Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
El Dr. Miquel Pros es un gran especialista en el uso medicinal del hipérico (Hypericum perforatum) como alternativa de éxito –y sin efectos secundarios nocivos– para el tratamiento de depresiones leves y moderadas. La popularidad de esta planta en caso de trastornos del estado de ánimo, tristeza, ansiedad e insomnio es tan eficaz que se la ha llegado a calificar como "el Prozac natural", convirtiendo al hipérico en una excelente alternativa a los psicofármacos. Además, los recientes hallazgos sobre sus propiedades antivirales no hacen sino confirmar sus grandes virtudes medicinales. Este libro es una invitación a descubrir el hipérico a través de la historia, propiedades, aplicaciones y recetas de la mano de uno de los mayores expertos en su utilización.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 263
Veröffentlichungsjahr: 2022
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Portada
Hipérico,
un desafío a la tristeza
Hipérico,
un desafío a la tristeza
Miquel Pros
El antidepresivo natural
para tu salud
Portadilla
NOTA IMPORTANTE: en ocasiones las opiniones sostenidas en
«Los libros de Integral» pueden diferir de las de la medicina oficialmente
aceptada. La intención es facilitar información y presentar alternativas,
hoy disponibles, que ayuden al lector a valorar y decidir responsablemente
sobre su propia salud, y, en caso de enfermedad, a establecer un diálogo
con su médico o especialista. Este libro no pretende, en ningún caso,
ser un sustituto de la consulta médica personal.
Aunque se considera que los consejos e informaciones son exactos
y ciertos en el momento de su publicación, ni los autores ni el editor
pueden aceptar ninguna responsabilidad legal por cualquier error
u omisión que se haya podido producir.
© del texto: Miquel Pros Casas, 2022.
© de esta edición: RBA Librosy Publicaciones, S.L.U., 2022.
Avda. Diagonal, 189– 08018Barcelona.
rbalibros.com
Primera edición: septiembre de 2022.
rba integral
ref: obdo063
isbn: 978-84-9118-248-1
realización de la versión digital •el taller del llibre, s.l.
Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito
del editor cualquier forma de reproducción, distribución,
comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida
a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro
(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)
si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra
( www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
Todos los derechos reservados.
Créditos
a mis pacientes, que me han acompañado a lo largo de estos primeros cuarenta años y que han confiado en esta planta maravillosa y en los principios de la medicina natural.
salud y suerte para todos.
Agradecimientos
7
Contenido
Introducción. Mi encuentro con el hipérico 9
1. ¿Por qué sufrimos? 17
2. Plantas medicinales 29
3. Un poco de historia 41
4. La planta y su contenido 47
5. Cómo y dónde actúa el hipérico 61
6. Los neurotransmisores 67
7. Mente y depresión 81
8. Psicoterapias 113
9. Alimentación y depresión 131
10. Ejercicios para ser feliz 155
11. El hipérico y otras plantas beneficiosas 161
12. Hablan mis pacientes 177
13. Salir adelante 191
Apéndices 203
Bibliografía 215
Índice onomástico 219
Contenido
9
INTRODUCCIÓN
Mi encuentro con el hipérico
Hace más de cuarenta años que utilizo el Hypericum perfo-ratumen mi consulta, y he podido observar sus efectos be-neficiosos en muchos pacientes. Siempre lo consideré un gran aliado en la práctica de la medicina natural.
El hipérico es una planta medicinal ampliamente utilizada en medicina natural —que conocemos también como medicina na-turista—, cuyo auge actual se debe a la presión de la población, cansada de encontrar en la medicina convencional una atención despersonalizada y un exceso de medicación y de cirugías.
Repasemos un poco más en qué consiste la medicina natural. El pensamiento terapéutico naturista se reactivó en los países de-sarrollados al tiempo que aumentó la concienciación ecológica. Así, se inició un fructífero diálogo entre la medicina «oficial» y la naturista, que está ayudando a superar la ignorancia e indiferencia —cuando no franca oposición— que tradicionalmente mostraba la primera con respecto a la segunda. Por eso, en estos momentos, se habla tanto de «medicina integrativa», que procura acercar lo mejor de todos los puntos de vista a favor de la salud.
