrió la boca pero no dijo nada. Quedó perplejo observando al caballero de la triste figura durante unos cuantos segundos. Luego se rascó la cabeza.
En uno de los lados, el burro rebuznó.
Don Quijote y el Zorro
Luciano vio arremeter a Don Quijote contra unos molinos de viento. Él acusaba que eran gigantes y Sancho Panza intentaba advertirle de su error.
En el instante en que Don Quijote estaba por caer derrotado, Luciano escuchó que alguien le chistaba. Al girar su cabeza se encontró con un zorro.
El zorro volvió a chistarle y le hizo un ademán para que fuera con él. Luciano se señaló a sí mismo, como dudando de a quién se refería.
-¡Sí, usted! ¡Venga! – le dijo el zorro.
Luciano caminó hacia el zorro. Pero tuvo un poco de temor y se detuvo unos pasos después.
-¡Pero, por favor…! – exclamó el zorro - ¡No tenga miedo! ¿No ve que soy un zorro domesticado? ¡Venga que le estoy haciendo un favor!
-¿Qué favor…? – preguntó Luciano
-¿Usted tiene idea de la cantidad de páginas que tiene el Quijote? Y recién está arrancando. Se nota que usted todavía no está preparado. Quédese con lo que vio, que ya bastante para pensar tiene con eso. Acompáñeme ahora. Desde que fui domesticado, no me gusta estar mucho tiempo solo. Extraño al Principito. Él era de un asteroide, no recuerdo cuál. Él me domesticó y me hizo especial.
-¿El Principito? ¡Lo he leído de niño! Fue escrito por Antoine de Saint Exúpery – Luciano sonrió satisfecho de su buena memoria.
-Caramba, todos sabemos que Antoine de Saint Exúpery es el Dios Creador.
-¿El Dios…? No, no… - negó Luciano – Él era un hombre. Un aviador. Un escritor.
-Por favor, caballero, no quiera discutir de teología conmigo. Él fue quien creó al Principito, al asteroide, a mí y a todos. Si es ateo, allá usted. Yo tengo muy claras mis convicciones religiosas. Mejor sigo solo. – Y el zorro se alejó corriendo.
-¡Espere! – gritó Luciano. Y salió corriendo detrás del zorro.
Pero era demasiado rápido para él.
No despierten a Desdémona I
Luciano encontró entre unos pastizales una casucha vieja. Al abrir la puerta, encontró una gran oscuridad. Corrió unas cortinas y la habitación se iluminó tenuemente. Ahora parecía mucho más grande y el lujo no concordaba con la apariencia que daba la casucha por fuera. Luciano dudó de dónde estaría realmente, pero sus cavilaciones duraron poco. Creyó escuchar el sonido de una exhalación, de una respiración agitada.
Agudizó la vista a su alrededor y comprendió que estaba en un dormitorio. Un dormitorio con una gran cama. Una gran cama en la que descansaba una hermosa mujer.
La puerta se abrió. En el marco aparecieron las figuras de dos hombres, vestidos como en la representación de alguna antigua obra de teatro. Uno de ellos lucía intimidante: era robusto, de piel oscura, sus ojos parecían despedir chispas de fuego y de su costado colgaba un sable.
-Perdón – se excusó Luciano – Parece que estoy interrumpiendo un ensayo.
-¡Oh, mi noble señor Otelo! – exclamó el individuo más pequeño –Este extranjero, al que no conocemos, tiene modales muy atentos.
-¡Yago, este hombre está en mis aposentos! – gritó furioso Otelo
-Mi señor, posiblemente este buen caballero estuviese perdido y por tal motivo llegó a tu habitación. Seguramente fue deseo del azar que tú no estuvieras en ese momento, pero sí la virtuosa Desdémona. Es curioso verla yaciendo agotada en la cama y él tan cerca. Estas casualidades ocurren, mi señor. Que la cama esté deshecha como si dos amantes se hubiesen revolcado entre sus sábanas no tiene por qué significarnos nada.
Otelo gritó desencajado y arrojó lejos una silla de un puntapié. Luciano retrocedió asustado. Desdémona despertó. En la tenue luz de la habitación, la mueca de una sonrisa escapó de los labios de Yago.
No despierten a Desdémona II
Luciano intentó recomponer su compostura.
-Evidentemente son actores de método, muy comprometidos y apasionados. Pero creo que será mejor que me vaya.
