Los relatos del tiempo - Edward Page Mitchell - E-Book

Los relatos del tiempo E-Book

Edward Page Mitchell

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Beschreibung

Cuentos en los que el tiempo es el tema y el problema en común. La ciencia ficción y la narrativa maravillosa son los géneros que dan cabida a estos verdaderos ejercicios de imaginación y humor.

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Colección Generación Z

Realización: Letra Impresa

Autores: Francis Scott Fitzgerald, Mary Shelley, Edward Page Mitchell

Traducción: Laura Pizzi

Diseño: Gaby Falgione COMUNICACIÓN VISUAL

Fotografía de tapa: Macarena Díaz Bradley

Fitzgerald, Francis Scott Los relatos del tiempo / Francis Scott Fitzgerald ; Mary Shelley ; Edward Page Mitchell ; editado por Patricia Roggio . - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Letra Impresa Grupo Editor, 2020.. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-4419-28-6 1. Narrativa en Español. 2. Relatos. I. Shelley, Mary. II. Mitchell, Edward Page. III. Roggio, Patricia, ed. IV. Título. CDD 813

© Letra Impresa Grupo Editor, 2020 Guaminí 5007, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Teléfono: +54-11-7501-126 Whatsapp +54-911-3056-9533contacto@letraimpresa.com.arwww.letraimpresa.com.ar Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total, el registro o la transmisión por un sistema de recuperación de información en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin la autorización previa y escrita de la editorial.

El tiempo en cuestión

La sensación de vivir algo ya vivido, el deseo de volver al pasado o de ir hacia el futuro, la pretensión de que la vida no se acabe y de mantenernos intactos, sin que el tiempo deje sus huellas en nuestro cuerpo, y hasta la ilusión de decrecer física y mentalmente tienen al tiempo como protagonista. Perfectamente mensurable pero inasible, el tiempo nos preocupa porque está directamente relacionado con nuestra vida y con nuestra mortalidad.

La ciencia y los científicos se desvelan por descubrir los secretos del funcionamiento del universo y, por ende, del mundo en que vivimos. Y el del tiempo es uno de sus grandes temas. Luego la literatura toma sus descubrimientos y también sus hipótesis y las convierte en ficción. Aunque en algunos casos, también sucede a la inversa.

Para hablar del tiempo, ubiquémonos en la siguiente escena: Marty McFly conversa en casa de Lorraine, su madre, cuando ella todavía era una adolescente:

Marty: ¿Qué hacen?

Hermano de Lorraine: Miramos televisión.

Marty: ¿Ya existía la televi…? Quiero decir… ¿Cuándo la compraron?

Padre de Lorraine: La encontré. Tuve mucha suerte, claro que sí.

Hermano de Lorraine: Marty, ¿tienes televisor en casa?

>Marty: ¿Qué?… Ah, sí, claro, tenemos dos.

Hermano de Lorraine: ¿Cómo? ¡Ah, debes ser muy rico!

Madre de Lorraine: No seas tonto, cielo, te está engañando.

Nadie tiene dos televisores.

En el diálogo, como ya se habrán dado cuenta, participa el protagonista de Volver al futuro quien, en realidad, ha vuelto al pasado desde su presente en 1985. Un simple objeto como el televisor y una costumbre (la de tener más de un aparato en cada casa) nos ubican en el tiempo, pues en Estados Unidos y en 1955 (un poco más tarde en Argentina) no todas las familias lo tenían y era impensable que, de ser así, hubiera más de uno. En la película, alcanzan las imágenes y referencias a costumbres para marcar el retroceso, porque el paso del tiempo se hace visible en la materia. Nuestros cuerpos lo ponen en evidencia: crecemos y envejecemos como testimonio indudable. Y nuestras fotos, los objetos que nos rodean, las construcciones, los usos y los hábitos sirven como medios para recordar el pasado. Mientras que al futuro, solo podemos imaginarlo.