Al disponer de hipérico en formato inyectable, pude atender en la consulta a infinidad de pacientes. Venían desde los puntos más dispares porque habían oído hablar de las magníficas propie-dades de la planta y de uno de sus componentes, la hipericina.
Introducción. Mi encuentro con el hipérico
10
Al tratarse de una planta tan eficaz, es lógico que presente abundantes interacciones con los fármacos y que, a su vez, sean necesarios una prescripción y un seguimiento médico especiali-zados. Sin embargo, a la industria farmacéutica no le hacía nin-guna gracia que una humilde planta medicinal, un regalo de la naturaleza para la salud, les estropease su mercado. A los labora-torios farmacéuticos no les interesa el estudio de una planta si no pueden obtener un beneficio de ello, si no pueden patentar después el resultado de sus esfuerzos de investigación. Y puesto que el hipérico se estaba convirtiendo en un estorbo para los psicofármacos, cada vez más omnipresentes, decidieron supri-mirlo. Presionaron a las autoridades sanitarias —una práctica de-masiado habitual, lamentablemente— para que eliminasen de los medicamentos autorizados el formato inyectable del hipérico, que hasta ahora ha sido precisamente uno de los más exitosos, a tenor de los resultados.
Hoy estamos trabajando para poder ofrecer de nuevo este gran recurso también en su presentación más espectacular. De todas formas, eso no impide que podamos seguir trabajando con el resto de los modos de empleo del hipérico, con constancia y con seguridad de los resultados.
Medicina natural
La medicina naturista actual nació tras el redescubrimiento, a mediados del siglo xix, de los preceptos hipocráticos en los que se había basado toda la práctica médica del mundo occidental desde el siglo va. C. En la Europa germánica aparecieron las figuras precursoras de F. C. Oertel (1765-1850), Vincent Priess-nitz (1799-1851), J. H. Rausse (1805-1848) y el abate S. Kneipp (1821-1897). Fueron conocidos como «los doctores del agua» y estaban muy influidos por las ideas de Rousseau. El término
11
alemán Naturheilverfahren, que se puede traducir por «procedi-mientos naturales de curación», fue utilizado por primera vez por el médico alemán L. Gleich (1798-1865) y engloba las téc-nicas y los tratamientos actuales.
Para definir la medicina natural, hay que partir de una idea fundamental: el ser humano dispone de numerosos mecanismos tanto físicos como psíquicos para conservar la salud. El conjunto de estos mecanismos era denominado vismedicatríx naturaepor los antiguos griegos, que significa «la fuerza curativa natural».
La medicina naturista confía plenamente en esta fuerza cura-tiva natural y actúa con el fin de estimularla o potenciarla. En principio, utiliza los medios más sencillos e inofensivos que tiene a su alcance para lograrlo, y deja las terapias con mayor nivel de intervención o de complejidad para los casos en que sea inevitable.
Tres principios
Los principios básicos de la medicina natural son muy sencillos: concepción global de la persona, potenciación de la fuerza cu-rativa natural y utilización de remedios naturales y de técnicas lo menos agresivas posible.
La medicina naturista no trata las enfermedades, sino a las personas. De acuerdo con esta concepción global, se considera al individuo junto con sus circunstancias físicas y mentales.
El médico naturista ayuda al paciente en su proceso curativo y confía plenamente en la capacidad de autorregulación del or-ganismo frente a la enfermedad. Es decir, nosotros creemos que existe una tendencia natural a recuperar la salud.
En este sentido, todas las actuaciones de un médico naturista van encaminadas a «ayudar» a que este proceso natural de cura-ción llegue a buen término.
12
Por este motivo la medicina naturista utiliza los remedios y las terapias que nos brinda la naturaleza, y evita los remedios artificiales o las terapias excesivamente complejas.
