Invitaciones de muerte en oro - Rachel Bross - E-Book

Invitaciones de muerte en oro E-Book

Rachel Bross

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Beschreibung

Una atracción de terror en un casa encantada. Doce personas. 100.000$ para el superviviente.

Después de que unos estudiantes atormentaran a una chica durante años, ella va a terapia...y se le ocurre una idea.

Años después, todos tienen un cómodo trabajo. Pero todos necesitan el dinero, por un motivo u otro. Cuando empiezan a ver publicidad de una competición en una atracción en una casa encantada que ofrece 100.00$ a quien sobreviva una noche, todos se apresuran a aprovechar la oportunidad.

Después de que todo vaya a peor en esta casa de continuos gritos y terror, ¿quién saldrá ileso?

Buena suerte.

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Veröffentlichungsjahr: 2022

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Ähnliche


INVITACIONES DE MUERTE EN ORO

RACHEL BROSS

Traducido porCELESTE MAYORGA

ÍNDICE

Introducción

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Estimado lector

Copyright (C) 2021 Rachel Bross

Diseño y copyright (C) 2022 de Next Chapter

Publicado en 2022 por Next Chapter

Editado por Ester Garcia

Arte de la cubierta por CoverMint

Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o se utilizan de forma ficticia. Cualquier parecido con hechos, lugares o personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabaciones, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso del autor.

INTRODUCCIÓN

Pequeña ciudad en Estados Unidos, 2013:

Podunk High:

En el comedor, una chica se sienta sola sobre un libro en una mesa. Su cabello pelirrojo y desaliñado cae a ambos lados de su cara, impidiéndole ver nada más que su libro.

Una mano pasa las páginas y cierra el libro sobre la mesa.

Las rastas rubias de la chica caen sobre la mesa.

—Nathan, déjame en paz. —Ella lo mira fijamente, haciendo todo lo posible por quitarle el libro de encima.

Nathan se ríe, mirando por encima de ella mientras su pequeño sombrero de copa decorativo cae de su cabeza. Se aleja, soltando el libro de ella, y le da un manotazo al sombrero llevándolo al otro lado de la mesa.

Una masa de rizos cortos y negros bloquea la vista de la chica mientras un chico de piel oscura, con ojos marrones y una fuerte mandíbula con una barba menos que mediocre, se apoya en la mesa a su derecha. Ella resopla.

Sonriendo, el chico se ríe.

—Ups, lo siento, Wonka, quiero decir Wanda─. Diceofreciéndole su mejor y más encantadora sonrisa de dientes blancos.

Wanda pone los ojos en blanco y toma su sombrero.

Una nueva mano lo lanza a través de la mesa hacia Nathan.

—¡Oh, lo siento! Quería tomarlo.—Una pelirroja de pechos grandes se sienta a su izquierda, cubriendo sus labios rojo intenso con la punta de los dedos.

Wanda vuelve a poner los ojos en blanco, aferrándose a su libro, acercándoselo más.

—Por favor, dejadme en paz.—Sus palabras salen apenas por encima de un susurro mientras pone el libro en su regazo y extiende una mano hacia el suelo hasta su sombrero, tan cerca y a la vez tan lejos.

Una zapatilla de marca empuja el sombrero en el espacio entre las mesas.

—Vamos, Wanda, ¿no te caemos bien? — Una voz ligera pero masculina se impone sobre el resto, y se ríe. ─Somos tus amigos─. Una mata de pelo largo y negro cae sobre la mesa, dando paso a otra mandíbula fuerte y cuadrada, una sonrisa encantadora y unos ojos marrones muy cerrados.

Wanda aprieta los lados de su libro en su regazo, mirando a la mesa, pero sin hablar.

Antes de que pueda intentar apartarse o levantarse, el resto de la manada desciende. Seis estudiantes más se sientan alrededor de la mesa. Ahora, la rodean cinco chicos y cinco chicas.

Una chica linda y alegre tira del chaleco de Wanda.

—¿Para qué tienes tantos botones? Pareces una nevera─. Se ríe, aplastando la cara hacia arriba, y sus cortos rizos de color rubio blanquecino balanceándose sobre sus mejillas mientras mira alrededor de la mesa.

La chica tira de una insignia roja con unos labios separados en ella.

Wanda aparta su mano.

—Son insignias de mis películas favoritas—. Frota sus dedos sobre el metal brillante.

Nathan le señala con la barbilla.

—Sí, ¿por qué es un par de labios de chica? ¿Te gustan las chicas o algo así? —Se ríe, se lame los labios y le lanza un beso.

La chica alegre le da un manotazo.

—Ew, Nathan. Claro que no─. Cruza la mirada con Wanda. ─ ¿O sí? — Ella le sostiene la mirada, arqueando una ceja.

La voz de Wanda apenas es un susurro.

—No—. Dice, recorriendo con la mirada la mesa mientras todos escogen su comida.

Nathan se ríe.

