Mi camino: El camino de las nubes blancas - OSHO - E-Book

Mi camino: El camino de las nubes blancas E-Book

OSHO

0,0

Beschreibung

Una nube blanca existe aunque no tenga raíz. No tiene adonde ir y, sin embargo, se mueve en muchas direcciones; no sigue un camino propio, sólo se deja arrastrar por el viento. Un camino Va a algún lugar, el camino de las nubes blancas es un camino sin camino, significa moverse sin un propósito fijo. Una nube blanca no tiene adonde llegar, no cumple ningún destino, por lo tanto las nubes blancas no fracasan porque su meta está en cualquier lugar. Si decidimos convertirnos en nubes blancas que se desplacen en el cielo hacia donde el viento las lleve, descubriremos que en cada lugar al que lleguemos estará la meta, que estará en un solo lugar: "meta es cada momento". En esta obra OSHO nos impulsa a descubrir la manera en que la nube de cada uno se mueve y a concederle completa libertad para hacerlo. No debemos luchar por algo ni rechazar nada; debemos aceptar las cosas totalmente.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 422

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Mi camino: El Camino de las Nubes Blancas

Título original: My way: The Way of the White CloudsTraducción: Silvia Espinoza de los Monteros 

Mi camino: El Camino de las Nubes Blancas 
© 1995 OSHO International Foundation, Suiza (www.osho.com) todos los derechos reservados 
D.R. © 2007 Editorial Lectorum, S.A. de C.V.,
Centeno 79-A, Col. Granjas Esmeralda
C.P. 09810, México, D.F.
Tel.: 55 81 32 02
www.lectorum.com.mx
® Es una marca registrada de OSHO International Foundation 
Los textos aquí incluidos son una edición actualizada de una serie de discursos originales titulada: My way: The Way of the White Clouds, pronunciados por OSHO ante diversos auditorios. Todos los discursos de OSHO han sido publicados íntegramente en libros y también se encuentran disponibles las grabaciones originales en audio. Éstas y los archivos de texto completos pueden encontrarse en internet en la Biblioteca OSHO en la página web:
www.osho.com 
Primera edición: octubre de 2007
ISBN: 978-970-732-232-5 
Traducción y características tipográficas aseguradas conforme a la ley.
Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización escrita del editor

Índice

Capítulo 1 · El Camino de las Nubes Blancas

Capítulo 2 · El misterio más allá de la mente

Capítulo 3 · ¿Desdichado o extático?

Capítulo 4 · Todas las esperanzas son falsas

Capítulo 5 · Desechar el ego ahora

Capítulo 6 · Represión, Expresión, Transformación

Capítulo 7 · El misterio de la relación

Capítulo 8 · Sólo un fruto maduro cae

Capítulo 9 · El todo es siempre contradictorio

Capítulo 10 · Estás en camino

Capítulo 11 · Tú eres el punto de encuentro

Capítulo 12 · Cualquier cosa que hagas, sé total

Capítulo 13 · Dios te está buscando

Capítulo 14 · Ambos son necesarios

Capítulo 15 · Comparte a través de tu ser

Sobre el autor

Capítulo 1 · El Camino de las Nubes Blancas

¿POR QUÉ TU CAMINO ES LLAMADO EL CAMINO DE LAS NUBES BLANCAS?

Justo antes de que Buda muriera, alguien le preguntó: “Cuando un Buda muere, ¿hacia dónde se dirige? ¿Sobrevive o simplemente desaparece en la nada?”

Esta no es una pregunta nueva sino una de las más antiguas y de las que más se han repetido y se han hecho. Se dice que Buda respondió: “Sólo es como una nube blanca que desaparece...”

Esta misma mañana había nubes blancas en el cielo. Ahora ya no están ahí. ¿Adónde se han ido? ¿De dónde vienen? ¿Cómo evolucionan y cómo se disuelven nuevamente? Una nube blanca es un misterio; su ir y venir, su esencia misma. Esa es la primera razón por la que a mi camino le llamo El Camino de las Nubes Blancas.

Sin embargo, existen muchas razones y es bueno reflexionar, meditar acerca de ellas. Una nube blanca existe sin que tenga raíces. Es un fenómeno desarraigado, establecido o varado en ninguna parte. Y aun así, existe. Toda la existencia es como una nube blanca: existe sin raíz alguna, sin causalidad alguna, sin finalidad alguna. Existe como un misterio.

En realidad, una nube blanca no posee un camino propio. Se ve arrastrada por el viento. No tiene adónde llegar, ninguna trayectoria, ningún destino que cumplir, ninguna causa final. No puedes hacer fracasar a una nube blanca, pues su meta es cualquier lugar. Si tienes una meta, seguramente fracasarás. Mientras más se oriente la mente hacia una meta, más angustia, ansiedad y frustración habrá pues una vez que tienes una meta, te mueves hacia un destino determinado. Y el todo existe sin destino alguno. El todo no se mueve hacia ninguna parte, no tiene una meta, ningún propósito. Una vez que tienes un propósito, estás en contra del todo —recuerda esto—, y entonces fracasarás. No puedes ganarle al todo. Tu existencia es tan diminuta que no puedes luchar, no puedes vencer. Resulta imposible imaginar que una sola cosa pueda conquistar al todo. Y si el todo no tiene un propósito y tú sí lo tienes, serás vencido.

Una nube blanca es arrastrada hacia donde el viento la lleve, no opone resistencia, no lucha. Una nube blanca no es un conquistador y, aun así, se cierne sobre todo. No puedes conquistarla, no puedes vencerla. No posee una mente por conquistar, por eso es que no puedes vencerla. Una vez que te fijas una meta, un propósito, un destino, un objetivo, una vez que has adquirido la malicia de llegar a algún lugar, entonces los problemas surgen. Y serás derrotado, eso es seguro. Tu derrota se encuentra en la esencia misma de la existencia.

Una nube blanca no tiene adónde ir. Se mueve, se mueve a todas partes. Todas las dimensiones, todas las trayectorias le pertenecen. Nada es rechazado. Todo es, todo existe en una total aceptación. De ahí que a mi camino le llame El Camino de las Nubes Blancas.

Las nubes blancas no tienen un camino propio, son arrastradas por el viento. Un camino significa llegar a algún lugar. El camino de las nubes blancas significa seguir un sendero sin sendero, un camino sin camino. Moverse, pero no con una mente fija: moverse sin una mente. Esto debe ser entendido porque propósito es sinónimo de mente. Por eso es que no puedes imaginar cómo vivir sin un propósito... porque la mente no puede existir sin un propósito.

