Memorias de Demetrio. Un médico guerrillero en Guinea Bissau - Domingo Díaz Delgado - E-Book

Memorias de Demetrio. Un médico guerrillero en Guinea Bissau E-Book

Domingo Díaz Delgado

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Beschreibung

En la década del sesenta del pasado siglo, un grupo de los pueblos africanos, se rebelaron con las armas en las manos contra las colonias que los oprimían, vejaban, discriminaban y asesinaban; entre ellos se encontraba el heroico pueblo de Guinea Bissau y Cabo Verde, dirigido por ese gran líder africano, Amílcar Cabral. Guerrilleros médicos, o médicos guerrilleros cubanos, inspirados históricamente por ese gran médico guerrillero, comandante doctor Ernesto Guevara de la Serna, cumplieron misiones, entre ellos el Dr. Domingo Díaz Delgado (Demetrio), quien después de una intensa preparación salió a cumplir misión a Bissau, como médico y combatiente, desde 1966 a 1968, en la selva de la zona norte. Esta es su historia.

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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Página legal

Edición:

Vivian Lechuga

Diseño de cubierta:

Ernesto Niebla

Diseño interior y realización:

Julio Cubría

© Domingo Díaz Delgado, 2019

© Sobre la presente edición: Editorial Capitán San Luis, 2019

ISBN: 9789592115545

Editorial Capitán San Luis. Calle 38 no. 4717 entre 40 y 47, Kohly Playa, La Habana, Cuba.

Email: [email protected]

www.capitansanluis.cu

www.facebook.com/editorialcapitansanluis

 

Sin la autorización previa de esta Editorial queda terminantemente prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, incluido eldiseño de cubierta, o transmitirla de cualquierforma o por cualquier medio. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

 

 

 

Patria es humanidad

José Martí

Sangre de instructores cubanos se derramó entrenando

y apoyando a los combatientes del Partido Africano

para la Independencia de Guinea y Cabo Verde que,

bajo el mando de Amílcar Cabral luchaban

por la independencia de estas antiguas colonias portuguesas.

Fidel Castro Ruz

Entrevista con Ignacio Ramonet

 

El cuidado médico de nuestros combatientes

y el pueblo en las zonas liberadas alcanzó un nivel enteramente

nuevo con la llegada de los primeros médicos cubanos en 1966.

Luis Cabral

Primer presidente de Guinea Bissau

 

 

Dedicatoria

A Fidel: Guerrillero, constructor y maestro.

Verdadero artífice de esta historia. Sin él, de seguro, no existiría.

A Raúl: Su autenticidad, disciplina, honradez, sencillez

y fidelidad me hicieron mejor persona.

A la Revolución Cubana: Por la oportunidad de aportar

un granito de arena.

A Rosita, enfermera de mis días, por su paciencia y amor.

 

PrólogoPrólogo

Por toda la calidad histórica que encierra este libro escrito por un hermano de lucha como Demetrio, es para mí de gran satisfacción poderlo prologar de forma sencilla.

Es importante, pues este texto pasará a ser libro de consulta e inspiración para cumplir con lo exhortado por el Primer Secretario del PCC, General de Ejército Raúl Castro Ruz, de que se debe escribir la historia.

En la década del sesenta del pasado siglo, un grupo de los pueblos africanos, se rebelaron con las armas en las manos contra las colonias que los oprimían, vejaban, discriminaban y asesinaban; entre ellos se encontraba el heroico pueblo de Guinea Bissau y Cabo Verde, dirigido por ese gran líder africano, Amílcar Cabral.

Un grupo de guerrilleros médicos, o médicos guerrilleros cubanos, dirigidos históricamente por ese gran médico guerrillero, comandante doctor Ernesto Guevara de la Serna, inspirados todos en las ideas y acciones del líder de la lucha internacionalista de los pueblos, nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, cumplieron misiones.

En la reunión Tricontinental, los dirigentes de los movimientos de liberación, expresaron su apoyo a la lucha armada por la liberación de sus pueblos, y en un memorable discurso el compañero Amílcar Cabral expresó la posición de Bissau y Cabo Verde y pidió ayuda a Cuba con especialistas, artilleros, médicos, y otros, para salvar vidas y ayudar en el entrenamiento de los revolucionarios en su país.

