La confianza en si mismo - Ralph Waldo Emerson - E-Book

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Ralph Waldo Emerson

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Beschreibung

“Cada gran hombre es el único ejemplar de su originalidad”En este texto, Emerson desarrolla la idea según la cual la confianza en sí mismo, imprescindible para el crecimiento personal de cada uno, está necesariamente asociada al anticonformismo. Liberarse del peso de las normas sociales, aprender a pensar y a ver el mundo sin dejarse influenciar por la opinión pública y su decoro, este sería el camino que todos los grandes hombres escogerían. No se debe, pues, tener miedo a ser uno mismo, siguiendo siempre la intuición y sin renunciar jamás al combate cotidiano contra las múltiples normas que nos impone, inevitablemente, la vida en sociedad.

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Table of Contents

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Ralph Waldo Emerson

LA CONFIANZA EN SÍ MISMO

Notes de bas de page

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Copyright © 2014/ FV Éditions

Trad : P. Márquez (1900)

ISBN 978-2-36668-829-0

Todos Los Derechos Reservados

Ralph Waldo Emerson

1803-1882

Retrato : S. Worcester, 1878

El siguiente texto, a pésar de haberse redactado en el siglo XIX, es testigo de una sorprendente modernidad. Su autor, Ralph Waldo Emerson, desarrolla notablemente la idea según la cual la confianza en sí mismo, imprescindible para el crecimiento personal de cada uno, está necesariamente asociada al anticonformismo. Liberarse del peso de las normas sociales, aprender a pensar y ver el mundo sin dejarse influenciar por la opinión pública y su decoro, este sería el camino que todos los grandes hombres escogerían. El genio hacia el que cada uno debería tender, en realidad, no acepta las simples imitaciones. La humanidad frente a sus principales evoluciones ha logrado dar una dimensión superior a aquellas que heredaron de sus predecesores. No se debe, pues, tener miedo a ser uno mismo, siguiendo siempre la intuición y sin renunciar jamás al combate cotidiano contra las múltiples normas que nos impone, inevitablemente, la vida en sociedad.

FVE

LA CONFIANZA EN SÍ MISMO

Leía, hace unos días, versos de un gran pintor; todo era en ellos originalidad y nada parecía convencional. Versos como estos contienen siempre, sea cual sea su asunto, una advertencia para el alma. El sentimiento que inspiran vale más que el pensamiento que puedan contener. Creer en nuestro propio pensamiento; creer en que, lo que es verdadero para nosotros en el fondo del espíritu, es verdadero para todos; a eso llamo genio. Pronunciad vuestra convicción íntima, y llegará a ser la opinión universal—porque el tiempo transforma las cosas interiores descubriéndolas—,y nuestro pensamiento primero nos ha de ser devuelto por los clarines del último Juicio. Por familiar que individualmente nos parezca la voz de nuestro espíritu, confesaremos que el mérito mayor de Moisés, de Platón, de Milton, consiste en haber inutilizado los libros y las tradiciones al hablarnos, no de lo que pensaban los hombres en su tiempo, sino de lo que pensaban ellos mismos. Debiera el hombre aprender a buscar y analizar ese rayo de luz que, salido de lo más hondo de su ser, ilumina su espíritu, prefiriéndolo al resplandor de todo un firmamento de bardos y de sabios. En lugar de esto, renuncia a su pensamiento y lo desdeña porque es suyo. En cada obra de genio volvemos a encontrar nuestros propios pensamientos menospreciados tantas veces; vienen a nosotros con una majestad extranjera. Es esta la enseñanza más honda de las grandes obras de arte. Por ellas aprendemos a respetar y a guardar, con serena inflexibilidad, nuestras impresiones espontáneas; principalmente cuando el común clamor les es opuesto. De lo contrario, mañana un extraño dirá con la autoridad del buen sentido, lo que nosotros habíamos creído y pensado siempre, y tendremos que recibir, vergonzosamente, nuestra propia opinión de manos de otro. Hay en la educación de todo hombre una época, en que llega a creer sinceramente que la envidia es ignorancia; que la imitación es un suicidio; que debe aceptarse a sí mismo como es, bueno o malo; y que, si bien está henchido de cosas buenas este amplísimo universo, no ha de nutrirle, ni ha de crecer por él, la más pequeña semilla de trigo, como no sea merced a la labor que ejerce sobre el terreno encomendado a su cultivo. El poder que en él reside, es nuevo dentro de la naturaleza; nadie, sino él, conoce la manera de emplearlo, y él mismo no la conocerá sino después de hacerlo práctico. Por algo una figura, un carácter, un hecho, le impresionan vivamente, y otros le dejan indiferente. Este esculpir, esta elección de la memoria, dan a entender una armonía preestablecida. El ojo ha sido colocado allí donde un determinado rayo había de incidir para que lo refleje. La mayoría de las veces no nos expresamos más que a medias. Parece que nos avergonzamos de la idea divina que cada uno de nosotros representa. Y, sin embargo, debemos descansar en ella con seguridad, como en una cosa que está proporcionada a nuestras fuerzas y que nos lleva a un éxito seguro, con la sola condición de ser fielmente interpretada. Pero Dios no quiere abandonar su obra en manos de cobardes. Siéntese el hombre liberado y alegre, cuando ha puesto todo su corazón en la obra y la ha concluido lo mejor posible. Pero lo que ha dicho y pensado de otra suerte, no le acarrea paz. Es una liberación que no libera. Ahuyentado por el esfuerzo penoso, su genio le abandona, y no le ayudan ninguna musa, ninguna invención, ninguna esperanza. CREE EN TI MISMO: Vibre tu corazón bajo esta cuerda de hierro. Acepta el sitio que la Providencia te ha destinado y la sociedad de tus contemporáneos, y el variar de los acontecimientos.

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