Y la gente es tan absurda, incluso viene a mí y me pregunta: “¿Cuál es el propósito de la meditación?” La meditación no puede tener algún propósito porque básicamente denota un estado de la no mente. Ahí es donde tú estás, sin ir a ningún lugar; en donde la meta es sólo ser, sólo estar.

La meta está aquí y ahora. Una vez que la meta se encuentra en otra parte, la mente comienza su viaje. Entonces la mente comienza a pensar, comienza un proceso. Si el futuro está ahí, entonces la mente puede fluir, entonces la mente puede tener su rumbo, entonces la mente tiene un espacio para moverse.

Con el propósito llega el futuro, con el futuro llega el tiempo. Una nube blanca flota en el cielo, eterna, porque ahí no existe un futuro ni una mente. Está aquí y ahora. Cada momento es una eternidad total. Sin embargo, la mente no puede existir sin un propósito, por lo tanto sigue creando propósitos. Si los llamados propósitos mundanos se pierden, entonces la mente crea propósitos religiosos, propósitos alejados del mundo. Si el dinero se ha vuelto inútil, entonces la meditación se vuelve inútil. Si el llamado mundo de competencia, de política, se ha vuelto inútil, entonces otro mundo de nueva competencia, de religión, de logro, se vuelve significativo. Sin embargo, la mente siempre añora algún significado, algún propósito. Y sólo para mí esa mente es religiosa, lo cual resulta inútil. Pero eso significa que la mente ya no es más una mente. Imagínate a ti mismo como una nube blanca, sin mente.

En el Tíbet tienen una forma de meditar: los monjes se sientan en las colinas, solos, absolutamente en soledad, meditando únicamente sobre las nubes blancas que se desplazan en el cielo, contemplando continuamente y, luego, siendo absorbidos. Entonces, se convierten en nubes blancas posándose solamente sobre una colina como una nube blanca. Sin mente, sólo estando ahí. Sin resistencia, sin lucha, sin nada que ganar, sin nada qué perder. Disfrutando solamente de la existencia misma, celebrando el momento, la alegría, el éxtasis de éste.

De ahí que a mi camino le llame El Camino de las Nubes Blancas. Y también me gustaría que vosotros os convirtieseis en nubes blancas desplazándose en el cielo. Dije desplazándose, no moviéndose —no moviéndose hacia un punto—, sólo desplazándose dondequiera que los vientos os lleven. Dondequiera que os encontréis por casualidad, esa es la meta. Así que la meta no es algo que termine en algún lugar, no es “el final de la línea”. La meta es cada momento.

Aquí, vosotros sois siddhas para mí, iluminados. Aquí, habéis ganado. Aquí, vosotros sois tan perfectos como podéis ser, igual que un Buda, un Mahavira o un Krishna. No hay nada más qué ganar. Justo en este preciso momento, todo está ahí, sólo que no estáis alerta. Y no estáis alerta porque vuestra mente está en el futuro. Vosotros no estáis aquí. No estáis conscientes de lo que os está pasando en este preciso momento. Y esto ha estado sucediendo siempre y siempre. Esto ha estado sucediendo en muchos, muchos millones de vidas. Cada momento vosotros habéis sido un Buda. Esto no se ha pasado por alto ni por un solo momento. No se puede pasar por alto; así es como la naturaleza misma es, como las cosas son. ¡No lo podéis pasar por alto!

Sin embargo, vosotros no estáis alerta y no podéis estar alerta por causa de una meta en alguna parte, a algo que debe lograrse. Debido a eso, se crea una barrera y eso que vosotros ya sois, se pasa por alto. Una vez que esto ha sido revelado, una vez que ha sido comprendido, una vez que os volvéis conscientes de esto, el más grande misterio del ser se ve revelado: que todos sois perfectos. A eso nos referimos cuando decimos que todos sois brahman, todos sois el alma, el alma final, lo divino. A eso nos referimos cuando decimos tattwamasi, vosotros sois eso. No quiere decir que os tengáis que convertir en eso porque si tenéis que convertiros en eso, entonces no sois eso. Y si ya no sois eso, ¿cómo podéis convertiros? La semilla se convierte en el árbol porque la semilla ya es eso. Una piedra no puede convertirse en un árbol. ¡La semilla se convierte en el árbol porque la semilla ya es eso!

Así que la cuestión no es la conversión, la cuestión es solamente la revelación. En este momento, la semilla es revelada como una semilla; al siguiente, como un árbol. Así que esto es sólo una cuestión de revelación. Y si podéis comprender profundamente, en este preciso momento la semilla es el árbol.

Los místicos tibetanos o los maestros Zen o los derviches Sufi, todos ellos han hablado de las nubes blancas. Las nubes blancas han estado atrapando el ser interior de mucha gente. Parece ser que se logra una armonía con las nubes blancas. Haz de eso una meditación y, entonces, muchas cosas vendrán a ti.

La vida no debería tomarse como un problema. Una vez que comiences de esa manera, estarás perdido. Una vez que pienses que la vida es un problema, éste nunca podrá ser resuelto. Así es como la filosofía se mueve, y así es como la filosofía siempre se mueve equivocadamente. No existen filosofías correctas: no las puede haber. Todas las filosofías están equivocadas. Filosofar está mal porque la filosofía da el primer paso equivocado al pensar en la vida como un problema. Una vez que la vida es un problema, no tiene solución. La vida no es un problema sino un misterio y así es como la religión la considera.

Una nube blanca es la cosa más misteriosa, apareciendo de repente, desapareciendo de repente. ¿En algún momento has pensado que las nubes no tienen nam-roop, ningún nombre, ninguna forma? Ni por un solo instante la forma es la misma. Está cambiando, se está transformando, es como la corriente de un río. Puedes darle una forma a la nube, pero esa es tu proyección. Una nube no tiene forma; es informe o continuamente está siendo formada, es un flujo. Y así es la vida. Todas las formas son proyectadas.

En esta vida te llamas a ti mismo hombre y hace sólo una vida podrías haber sido una mujer. En esta vida eres blanco y, en la siguiente, puedes ser negro. En este momento eres inteligente y, al siguiente, te comportas de una manera estúpida. En este momento estás callado y, al siguiente, te vuelves colérico, furioso, agresivo. ¿Has adquirido una forma? ¿O estás cambiando continuamente? Eres un flujo, una nube. ¿Has adquirido un nombre, alguna identidad? ¿Puedes llamarte a ti mismo esto o aquello? En el momento en que dices que eres esto, en ese preciso momento te vuelves consciente de que también eres lo contrario.