Remedios naturales
Los remedios naturales por excelencia son: la dieta, el agua (hi-droterapia), las plantas medicinales (fitoterapia), el sol (heliote-rapia) y el aire (eoloterapia), la tierra (geoterapia) y las terapias manuales (fisioterapia, quiromasaje, reeducación postural, os-teopatía, etc.). Todo ello resume la máxima hipocrática: Primum non nocere(«ante todo, no perjudicar») al paciente.
Muchas personas no se preocupan por seguir hábitos de vida saludables y esperan que sea el médico quien resuelva todos sus problemas de salud. Estas personas solicitan fármacos o, incluso, intervenciones quirúrgicas, sin darse cuenta de que la agresividad de las terapias empleadas puede traerles más pro-blemas.
Convencer a los pacientes de que deben hacerse cargo de su propia salud lleva tiempo, pero la experiencia resulta tremenda-mente útil para ellos y muy gratificante para mí.
La actuación del médico naturista
Lo primero que debe hacer un médico naturista al conocer a su paciente es establecer cuál es su estado de salud; en la jerga pro-fesional se le da el nombre de «terreno». Es decir, el médico debe averiguar con qué fuerzas cuenta esa persona para enfren-tarse a la enfermedad que la aqueja. Después, el tratamiento seleccionado estará dirigido a fortalecer ese terreno y a tratar los síntomas propios de la enfermedad.
13
Cada organismo responde al tratamiento curativo en función de sus propias fuerzas y de las características de la enfermedad. En algunas ocasiones, como en el caso de enfermedades cróni-cas de larga evolución, se puede producir lo que se conoce como una «crisis curativa», una señal de que el organismo está reaccionando al tratamiento.
Yo siempre digo que lo peor que puede pasar al iniciar un tratamiento es que la persona no presente ningún tipo de reac-ción. Por eso, la crisis curativa debe ser vista como algo positivo y conviene tener paciencia para sobrellevarla. Una vez supe-rada, el paciente se encontrará mucho mejor que antes.
Curación de enfermedades
La medicina naturista puede abarcar prácticamente todas las pato-logías, ya sea como terapia exclusiva o como terapia complemen-taria de la medicina convencional. El médico naturista sabe cuán-do las terapias son adecuadas para una persona, y también, cuándo no lo son.
La práctica de la medicina naturista exige que el paciente esté informado y que, además, colabore. Por ello, siempre se expli-can con claridad el tipo de terapias que se utilizan y la colabora-ción que se espera de esa persona. Y esto es una de las cosas que más agradece un paciente.
Fitoterapia
La fitoterapia, o curación a través de las plantas, es tan antigua como el hombre y hoy tiene un gran auge gracias a las investi-gaciones sobre infinidad de plantas. En la actualidad, se conocen unas tres mil plantas medicinales de entre cuatrocientas mil es-
14
pecies vegetales existentes en el mundo. Sin embargo, las más utilizadas no pasan de doscientas.
La principal ventaja que presenta la fitoterapia es que nos brinda la posibilidad de tratar muchas enfermedades sin el riesgo de provocar efectos secundarios importantes, como sucede al utilizar algunos fármacos químicos.
Los laboratorios industrializan los principios activos de algu-nas plantas medicinales, pero los medicamentos no tienen los mismos efectos. En los últimos tiempos, se ha descubierto que el responsable de la acción curativa de una planta no es un único principio activo o, por lo menos, no lo es de modo excluyente.
En muchos casos se considera que los efectos beneficiosos de una planta medicinal resultan de la combinación de diversos principios activos, de la sinergia que se establece entre ellos. Por ello, resulta más recomendable tomar el preparado fitoterapéu-tico (que contiene la planta entera o un extracto de esta) que sus principios activos sintetizados artificialmente en un laboratorio.
Otra de las ventajas es la buena tolerancia que muestran las personas hacia la ingestión de plantas en comparación con la ingesta de sus componentes aislados.
El hipérico
Los estudios realizados en los últimos años señalan que el hipé-rico es una planta con mucho futuro en el campo de la fitotera-pia; sobre todo, por los excelentes resultados obtenidos en el tratamiento de las depresiones leves o moderadas.