Otelo apretaba fuerte sus puños, mientras su pecho se contorneaba bruscamente por la respiración agitada.
-¡Mi amado! – exclamó Desdémona - ¿Qué es lo que ocurre?
-¡Mi señor! – intercedió Yago -. Con tanto ruido hemos despertado a Desdémona de su dulce e inocente descanso.
-¡Quién es este hombre! – gritó Otelo a Desdémona, señalando a Luciano.
-¡No lo sé! – se defendió Desdémona -. Estaba inmersa en mis sueños, y en mis sueños estabas vos, mi amado. Yo estaba agitada y feliz, tus manos estaban sobre mi cuerpo y tus labios me buscaban. Pero ahora desperté con sobresalto y asustada por tantos gritos.
-Mi señor – susurró Yago –, quizá Desdémona estuviese en tal estado de somnolencia que supuso estar soñando. Es posible que al creer que todo era sueño confundió al extranjero con vos. No deberíamos dudar de su honra por eso, mi señor. Si el extranjero le ofreció sus caricias y sus besos, seguramente ella lo permitió por creer que él eras vos. Los sueños confunden las apariencias. Aunque este sueño debió confundirla bastante, porque ese extranjero no se os parece en absoluto, mi señor…
-¡Los mataré! – aulló Otelo, al tiempo que blandía la espada con su mano derecha.
Luciano comenzó a correr alrededor de la cama, seguido por Otelo. La puerta de un armario se abrió intempestivamente y Luciano vio asomar la cara de un muñeco de madera:
-¡Por aquí, por aquí! – gritó Pinocho.
Luciano, casi alcanzado por Otelo, saltó dentro del armario. Otelo golpeó fuerte con su espada cercenando un pedazo de nariz de Pinocho.
El sol brillaba e inexplicablemente ya estaban fuera de la habitación.
-Tú nariz… - señaló Luciano hacia el rostro de Pinocho.
-No importa – le dijo Pinocho -. Volverá a crecer.
Luciano sonrió e, inmediatamente, cayó desmayado.
Conociendo a Pinocho I
-Me gusta espiar a Otelo porque tiene mucha pasión – le dijo Pinocho a Luciano -. ¡Es tan humano que lo envidio! Pero el que lo enferma es el otro: Yago.
-¿Y qué pasará ahora con Desdémona? – se preocupó Luciano.
-Otelo la matará por sus celos. Ella ya lo sabe, porque siempre termina matándola. El destino está escrito.
-Fui muy cobarde – bajó su cabeza Luciano -. Podría haberla defendido.
-¡No debes reprocharte! – intentó consolarle Pinocho -. Todos tenemos nuestra naturaleza y nuestro carácter ya delineado. Lo que los dioses no te han dado, entonces no puedes usarlo. No todos cargamos con la misma tinta en nuestras venas.
-Basta ya, Pinocho. Cada cual forja su carácter y su destino. ¡Ya no seré un cobarde!
-¿Serás valiente? – preguntó Pinocho en tono burlón.
-¡Sí, seré valiente! ¿Acaso no lo crees? – se irguió con enojo Luciano.
-¡Por supuesto que te creo! – respondió con seriedad Pinocho.
Enseguida, su nariz creció unos cuantos centímetros.
Conociendo a Pinocho II
Luciano y Pinocho estaban ahora en una pradera llena de puertas. Puertas sin paredes ni techos ni ventanas. Sólo puertas. Luciano resopló y lanzó la pregunta que lo angustiaba.
-¿Dónde estamos? Recuerdo que estaba en una librería. Luego comenzó un incendio, intenté escapar… ¿Estoy muerto?
-No – respondió Pinocho. Y Luciano se sintió feliz al ver que la nariz no le crecía -. Estás donde vivimos los que alguna vez fuimos leídos por ti. Somos retazos, malformaciones de nuestras auténticas historias. Estás en un mundo de héroes, aventureros, pensadores, dementes, románticos, cínicos y asesinos. Un mundo peligroso, Luciano. Para todos nosotros el destino está escrito, pero en este mundo tenemos ciertas libertades.
-¿Por ejemplo? – preguntó Luciano.
Pinocho sonrió tiernamente y levantó la suela de su zapato. Ahí se veía la figura de quien fuera Pepe Grillo.
-¿Quién quiere escuchar todo el tiempo: “esto está bien” o “esto está mal”? Supongo que lo último que pensó Pepe Grillo fue que pisarlo estaba mal – rió Pinocho.