Las siete leyes espirituales para padres - Deepak Chopra - E-Book

Las siete leyes espirituales para padres E-Book

Deepak Chopra

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Beschreibung

Las Siete Leyes Espirituales del Éxito fue un libro sumamente exitoso (más de 1.600.000 ejemplares vendidos). Esta obra empezó muy rápidamente a circular entre amigos y seres queridos, y llegó a influir en varios millones de vidas más. Su autor, Deepak Chopra, recibió miles de cartas de lectores, muchos de los cuales expresaban el deseo de transmitir esos mismos principios a sus hijos y le preguntaban cómo podían hacerlo.

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Deepak Chopra

Las Siete Leyes Espirituales para padres

Cómo guiar a tus hijos

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Puede consultar nuestro catálogo en www.edicionesobelisco.com

Colección Espiritual y Vida interior

LAS SIETE LEYES ESPIRITUALES PARA PADRES

Deepak Chopra

1.ª edición en versión digital: marzo de 2022

Título original: The Seven Spiritual Laws for Parents

Traducción: Verónica D’Ornellas

Corrección: M.ª Jesús Rodríguez

Diseño de cubierta: TsEdi, Teleservicios Editoriales, S. L.

Maquetación ebook: leerendigital.com

© 1997, Deepak Chopra Edición publicada por acuerdo con Harmony Books, sello editorial de Random House, una división de Penguin Random House, LLC.

(Reservados todos los derechos)

© 2022, Ediciones Obelisco, S.L.

(Reservados los derechos para la presente edición)

Edita: Ediciones Obelisco S.L.

Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida

08191 Rubí - Barcelona - España

Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23

E-mail: [email protected]

ISBN EPUB: 978-84-9111-845-9

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Índice

 

Portada

Las Siete Leyes Espirituales para padres

Créditos

Introducción

Primera parte. La crianza de los hijos y el don del espíritu

Segunda parte. Practicar las Siete Leyes Espirituales

Conclusión

Agradecimientos

A mi esposa, Rita;

a mis hijos,

Mallika y Gautama,

y a mis padres,

Krishan y Pushpa,

quienes me enseñaron

lo que realmente significa

criar a los hijos.

Introducción

Cuando se publicó mi libro Las Siete Leyes Espirituales del Éxito, la respuesta fue inmediata y muy hermosa: miles de personas que habían leído el libro comenzaron a practicar en sus vidas cotidianas los principios que la Naturaleza utiliza para crear todas las cosas en la existencia material.

Con el tiempo, recibí peticiones de muchas de esas personas que también resultaron ser padres o madres. Sus peticiones adoptaron muchas formas, pero trataban sobre un solo tema: «Aunque vivir estas leyes espirituales ha sido sumamente beneficioso para mí, me hubiera gustado haberlas aprendido mucho años atrás. Ahora me parece evidente el valor de principios como dar, no tener resistencia y confiar en que el Universo hará realidad mis deseos, pero inicialmente no me lo pareció. Me costó mucho eliminar los hábitos destructivos con los que crecí. Como padre, no quiero que mis hijos aprendan esos mismos malos hábitos y más adelante experimenten el mismo dolor que resulta de tener que cambiar. ¿Cómo puedo asegurarme de que eso no ocurra?».

Escribí este nuevo libro para responder a esas peticiones, extendiendo Las Siete Leyes Espirituales específicamente para los padres. El presente libro enseñará a cualquiera que desee interpretar las leyes espirituales para los niños cómo hacerlo en términos que un niño pueda entender y aplicar. Mi planteamiento se basa en la creencia de que todos los padres y las madres necesitan herramientas para criar a sus hijos con una verdadera comprensión de cómo funcionan la Naturaleza y la conciencia.

Todas las personas en el mundo quieren algo; todas tienen deseos. Los niños necesitan saber, desde el principio, que el deseo es el impulso más básico en la naturaleza humana. Es la energía del espíritu. Cuando nos hacemos adultos y buscamos respuestas a las preguntas profundas, o tratamos de resolver problemas sumamente difíciles en nuestras vidas personales, estamos trabajando con el mismo deseo natural que hacía que fuéramos curiosos cuando éramos unos niños, ni más ni menos. El buscador es el niño que ha pasado de necesitar el amor de sus padres a necesitar el amor de Dios, de querer poseer juguetes a querer tener una creatividad infinita. En este libro intentaré enseñar a los padres cómo sus hijos pueden cumplir sus sueños y lograr lo que desean en la vida. Y me esforzaré por explicar los conceptos espirituales de manera que hasta un niño pueda entenderlos. Pero éste no es simplemente un libro dirigido a los niños, ya que éstos lo que necesitan saber es sólo una forma modificada de lo que los adultos también necesitan saber.

