La gripe española en Ecuador - Christian Grijalva - E-Book

La gripe española en Ecuador E-Book

Christian Grijalva

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Beschreibung

La pandemia de gripe española del año 1918, dejó cerca de 100 millones de muertos.El Ecuador en base a una fuerte política de control portuario trató de evitar el arribo de la enfermedad. Empero, a la llegada de la crisis al Ecuador el estado emprendió una serie de labores sanitarias para confrontarla.

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Christian Grijalva

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Indice dei contenuti

Introducción

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Introducción

30 millones de víctimas y contando. Llegaría Diciembre de 1918, y el flagelo de la postguerra no aparecía aún en el territorio ecuatoriano. La prensa escrita y los cables proyectados en las salas de cine, llamados por la gente cinematógrafos, solían ser los únicos medios entre la sosegada vida quiteña y las convulsiones de un mundo que parecía que se caía a pedazos. Los cablegramas y telegramas fueron censurados constantemente por las estrictas leyes de prensa, " En Bogotá ya no hay gente" decía un cable llegado a las oficinas de sanidad de la capital de la república, "confirme aquella noticia que socava en descabellada" respondía el subdirector de sanidad de Quito.

             El director de uno de los prestigiosos periódicos de la ciudad demandaba información por parte del Ministerio del Interior y Sanidad, y aquel respondía "si le digo que parece que somos los únicos vivos en esta parte de las Américas usted lo publicaría", "ante todo debemos mantener la calma entre la población es que acaso quiere incitar a esta gente a la agitación". Luego de un vaivén de cables el periódico el Día publicó, "30.000 víctimas en Bogotá, 15 mil en Lima, lo mismo en Santiago de Caracas no tenemos noticias". En la siguiente página dicho periódico publicó , qué hacer en caso de contraer Gripe. A finales del siglo XIX, una epidemia de grippe "influenza" atacó al mundo entero y Quito no fue la excepción aquella vez, el uso de aceites mentolados, y de solución de quinas "bromoquinina" bastaron para confrontar la enfermedad.

             Mientras tanto las fronteras se mantuvieron cerradas de manera estricta, en especial la que comparten con el vecino del Sur. El estado constante de guerra con el Perú, y el brote de peste bubónica en dicho país mantenían aquella frontera con un cerrojo hermético. El puerto principal del Ecuador, Guayaquil,  se mantenía con una serie de políticas aduaneras destinadas a no permitir el ingreso de "una sola maleta", políticas diseñadas por el equipo del médico Hideyo Noguchi, investigadores de la fundación Rockefeller que extrañamente estuvieron en el Ecuador entre Octubre y fines de Noviembre de 1918, los meses críticos de la gripe española, y en los que murió la mayor parte de las víctimas. En sus comunicados los galenos estadounidenses, daban cuenta de que esta enfermedad era algo que no se había visto jamás la única medida posible era sostener la barrera aduanera el mayor tiempo posible.

                  En la capital, las medidas que se planificaron por parte de las instituciones de Sanidad, Facultad de Medicina, y comisiones de Salud de los Municipios; no obstante, se limitaron a ser dispositivos de precaución destinados a combatir un brote de influenza, ahora conocida como gripe tipo B o resfriado común. A  la vez,  dentro de la oficina de sanidad se daba por hecho que no era la misma situación, en el caso de arribar esta enfermedad al país podrían morir miles. Los confidenciales que circulaban entre el directorio de sanidad y la prensa se tornaban cada vez más pesimistas. Diciembre 10 de 1918 "Henos aquí esperando que este flagelo de la gripe española llegue como ha de ser, a este país les recomiendo señores en los periódicos prestar información al público sobre cómo cuidarse, y de que deben tomar en el caso de estar con síntomas"

Capítulo 1

La muerte púrpura

ORIGEN HISTÓRICO Y DESARROLLO DE LA “GRIPE ESPAÑOLA”.

La pandemia: su origen y su desplazamiento hacia Europa.

Corría la primavera de 1918, la Primera Guerra Mundial del siglo XX, llegó a su fin. El primer armisticio firmado entre el ejército prusiano y los aliados obligó la capitulación de Hindenburg, y su repliegue hacia el territorio alemán. Mientras tanto los países aliados siguieron enviando tropas para refrescar las primeras líneas de combate. Entre los soldados viajó, entonces, el virus de la gripe variedad A (H1N1) a la cual se la denominó “gripe española”.

Esta enfermedad dejó en menos de 10 meses un saldo de muertos superior al de 40 millones de víctimas confirmadas. (Paterson&Pyle, 1991: 4-21) (Tauberbenguer, 2005: 98). De esta manera podemos afirmar que el número de fallecimientos debido a esta enfermedad, fue superior a los que dejó la guerra mundial.

Adicionalmente, debe conocerse que un tercio de la población mundial de ese entonces, es decir alrededor de 500 millones de personas, fueron infectados.[1] Esta información proviene de los casos clínicamente registrados. (Taurerberguer&Morents, 2006: 15), lo cual deja la certeza que hubo un número pavoroso de enfermos a causa de la “gripe española” y que por una u otra razón no fueron reportadas, asunto que también deja la interrogante ¿cuántos millones en realidad murieron a causa de esta ´pandemia?