La respuesta de Cuba, del líder de la revolución, fue como siempre positiva y al primer llamado un grupo de médicos dijeron presente voluntariamente, entre ellos el médico Demetrio, quien después de una intensa preparación salió a cumplir esta misión a Bissau, como médico y combatiente, desde 1966 a 1968, en la selva de la zona norte, junto a combatientes cubanos de otras especialidades y otros médicos, dirigidos por el compañero Luis Cabral, jefe del frente, y otros dirigentes del país.

Es necesario recalcar, que al hablar de Demetrio, no solo podemos resaltar sus cualidades científicas, que son muchas, sino su profundo espíritu revolucionario, y su entrega a la causa de los pueblos, por ello me resulta difícil prologar, así de simple este libro. Solo basarse en su profesionalidad como científico sería insuficiente, y solo hablar del Demetrio guerrillero también lo es.

En su libro se detalla toda su trayectoria de lucha antes del triunfo de la revolución, en la lucha clandestina, y después del triunfo, así como en el frente guerrillero, y otras misiones internacionalistas, por las distintas responsabilidades ocupadas, lo cual nos exime de tener que repetirlo aquí en este texto. El compañero es miembro destacado de nuestra Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

Demetrio ha sido un hombre con suerte, pues además ha tenido la compañía de su esposa, Rosita, con muchos méritos propios, y dedicación al igual que su cónyuge, a la causa de la Revolución, que a fin de cuentas, lo engloba todo, guerrillero, internacionalista, médico, buen padre, fiel amigo, científico y guía, y sobre todo lo más importante del Dr. Domingo, su fidelidad a Fidel, Raúl y al Partido Comunista de Cuba.

Víctor E. Dreke Cruz (Moya)

Manga de manteña, 2 de julio de 2018.

 

PrefacioPrefacio

África cuna del hombre, de una belleza paradisiaca con altos y tupidos bosques, extensas llanuras, hermosos ríos que semejan mares y variada y exótica fauna, resultó la principal víctima de las ambiciones del hombre blanco europeo, desde el fatídico momento en que apoyados por la superioridad tecnológica de los medios de matar pusieron sus botas en la tierra negra.

Recursos naturales y habitantes tratados como animales-mercancías, sirvieron para saciar la sed de las fieras que los colonizaron. Millones de africanos, esclavizados por la fuerza, fueron arrancados de sus tierras y arrastrados al continente americano para ser vendidos en el mercado de esclavos. Imposible cuantificar cuántas vidas se perdieron en la oscura y larga noche de siglos de coloniaje y vasallaje del pueblo negro, vergüenza que aún carga la historia humana.

A finales del sigloxixlas principales potencias europeas formalizan la partición del pastel en la Conferencia de Berlín: el capitalismo en pleno apogeo necesitaba asegurar materias primas y mercados, su fórmula de robo y muerte continuaría acompañada del infructuoso intento de sepultar la cultura de los pueblos donde el astro rey calienta con más violencia.

La imposibilidad de mantener de forma indefinida la explotación, la pobreza, el hambre, la desigualdad y el cruel racismo reforzaron en los habitantes de África ansias liberadoras. Erigidas en fundamentos del proceso de descolonización promovido entrado el sigloxx, no es hasta los años 50 donde comienzan a desgajarse del podrido árbol del colonialismo los primeros países independientes, ayudados en alguna medida por el alto costo económico que constituía mantener la dominación.

El Portugal fascista de Salazar, representante del primer país en pisotear el continente madre, no comprendió que su tiempo caducaba y apoyado por el gobierno estadounidense y la inescrupulosa Agencia Central de Inteligencia (CIA) se empecinó en mantener sus posesiones de ultramar, entre países que emergían a la independencia.

Guinea Bissau, pequeño país de 36 129 kilómetros cuadrados, constituía una de las colonias que los portugueses se empeñaban en mantener.En 1956, año del desembarco del Granma, un joven y carismático líder, hijo de un humilde maestro, culto, voluntarioso, sensible y valiente, nombrado Amílcar Cabral, junto a otros camaradas, funda el Partido Africano da Independencia da Guiné e Cabo Verde, hermano país insular utilizado como centro para la trata de esclavos, donde Amílcar había residido parte de la infancia y juventud, conocido por sus siglas: PAIGC.