Le dices a alguien ‘Te amo’, y en ese preciso momento el odio está presente. Le dices a alguien que eres amigo y, en ese preciso momento, el enemigo está riendo dentro de ti, esperando su turno. En algún momento dices que estás contento y, de inmediato, la felicidad se pierde y te has vuelto infeliz. No tienes identidad. Si comprendes esto, te conviertes en una nube sin forma, sin nombre. Y, entonces, el desplazamiento comienza.

Para mí, la vida de una nube blanca es la vida de un sannyasin, de alguien que ha renunciado. La vida de un casero es una rutina fija. Es una cosa muerta, un patrón. Tiene un nombre, tiene una forma. Se mueve sobre una vía en particular, como los rieles de un tren. Sobre la vía los trenes avanzan; tienen una meta, deben alcanzar algún lugar. Pero un sannyasin es como una nube desplazándose en el cielo: no hay rieles de acero para él, no hay rutas, no hay identidades. No es nadie y vive la vida de un ser inexistente, vive como si no existiera. Si puedes vivir una vida como si no existieras, entonces estás en mi camino. Y mientras más existas, más enfermedad habrá; mientras menos existas, más sano serás. Mientras menos existas, más ligero serás. Mientras menos existas, más divino y bienaventurado serás.

Cuando digo que la vida no es un problema sino un misterio, me refiero a que no puedes resolverlo, te puedes convertir en él. Un problema es algo que debe resolverse intelectualmente, pero aunque lo resuelvas, nada se logrará. Habrás reunido un poco más de conocimiento, pero ningún éxtasis obtendrás de él. Un misterio es algo en lo que te puedes convertir. Puedes ser uno con él, fusionado. Entonces surge el éxtasis, después la bienaventuranza, luego, lo más grande que puede sucederle a un ser, la más grande alegría.

Busca lo misterioso en la vida. A dondequiera que veas —en las nubes blancas, en las estrellas de la noche, en las flores, en un fluyente río— a dondequiera que veas, busca el misterio. Y siempre que descubras que ahí hay un misterio, medita sobre él.

La religiosidad toma la vida como un misterio. ¿Qué puedes hacer con un misterio? No puedes hacer nada con el misterio, pero puedes hacer algo por ti. Puedes volverte más misterioso. Y entonces lo parecido puede encontrarse con lo parecido, lo mismo puede encontrarse con lo mismo.

La meditación quiere decir: Desvanécete tú mismo ante ese misterio, aniquílate tú mismo ante ese misterio, dispérsate tú mismo ante ese misterio. No seas nada más y permite que el misterio sea tan pleno, que seas absorbido por él. Y de pronto, una nueva puerta se abre, una nueva percepción se alcanza. De pronto, el mundo terrenal de la división, de la separación, ha desaparecido y ante ti se presenta un mundo diferente, un mundo totalmente diferente de unidad. Todo pierde su frontera, todo está con otros, no está dividido sino que es uno.

Esto puede hacerse sólo si tú haces algo contigo. Si debes resolver un problema, debes hacer algo con el problema. Debes encontrar una llave, una pista. Debes trabajar en el problema; debes moverte dentro de un laboratorio, debes hacer algo. Si debes encontrar un misterio, debes hacer algo contigo; con el misterio nada se puede hacer. Somos impotentes ante el misterio. Es por eso que seguimos transformando los misterios en problemas, porque con los problemas, somos potentes, con los problemas sentimos que tenemos el control. Con los misterios somos impotentes, no podemos hacer nada. Con los misterios enfrentamos la muerte y no podemos manipularla.

Es por eso que mientras más matemático y lógico se vuelva el intelecto humano, cada vez será menor la posibilidad de que se abra el éxtasis ante la mente humana; cada vez se hará menos posible la poesía. El romance se ha perdido; la vida se vuelve objetiva y no simbólica.

Así que cuando digo que mi camino es El Camino de las Nubes Blancas, sólo hablo de un símbolo. La nube blanca no está siendo utilizada como un hecho sino como un símbolo, como un símbolo poético, como la señal de una profunda fusión con los misterioso y lo milagroso.

¿PODRÍAS DECIRNOS QUÉ RELACIÓN TIENES CON LAS NUBES BLANCAS?

Yo soy una nube blanca. No existe ninguna relación y no puede haber una. La relación existe si sois dos, divididos. Por lo tanto, la relación no es en realidad una relación. Dondequiera que existe una relación, hay una separación. Yo soy una nube blanca. No te puedes relacionar con una nube blanca. Puedes volverte uno con ella y permitir que la nube blanca se vuelva una contigo, pero la relación no es posible. En la relación permaneces separado y, en la relación, continúas manipulando. Este es uno de los misterios de la vida humana, que hasta en el amor creamos una relación. Entonces el amor se pasa por alto. El amor no debería ser una relación. Deberías convertirte en el amante o en el amado. Deberías convertirte en el otro y permitir que el otro se convierta en ti. Debería haber una fusión, sólo entonces cesará el conflicto; de lo contrario, el amor se convierte en un conflicto, en una lucha. Si lo eres, entonces tratarás de manipular, luego te gustaría poseer, luego te gustaría ser el amo, entonces surge la explotación. Entonces, el otro será utilizado como un medio y no como un fin.

Con las nubes blancas no puedes hacer eso, no puedes hacerlas esposas y esposos. No puedes encadenarlas ni persuadirlas para que formen una relación. No lo permitirán, no te escucharán. Ya han tenido suficiente de eso y por esa razón ahora se han convertido en nubes blancas. Puedes ser uno con ellas y, entonces, sus corazones se abrirán.

Sin embargo, la mente humana no puede pensar más allá de la relación porque no podemos pensar en nosotros mismos como si no existiéramos. Existimos. Por mucho que lo ocultemos, estamos ahí. En lo más profundo se encuentra el ego, y desde lo más profundo el ego continúa manipulando.

Con una nube blanca esto no es posible. Con tu ego puedes ver la nube blanca, puedes pensar en ella pero los misterios no estarán abiertos. Las puertas permanecerán cerradas. Permanecerás en una noche oscura. Si tu ego desaparece, te habrás convertido en la nube blanca.

El Zen posee una de las más antiguas tradiciones de la pintura. Un maestro Zen tenía un discípulo que estaba aprendiendo a pintar y a través de la pintura, por supuesto, aprendía a meditar. El discípulo estaba obsesionado por los bambúes; continuamente dibujaba y pintaba bambúes. Se dice que el maestro le dijo a su discípulo: “A menos que te conviertas en un bambú, nada sucederá”.