La sociedad, con su adoración por el éxito material, no ha comprendido una profunda verdad: el éxito depende de quién eres, no de lo que haces. El Ser o la esencia o el espíritu (llámalo como quieras) se encuentra en el origen de cualquier logro que se consigue en la vida. Pero el Ser es sumamente abstracto y, por lo tanto, la gente lo concibe más como una idea que como algo real y útil. Sin embargo, si examinamos las tradiciones más antiguas de la sabiduría humana, encontramos ciertos principios fijos, conocibles y fiables a partir de los cuales el espíritu se desarrolla desde el Ser eterno hasta la vida cotidiana.

Es posible que algunas personas tengan dificultades para comprender por qué las leyes espirituales pueden ser tan valiosas en la vida cotidiana y, sin embargo, han estado ocultas durante tantos siglos. Por analogía, la mayor parte de los seres humanos no conocieron la electricidad hasta que se inventó la bombilla, a pesar de que la energía eléctrica ha impregnado todo el Universo desde el inicio de la creación. El Ser o el espíritu o la esencia también es invisible y, sin embargo, afecta de una forma muy considerable a la vida cotidiana. La inteligencia invisible que está detrás del Universo visible opera a través de las Siete Leyes Espirituales. Una vez más, por analogía, si las leyes de la electricidad no hubiesen sido descubiertas, nunca hubiéramos dispuesto de las aplicaciones prácticas de la.

Ahora más que nunca, en esta era de violencia y confusión, los padres tienen la necesidad urgente de asumir el rol de maestros espirituales de sus hijos. Las leyes que rigen el funcionamiento de la Naturaleza no son privadas, si no que se aplican a todas las personas y todas las cosas. Por lo tanto, comprender estas leyes no es sólo una manera de ayudar a algunas personas, sino que también es algo vital para nuestra sociedad e, incluso, para nuestra civilización. Si educamos a un muy elevado de nuestros niños para que practiquen las Siete Leyes Espirituales, nuestra civilización se verá transformada. El amor y la compasión, que hoy en día se trivializan tan a menudo, pueden convertirse en el aliento natural y el motor de la existencia de todos nosotros. Creo que le debemos al mundo asegurarnos de que sean muchos los niños que crezcan sabiendo lo que es la realidad espiritual. El espíritu siempre ha sido esquivo. Prueba de ello es que un texto antiguo de la India atestigua que un cuchillo no puede cortarlo, que el agua no puede mojarlo, que el viento no puede arrastrarlo y el sol no puede secarlo. Cada molécula del Universo está impregnada con el Ser; cada pensamiento que tienes, toda la información que llega a ti a través de tus cinco sentidos no es más que el Ser. Pero éste puede ser pasar desapercibido, ya que es completamente silencioso, como un gran coreógrafo que nunca se une a la danza. Todos nos sostenemos en el Ser; de él tomamos el aliento y la vida, y sin embargo nuestros padres no nos enseñaron mucho sobre él.

A todos se nos perdona la falta de conocimiento sobre el espíritu y podemos enseñarnos a nosotros mismos las Siete Leyes Espirituales con el mismo entusiasmo con el que se las enseñamos a nuestros hijos. Éste ha sido, principalmente, el ideal que ha infundido la escritura del presente libro.

Después de todo, ¿qué es Dios?

Un niño eterno que juega a un juego eterno

en el jardín eterno.

SRI AUROBINDO

El deseo más profundo en el corazón de un padre o una madre es ver que su hijo alcanza el éxito en la vida y, sin embargo, ¿cuántos de nosotros somos conscientes de que el camino más directo hacia el éxito es a través del espíritu? En la sociedad actual, normalmente no hacemos esa conexión, sino más bien todo lo contrario. Enseñamos a nuestros hijos a sobrevivir, a comportarse para obtener nuestra aprobación, a defenderse, a competir y a perseverar ante las decepciones, los obstáculos y los reveses. Aunque a menudo se considera que creer en Dios es algo bueno, tradicionalmente, en la vida cotidiana, el mundo del espíritu y del éxito se han considerado siempre como opuestos. Esto es un error y ha tenido un profundo efecto en nuestras vidas, desde la niñez.

Muchas personas dan por sentado que el éxito es esencialmente material y que puede medirse en dinero, prestigio o abundancia de posesiones. Ciertamente, todo ello desempeña un papel, pero tenerlo no es una garantía de éxito. El éxito que queremos que nuestros hijos alcancen tiene que estar definido también de una forma no material. Debería incluir, por ejemplo, la capacidad de amar y tener compasión, de sentir alegría y transmitirla a los demás, la seguridad de saber que la vida tiene un propósito y, por último, un sentido de conexión con el poder creador del Universo. Todas estas cosas constituyen la dimensión espiritual del éxito, la dimensión que produce la satisfacción interior.

