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Hemingway escribió "Los asesinos" en 1926, durante una estadía en Madrid. Originalmente se llamaba "Los matadores" y los personajes eran diferentes. Es una de las historias más famosas del aclamado autor y fue adaptada para el cine en varias oportunidades. Muestra uno de los rasgos clave de la obra de Hemingway, una inquietante irrupción de violencia en un mundo habitado por seres inocentes.
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Veröffentlichungsjahr: 2019
Los asesinos
La puerta del restaurante de Henry se abrió y entraron dos hombres que se sentaron en la barra.
—¿Qué van a pedir? —les preguntó George.
—No sé —dijo uno de ellos—. ¿Qué quieres comer, Al?
—No sé —respondió Al—; no sé qué quiero comer.
Afuera estaba oscureciendo. Las luces de la calle entraban por la ventana. Los dos hombres leyeron el menú. Desde el otro extremo del mostrador, Nick Adams, que estaba conversando con George cuando ellos entraron, los observaba.
—Sírveme costillas de cerdo con salsa de manzanas y puré de papas —dijo el primero.
—Todavía no está listo.
—¿Entonces por qué mierda lo pones en la carta?
—Esa es la cena —explicó George—. Puede pedirse a partir de las seis.
George miró el reloj en la pared detrás del mostrador.
—Son las cinco.
—El reloj marca las cinco y veinte —dijo el segundo hombre.
—Adelanta veinte minutos.
—Bah, a la mierda con el reloj —exclamó el primero—. ¿Qué tienes de comer?
—Puedo ofrecerles cualquier variedad de sándwiches —respondió George—, jamón con huevos, tocino con huevos, hígado y tocino, o un bistec.
—A mí dame suprema de pollo con arvejas, salsa blanca y puré de papas.
—Esa es la cena.
—¿Será posible que todo lo que pidamos sea la cena?
—Puedo ofrecerles jamón con huevos, tocino con huevos, hígado...
—Jamón con huevos —dijo el que se llamaba Al. Usaba un sombrero hongo y un sobretodo negro abotonado. Su cara era blanca y pequeña, sus labios apretados. Llevaba una bufanda de seda y guantes.
—Dame tocino con huevos —dijo el otro.
Era más o menos de la misma talla que Al. Aunque de cara no se parecían, vestían como gemelos. Ambos llevaban sobretodos demasiado ajustados para su talla. Se sentaban inclinados hacia adelante con los codos sobre el mostrador.
—¿Hay algo para tomar? —preguntó Al.
—Cerveza sin alcohol, refrescos, Ginger ale —respondió George.
