Lo que será la República Española: al país y al ejército - Vicente Blasco Ibañez - E-Book

Lo que será la República Española: al país y al ejército E-Book

Vicente Blasco Ibanez

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Beschreibung

Texto de corte profundamente político del autor Vicente Blasco Ibáñez en el que critica con dureza la dictadura de Primo de Rivera, al sistema político en el que se apoya y al mismo Rey de España.-

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Vicente Blasco Ibañez

Lo que será la República Española: al país y al ejército

Pensamiento político del inmortal novelista (Edotado por la Casa de la Democracia)

Saga

Lo que será la República Española: al país y al ejército

 

Copyright © 1925, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726509403

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

I.—El espantajo rojo y la mentirosa propaganda de los monárquicos

El miedo a los trastornos que puedan ocurrir en lo futuro es lo que hace permanecer a muchos españoles, vilmente resignados ante la tiranía que sufre nuestro país.

—Esto es malo—dicen—; Alfonso XIII y los generales eternamente derrotados del Directorio, no valen gran cosa; pero si ellos se van ¿qué es lo que vendrá después?...

Una propaganda de los monárquicos, falsaria e ilógica, explota la credulidad de la gente simple, recordando a cada momento el bolchevismo ruso para infundir miedo. El dilema que presentan todos ellos no puede ser más absurdo.

—Debes sostener la Monarquía—dicen al país—. Alfonso XIII y Primo de Rivera son el orden y la tranquilidad. No oigas a los revolucionarios cuando afirman, desde París, que el rey te arruina haciéndote gastar cinco rollones todos los días en la empresa de Marruecos, o que mata a miles de tus compatriotas en una guerra provocada por él para jugar a los soldados. Piensa que si la Monarquía se derrumba vendrán los bolcheviques y se apoderarán de todo lo tuyo.

Y los ignorantes, los pobres de espíritu, auñque no sientan entusiasmo por el Gobierno actual, desean su continuación, viendo en ello la seguridad de que seguirán poseyendo su casa, su mesa, su lecho, la paz de su familia, y no serán repartidos sus bienes.

Algunos españoles de las clases superiores creen que si desapareciese el comediante Alfonso XIII, se verían pidiendo limosna inmediatamente en los bulevares de París, como los antiguos señores rusos, y eso les hace sostener al rey, a pesar de que conocen su carácter mentiroso, su falta de seriedad y los negocios audaces que realiza, valiéndose de su cargo.

Tal propaganda representa un embuste que únicamente puede tener éxito en un país de analfabetos de levita, que son los ignorantes más temibles. En otra nación las gentes se indignarían contra los miserables que osan decirles tales falsedades, viendo en ellas un insulto para su dignidad intelectual. El hecho de destronar a un rey nocivo como Alfonso XIII, no significa, ni remotamente, que por ello deba caer el país en la anarquía o el comunismo.

En toda la tierra sólo existe, en la actualidad, una nación de régimen comunista, Rusia, y su comunismo no está exento de discusión, pues hasta el presente lo único positivo, estable e indescriptible que han hecho los soviets es dar las tierras a sus cultivadores, con lo cual los enemigos de la propiedad han creado ocho o diez millones de nuevos propietarios. Repito que existe un país comunista, nada más, representante del extremismo rojo; y naciones anticonstitucionales, dictatoriales, de régimen tiránico representando el extremismo negro, sólo hay dos: Italia y España. El resto del mundo civilizado se compone de docenas y docenas de Repúblicas y algunas Monarquías de indestructible régimen liberal, con reyes que deben su corona a un cambio revolucionario, no a momificadas tradiciones, como son las de Inglaterra, Bélgica, etc...

¿Por qué si destronamos a Alfonso XIII hemos de caer inmediatamente, de un modo fatal, en el comunismo? ¿Es que los españoles somos de una materia distinta a la de los otros hombres, más bárbaros que todos ellos, incapaces de regeneración, y no podemos hacer lo que realizaron más allá del Océano los nietos de los españoles, constituyéndose en Repúblicas, la mayoría de ellas progresivas y florecientes?... Desde la última guerra europea, en el curso de siete años, la humanidad ha suprimido cinco emperadores y veinte reyes, sin caer por esto en el comunismo. ¿Valemos nosotros menos que los habitantes del centro de Europa y otros pueblos, de corta y obscura historia, que acaban de imitar, constituyéndose en Repúblicas, el hermoso ejemplo de los Estados Unidos, de Francia y otras naciones democráticas, directoras de la vida moderna?...

España puede vivir sin reyes, puede convertirse en República, sin que por ello corra ningún peligro nuestra organización económica y social, cimientos profundos e invisibles de la Nación, que se mantienen más allá de las variaciones del régimen político.

A combatir esta propaganda mentirosa del rey y del Directorio, necesitados de asustar al pueblo español con el espantajo del comunismo para que se mantenga quieto y puedan ellos prolongar su tiranía y sus negocios, van encaminadas las presentes líneas. Esto no es un Manifiesto de partido, formulado con la gravedad dogmática y obscura que las más de las veces tienen tales documentos. Es simplemente la opinión de un escritor que ha viajado mucho, estudiando los adelantos políticos de las primeras naciones de la tierra; de un español que ama a su Patria, habiendo hecho gratuitamente por su prestigio, en el extranjero, mucho más que los explotadores que la gobiernan actualmente y que los periodistas falsarios que los adulan mintiendo a sabiendas, como malhechores, cada vez que hablan de mí.

Deseo la desaparición de la Monarquía a causa de la decadencia presente de mi país, resultado fatal de una mala educación que intencionadamente le han dado los reyes, y a esta patriótica empresa dedicaré los años que me quedan de vida y todo cuanto llevo ganado con mi pluma.

No basta para que triunfemos una labor negativa y demoledora de lo existente. Hay que hacer afirmaciones para que la pobre España, desorientada por sus malos pastores, sepa qué es lo que puede reemplazar beneficiosamente a la Monarquía. Y yo, simple ciudadano español, hablo para decir: “Lo que será la República española”, según mi pensamiento, dirigiéndome a las diversas clases en que se hallan divididos mis compatriotas.

II. —Al Ejército

La falsedad que emplean con más frecuencia los monárquicos es afirmar que nosotros odiamos al Ejército como enemigos irreconciliables.

¡Mentira! De mí puedo decir que en mis viajes he dedicado siempre una observación especial a los Ejércitos de las Repúblicas, que son hoy precisamente los vencedores, los más progresivos y los más simpáticos. Quiero para España un Ejército menos numeroso y más perfecto que el que hoy existe: un verdadero Ejército, como el de Francia, el de los Estados Unidos, el de Suiza, etcétera, que sirva para defender a la Patria y no para oprimir a la Patria; que inspire afecto a los españoles y no recelos o repulsión disimulada; que sea, además, un Ejército de verdaderos combatientes, con oficiales ilustrados, conocedores de los últimos progresos de su arte, y no una muchedumbre uniformada, mal organizada, costosa, únicamente apta para mantener a la Nación en la esclavitud por la fuerza brutal, haciéndola figurar al margen de los países constitucionales.

He dicho en “Una nación secuestrada” que España no tiene un verdadero Ejército como los países democráticos, y lo que sustenta es una especie de gendarmería del rey. No me desdigo de ello. Esta crítica es Para el Ejército, institución tal como la ha organizado la Monarquía, y no toca a los individuos que lo componen.