La bella demente - Joseph Coelho - E-Book

La bella demente E-Book

Joseph Coelho

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Beschreibung

Eshe y sus doce hermanas son hadas madrinas con la facultad de otorgar dones de un poder inesperado: pestilencia, mal aliento, hipo que produce irritación e incluso la muerte. Pero las habilidades especiales de Eshe son un poco distintas: !ella es capaz de vislumbrar el futuro! Y, un día, Eshe prevé algo aterrador: un mundo devorado por enredaderas y una chica cubierta de espinas. Eshe tiene que impedir que su visión se haga realidad, pero para ello necesitara de una magia antigua y poderosa. Y no podrá hacerlo sola...

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Para el niño que está leyendo esto en una biblioteca...¿escuchas ese sonido burbujeando?¡Es el sonido de las nuevas historias que se estánformando!

— J. C.

En amorosa memoria de Inky y Dracula,que ahora están en el cielo de los gatos,durmiendo y caminando con calma por la eternidad.

— F. H.

PRÓLOGO

El Bibliotecario

¿Qué es ese ruido?

¡Ah, son ustedes!

Mis queridos lectores desdichados.

¿Han venido aquí a escuchar

algunas fábulas corrosivas?

¿Algunas narraciones nocivas?

Bueno, vinieron al sitio acertado

porque yo soy el Bibliotecario

de los cuentos de hadas estropeados.

Hace algún tiempo descubrí

algunos tomos abandonados

al fondo de la biblioteca.

Comenzaron ocupando

un único estante solitario

de libros no leídos,

no hojeados,

no atentamente examinados

durante un tiempo tan largo

que los cuentos que ahí habitaban

ya habían comenzado

a enmohecerse por los cambios,

nuevos personajes brotaron,

nuevas vueltas, nuevos giros,

florecieron con nuevos inicios,

nuevos intermedios

y nuevos desenlaces,

se convirtieron en algo trastocado,

se convirtieron en algo... ESTROPEADO.

Pero desde entonces,

mi único y solitario estante

de cuentos de hadas espumantes

ha crecido, se ha extendido.

Primero se convirtió en un librero

de relatos rancios,

pero ahora que más ha crecido,

poco a poco, sus tentáculos ha extendido,

el control de la biblioteca entera ha tomado

y el tejido mismo del edificio ha cambiado.

He pasado días

perdido entre los pasillos

de la Biblioteca de los Cuentos de Hadas

Estropeados.

En la sección de astronomía

descubrí una versión bestial

de Hansel y Gretel...

Hansel y Gretel

¡y la Bruja Espacial!

En la sección de biología

encontré una versión corrosiva

de El Gato con Botas...

¡El Pulpo con Botas!

Y en la sección de moda

encontré una versión hedionda

de El zapatero y los duendes...

¡El reparador de zapatos sudados

y los duendes!

Pero en la sección de botánica

encontré una cosa por completo

impactante y terrorífica...

¡Una historia de hadas madrinas

y enredaderas rastreras,

de mágicas transformaciones,

y señales y visiones!

Ésta es la historia de...

CAPÍTULO UNO

Una visión carente de precisión

Eshe era una de trece hermanas,

¡una de un conjunto de tridecallizas!

¡¡¡Tri-deca-llizas!!!                                    

La más joven de una docena de panaderos.

La hermana que llegó a conocer a sus padres

durante menos tiempo,

la única considerada de mal agüero.

Porque incluso en Mítica,

el trece es un número de mala suerte...

un número rara vez pronunciado,

un número asociado

con las cosas que se han quebrado.

Pero Eshe y sus hermanas

eran especiales,

muy especiales.

Conocidas en cada recoveco

de Fabulandia, su pequeño pueblo,

¡como otorgadoras de dones!

Pero no me refiero a ese tipo de dones

que puedes ver con los ojos,

¡oh, no!                                    

Los dones que ellas otorgaban

eran mucho más grandiosos.

Dones de:

suerte

talento,

éxito,

imaginación

                ¡y sueños!

Eso era, por supuesto, si les agradabas.

Porque si no era así,

esos dones

podían fácilmente convertirse en:

pestilencia,

forúnculos,

mal aliento,

incontrolable cera en las orejas,

estornudos-carcajadas,

hipos hormigueantes

y ¡¡¡MUERTE!!!

Sí, lo escuchaste bien... ¡¡¡¡¡¡MUERTE!!!!!!

Así que todos eran amables con las hermanas.

Todos las honraban con el título de...

Hadas madrinas.

Un título que se había otorgado

a todas las mujeres de su familia

desde el inicio de los tiempos.

A todas las fiestas las convocaban,

en cada bautizo, de honor eran las invitadas

y en las redes sociales todos las amaban.

Así que ninguna de ellas se sorprendió

cuando llegó la invitación

para el bautizo de la hija

de la reina Araminta,

la pequeña princesa Rosa.