Durante diez años, el discípulo estuvo dibujando bambúes. Se había vuelto tan eficiente, que hasta con los ojos cerrados en una noche oscura y sin luz, podía dibujar bambúes. Y sus bambúes eran perfectos y muy vivos.

Sin embargo, el maestro no estaba de acuerdo. Y dijo: “No, a menos que te conviertas en un bambú, ¿cómo puedes dibujarlo? Sigues estando separado, sigues siendo un espectador, sigues siendo un concurrente. Por lo tanto, podrás haber conocido al bambú desde afuera, pero eso es la periferia y no el alma del bambú. A menos que te conviertas en uno, a menos que te conviertas en un bambú, ¿cómo puedes conocerlo desde adentro?”

El discípulo lidió durante diez años, pero el maestro no estaba de acuerdo. Así que el discípulo desapareció en el bosque, en un bosque de bambú. Durante tres años no se supo nada de él. Entonces comenzó a esparcirse la noticia de que se había convertido en un bambú: “Ahora ya no dibuja. Vive con los bambúes, permanece de pie con los bambúes. Los vientos soplan, los bambúes bailan, él también baila”.

El maestro fue a averiguar. Y realmente el discípulo se había convertido en un bambú. El maestro dijo: “Ahora olvida todo acerca del bambú”. Entonces el discípulo dijo: “Pero tú me dijiste que me convirtiera en el bambú y me he convertido en él”. El maestro respondió: “Ahora olvida también esto porque ahora esta es la única barrera. En algún lugar en lo más profundo aún sigues estando separado y recordando que te has convertido en el bambú. Así que todavía no eres un bambú perfecto porque un bambú no recordaría esto. Así que olvídalo”.

Durante diez años no se habló de los bambúes. Entonces un día, el maestro llamó al discípulo y le dijo: “Ahora puedes dibujar. Primero conviértete en los bambúes, luego olvida a los bambúes de modo que te conviertas en un bambú tan perfecto que el dibujo no sea un dibujo sino un bulto”.

Yo no tengo ninguna relación con las nubes blancas. Yo soy una nube blanca. Me gustaría también que vosotros fueseis nubes blancas, que no estén relacionados. Basta de tal relación, ya has sufrido suficiente. Durante muchas, muchas vidas te has relacionado con esto o con aquello y ya has sufrido suficiente, más que suficiente. Has sufrido más de lo que mereces. El sufrimiento se ha centrado en el equívoco concepto de la relación. El equívoco concepto es: debes ser tú mismo y luego relacionarte. Entonces ahí está la tensión, el conflicto, la violencia, la agresión y le sigue todo el infierno.

Sartre dice que el otro es el infierno. Pero en realidad, el otro no es el infierno: el otro es “el otro” porque tú eres el ego. Si no eres nada más, el otro ha desaparecido. Siempre que esto sucede —entre un hombre y un árbol, entre un hombre y una nube, entre un hombre y una mujer o entre un hombre y una roca— siempre que tú no seas, el infierno desaparecerá. De pronto te has transfigurado, has entrado al paraíso.

La Antigua historia bíblica es hermosa: Adán y Eva fueron arrojados del Jardín del Edén por haberse comido un fruto prohibido, el fruto del árbol del conocimiento. Esta es una de las parábolas más maravillosas que se hayan concebido. ¿Por qué estaba prohibido el fruto del árbol del conocimiento?, porque desde el momento en que el conocimiento se presenta, el ego está ahí. Desde el momento en que sabes que existes, has caído. Este es el pecado original.

Nadie arrojó a Adán y a Eva del paraíso. Desde el momento en que se hicieron conscientes de que existían, el Jardín del Edén desapareció. Para esos ojos que están llenos de ego, el Jardín no puede existir. No es que hayan sido arrojados del Jardín: el Jardín está aquí y ahora, sólo que está a tu lado. Siempre te ha estado siguiendo adondequiera que vayas, pero no puedes verlo. Si el ego no está ahí, vuelves a entrar y el Jardín es revelado. Nunca has salido de él.

Intenta esto: sentado bajo un árbol, olvídate de ti mismo. Permite que sólo el árbol esté ahí. Esto le sucedió a Buda bajo el árbol bodhi. El no existía y, en ese momento, todo sucedió. Sólo el árbol bodhi estaba ahí.

Quizás no te habías percatado de que durante quinientos años después de Buda, su estatua no fue erigida ni su imagen fue pintada. Durante quinientos años seguidos, siempre que se erigía un templo budista, sólo la imagen del árbol bodhi estaba ahí. Era algo hermoso, porque en ese momento cuando Gautam Siddhartha se convirtió en Buda, él no estaba ahí, sólo el árbol. Había desaparecido por un momento, sólo el árbol estaba ahí.

Busca los momentos en que no existas y esos serán los momentos en que por primera vez existirás realmente.

Así que yo soy la nube blanca y todo el esfuerzo es hacerlos también nubes blancas desplazándose en el cielo. Sin un lugar adónde ir, sin venir de ningún lugar, sólo estando aquí en este preciso momento, perfectos. Yo no les formo ningún ideal, no les enseño ningún deber. No les digo que sean esto o que se conviertan en aquello. Toda mi enseñanza es simplemente esto: cualquier cosa que seas, acéptala tan completamente que no quede nada por lograr y te convertirás en una nube blanca.

¿ES VERDAD QUE PARA ABRIRSE PASO REALMENTE, PARA VOLVERSE TOTALMENTE PRESENTES, PARA CONVERTIRNOS EN UNA NUBE BLANCA, DEBEMOS VIVIR A TRAVÉS DE TODOS NUESTROS SUEÑOS, TODAS NUESTRA FANTASÍAS? ¿Y CÓMO PUEDE ESA REALIDAD SER TAN REAL EN RESPUESTA A LAS CALLES DE LA CIUDAD COMO LO SERÍA EN EL JARDÍN DEL EDÉN, EN EL CORAZÓN DE LA NATURALEZA?

La cuestión no es si uno tiene que vivir o no a través de todos los sueños y las fantasías. Estás viviendo en ellos. Ya estás en ellos. Y no es una cuestión de elección —no puedes elegir—. ¿Puedes elegir? ¿Puedes dejar caer tus sueños? ¿Puedes dejar caer tus fantasías? Si intentas dejar caer tus sueños, tendrás que reemplazarlos por otros sueños. Si intentas cambiar tus fantasías, éstas se transformarán en otro tipo de fantasía, pero seguirán siendo sueños y fantasías.