El hipérico actúa como modulador del sistema nervioso ve-getativo o autónomo, y por eso es un adecuado complemento terapéutico para aquellas enfermedades que tienen una base psi-cosomática, que son muchas.
Nos encontramos ante un medicamento de origen natural
15
que podría ser considerado el antidepresivo por excelencia de este siglo; no obstante, su campo de acción va más allá del tra-tamiento de los cuadros depresivos. Se conocen otras propieda-des del hipérico, como sus efectos antivíricos y antiinflamatorios o su eficacia en el tratamiento de ciertas enfermedades derma-tológicas. Además, se puede utilizar para regular los mecanismos del sueño, porque elimina el insomnio y sus consecuencias: la irritabilidad, la ansiedad o el nerviosismo.
También presenta magníficos resultados en el tratamiento de las úlceras gastroduodenales, la gastritis funcional, las dispepsias de origen nervioso, las debidas a una deficiente secreción biliar, y resulta útil en el tratamiento de la bronquitis, las neuralgias y las migrañas de diversos tipos y orígenes.
Por otra parte, ha sido ampliamente utilizado para el trata-miento de la enuresis infantil (micción incontrolada) provocada por la ansiedad o por la irritación de la vejiga y, específica-mente, para los trastornos de la menopausia.
La gran ventaja del hipérico es que casi no presenta efectos secundarios y, si los hay, son menores. Además, no crea depen-dencia, como ocurre con la mayoría de los medicamentos psi-cotrópicos de síntesis química.
Quizá el único efecto secundario de consideración sea la fo-tosensibilización, pero tan solo aparece cuando el hipérico se aplica como inyectable (la forma menos utilizada). Si la zona donde se ha aplicado la inyección queda expuesta al sol, aparece inmediatamente una reacción local en forma de picor y rubor localizados. Algunos pacientes relatan que es como si les hubiera picado una diminuta abeja; en esos casos, basta con aplicar repe-tidamente una compresa de agua fría sobre la zona afectada hasta que remita la inflamación. Por esta razón, yo recomiendo no tomar el sol durante el periodo que dure el tratamiento de in-yecciones de hipérico. Estas reacciones no se producen con la ingesta de cápsulas.
16
También se han descrito algunos casos de intolerancia gás-trica cuando se administra en forma de gotas bebibles (extracto alcohólico), pero se trata de un efecto menor que se soluciona al suspender el tratamiento. En este caso, es recomendable recurrir al hipérico inyectable o en cápsulas.
17
1. ¿Por qué sufrimos?
Cada vez que hay un desajuste entre nuestros deseos y la realidad, sufrimos. El sufrimiento es algo inherente al ser humano y a todos los seres vivos; sin embargo, dentro de ese sufrimiento, existen varias escalas o grados. Puede ser un acon-tecimiento negativo puntual, como una enfermedad grave, la pérdida de un ser querido, o la pérdida de un empleo de forma inesperada. Hay personas que sufren por situaciones que se vuelven habituales en sus vidas, como cuando hay alguien en la familia que necesita atención constante. Existen formas de «adap-tarse» a ese sufrimiento, pero desde un punto de vista terapéuti-co se entiende que la persona lo esté pasando mal. Y si ese su-frimiento es permanente, tenemos una magnífica invitación a repasar su estilo de vida y todo lo que podemos hacer para que lo supere.
Si siempre se siente mal
Como decimos, a veces nos encontramos con personas que siempre se sienten mal. Están tristes, ansiosas y sufren mucho, aunque aparentemente no tengan problemas graves. ¿Por qué es así? Carl Rogers, el influyente psicólogo estadounidense, solía decir que muchas veces sufrimos porque se origina un desajuste entre nuestros deseos y la realidad.
1. ¿Por qué sufrimos?
18
Se trata de la distancia entre la idea de sí misma que anhela la persona (y a la que le asigna un valor superior) y la imagen, más real, que tiene de sí misma. Esta persona suele deformar la ima-gen de cómo es y de sus circunstancias, tiende a idealizar cómo le gustaría ser y cómo le gustaría que fuera su vida. Y empieza a sufrir cuando considera que existe una gran diferencia entre lo que quiere ser o lo que quiere tener y lo que es o lo que tiene.