—¿Por qué estás tan interesada, Burbuja? —Él le sonríe, cortando su mirada — ¿Te interesan? —Se lame los labios, mirándola de arriba abajo.

Una chica asiática menuda, con una melena a capas que se curva en torno a una cara de desprecio, le lanza un poco de lechuga de su ensalada.

—¡Cállate, Nathan! Estoy segura de que Blake le da suficiente coño— Dice cruzando la mirada con el chico de pelo largo y negro. —Es tan bonito que bien podría ser una chica—. Dice, sosteniendola mirada, sonriendo, e inclinándose hacia Hugh.

Blake se aparta el pelo del hombro, se cruza de brazos y la mira fijamente.

La chica asiática resopla, sacudiendo la cabeza.

—Eso demuestra lo que digo.

Blake pone los ojos en blanco.

—Brenda, cariño, por favor, explícale lo satisfecha que estás con nuestra relación. —Extiende una mano hacia Miku.

Brenda se ríe. —Mi asiático supera a todos los asiáticos y me da ese tentáculo toda la noche—. Se inclina hacia él, plantandole un enorme beso por encima de la mesa.

Todo el mundo hace ohs y ughs, se inclinan o se dan la vuelta.

Wanda se aleja, enroscando los dedos en su sudadera negra.

—¿Por qué estáis aquí de todas formas? No somos amigos—.Se encoge en sí misma, tomando medidas meticulosas para no ver la interacción que tiene lugar tan cerca de ella.

Los chicos se ríen, chocando y empujándose unos a otros.

Un chico rubio, grande y corpulento, empuja a Blake contra el chico moreno que está a la derecha de Wanda, haciéndola caer contra el pelirrojo que está a su izquierda.

Wanda se aparta el pelo de la cara, revelando una mancha de color rojo, rosa y púrpura alrededor del ojo derecho y por la mejilla. Sin pensarlo, se coloca el pelo detrás de la oreja, dejando la cara al descubierto mientras busca en el café mesas libres lejos de ellos.

Un tipo bronceado con rizos negros cortos sentado justo enfrente de Wanda, al lado de Nathan, deja caer su tenedor, gruñendo, y mira al otro lado de la sala, a su izquierda.

—¡Uf! ¡Gracias, Jeb! Ahora he perdido el apetito porque la rara se ha descubierto la cara—. Dijo señalando a Wanda.

Wanda devuelve su mirada a la mesa, dejando que su pelo caiga sobre su cara de nuevo.

Una chica de piel oscura sentada al otro lado de la mesa le da un manotazo.

—¡Cállate, Tyler! Maldita sea. No puede evitarlo—. Mira a Wanda y le ofrece una débil sonrisa.

Wanda se limita a mirar la mesa, haciendo que su pelo le cubra más la cara.

Tyler empuja su bandeja hacia delante, se cruza de brazos y mira fijamente a la chica negra.

—Bien, Dorine, si te parece tan bien, ¿por qué pusiste esa cara cuando la miraste hace un momento? ¿Hm? —Sonríe. —Estoy de acuerdo con Wonka. ¿Por qué estamos aquí si ni siquiera nos cae bien? —Pasando la lengua por el interior de su labio inferior, miró alrededor de la mesa.

El chico de piel oscura se ríe, dando un codazo en el hombro de Wanda, haciéndola rehuir, y cruzando la mirada con Tyler.

—Vamos, hombre, no es tan mala—. Se vuelve hacia ella, asomando la barbilla, y sonríe. —¿Verdad, Wonka? —Riéndose, pone un brazo alrededor de la chica asiática, clavándole la mirada ante su sonrisa dulce e inocente.

La chica asiática deja escapar una ligera risa, clavándole los ojos a Wanda.

—Sabes, Hugh, me gusta bastante su desfiguración—. Sonríe. —Le da un aspecto ferozmente japonés—. Vuelve a sonreír. —Deberían convertirla en un cómic—. Extiende una mano, moviéndola con cada palabra. —Shogun del infierno con cara roja—. Vuelve a sonreír, poniendo la mano en su regazo. —Puedo ver su cara pegada en todas partes como el cartel de un asesino de monstruos—. Su sonrisa no vacila al encontrarse con la mirada de Wanda.

Hugh levanta un dedo del hombro de la chica asiática.

—Au, Miku, eso suena malvado—. Se mueve en su asiento, ajustando su brazo en el hombro de ella.

Miku le sonríe.

Jeb se mete en la boca un gigantesco tenedor de espaguetis, dejando que la salsa enrojezca su barba grisácea, y habla con la boca llena.

—¿Vais a venir al partido de esta noche? Es el último del año—. Mastica, dando un manotazo, y mira de un lado a otro entre todos y su comida mientras se lleva otro gigantesco tenedor a la boca.

Una chica de pelo rubio, con un maquillaje impecable, sentada a su lado, curva un poco el labio mientras busca una servilleta.