¿Entonces qué se debe hacer? Aceptarlos. ¿Por qué estar en contra de ellos? Este árbol tiene flores rojas, ese árbol tiene flores amarillas. Entonces está bien. Tienes ciertos sueños: sueños amarillos. Alguien más tiene otros sueños: sueños azules, sueños rojos. Entonces está bien. ¿Por qué luchar en contra de los sueños, por qué tratar de cambiarlos? Si tratas de cambiarlos, crees en ellos demasiado. Tú no crees que son sueños, crees que son reales y que cambiarlos sería importante. Si los sueños son sueños, ¿por qué no aceptarlos?

Desde el momento en que los aceptes, desaparecerán. Este es el secreto. Desde el momento en que los aceptes, desaparecerán, porque la mente soñadora existe a través del rechazo. El fenómeno mismo de una mente soñadora es el rechazo.

Has estado rechazando muchas cosas, por eso es que aparecen en tus sueños. Caminas por una calle, observas a una hermosa mujer o a un hombre. El deseo surge. De repente, lo dejas caer: ¡eso está mal! Lo rechazas. ¡La tradición, la cultura, la sociedad y la moralidad dicen que esto no es bueno!

Puedes ver una hermosa flor y no hay nada malo en eso. Pero cuando ves un hermoso rostro, de inmediato algo sale mal, lo rechazas. Ahora este rostro se convertirá en sueño. Lo rechazado se transforma en sueño. Ahora este rostro te perseguirá. Ahora, por la noche, este rostro se acercará a ti, ahora este cuerpo estará flotando a tu alrededor.

El deseo que has rechazado se convertirá en un sueño. Los deseos que has reprimido se convertirán en sueños y fantasías. Entonces, ¿cómo crear un sueño? El secreto es rechazar. Mientras más rechaces, más sueños estarán ahí. Aquellos que se van a las colinas, aquellos que rechazan la vida, están llenos de tantos sueños. Sus sueños se vuelven tan reales, tan alucinantes, que no pueden distinguir entre si eso es un sueño o una realidad.

No rechaces, de lo contrario, crearás más sueños. Acepta. Cualquier cosa que te suceda, acéptala como parte de tu ser. No la condenes. Desde el momento en que te vuelvas más tolerante, los sueños se disolverán. Una persona que acepta su vida totalmente no tiene sueños, porque la esencia misma del soñar ha sido eliminada. Eso es lo primero.

En segundo lugar, la naturaleza es el todo —digo el todo— . No sólo los árboles, no sólo las nubes, el todo. Cualquier cosa que ha sucedido, ha sucedido por causa de la naturaleza. No hay nada antinatural —no puede haberlo—; de otro modo ¿cómo pudo haber sucedido? Todo es natural. Así que no construyas una división: esto es natural y esto es antinatural. Cualquier cosa que existe es natural. Sin embargo, la mente vive por las distinciones, por las divisiones. No permitas las divisiones; acepta cualquier cosa que exista y acepta sin hacer ningún análisis.

Ya sea que te encuentres en el mercado o en las colinas, estás en la misma naturaleza. En algún lugar, la naturaleza se ha convertido en colinas y árboles y, en algún lugar, se ha convertido en tiendas en el mercado. Una vez que conozcas el secreto de la aceptación, aun el mercado se volverá hermoso. El mercado posee una belleza: la vida que ahí hay, la actividad, la hermosa locura que existe alrededor. ¡Posee su propia belleza! Y las colinas son tan hermosas y tan silenciosas porque el mercado existe. El mercado le brinda silencio a las colinas.

Así que, en cualquier lugar —ya sea que te encuentres en el mercado, o cantando y bailando, o sentado silenciosamente bajo un árbol— tómalo como una extensión, no lo dividas. ¡Y cuando estés cantando y bailando, disfrútalo! Es tu manera de florecer en este preciso momento. Tu canto y tu baile pueden convertirse en un florecimiento en ti; se ha convertido en un florecimiento para muchos. Cuando Mahaprabhu Chaitanya estaba bailando en los pueblos de Bengala y estaba ejecutando su canto devoto “Hare Krishna, Hare Rama”, era un florecimiento. Fue una de las cosas más hermosas que hayan sucedido jamás. No sólo es hermoso Buda sentado bajo un árbol bodhi, un Chaitanya Mahaprabhu bailando por las calles y cantando el “Hare Krishna, Hare Rama” también es hermoso, lo mismo, sólo que del otro extremo.

Puedes sentarte bajo un árbol y puedes olvidarte de ti, tan completamente, que habrás desaparecido. Puedes bailar en una calle y ser absorbido tan completamente por tu canto y por tu baile, que habrás desaparecido. El secreto es la total absorción, dondequiera que ésta suceda.

Le sucede a diferentes personas y de distintas maneras. No podemos concebir a Buda bailando; no era de ese tipo, no era del tipo de bailar. Tú puedes ser del tipo de bailar así que no te obligues a sentarte bajo un árbol bodhi o estarás en problemas. El sólo obligarte, el silenciarte a ti mismo será algo violento. Entonces tu rostro no se convertirá en un Buda; será torturado, será una tortura de sí mismo. Puedes ser como Chaitanya, puedes ser como Meera...

Descubre la manera en que tu nube se mueve, hacia dónde se desplaza y otórgale completa libertad para moverse y desplazarse. Dondequiera que vaya, alcanzará la divinidad. Simplemente no luches, fluye. No nades contra el río, fluye con él. Un baile es hermoso, pero debes entregarte totalmente a él, ese es el punto. No rechaces nada, el rechazo es irreligioso. Acepta totalmente, la aceptación es oración.

Suficiente por hoy.

Capítulo 2 · El misterio más allá de la mente

¿POR QUÉ SOMOS TAN AFORTUNADOS DE TENERTE CON NOSOTROS Y POR QUÉ ESTAMOS CONTIGO?

Los por qué nunca tienen respuesta. A la mente le parece que siempre que preguntas “por qué”, obtienes una respuesta. Sin embargo, esa es una de las falsas suposiciones. Nunca un “por qué” ha sido ni podrá ser respondido. La presencia existe, no tiene un “por qué”. Si preguntas, si insistes, quizás puedas crear una respuesta, pero esa respuesta habrá sido creada; no será en realidad una respuesta. El cuestionamiento en sí es básicamente absurdo.

Los árboles existen, no puedes preguntar por qué.

El cielo existe, no puedes preguntar por qué.

La presencia existe, los ríos fluyen, las nubes flotan, no puedes preguntar por qué.