Las personas que se sienten más a gusto o más felices son las que apenas tienen ese desajuste, o si lo tienen, lo gestionan con madurez emocional. Para sentirse mejor consigo mismas y con sus vidas, pueden lograr una mayor congruencia a través de las si-guientes capacidades:
• Aceptación. Es decir, aceptarse y quererse tal como uno es. Conviene ser conscientes de que hay cosas que, con un poco de esfuerzo y dedicación, se pueden cambiar, como bajar algo de peso o cambiar de peinado; pero no se puede tener 40centímetros más de altura. Por eso, conviene mi-rarse a uno mismo con amor e intentar sacar partido de lo que le favorece.
Soñar y trabajar por esos sueños es excelente, pero, a la vez, una dosis de realismo viene muy bien para no perderse en el camino del desarrollo y de la realización personal.
• Adaptación. Conviene adaptarse a las circunstancias de la manera más racional posible, teniendo en cuenta que todo el mundo vive situaciones positivas y negativas. Las positi-vas hay que disfrutarlas sin complejos y con alegría, y cuando vienen los malos momentos, hay que vivirlos con sereni-dad, dejar que todo fluya, que la mente asimile lo que ocurre para tener la lucidez necesaria y así tomar las mejo-res decisiones.
A veces tenemos tantos sueños e ideales que nos pasa-mos la vida imaginando algo que no es y no nos centramos
19
en lo que somos y en lo que nos rodea. Rogers observó que entonces se produce una curiosa paradoja: «Cuando me acepto tal cual soy, entonces, puedo cambiar».
Estrés
Un poco de estrés puede resultar incluso estimulante, pero hoy en día lo hemos convertido en un trastorno que, en realidad, no deja de ser un mecanismo de supervivencia —de alerta, de en-frentamiento, o de fuga— que sirve para sobreponernos a las dificultades con un gasto de energía excepcional.
El estrés nos ayuda a superar problemas y riesgos, pero si se prolonga en el tiempo suele ser una importante causa de en-fermedades y trastornos, y el primer sistema afectado es el in-munitario.
Cuando el organismo reacciona
La palabra «estrés» deriva del latín stringere, que significa «ten-sionar o poner en tensión». Hace menos de cien años que lo conocemos como tal. En 1936, un médico y fisioterapeuta, el Dr. Hans Selye, lo definió por primera vez como «una res-puesta no específica del cuerpo frente a cualquier demanda de cambio». Él mismo señaló las fases del estrés, como cuando el cerebro, ante una incidencia, da la orden de respuesta inme-diata a las glándulas suprarrenales para forzar la liberación de neu-rotransmisores. Esta fase bioquímica nos pone en estado de alerta o de tensión.
Ante estas órdenes, el hipotálamo activa otras partes de las glándulas suprarrenales y segrega cortisol, a lo que el sistema nervioso responde con un estado de alerta, una focalización de
20
la atención y una reducción del dolor y de la libido, de forma inmediata, ya que en ese momento hay otras prioridades.
Se genera estrés en situaciones como las catástrofes naturales, o en caso de separación o divorcio, o de la pérdida de un ser querido, o si aparecen problemas económicos, mudanza... En general, ocurre en situaciones en las que las demandas superan los recursos de la persona para afrontarlas. Se desencadena así un conjunto de reacciones fisiológicas, psicológicas y conductuales para aumentar el estado de activación personal y atender esas demandas.
Estrés y estrés enfermizo
Como mecanismo de reacción, el estrés es tan antiguo como el propio ser humano. Lo compartimos con animales y plantas, y nos permite reaccionar con rapidez y seguridad en situaciones en las que hay que dar una respuesta para lo que no estamos preparados.
Una vez que conseguimos afrontar la situación, el meca-nismo que pone en marcha el proceso de activación de recursos se detiene, pero entonces es necesario descansar el tiempo sufi-ciente para reponer la energía gastada.