Por otra parte, el tiempo está siempre ligado al movimiento. El futuro implica ir hacia adelante; el pasado, hacia atrás. Tanto es así que, por ejemplo en el teatro, el tiempo detenido se expresa con la inmovilidad en escena.

Recordemos rápidamente el argumento de la primera película de esta saga: es 1985 en Hill Valley. Marty McFly vive con su familia y es amigo de Emmett Brown, un científico loco que crea una máquina para viajar en el tiempo. Se trata de un auto (el De Lorean) cuya fuente de energía es el plutonio que el Doc ha conseguido estafando a unos traficantes libios. Pero cuando está a punto de probarla para ir al futuro, aparecen los traficantes y lo matan. Marty, quien solo iba a presenciar el despegue, termina escapando en ella. Pero en lugar de viajar hacia el futuro, regresa al pasado, a 1955, y aparece frente a la casa de quien, años más tarde, iba a ser su madre.

La vuelta al pasado le explica muchas cosas de su presente. Otras lo sorprenden. Entonces ocurre un nuevo problema: su llegada interrumpe el primer encuentro entre quienes serían sus padres en el futuro. Lorraine es por entonces una joven linda y extrovertida (faceta que su hijo desconoce pues, con el tiempo, ha cambiado) que se enamora de Marty y no de su padre. Esto aterroriza al chico, pues cree que si el casamiento no se produce, él no nacerá. Supone que, en ese caso, se produciría una paradoja, pues modificar el pasado traería serias consecuencias en el futuro. Por eso realiza una serie de actos disparatados para acercarlos nuevamente y, de ese modo, asegurar su nacimiento y el de sus hermanos. Además, se pone en contacto con el Doc de 1955, quien todavía es joven y no conoce al muchacho. Al principio, el científico toma a Marty por loco, pero finalmente acepta lo sucedido cuando este le demuestra su relación con datos incuestionables. Entonces se compromete a regresarlo al futuro. Pero necesita otra fuente de energía lo suficientemente potente como para hacer funcionar el De Lorean, pues en 1955 es imposible conseguir plutonio. Finalmente emplean la energía de un rayo que cae sobre la Torre del Reloj de Hill Valley. La información: la fecha y la hora exacta en que ocurrió ese acontecimiento en la ciudad en 1955, es aportada por un folleto que el chico tiene en el bolsillo y que ha viajado con él en el tiempo. Entonces el futuro interviene en el pasado. Marty intenta regresar al futuro (o a su presente) unos momentos antes de su partida para advertir al Doc que será asesinado, pero llega tarde. La historia se repite y los libios lo matan nuevamente. En ese momento, Marty nota que el científico lleva un chaleco antibalas que no tenía puesto la primera vez, y que no ha muerto. Entonces le dice:

–¿Y qué pasó con eso de que no se puede intervenir en los sucesos del futuro?

El Doc solo le contesta:

–Pensé… ¡Qué demonios!

Los cambios ocurridos en el pasado han rectificado el futuro.

El protagonista se mueve en el tiempo. Esta posibilidad (no probada) se apoya en la teoría científica de la relatividad generalizada, de Albert Einstein. Sin embargo, la ficción va más allá y toma ideas de teorías científicas posteriores: la de los agujeros de gusano, la de las cuerdas y, especialmente, la de los muchos mundos o realidades paralelas, que explicaría la posibilidad no solo de ir al pasado sino también de establecer modificaciones en él.