La mente pregunta por qué, lo sé. La mente es curiosa; desea saber el por qué de todo. Sin embargo, esta es una enfermedad de la mente y es algo que no puede ser satisfecho porque, si respondes a un por qué, entonces de inmediato surge otro. Cada respuesta únicamente origina más preguntas. Y la mente no estará satisfecha a menos que obtengas la respuesta definitiva, y no puede haber una respuesta definitiva. Por respuesta definitiva me refiero a que ya no podrás preguntar por qué nunca más. Sin embargo, no existe tal posibilidad. Cualquier cosa que se diga, volverá a relacionarse con el por qué.

Esta ha sido la absurda búsqueda de todas las ideologías: ¿Por qué existe este mundo? Así entonces, idearon y crearon una teoría al respecto: Dios lo creó. ¿Pero por qué creó Dios al mundo? De nuevo más teorías y, finalmente: ¿Por qué existe Dios? Por lo tanto, lo primero que hay que conocer es este atributo que tiene la mente de seguir preguntando por qué. Así como las hojas brotan de los árboles, los por qué brotan de la mente: si cortas una hoja, crecen muchas más. Puedes reunir muchas respuestas, pero la respuesta no estará ahí. Y, a menos que la respuesta esté ahí, la mente seguirá adelante, incansable en su búsqueda. Así entonces, esto es lo primero que me gustaría decirte: No insistas mucho en los por qué.

¿Por qué insistimos? ¿Por qué queremos saber la causa? ¿Por qué queremos profundizar en algo y llegar hasta sus orígenes? ¿Por qué? ...Porque si conoces todos los “por qué”, si conoces todas las respuestas de algo, te habrás convertido en el maestro de ese algo. Entonces ese algo podrá ser manipulado. Entonces ese algo no será un misterio; no causará asombro ni duda. Lo has conocido, has matado el misterio.

La mente es una homicida, una asesina —la asesina de todos los misterios—. Y ésta se siente cómoda con todo lo que esté muerto. Con todo lo que está vivo, la mente se siente incómoda, pues ya no puedes ser el amo total. La vida, lo vivo, siempre está ahí, impredecible. Con algo vivo, el futuro no se puede precisar y no sabes hacia dónde irá, hacia dónde conducirá. Con algo muerto, todo es cierto y preciso. Te sientes cómodo. No te preocupas, más bien estás seguro de eso.

En la mente existe la necesidad de convertir todo en una certidumbre, pues la mente le teme a la vida. La mente crea la ciencia tan sólo para matar toda posibilidad de vida. La mente intenta buscar explicaciones. Una vez que se ha encontrado la explicación, el misterio se disuelve. Preguntas “por qué” y obtienes una respuesta, entonces la mente se siente cómoda. ¿Qué has conseguido a través de eso? No has conseguido nada, has perdido algo, se ha perdido un misterio.

El misterio te incomoda porque es algo más grande que tú, algo que no puedes manipular, algo que no puedes usar como una cosa; algo que agobia, algo que subyuga, algo frente a lo que te encuentras desnudo e impotente —algo frente a lo que simplemente te desvaneces—. El misterio te deja una sensación de muerte; en consecuencia, una gran duda de por qué esto y por qué aquello. Esto es lo primero que hay que recordar.

Pero no penséis que estoy evitando vuestra pregunta. No la estoy evitando, os estoy diciendo algo acerca de la mente: el por qué hace preguntas. Y si podéis retener la sensación del misterio, os responderé. Si se retiene la sensación del misterio, entonces no resulta peligroso responder, más bien puede resultar ventajoso. Entonces cada respuesta os adentrará más en el misterio. Entonces la curiosidad no será mental sino que se convertirá en una investigación, una profunda investigación del ser.

¿Puedes ver la diferencia? Si anhelas una explicación, entonces está mal y yo seré el último en satisfacerla porque entonces me convierto en tu enemigo y mato las cosas que se encuentran a tu alrededor. Hasta los teólogos han hecho de Dios algo muerto, lo han explicado tanto, han respondido tantas cosas acerca de Dios, que por eso Dios está muerto. La humanidad no le ha dado muerte, los sacerdotes, ellos le han dado muerte. Lo han explicado tanto, que ya no queda ningún misterio. ¿Y qué es Dios si no hay misterio en él? Si es sólo una teoría que puedes discutir, una doctrina que puedes analizar, una creencia que puedes aceptar o rechazar, entonces tú eres más grande y este Dios es sólo parte del mobiliario de tu mente, es una cosa muerta.

Siempre que hable contigo, recuerda esto: cualquier cosa que yo diga, no es para matar tu indagación, no es para darte explicaciones. No me interesa darte respuestas. Más bien, por el contrario, es para hacerte más inquisitivo y que puedas penetrar profundamente en los misterios. Mis respuestas te traerán cuestionamientos más profundos y llegará un momento en que todos los cuestionamientos se terminarán —no que hayas recibido todas las respuestas sino que toda respuesta será insustancial—. Entonces, el misterio será total, entonces se encontrará por todos lados, dentro y fuera. Entonces te habrás vuelto parte de él; entonces flotarás en él; te habrás convertido también en un ser misterioso y, sólo entonces, las puertas se abrirán.

Ahora puedo responder por qué estoy con vosotros y por qué vosotros estáis aquí conmigo. Lo primero: no es sólo aquí, en este momento, que vosotros estáis conmigo —habéis estado antes—. La vida está tan estrechamente vinculada, que fluye como un río. La dividimos en pasado, presente y futuro, sin embargo, la división es sólo utilitaria. La vida no se divide. El fluir de la vida es coincidente.

El río Ganges en su origen mismo, el río Ganges al atravesar el Himalaya, el río Ganges en las planicies, el río Ganges al caer en el océano, es uno solo. Es coincidente. El origen y el final, el principio y el fin, no son dos cosas por separado, es un solo fluir. No es pasado y futuro, es un eterno presente. Esto debe ser profundamente entendido.

Vosotros habéis estado conmigo. Vosotros estáis conmigo. No es una cuestión del pasado. Si podéis estar en silencio, si podéis dejar la mente a un lado por un momento, si podéis convertiros en una nube blanca suspendida sobre una colina, sin pensar, tan sólo existiendo, podréis sentirlo. Vosotros habéis estado conmigo, vosotros estáis conmigo, vosotros estaréis conmigo. El estar conmigo no es una cuestión de tiempo.

Alguien le preguntó a Jesús: “Tú hablas de Abraham, ¿cómo sabes de él?... Porque existe un gran intervalo entre los días de Abraham y los de Jesús, miles de años”. Y Jesús dijo una frase muy misteriosa, la más misteriosa que jamás haya aseverado. Dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy”. Antes que Abraham fuese, yo soy: el tiempo se disolvió.