Un agotador e incansable trabajo de proselitismo, el magisterio propio de los grandes hombres que defienden las causas justas y la sólida formación marxista, le permitieron al dirigente africano en poco tiempo diseñar y crear una fuerza guerrillera para arrancar a los colonialistas la tierra que por derecho ancestral les pertenecía y romper para siempre las relaciones de dominador-dominado, establecidas más de quinientos años antes, en una dolorosa y desigual guerra frente a uno de los miembros de la beligerante imperialista Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, surgida al calor de la bien conocida Guerra Fría.

En 1959 a poco más de dos años de iniciada la contienda, el Ejército Rebelde, liderado por Fidel Castro e integrado por jóvenes de corazón noble, defensores de las ideas del Apóstol, ponen de rodillas y descabezan la tiranía batistiana, abriendo un nuevo capítulo para Cuba y el mundo. La joven dirigencia, antiimperialista radical, imbuida en el precepto martiano de sentir como propio el dolor ajeno y de que Patria es Humanidad, sumadas a las profundas convicciones internacionalistas que profesaban los líderes de formación marxista leninista, mostró desde la victoria decisión de hacer causa común con los desposeídos de la tierra.

La llama del internacionalismo prendió rápidamente en la juventud revolucionaria, todos querían tener su oportunidad de participar en la liberación de pueblos oprimidos con las armas en la mano. Constituía también una forma de estar a la altura de los combatientes de la Sierra y el Llano que liberaron la Patria, no como el mero romanticismo que algunos tratan de señalar, sino como demostración del compromiso y lealtad con los caídos en el largo camino de la libertad, y de fidelidad a los ideales de su Comandante en Jefe, unido en perfecta y armónica simbiosis con su pueblo.

En 1965 durante el recorrido realizado por África, el comandante argentino-cubano, Ernesto Che Guevara se reúne con Cabral, este le explica la lucha de su país por independizarse de la metrópolis y queda comprometida la ayuda al movimiento guerrillero del PAIGC.

A inicios de 1966, Amílcar Cabral participa en la Conferencia Trinontinental celebrada en La Habana, conoce a Fidel y lo impresiona por la forma y seriedad de los principios de la lucha por la independencia que dirigía. Solicita ayuda para su movimiento y en correspondencia con las necesidades se acuerda el envío de instructores militares, choferes, mecánicos y médicos para apoyar al movimiento guerrillero guineano. Invitado por el Comandante en Jefe realizan un recorrido de varios días por la zona del Escambray.

Apenas cinco meses después arribó a las costas africanas un pequeño contingente de internacionalistas cubanos dispuestos a compartir suerte con el sufrido pueblo que algunos años antes iniciara una desigual contienda armada. Colaboración que solo concluiría siete años después con la victoria definitiva de las fuerzas guerrilleras y la declaración de independencia de Guinea Bissau. La lucha decidida de los patriotas guineanos bajo la dirección de Amílcar Cabral contribuyó de manera determinante al colapso de los seguidores de Salazar y abonó el camino de la independencia del resto de las colonias portuguesas en el Continente Africano.

 

 

Al lectorAl lector

Médico de profesión, siento orgullo de pertenecer a los miles de galenos formados por la Revolución que cumplieron honrosas misiones internacionalistas y colocaron en alto el nombre de la Patria en la contribución a la victoria de causas justas.

En las páginas que leerán se verán representados muchos de mis compatriotas que sin pensarlo asumieron la responsabilidad de luchar por la independencia de nuestros hermanos africanos y saldar la histórica deuda con los hombres libres que, arrancados de su tierra, fueron traídos por la fuerza al continente americano en la condición oprobiosa de esclavos-mercancía, mano de obra sustituta de los indios autóctonos exterminados en fecha temprana por las armas, las enfermedades y la sobreexplotación de “valientes descubridores” europeos.

A los africanos debemos parte importante de lo que somos por su contribución a la formación de la nacionalidad, la cultura y la capacidad de resistencia que identifica a los cubanos. Por nuestras venas corre su sangre. No podíamos hacer otra cosa que compartir los riesgos de la lucha por la liberación definitiva de sus pueblos.

Ajeno al oficio de escribir, siempre utilice las manos para salvar vidas. Pasadas ocho décadas de existencia, intentaré narrar las memorias que aún conservo de la guerra de guerrillas en la cual, por decisión propia, voluntaria y desinteresada, junto a otros combatientes y médicos cubanos participé, entre los años 1966 y 1967, en las selvas de Guinea Bissau apoyando la lucha del pueblo contra el colonialismo portugués.