La primera ola de la pandemia de influenza se dio entre Marzo y Junio de 1918. El nivel de casos disminuyó de manera radical durante el verano, para volver a aparecer en una segunda y tercera oleadas, de mayor incidencia y letalidad si comparamos con la primera oleada. Aquello se produjo de esta manera: la segunda oleada ocurrió desde los meses de Octubre a Diciembre de 1918, y, la tercera onda expansiva de la enfermedad se produjo desde mediados de Enero a finales de Febrero de 1919 (Taurenbenger&Morents, 2006: 16)

Para el registro histórico es de señalar que esta pandemia denominada “gripe española” fue la antesala de varias pandemias que azotaron a la humanidad en el siglo XX, no obstante de ellas hubo dos que por su morbi-mortalidad deben ser recordadas porque también produjeron un número elevado de víctimas: la llamada gripe asiática aparecida en 1957 y provocada por el subtipo A (H2N2); y la tercera provocada en 1968 por el subtipo A (H3N2) o gripe de Hong Kong.(Taubenbenger & Morents, 2006: 2)

Volviendo a la pandemia en estudio, es importante señalar que los análisis más rigurosos que dan cuenta del aparecimiento y evolución de la enfermedad durante los meses de la primera oleada, coinciden en que la gripe fue trasladada por los diversos contingentes militares estadounidenses enviados a Europa a finales de la primera guerra mundial. [3]

El origen específico de la enfermedad ha sido localizado en el condado de Haskell, en Kansas. Una zona rural, cuyos 1720 habitantes, distribuidos en una extensión de no más de 900 kilómetros cuadrados, se dedicaban a la agricultura en específico al cultivo de cereales, crianza de aves de corral y de cerdos. Las casas estaban techadas con paja, incluso la oficina de correos tenía tal característica (Barry, 2004: .2)

En medio de este ambiente campirano estaba prestando servicios el medico Loring Minner; quien registró, para bien de la ciencia, entre finales de Enero y a principios de Febrero de 1918 el primer brote de la epidemia de gripe A (H1N1).

Minner, entonces, se enfrentó a un brote de influenza epidémica, pero era un tipo de influenza que no había visto jamás, docenas de lugareños los más fuertes y jóvenes quedaron inutilizados por los síntomas. (Barry, 2004:2). Pronto empezaron los decesos; sus registros señalaron que la causa de muerte había sido una variedad de neumonía. De manera no esperada a finales de Febrero de 1919, del mismo modo que comenzó, súbitamente la epidemia finalizó. (Barry, 2004:3)

Luego que el historiador John Barry abrió el expediente de Minner, se preocupó de averiguar el contenido del periódico del condado de Haskell llamado ”Santa fe Monitor”. El mismo diario dio cuenta de los decesos que se produjeron a finales de Febrero de 1918 por causa de la gripe; adicionalmente el periódico informó cómo los soldados afectados por la enfermedad acudieron a sus casas del condado diseminando la enfermedad o cómo sus familias les visitaron en el campamento militar Funston, en Kansas, produciéndose de esta manera idas y venidas de contagios y de enfermos de la gripe entre el cuartel y las viviendas del condado de Heaskell (Barry, 2004:4)

Esta información fue contrastada por el estudioso Barry con los boletines militares relacionados a los grupos de soldados que regresaban, en sus periodos de descanso, del campamento Funston a Haskell. y de los soldados que habían contraído la enfermedad. Este procedimiento permitió a Barry conectar de manera directa a Haskell y el campamento Funston, en donde los análisis convergen sobre el inicio de la epidemia. Bien podemos afirmar, entonces, en donde estuvo el origen de la enfermedad.

Más aún, existe una precisión histórica sobre esta realidad: el soldado Albert Gitchell, cocinero del campamento Funston mostró, a finales de enero de 1918, signos de fiebre, tos y dolor de cabeza, en lo que parecía un simple resfriado. Al final de la semana, 522 soldados presentaron los mismos síntomas. (Crosby, 1956:12).

En abril del propio año de 1918, varios soldados del campamento Funston, fueron enviados al campamento estadounidense de Burdeaux en Francia. Muchos de ellos viajaron con el virus en su cuerpo. Incluso algunos murieron durante el viaje y muchos de ellos llegaron al final de la travesía portando la gripe. Para el mes de Mayo de aquel año el virus se propaló entre las tropas aliadas y alemanas. (Lezzoni, 1999: 15)

El virus de la gripe de 1918 se expresó como un subtipo antigénico totalmente nuevo, al que la especie humana era totalmente vulnerable (Taubenbenger, 2006:16).

Según recientes investigaciones, realizadas sobre el tejido pulmonar perfectamente conservado de una de las víctimas sepultado en una capa “permafrost” en Alaska, la enfermedad fue de origen aviar.

Se desarrollaron alrededor de 25 mutaciones del virus desde su fuente en aves hasta constituir una que se pudo adaptar a los seres humanos. Entonces el virus A aviar se transformó, en su adaptación al humano, en una cepa de un nuevo subtipo de virus A que comenzó a circular con facilidad en nuestra especie, el H1N1. (Taubenbenger, 2005: 437)

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