Afrontar el estrés normal de cada día no es un problema si se descansa lo suficiente; sin embargo, cuando se convierte en un es-tímulo demasiado intenso o duradero, suele convertirse en un estado negativo para la salud. Puede aparecer, por ejemplo, una sobrecarga sobre los sistemas cardiovascular e inmunitario, y para todo el organismo en general.
No solo eso: también pueden aparecer enfermedades o trastor-nos muy variados, desde problemas digestivos (úlcera gastroduo-denal, colon irritable, espasmos intestinales) hasta problemas car-diovasculares (hipertensión arterial, mayor riesgo de infarto de
21
miocardio), musculares (lumbalgias, contracturas musculares), cu-táneos (eccemas, acné, psoriasis), alérgicos (asma, urticaria), gi-necológicos (falta de ovulación, afecciones mamarias benignas), o psicológicos (ansiedad, nerviosismo, depresión, insomnio, crisis de relación). El cansancio, y la sensación de que el descanso no es suficiente, son otras consecuencias del estrés.
Con la introducción de cambios en nuestro estilo de vida y en nuestra forma de afrontar los problemas, el estrés parece in-vitarnos a superarlo. Dicho de otro modo, a menudo el estrés esconde, entre otras cosas, complicaciones personales (econó-micas, laborales, sentimentales o relacionales) y se hace más lla-mativo cuando aparece una sensación de impotencia para hacer frente a esas situaciones. Hoy podemos encontrar estrés por to-das partes, desde los videojuegos hasta los teléfonos móviles, desde la alimentación hasta el ocio.
¿Qué podemos hacer?
Comenzaremos por la actitud, el reposo y las técnicas de rela-jación (pág. 119) y los cambios en la vida sedentaria: se acon-seja ejercicio moderado (págs. 120-121), pero constante. Tam-bién es fundamental prestar atención a los hábitos alimentarios (pág. 139): reducir el consumo de excitantes como el café y eliminar el de alcohol y tabaco. Evitar las comidas en estados de estrés o de preocupación.
Se sabe que las grasas hidrogenadas estimulan el estrés y el nerviosismo, y también alimentos como la bollería, el chocolate y otros aditivos de la industria alimentaria. Asimismo, evitare-mos todo tipo de carnes, embutidos y alimentos preparados.
Encontraremos más sobre la alimentación en el capítulo 9(pág. 131).
22
Fitoterapia
El tratamiento del estrés y de los trastornos del estado de ánimo con plantas medicinales (págs. 171-176) puede ser muy útil cuan-do se trata de un cuadro de estrés reciente, con síntomas mo-derados, que no haya sido tratado o que se haya atendido de forma incorrecta.
A diferencia de los fármacos, el asombroso poder terapéutico de una gran mayoría de plantas medicinales carece de efectos secundarios indeseables. Además, teniendo en cuenta que el coste de su obtención, o el de su cultivo y recolección, es muy razonable, ¿por qué, entonces, la sanidad pública y el sistema mundial de salud no las estudian y recomiendan? La respuesta es devastadora: para el actual sistema de salud, tal como está orga-nizado, no se pueden patentar, no son negocio.
Y el hipérico, como veremos, es un buen ejemplo de lo que decimos.
Encontraremos una explicación detallada de otras plantas medicinales para superar la depresión y los estados de tristeza en el capítulo 11(pág. 161).
Depresión
Antes de acercarnos al sufrimiento y su efecto en las personas, vamos a repasar las diferencias entre desilusión, depresión y es-tados de ansiedad. Hoy en día muchas personas sufren depre-sión, pero con esa palabra se definen desde desánimos pasajeros hasta una grave enfermedad.
Solemos utilizar la palabra «depresión» para expresar un es-tado de ánimo negativo o, al menos, más bajo de lo habitual. La depresión puede definirse como un profundo «mal estar» que afecta a todo el cuerpo, el estado de ánimo y los pensa-
23
mientos. No es un estado de ánimo triste pasajero, ni una debilidad personal, ni una actitud que pueda cambiarse fácil-mente (la voluntad suele estar mermada en este caso), y el re-sultado es que la forma en la que vemos la situación se vuelve limitada y negativa.