Mis hermanos guineanos y su pueblo son los verdaderos protagonistas de esta historia, la alta cuota de sangre y sacrificio que debieron pagar solo la compensan los nobles ideales de la libertad. En mi memoria la optimista sonrisa del líder africano Amílcar Cabral1 al visitar las escuelas donde estudiaban los niños, llevados a la vecina Conakry desde las zonas de guerra de Guinea Bissau2, sus sueños revolucionarios lo convirtieron en blanco del imperialismo.

Nunca podré olvidar al generoso pueblo que nos acogió como hijos, su total disposición a interponerse entre las balas enemigas y el cuerpo de sus hermanos cubanos aún me impresiona. También lo hace la humildad, cariño y nobleza en el trato que nos dispensaron, en condiciones donde el alma se endurece por los horrores de la guerra, y sobre todo la admiración mostrada a la Revolución Cubana y su máximo líder, Fidel Castro.

Los médicos e instructores militares que, por decisión propia, se lanzaron al combate en desconocidas selvas guineanas para cumplir su deber de hombres y revolucionarios, avalado por el gobierno revolucionario de Cuba, constituyó el preludio de lo que diez años más tarde marcaría, acelerado por la participación masiva de internacionalistas cubanos, el principio del fin del colonialismo en el continente africano y la desaparición del apartheid. Cada palabra escrita en estas páginas de heroísmo cotidiano encierra un contenido humanista que no debe olvidarse jamás.

No esperen descubrir una historia médica, llena de tecnicismos propios de la especialidad, es el testimonio de un guerrillero signado por los años que narra una gesta revolucionaria, solidaria y humana acontecida a miles de kilómetros de la patria en un pequeño país en violenta puja por la vida.

Tampoco es una investigación histórica que, puede ser escrita en su momento. Es la llama del optimismo revolucionario que debe mantenerse encendida sin importar los vientos de la tempestad. De antemano pido disculpas por las imprecisiones, no intencionadas, que pueda presentar el texto.

Expongo a consideración del lector un grupo de cartas tramitadas en los años de la misión, en mi opinión ilustran la situación vivida en la guerrilla mejor que cualquier palabra y muestra los fraternales lazos entre dos países hermanos, forjados al calor del sacrificio y del peligro.

Las experiencias adquiridas en el constante ir y venir, desandando infinidades de kilómetros por inextricables selvas, cruzando caudalosos ríos y compartiendo vida con una fauna desconocida, agresiva y depredadora para el hombre, permitirán mostrar las iniquidades de un mundo terrible e inmoral y poner al lector a pensar.

Sirvan estas líneas, en especial, escritas para los jóvenes, como homenaje a los caídos y a los integrantes del gran contingente de internacionalistas cubanos, para evocar el recuerdo del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, y del Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara, artífices principales de esta gesta revolucionaria.

Si lo logro, habrá valido el esfuerzo.

El autor

 

VocaciónVocación

La historia que me he propuesto contar comenzó una placentera tarde habanera. Transcurría el primer mes del año 1966. Cuarenta y cinco días antes concluían cinco años de fructíferos estudios, en la carrera de medicina. Recibí el ansiado título junto al resto de mis cuatrocientos condiscípulos de manos del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, con su firma estampada.

Llegaba precedido por una historia personal de compromiso con la justa causa de la Revolución. La rectitud de mi padre, pichón de canario, antimachadista y antibatistiano visceral, alérgico a los abusos y la corrupción, y el amor de mi madre, definieron los derroteros por los que transitaría en la vida.

Los primeros pasos en la acción contra Batista los di desde la etapa de estudiante en el Instituto de Segunda Enseñanza de Marianao, quemando alguna estantería con fósforo vivo en la biblioteca situada en el cuarto piso, utilizada con frecuencia por los estudiantes en horas de la noche, acciones de calle, huelgas y participación en las combativas marchas del estudiantado universitario por la calle San Lázaro siempre disueltas con violencia en medio de disparos, chorros de agua y golpes.

De ahí en adelante mantendríamos el compromiso de luchar contra la dictadura, lo mismo recaudando fondos en asaltos a Bancos de Apuntaciones de la Lisa, maniobrado por efectivos de la policía, o en la custodia y traslado de armas en los días previos a la huelga del 9 de abril.