La vida es un eterno presente. Siempre hemos estado aquí y ahora, por siempre, para siempre. En diferentes formas, con diferentes aspectos y, por supuesto, en diferentes situaciones. Pero hemos existido por siempre y para siempre.

Los individuos son ficciones. La vida no se divide. No somos como islas, somos uno solo. Esta unicidad debe ser percibida y, una vez que percibís esta unicidad, el tiempo desaparece, el espacio carece de sentido. De pronto sois arrebatados del tiempo y del espacio. Entonces existís, simplemente existís.

Alguien le preguntó a Buda: “¿Quién eres?” Y Buda respondió: “No tengo rango alguno. Simplemente soy”.

Soy, pero no tengo rango alguno.

Ahora mismo podéis vislumbrarlo. Si no estáis pensando, entonces ¿quiénes sois? ¿Dónde está el tiempo? ¿Existe algún pasado? ¿Existe entonces algún futuro? Entonces este momento se convierte en la eternidad. Todo el proceso del tiempo es sólo un ahora muy prolongado. La totalidad del espacio tan sólo se ha expandido hasta aquí.

Entonces, cuando preguntáis por qué estoy aquí o por qué estáis aquí, es porque ésta la única manera de estar. No puedo estar en ninguna otra parte, vosotros no podéis estar en ninguna otra parte. Así es como nos hemos reunido. Quizás no podéis verlo ahora mismo. Los lazos no son tan claros para vosotros porque vuestra propia inconsciencia no es clara para vosotros, pues no os conocéis a vosotros mismos totalmente. Vosotros conocéis una décima parte de vuestro ser y las nueve décimas restantes se encuentran tan sólo sumidas en la oscuridad.

Vosotros sois como un bosque con un pequeño claro. Los árboles se han talado y se ha creado un pequeño espacio libre en el cual poder vivir. Pero justo después de ese pequeño claro, se encuentra el oscuro bosque. No conocéis sus fronteras. Y le teméis tanto a la oscuridad y a los animales salvajes, que nunca salís de vuestro espacio. Sin embargo, éste es sólo una parte del oscuro bosque. Conocéis sólo una parte de vuestro ser.

Yo os veo como vuestra total oscuridad, como todo vuestro bosque. Y una vez que veo a un solo individuo en su totalidad, todos los individuos se ven involucrados porque el bosque no se separa. En esa oscuridad, las fronteras se unen, se mezclan y se vuelven una sola.

Vosotros estáis aquí. Si atiendo demasiado a un solo individuo, entonces me estaré concentrando en mí mismo. Sin embargo, aunque me concentre, sigo sintiendo cómo vuestras fronteras se mezclan entre sí. Así entonces, para ciertos fines quizás os tome como un solo individuo aunque en realidad no es así. Cuando no estoy concentrado, simplemente os veo sin veros —sólo una mirada y, entonces, ya no estáis ahí—. Vuestras fronteras se unen con las de los demás y no sólo con otros seres humanos: con los árboles, con las rocas, con el cielo... todo. Las fronteras son ficción, por lo tanto, los individuos son ficticios.

Yo estoy aquí porque no puedo estar en ninguna otra parte. Así es como la vida ha sucedido. Vosotros estáis aquí porque no podéis estar en ninguna otra parte. Así es como la vida os ha sucedido. Pero es difícil aceptarlo. ¿Por qué es difícil aceptarlo? Porque entonces no podéis manipularla, entonces la vida se vuelve más grande que vosotros.

Si yo digo: “Tú estás aquí porque eres un gran buscador de la verdad”, entonces te sentirás cómodo. Si estás aquí porque eres un gran buscador, entonces el ego se ve satisfecho. Entonces, si lo prefieres, puedes marcharte. Entonces eres quien elige. Entonces estarás en control de la vida y no la vida en control de ti. Sin embargo, no es eso a lo que me refiero sino a que estás aquí porque la vida ha sucedido de esta manera. No podrías haber elegido, pues no es tu elección. Aun si te marcharas, ésa no sería tu elección. De nuevo, será así como la vida te ocurra. Si eliges quedarte, ésa tampoco será una elección. La elección no es posible. La elección es posible sólo con el ego.

Siempre que el ego no sea alimentado, se podrá sentir el desasosiego y la incomodidad. Por lo tanto, hay dos maneras de estar cómodos: una es seguir alimentando al ego y, la otra, es simplemente dejarlo caer. Y recordad que la primera es temporal. Mientras más alimentéis al ego, más demandante se volverá y en eso no habrá fin.

Por lo tanto os digo: La vida ha sucedido de tal manera, que yo estoy aquí y vosotros estáis aquí. Y eso ha sucedido muchas veces antes y seguirá sucediendo de la misma manera. Si podéis comprender esto, muchas cosas más se volverán posibles de inmediato. Si comprendéis esto, seréis más abiertos y menos cerrados, seréis más vulnerables y más receptivos. Entonces no tendréis miedo. Entonces la vida podrá pasar a través de vosotros. Entonces la vida se convertirá solamente en una brisa y vosotros os convertiréis en una habitación vacía y la vida irá y vendrá... y vosotros lo permitiréis. Permitir es el secreto el secreto de todos los secretos.

De ahí que subraye e insista en que vosotros no estáis aquí por alguna elección de vuestra parte. Yo no estoy aquí por alguna elección de mi parte. Por lo que a mí se refiere, no puede haber ninguna elección porque no lo soy. Por lo que a vosotros se refiere, quizás os imaginéis que estáis aquí por vuestra propia elección, pero eso no es un hecho.

Y yo no alimentaré sus egos porque éstos deben ser destruidos. De eso se trata todo el cometido: de cómo destruiros, porque una vez que vuestras fronteras sean destruidas, vosotros seréis infinitos. Eso puede suceder justo en este momento. No existe obstáculo para eso, sólo existe vuestra persistencia.

Muchas personas vienen a mí y preguntan: “¿Hemos estado contigo antes?” Si digo que sí, se sienten muy bien. Si digo que no, se sienten rechazadas, humilladas. ¿Por qué? Vivimos en la ficción. Vosotros estáis aquí conmigo —eso no es tan significativo—. Estuvisteis conmigo en el pasado —eso parece ser más significativo—. Y os estáis perdiendo este momento cuando podéis estar realmente conmigo, porque el estar conmigo no es un fenómeno físico. Podéis sentaros a mi lado y quizás no estar conmigo. Podéis aferraros a mí durante años y quizás no estar conmigo ni por un solo momento, porque el estar conmigo sólo significa que no lo estáis.