Nadie a la reina se atrevía a preguntar

qué había pasado con el padre de la princesa,

alguna vez su galán.

Para todos era un misterio,

y tan poderoso era su gobierno,

y tan terrible era su justicia,

que nadie a cuestionar se atrevía.

Pero rumores sí había...

¡Algunos creían que ella lo había devorado!

Otros, que en cuanto pudo, él había escapado.

Los rumores nunca desaparecían.

Eshe tenía inquietudes extrañas

con relación al bautizo.

Su especial habilidad

era diferente a la de sus hermanas.

La premonición era lo suyo.

Eshe podía vislumbrar EL FUTURO.

Pero su habilidad tenía un precio espeluznante,

un precio alucinante,

un precio más exasperante

que un ejército de piojos rampantes.

Eshe sólo podía vislumbrar

el más horrible de los futuros posibles,

y sus visiones la hacían

por las noches gritar,

las sábanas arañar

y su almohada golpear

(¡y a veces hasta la devoraba!),

por lo que a sus hermanas despertaba,

y ellas la consolaban

con miradas preocupadas.

Sin embargo, ninguna de las visiones de Eshe

se había hecho realidad jamás,

y aunque sus hermanas la adoraban,

de sus habilidades dudaban,

                                desconfiaban,

refutaban,

                                y cuestionaban.

“¿Crees que podrías predecir

alguna cosa verdadera?”,

reía Cuartana, la cuarta de sus hermanas,

quien con lazos de colores sus rizos ataba.

“Sólo una pequeñita predicción correcta”,

se burlaba Octina, la octava de sus hermanas,

quien pesados anillos en cada dedo llevaba.

Lo que sus hermanas ignoraban era que ninguna

de las visiones se había materializado

porque la propia Eshe al mundo había salvado,

en muchas ocasiones, ¡de la ruina total!

Después de su visión de luces en los cielos,

ahuyentó a un ejército de marcianos

con miles de ojos siniestros y malvados.

Después de su visión de una plaga de hombres lobo

le dio caza a la reina de esas bestias

y pronto la dejó bajo tierra.

Después de su visión de un ataque de sirenas,

encontró bajo el agua su guarida

y las envió de vuelta a la deriva.

Eshe era una heroína,

pero no una parlanchina,

una heroína que en el mundo

había impedido las mayores

calamidades,

pérdidas y enfermedades,

y era su maldición

que nadie lo supiera alrededor.

Cuando llegó la invitación

para el bautizo de la princesa Rosa,

Eshe fue golpeada por otra visión...

no una de sus habituales visiones

de apocalipsis zombi o inundaciones

o del impacto de un meteorito.

Esto era más tenebroso, inaudito...

En su visión vio el mundo completo

¡de espinas cubierto!

Espinas famélicas y mordaces

que crecían sin fin, voraces,

sobre edificios y calzadas,

por encima de muebles y entre las ventanas.

Vio escapando hordas de gente

de las enredaderas rastreras.

Vio de innumerables reinos sus contingentes

luchando contra las enredaderas

con hachas, tijeras,

herbicidas y podaderas.

Pero las enredaderas

a todos vencían.

A los soldados en sus puntas prendían,

con fuerza los envolvían

y profundamente los mordían.

El tono rojo de sus rosas

se profundizaba

con cada persona que atravesaban.

Y en el centro de esta rastrera masa

verde y colorada

una chica se encontraba,

una chica encantadora

vestida con pétalos hermosos y puntas afiladas.

Eshe estaba en el suelo

junto a la puerta tirada

aullando entre la montaña

que formaban sus hermanas.

“¿Qué pasa?”, gritaron sus hermanas.

“He tenido una visión”.

“¡Oh, no!”, dijo la hermana número dos,

que se llamaba Tatuados

(y de tatuajes estaba cubierta).

“No otra visión

carente de precisión”.

“Ésa es buena, Tatú”,

dijo la hermana número uno, llamada Unaia,

que nunca era vista

sin su diminuta perrita.

Eshe sus burlas ignoró

y en su lugar les habló

de enredaderas que se arrastraban

y que mordían,

y el mundo cubrían,

y en medio de todas ellas

una terrible reina

de las cosas verdes con púas

a la que llamó...

Rosa Espinosa.

“Ante el mundo entero, ella se verá hermosa.

Su voz, como la lluvia de verano, será melodiosa;

de su risa, hasta las estrellas se sentirán celosas.

Pero ella cambiará.

Todas las plantas del mundo

su voluntad cumplirán.

Su corazón se endurecerá y agrietará

y Rosa Espinosa del mundo hará

para sus púas un lecho”.

“¿Y cómo va a ocurrir esto?”, preguntaron

sus hermanas.

“No lo sé”, Eshe respondió.

“¿Y por qué ocurrirá esto?”, preguntaron sus

hermanas.

“No lo sé”