Si el significado de tu vida se despliega para ti cada día en la simplicidad y el asombro, entonces, has alcanzado el éxito –lo cual significa, de una manera profunda, que cada bebé ya nace siendo un éxito–. La capacidad de los niños de sentir asombro ante la existencia cotidiana es la prueba más evidente de que la Naturaleza quiere que tengamos éxito. Es propio de la naturaleza humana responder a la vida con alegría. Las semillas de Dios están en nuestro interior. Cuando realizamos el viaje del espíritu, regamos esas semillas divinas. Una buena vida refleja, simplemente, nuestra intención interior. Con el tiempo, las flores de Dios florecen dentro de nosotros y a nuestro alrededor, y empezamos a ver y conocer el milagro de lo divino dondequiera que vayamos.

Nuestra responsabilidad como padres, por lo tanto, es establecer los principios para que nuestros hijos estén preparados para emprender el viaje del espíritu. Esto es lo mejor que podemos hacer para asegurar su éxito en la vida; mejor todavía que darles dinero, un hogar seguro o, incluso, amor y afecto. Te pido que consideres esta idea espiritual acerca de la crianza de los hijos, por muy distinta que sea de la forma en que concibes tu papel de padre ahora.

Para llevar a cabo esta nueva forma de crianza debemos establecer unos principios prácticos para enseñárselos a nuestros hijos. Los principios que tengo en mente fueron presentados en mi libro anterior como Las Siete Leyes Espirituales del Éxito. Para poder lograr una conexión con el espíritu, es esencial tener conocimiento de las leyes espirituales. Cuando practicamos las leyes espirituales, estamos en armonía con la Naturaleza. Cualquier otra forma de vivir produce tensión y dificultades. El éxito que se consigue al vencer las diversas dificultades puede aportarnos muchos beneficios, pero no lograremos la realización interior que buscamos.

En el lenguaje adulto diríamos que las Siete Leyes Espirituales se expresan de la siguiente manera:

PRIMERA LEY:La Ley de la Potencialidad Pura

La fuente de toda creación es la conciencia pura, la potencialidad pura que busca la expresión de lo no manifestado a lo manifestado.

SEGUNDA LEY:La Ley del Dar

Gracias a nuestra voluntad de dar aquello que buscamos, la abundancia del Universo continúa circulando en nuestras vidas.

TERCERA LEY:La Ley del Karma

Cuando elegimos realizar acciones que deparan felicidad y éxito a los demás, el fruto de nuestro karma es la felicidad y el éxito.

CUARTA LEY:La Ley del Mínimo Esfuerzo

La inteligencia de la Naturaleza funciona sin ningún esfuerzo, con despreocupación, armonía y amor. Cuando encauzamos esas fuerzas, creamos el éxito con la misma facilidad.

QUINTA LEY:La Ley de la Intención y el Deseo

Inherente a cada intención y deseo es el mecanismo para su realización.En el campo de la potencialidad pura, la intención y el deseo tienen un poder organizador infinito.

SEXTA LEY:La Ley del Desapego

Gracias a la voluntad que ponemos para entrar en lo desconocido, el campo de todas las posibilidades, nos rendimos a la mente creadora que organiza la danza del Universo.

SÉPTIMA LEY:La Ley del «Dharma»

Cuando combinamos nuestro talento único con el servicio a los demás, experimentamos el éxtasis y la exultación del propio espíritu, y ése es el objetivo final de todos los objetivos.

No importa si las llamas «leyes» o «principios». Por un lado, son leyes en la medida en que gobiernan el desarrollo del espíritu mientras éste traspasa del mundo invisible del alma al mundo visible de la materia. Por otro, son principios en la medida en que podemos tomarlos en serio y aplicarlos de la misma manera en que aplicaríamos un principio como el hecho de decir la verdad o de ser justos.

¿Por qué necesitamos este tipo de principios? ¿Por qué no simplemente enseñamos a nuestros hijos a amar a Dios y a ser buenos?

La respuesta es que las Siete Leyes Espirituales ponen a la persona en contacto con la mecánica de la Naturaleza. Cuando alineas tu vida conscientemente con las leyes espirituales, estás pidiéndole al Universo que te proporcione éxito y abundancia. Ésta es la clave para llegar a ser consciente de tu propio Ser y utilizar su poder infinito.

Cuanto antes se le enseñe a una persona a vivir sin esfuerzo, con armonía y creatividad, más probable es que todo en la vida le conduzca al éxito. Esto es lo que se nos pide que transmitamos a nuestros hijos y, si podemos hacerlo, no hay nada que nos depare más alegría y orgullo.