—Uf, Jeb, límpiate la barba—. Se echa el pelo perfectamente peinado por encima del hombro, pasando sus uñas por su uniforme de animadora. —Será mejor que estéis allí para ayudarme a animar a mi pequeño Jebby—. Dijo pasando sus ojos al otro lado de la mesa. —Va a necesitar todo el ánimo que podamos darle si quiere conseguir esa beca y hacerse profesional—. Ella sonríe, deslizando su mano sobre el muslo de él, y luego frunce el ceño cuando él se vuelve hacia ella.

Por primera vez desde que se sentaron todos, nadie habla durante varios segundos, y entonces Nathan sacude la cabeza.

—No, hombre, tengo algunos peces que pescar, si sabes lo que quiero decir—. Se ríe, mira a la pelirroja y le guiña un ojo.

La pelirroja gruñe, pone los ojos en blanco y se cruza de brazos mientras mira hacia el otro extremo de la mesa.

—En tus sueños, Nathan—. Vuelve a gruñir.

Nathan se ríe.

—Oh, dulce Paulina, ¡sí! La chupas tan bien en mis sueños—. Se ríe de nuevo, chocando los cinco con Jeb al otro lado de la mesa.

La mesa estalla en carcajadas.

Todos, excepto Wanda, que se encoge cada vez más hasta que es capaz de deslizar sus piernas fuera del asiento y separarse de ellos. Recogiendo su sombrero, sale a toda velocidad de la cafetería.

CAPÍTULOUNO

La Gran Manzana 2019,

Una pequeña empresa periodística:

Tyler, crecido, musculoso y encantadoramente guapo, se sienta detrás de un escritorio con un viejo teclado Mac bajo sus dedos y los mueve por encima de las teclas designadas para empezar a escribir.

—Vamos, hombre, piensa en algo para escribir—. Suspira, mirando sus dedos por encima de las teclas. —Maldita sea—.Se pone las manos sobre la cara, girando en la silla del escritorio, y gruñe en las palmas.

Tocan a la puerta abierta.

Tyler baja las manos lo suficiente como para pasar sus ojos hacia la puerta.

Una joven rubia y menuda asoma la cabeza en el interior con una sonrisa exagerada que se convierte en una mueca.

—¡Lo siento! Sé que no querías que te molestaran, pero me están acosando—. Dijo apretando los dientes, oscilando la cabeza, mirando al techo y hablando entre dientes. —Uuugh… —. Su mirada vuelve a dirigirse a él. —¿Tienes algo para darles?— Se gira, apretándose contra el marco, y se apoya con una mano en el interior de la habitación.

Tyler resopla, volviendo a su escritorio, y cruza los brazos sobre el borde.

—No—. Sacude la cabeza, despeinando sus cortos rizos negros, y deja que su mano pase por su barba mientras cae de nuevo sobre el escritorio. —La película era una mierda, pero no puedo decir eso porque aparentemente soy «demasiado negativo»—. Pone comillas en las dos últimas palabras. — Necesito este trabajo. Lo necesito para llegar al que quiero—. Dijo apoyando la cabeza en su brazo, haciéndola rodar un par de veces, y habló hacia el suelo. —¿Cómo debería hacer esto? — Dijo manteniendo la cabeza agachada y gimió.

La rubia entra de puntillas en el armario de un despacho, mirando por encima del hombro, y cierra la puerta, hablando en voz baja.

—Bueno, ¿hay algo que te haya gustado?— Se acerca a su escritorio, sentándose en la esquina, y se ajusta la blusa.

Tyler habla sin levantar la cabeza.

—No, todo lo que había era artificioso y trillado. La mejor parte era el perro, y se muere—. Levanta la vista, abriendo la boca para hablar, y se detiene en seco, mirando el par de pechos cubiertos de encaje negro tan cerca de su cara.

La rubia saca sus pechos, moviéndolos de lado a lado mientras habla.

—Quizá pueda darte algo de… inspiración—. Se muerde el labio inferior, dejando que se deslice lentamente entre sus dientes.

Tyler se sienta recto, deslizando las manos sobre sus muslos abiertos, y se lame los labios.

—Sí, tal vez puedas—. Sonríe mientras ella se vuelve hacia él con una sonrisa.

La rubia se desabrocha el resto de los botones de su blusa, sacando el par de orquillas de su moño, y se sacude el pelo. Con un pie, mete los dedos por debajo del asiento de su silla y tira de él hacia ella.

Las ruedas chirrían y chirrían cuando su peso se mueve por el suelo.

Riendo, ella abre las piernas, tirando del dobladillo de su falda lápiz negra, y desliza su pie entre las piernas de él hasta su entrepierna.

Tyler respira profundamente, mirándola, y luego cierra los ojos cuando el pie de ella se desliza y se mueve sobre su endurecida polla.

—Ven aquí—. Avanzando, la levanta de su posición, poniéndola en su regazo.

La rubia suelta un rápido chillido, acomodando sus piernas a ambos lados de él, y apoya su pecho en su cara.

Newport, Rhode Island