Muchas veces sabemos a qué se debe, otras simplemente lo atribuimos a un día «gris» o a los altibajos del paso de los días. Son cambios normales del estado de ánimo dentro del ritmo natural de la vida.
En cambio, ¿qué sucede si una bruma espesa impidiera una clara visión de las cosas y nos sumiera en una oscuridad y tris-teza permanentes? Si la persona se hunde bajo la presión de un estado de ánimo depresivo, puede olvidar cuáles son sus me-tas, sus esperanzas; también, puede perder sus deseos de hacer cosas o sus ganas de disfrutar. Además, suele darse una incapa-cidad para comprender qué le está pasando, y eso aumenta la confusión.
La depresión y sus síntomas pueden convertir un simple desánimo pasajero en una situación de estancamiento de la que resulta difícil salir. Por eso es tan recomendable y nece-saria la ayuda de un buen médico o terapeuta especializado para poder encarar y superar esta crisis, para reponer las fuer-zas y el ánimo necesarios para volver a afrontar constructiva-mente la vida.
Desilusión, melancolía, tristeza... ¿o depresión?
Estas palabras coloquiales se suelen utilizar a menudo de forma imprecisa y el resultado es una cierta confusión. La palabra «me-lancolía» alude a un estado de ánimo dominado por una tristeza profunda y duradera.
24
La tristezaconlleva sentirse afligido y apenado, pero no siem-pre se refiere a una alteración grave del ánimo. Muchas situa-ciones pueden hacer aflorar sentimientos de tristeza.
La desilusióny la depresión se transitan a menudo de un modo muy similar: se experimenta dolor, apatía, cansancio, decepción. Sin embargo, se trata de dos estados bien diferen-tes. Son muchas las personas que navegan por el océano de las desilusiones, sin que forzosamente tengan que atravesar un trastorno del estado de ánimo. Dicho de otra forma, la depre-sión es un fenómeno multifactorial y mucho más complejo; a veces creemos estar deprimidos, cuando en realidad solo esta-mos pasando por un bajo estado de ánimo. Una desilusión expresa un choque entre las propias expectativas y la realidad que, aunque pueda vivirse de manera dolorosa, dibuja un fe-nómeno puntual en el tiempo y también una forma de apren-dizaje.
La depresióncomo enfermedad puede tener su raíz en cau-sas externas, como una pérdida. Pero, en todo caso, se refiere a un estado de tristeza que se instala en la persona; es decir, estare-mos hablando realmente de depresión cuando alguien no puede resolver de forma normal un suceso negativo, o cuando le in-vade la melancolía durante un largo periodo.
Emociones
A veces nos sentimos deprimidos sin saber por qué. Ser cons-cientes de los estados de ánimo y comprender las emociones puede ayudar a prevenir la depresión: el estado emocional que la acompaña va ligado al tipo de pensamientos que aparecen en la mente y, a su vez, a ciertas alteraciones físicas. La relación de la buena salud con el bienestar y los pensamientos positivos es bien conocida, al igual que la del malestar y los pensamientos nega-
25
tivos cuando la persona está deprimida. Existe malestar físico en forma de abatimiento y dolor, y las emociones estarán cargadas de tristeza y desesperanza.
De todas formas, no conviene quitar importancia a las desi-lusiones, ese sentimiento desalentador. La persona pierde, de manera temporal, alguno de sus significados vitales. Aparecen emociones como la tristeza, el enfado, la decepción, el desaso-siego, etc. Sin embargo, la mente se mantiene activa y, en buena parte de los casos, intenta procesar lo sucedido para aprender, readaptarse y avanzar.
En cambio, la depresión es el resultado de múltiples factores y una experiencia más larga en el tiempo. Además, la persona experimenta una sintomatología más amplia, limitante y persis-tente: alteraciones del sueño y de la alimentación, pensamientos negativos, cansancio, apatía, desesperanza.