Un poco de ciencia y mucho de imaginación

Estas teorías se retoman en los argumentos de las dos Volver al futuro siguientes: los movimientos temporales se multiplican y la historia da muchos vuelcos porque en la ficción ya está aceptado que se puede viajar en el tiempo y que los cambios operados en el pasado repercuten en el futuro. Además de ir al Lejano Oeste del siglo XIX, Marty y su novia van a Hill Valley cuando solo era una aldea en el desierto y también en 2015, y se encuentran con que se ha convertido en una ciudad absolutamente diferente. En esas idas y vueltas, la irrupción de un tiempo en otro produce consecuencias. Por ejemplo, en 2015 Biff roba un almanaque que contiene los resultados del béisbol desde 1950 a 2000, vuelve a 1955, se hace rico apostando y eso cambia la historia. Estos efectos no solo actúan dentro de la misma película sino también entre ellas. Se comprueba en Volver al futuro III, en la que Marty evita el accidente que en la II lo había dejado imposibilitado de usar una mano. El cambio hace que su vida futura sea diferente. Por último, en la III el juego temporal llega al extremo de incluir en la misma escena dos tiempos: cuando Marty y su novia van a ver lo que quedó del De Lorean después que fue atropellado por un tren bala (en 1985), aparece un antiguo tren sobrevolando las vías. En él viajan el Doc, su mujer y sus hijos, un siglo antes. En ese momento, el Doc habla por última vez con el muchacho. Le dice: “El futuro puede ser cambiado. Todo depende de tus decisiones”. Pero el De Lorean ya no existe y con él se ha ido la posibilidad de viajar en el tiempo. Entonces estas palabras cobran otro sentido.

La idea de que no se puede modificar el pasado porque eso traería consecuencias terribles en el futuro es la que también sostenía una serie de televisión de la década del 60, que en su momento causó sensación y que hoy es considerada “de culto”: El túnel del tiempo. Su argumento era muy simple: como parte de un proyecto secreto, un grupo de científicos estadounidenses construyen una máquina del tiempo. Se trata de un túnel con forma de tubo revestido con un dibujo en espiral por el que transitan los viajeros temporales hacia otras épocas. Pero la máquina falla y dos científicos quedan varados lejos de su presente. Desde la base de operaciones los pueden trasladar de un tiempo a otro, pero no regresarlos a la actualidad. Así, aparecen en momentos cruciales de la historia de la humanidad: en la Alemania nazi; en Hawai, la víspera del ataque a Pearl Harbor; durante antiguas batallas en Medio Oriente y hasta poco antes del hundimiento del Titanic.

Existen coincidencias evidentes entre Volver al futuro, El túnel del tiempo, muchas otras películas y series, e infinidad de cuentos y novelas porque todas se basan en las mismas teorías científicas. Una, la teoría de la relatividad generalizada de Albert Einstein, está comprobada y de ella parten otras. Se sabe que los sucesos de la naturaleza ocurren en cuatro dimensiones. Nuestro espacio físico, concebido a partir de los objetos y sus movimientos, tiene tres dimensiones (largo, ancho y profundidad). Pero el instante en que se produce el suceso es la cuarta dimensión. Por eso, el mundo de los sucesos es un continuo de cuatro dimensiones y el continuo espacio-tiempo es el escenario de todos los acontecimientos de nuestro mundo físico.

De la teoría de la relatividad generalizada y de la aceptación de la existencia de una cuarta dimensión, surge una nueva hipótesis: reconociendo que tiempo y espacio son un continuo, si nos movemos en el espacio, también es factible que podamos movernos en el tiempo. Hasta hoy, muchas teorías intentan demostrarla. Por ejemplo, la teoría de los agujeros de gusano se refiere a una hipotética característica topológica del espacio-tiempo, según la cual el espacio se dobla y surgen “atajos”. Estos túneles comunicarían dos lugares espacio-temporales diferentes, que podrían estar a años luz de distancia. La fantasía de viajar en el tiempo se apoya en ella. Y la ciencia ficción toma esta propuesta de la física para desarrollar sus historias.