Yo no estoy, y si por un solo momento tampoco vosotros estáis ahí, se llevará a cabo una unión: entonces dos vacíos se unen. Recordad que sólo dos vacíos se pueden unir, no existe la posibilidad de otra unión. Siempre que tengáis una unión, significará la fusión de dos vacíos.

El ego es muy sólido, demasiado sustancial para poder fusionarse. Por lo tanto, podéis luchar, chocar pero no podéis uniros. Podéis tocaros pero nunca estaréis juntos. Podéis uniros y, aun así, no estar unidos. Podéis tocaros mutuamente y, aun así, permanecer sin tocarse. Vuestro vacío seguirá siendo una tierra virgen que no ha sido penetrada.

Pero cuando el ego no está ahí, cuando no estás sintiendo mucho al Yo, cuando no estás pensando en ti mismo en absoluto, cuando no hay un interés personal, a eso, Buda le llama anatta: el no egoísmo. Buda fue muy mal interpretado. En la India, la gente hablaba de atman: el yo, el yo supremo. Todos buscaban al yo supremo, cómo convertirse en el yo absoluto. Y entonces Buda viene y dice: “No existe un yo que deba ser alcanzado; más bien, por favor, sé un no-yo”. Sus enseñanzas no podían ser aceptadas y Buda fue expulsado de este país. No fue aceptado en ninguna otra parte. Un Buda siempre es expulsado. A dondequiera que vaya será expulsado porque te golpea tan profundamente, que no puedes tolerarlo. Él dice que no existes.

Cuando estás desolado, cuando sólo existe un vacío, sucede la unión. Cualquier persona capaz de estar desolada, se fusionará. Y esta es la única manera de volverse uno con la existencia. Podéis llamarlo amor, podéis llamarlo oración, podéis llamarlo meditación o cualquier cosa que queráis.

Estáis aquí porque la vida ha sucedido de esa manera. Yo estoy aquí porque así es como la vida me ha sucedido.

Y esta posibilidad de estar cerca de mí se puede usar, se puede desperdiciar, se puede dejar perder por completo. Si falláis, entonces tampoco será la primera vez. Muchas veces habéis estado conmigo. Quizás no haya sido exactamente conmigo; muchas veces estuvisteis con un Buda, y eso era estar conmigo. Muchas veces estuvisteis con un jina, con un Mahavira y, eso, era estar conmigo. Muchas veces estuvisteis alrededor de Jesús, de Moisés o de Lao Tsé, eso, era estar conmigo. Un Lao Tsé o un Buda no pueden definirse de ninguna manera; son dos vacíos y dos vacíos no tienen cualidades qué comparar. Quizás habéis estado con un Lao Tsé y yo digo que estuvisteis conmigo porque no hay nada qué comparar. Un Lao Tsé es un vacío. Dos vacíos son exactamente lo mismo, no podéis hacer ninguna comparación. Sin embargo, habéis fallado. Habéis estado fallando muchas veces. Podéis fallar nuevamente.

Y recordad que sois sabios, inteligentes, calculadores. Aunque falléis, fallaréis muy sabiamente. Lo racionalizaréis. Diréis que no había nada qué ganar. O buscaréis argumentos que oculten el hecho. Si os volvéis alerta a esta posibilidad de fallar, entonces la unión se vuelve posible de inmediato. Y digo de inmediato, no hay necesidad de posponerla.

Y esto es algo significativo, que la vida ha sucedido de tal manera, que vosotros estáis aquí. Hay millones ahí y la vida no ha sucedido de tal manera. Vosotros sois afortunados, pero no hagáis de eso un alimento para el ego, porque si vuestro ego saca algún provecho de eso y se vuelve más fuerte, os habréis perdido de esa fortuna. Vosotros sois afortunados pero esa posibilidad sigue abierta. Podéis crecer en su interior o podéis salir de ella. Y esto es algo extraño, extraño por muchas razones.

Primero, es muy difícil sentirse atraído hacia una persona que está desolada —muy difícil porque el vacío no es una fuerza tan magnética—. Os sentís atraídos hacia un hombre que “tiene” algo. ¿Por qué nos sentimos atraídos hacia un hombre que tiene algo?, porque tenemos deseos. También nosotros queremos obtener algo. Os sentís atraídos hacia un político que tiene poder porque estáis orientados hacia el poder, deseáis el poder. Entonces cualquiera que lo tenga se convierte en el ídolo, en el héroe. Os sentís atraídos hacia una persona que tiene muchas riquezas. Como sois pobres, en el fondo anheláis las riquezas. Entonces cualquiera que las tenga se convierte en el ideal. ¿Pero por qué debería uno sentirse atraído hacia una persona que no tiene nada?

Esto es una suerte, una rara posibilidad. Algunas veces la vida sucede de tal manera, que os sentís atraídos hacia una persona que no tiene nada, que está vacía. No obtendréis nada de ella, más bien todo se perderá con ella. Es una apuesta. Por lo tanto, sois jugadores —por eso es que estáis aquí—. Y a menos que apostéis todo, perderéis, porque esta apuesta no puede ser parcial —las partes no pueden aceptarse—. Ésa no es la regla de este juego.

Entonces, no vaciléis, apostad todo lo que tengáis. Es algo peligroso y arriesgado. Por eso digo que es extraño sentirse atraído hacia un Buda o hacia un Jesús. Muy pocos se ven atraídos. Vosotros conocéis a Jesús... muy pocos, sólo doce discípulos. Y hombres muy comunes: algunos son pescadores, algunos son carpinteros, algunos son granjeros —no son importantes de ninguna manera—, tan sólo son gente común. ¿Por qué esa gente tan común se siente atraída hacia Buda o Jesús? El ser común es una cualidad muy poco común porque aquellos que no son comunes persiguen un viaje hacia el ego: riquezas, poder, estatus. Un granjero, un pescador, un carpintero —personas insignificantes, totalmente ordinarias, que no buscan beneficio alguno— se ven atraídos hacia Jesús.

Ser común es algo poco frecuente; ser absolutamente ordinario es algo realmente extraordinario. Se sabe que los maestros Zen decían continuamente: “Vuélvete ordinario y entonces te convertirás en algo extraordinario”. Todo ser ordinario está tratando de ser extraordinario: eso es lo común. Tan sólo sigue siendo ordinario. Eso significa que no debes buscar algo, no debes buscar ningún logro ni debes, de ninguna manera, estar orientado hacia una meta sino vivir momento tras momento, desplazándote. Eso es lo que yo os estaba diciendo: desplazándonos como una nube blanca.

Vuestra presencia aquí es algo extraordinario también por otras razones... porque la mente humana siempre le teme a la muerte. Se aferra a la vida, existe ahí un anhelo por la vida.