Nos fijaremos en la fuerza de las emociones y aprenderemos a leer nuestro interior en el capítulo 7(pág. 81).
Habénula
Gracias a investigaciones hechas en la Universidad de Yale, hoy se sabe que las desilusiones persistentes abocan a la per-sona a un estado de desesperanza e incluso, a veces, a un tras-torno depresivo. El origen estaría en una región cerebral muy concreta: la habénula. Se trata de una estructura muy pequeña relacionada con la glándula pineal. La habénula lateral recibe impulsos de los ganglios basales y del sistema límbico y, a su vez, tiene conexiones con las neuronas dopaminérgicas y sero-toninérgicas (ver más sobre la dopamina y la serotonina en la págs. 69-75).
Se ha podido observar que, cuando una persona pierde la es-peranza tras varias experiencias adversas y decepcionantes, la
26
habénula deja de interaccionar con esas neuronas vinculadas a la motivación. Es entonces cuando el estado de ánimo se al-tera. Un dato más para comprender la depresión como tras-torno.
Desafiar la nube oscura
En un ensayo de 1916titulado «Some character-types met with in psycho-analytic work», Sigmund Freud escribió que hay per-sonas que, incluso habiendo alcanzado el éxito, se decepcionan. Hay quienes, a pesar de tenerlo todo a su favor, caen en una desilusión tras otra. El padre del psicoanálisis sugirió que podrían ser perfiles claramente neuróticos. Hoy sabemos que la depre-sión se puede instalar en las personas de manera silenciosa, alte-rando por completo la manera de ver y de procesar la informa-ción que llega a través de los sentidos.
La mente negativa lo altera todo; en estos casos, solo ve problemas. Se mira con desconfianza cualquier aspecto posi-tivo, la realidad se vuelve decepcionante, el presente se llena de incertidumbre y el futuro, de desesperanza. Dicho de otro modo, si bien es cierto que la desilusión y la depresión son diferentes, a veces van juntas. Y entonces, suele haber muchas más variables, aparte de las decepciones. En general, lo que quiebra nuestras expectativas nos obliga a realizar un esfuerzo para aceptarlo, darle un sentido y superarlo. A fin de cuentas, vivir es aprender a afrontar situaciones y a reajustar nuestros planes.
A lo largo del libro encontrarás soluciones de todo tipo, al-gunas muy sencillas, como los «ejercicios para ser feliz» (pág. 155-160) y otras de carácter más médico. Todas pueden ser muy útiles y saludables. Es cuestión de arremangarse... y ayudar al hipérico a que actúe.
27
«El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional»: este anti-guo aforismo popularizado por los budistas nos recuerda que vale la pena conocer mejor el sufrimiento, sus causas y sus po-sibles soluciones. De esto nos ocupamos en este libro, así que ¡vamos a desafiar la tristeza!
29
2. Plantas medicinales
INTRODUCCIÓN
Las plantas medicinales son un auténtico regalo que la natu-raleza nos ha ofrecido a lo largo del tiempo para mantener la salud; también nos ayudan a recuperarla si la perdemos. Energía solar, agua, anhídrido carbónico del aire y sales mi-nerales del suelo son los pilares básicos que las plantas preci-san. A través de un pigmento, la clorofila, una materia orgánica viva, encontramos una amplia gama de sustancias que van des-de simples principios inmediatos (carbohidratos, grasas y pro-teínas) hasta importantes vitaminas y minerales, pasando por una variada serie de fitonutrientes (como los taninos, los acei-tes aromáticos y los alcaloides) que determinan las diferentes propiedades medicinales de las plantas.
Al igual que ocurre con otros alimentos, como los cereales,*las plantas medicinales ayudan a proteger el delicado equilibrio vital que permite la supervivencia de infinidad de seres vivos, entre ellos: nosotros, los humanos.
*Ver Cómo cura la avena(2018), del Dr. Miquel Pros, publicado por Inte-gral (RBA Libros).
2. Plantas medicinales
30
Conocerlasmejor
Hoy, tras varios milenios de tradición, el conocimiento de las propiedades medicinales de