Pero la posibilidad de movernos temporalmente da origen a la “paradoja del abuelo”, también conocida como “del viaje en el tiempo” (en la que se fundamenta el temor de Marty sobre la desvinculación de sus padres). Se plantea en la novela El viajero imprudente, escrita en 1943 por René Barjavel, de este modo: una persona viaja al pasado y mata al padre de su padre antes de que este conozca a su abuela y conciba con ella un hijo. Por lo tanto, el padre del viajero, y luego el viajero, nunca nacen. Si esto fuera así, el viajero no podría haber viajado en el tiempo y matado al abuelo. Entonces, en ese hipotético caso, el abuelo sí podría haber concebido al padre del viajero, este sí podría haber viajado al pasado y matado al abuelo, y así indefinidamente.

Sin embargo, este problema estaría resuelto por otras teorías más recientes. La teoría de las cuerdas plantea la existencia de más dimensiones (diez u once). Y de esta deriva otra: la de los muchos mundos, o de las realidades paralelas o alternas. Propone la existencia de un número infinito de realidades ocurriendo al mismo tiempo y que dependerían de las decisiones que cada ser vivo tome en cada momento de su vida. Esta teoría surgió de la observación de las partículas subatómicas, posible recién a mediados del siglo XX. Su comportamiento revolucionó el campo de la física: entre otras cosas, una partícula subatómica puede estar en dos lugares al mismo tiempo, lo que lleva a pensar que existen varias realidades transcurriendo a la vez. Si así fuera, una persona que, por ejemplo, adivinara el futuro (considerado hasta aquí imposible por la ciencia) sería simplemente alguien que tiene la capacidad de visualizar algo que existe en un universo paralelo. Otra posibilidad es que podríamos imprimir cambios en una realidad espacio-temporal, independientemente de lo que suceda en otra.

Las formas de la ciencia en la ficción

El problema científico aparece y vuelve a aparecer como tema de la ficción, y en su tratamiento se toman diferentes posiciones. En la película La máquina del tiempo (2002) basada en la novela de Wells del mismo nombre, se plantea que todo lo que ocurre en el universo es inevitable y sucede en todas las líneas temporales. El argumento de la serie Flash forward, estrenada en 2009 y basada en la novela de Robert Sawyer, parte de una experiencia vivida por todos los habitantes del mundo al mismo tiempo: la visión del futuro durante un breve desmayo. Esto les permite ver qué será de ellos seis meses más tarde. Por lo que se plantea a lo largo de los capítulos, con ese conocimiento se podría llegar a modificar el presente para evitar males en el futuro. Por último y solo como un ejemplo más entre tantos, la serie Lost explica gran parte de sus enigmas mediante una teoría sobre el movimiento en el espacio-tiempo.

Hasta acá hablamos del cine y de las series de televisión de ciencia ficción, dos formatos del siglo XX. Pero este género tiene también un gran desarrollo en los cuentos, desde el siglo XIX hasta la actualidad. En este libro van a leer algunos, muy relacionados con el tema que venimos tratando: el tiempo, la viabilidad de los viajes temporales, la posibilidad de intervenir en el pasado con los conocimientos del futuro. Pero la curiosidad y la imaginación del ser humano puestas al servicio de estos asuntos van más allá, desde tiempos inmemoriales hasta hoy. En el pasado, la búsqueda de la eterna juventud, de un modo de detener los efectos del tiempo fue ocupación de científicos o pseudocientíficos. Hoy lo sigue siendo de la ficción, como verán en otro de los cuentos. Y por último, en el relato de Scott Fitzgerald llevado al cine hace algunos años: “El curioso caso de Benjamin Button”, otra fantasía humana siempre vigente (y esta nos atrevemos a decir que lo será siempre) se encarna en un personaje y en un clima de broma y de juego.

Los cuentos que componen esta antología tienen algo en común: tratan el tema del tiempo. Ese tiempo implacable, inasible, escurridizo que preocupó a la ciencia desde sus orígenes e inspiró a las artes desde siempre. Y los tres fueron elegidos porque el tiempo nos sigue preocupando e inspirando, aquí y ahora.

El curioso caso de Benjamin Button

Francis Scott Fitzgerald

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