Nabokov en 90 minutos - Paul Strathern - E-Book

Nabokov en 90 minutos E-Book

Paul Strathern

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Beschreibung

Muy pocos autores del siglo XX, si es que hay alguno, pueden alardear de haber escrito tantas obras maestras. Al usar el inglés, Nabokov transformaba la lengua haciéndola enteramente suya. Le iba a su carácter como un guante: su compleja articulación, sus florituras y guiños, encajan perfectamente con la complejidad de su mente de hechicero. Cada juego de manos cuadra con cada adorable artificio del pensamiento como una extensión sigue a otra y cada obra maestra a la anterior. Ninguna lista de maestros del siglo XX estaría completa sin él. En Nabokov en 90 minutos, Paul Strathern nos ofrece un relato conciso como experto en las ideas y vida de Nabokov y explica su influencia sobre la literatura y en la lucha del hombre para entender su lugar en el mundo. El libro incluye asimismo una cronología de su vida y época, así como lecturas recomendadas para quienes quieran saber más.

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Siglo XXI

Paul Strathern

Nabokov

en 90 minutos

Traducción: Sandra Chaparro

Muy pocos autores del siglo XX, si es que hay alguno, pueden alardear de haber escrito tantas obras maestras. Al usar el inglés, Nabokov transformaba la lengua haciéndola enteramente suya. Le iba a su carácter como un guante: su compleja articulación, sus florituras y guiños, encajan perfectamente con la complejidad de su mente de hechicero. Cada juego de manos cuadra con cada adorable artificio del pensamiento como una extensión sigue a otra y cada obra maestra a la anterior. Ninguna lista de maestros del siglo XX estaría completa sin él.

En Nabokov en 90 minutos, Paul Strathern nos ofrece un relato conciso como riguroso de las ideas y vida de Nabokov y explica su influencia sobre la literatura y en la lucha del hombre para entender su lugar en el mundo. El libro incluye asimismo una cronología de su vida y época, así como lecturas recomendadas para quienes quieran saber más.

«90 minutos» es una colección compuesta por breves e iluminadoras introducciones a los más destacados filósofos, científicos y literatos de todos los tiempos. De lectura amena y accesible, permiten a cualquier lector interesado adentrarse tanto en el pensamiento, los descubrimientos y la obra de cada figura analizada como en su influencia posterior en el curso de la historia.

Diseño de portada

RAG

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Nota editorial:

Para la correcta visualización de este ebook se recomienda no cambiar la tipografía original.

Nota a la edición digital:

Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

Título original

Nabokov in 90 minutes

© Paul Strathern, 2005

© Siglo XXI de España Editores, S. A., 2016

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.sigloxxieditores.com

ISBN: 978-84-323-1815-3

Introducción

Los primeros años de la vida de Nabokov estuvieron marcados por dos sucesos que dejaron en él una honda huella. El 24 de octubre de 1917, el gobierno provisional ruso del que formaba parte su padre fue derrocado por la Revolución bolchevique. Cuando volvió a casa esa noche, el joven dandi de 18 años que era Nabokov por entonces siguió componiendo una serie de poemas de amor dedicados a dos chicas diferentes, pero luego señaló: «Mientras escribía oía disparos de rifle y el traqueteo de una ametralladora que disparaba en la calle». A la mañana siguiente Nabokov se levantó como siempre y, haciendo caso omiso de los disparos que sonaban en la calle, hizo su ejercicio cotidiano con el saco de boxeo que tenía su padre en la biblioteca. Unos soldados entraron en la casa por la ventana, pero el mayordomo logró convencerles de que el joven no era un cosaco listo para tenderles una emboscada y les sacó de la habitación. Nabokov se bañó y vistió, luego bajó al patio, donde le esperaba el chófer de la familia con el Rolls-Royce para llevarles a él y su hermano pequeño a la escuela.

Cinco años después la familia Nabokov vivía en Berlín en el exilio. El padre de Nabokov dirigía el periódico en lengua rusa Rul’ (El Timón) que defendía puntos de vista moderados, condenando los excesos tanto de los revolucionarios rusos como de la extrema derecha de los zaristas exiliados. El 28 de marzo de 1922, el padre de Nabokov apareció en un acto público junto a Pável Miliukov, uno de los líderes de la facción moderada. Nabokov, que ya tenía 22 años, no sentía interés alguno por este tipo de reuniones y no asistió. Él y su hermano Serguéi estaban de vacaciones; estudiaban en la Universidad inglesa de Cambridge gracias al dinero obtenido con la venta de las perlas que su madre había logrado sacar de Rusia cuando huyeron tras la Revolución.

Ese día de marzo de 1922, el joven Vladimir Nabokov escribía en Berlín en su diario:

Volví a casa sobre las nueve de la noche tras un día estupendo. Después de cenar me senté junto al diván y abrí un pequeño volumen de Blok. Mi madre estaba semirreclinada y hacía solitarios con paciencia […]. Yo leía en voz alta aquellos tiernos poemas sobre Italia, sobre la húmeda Venecia repleta de ecos, sobre Florencia, un lirio humeante.

Sonó el teléfono en el pasillo y fue a contestar, «furioso porque habían interrumpido mi lectura».

Le dijeron por teléfono, que la reunión a la que asistía su padre había terminado en extrañas circunstancias. Un asesino había subido al escenario con la intención de matar a Miliukov. El padre de Nabokov se había dado cuenta de lo que estaba pasando y se había enfrentado al criminal. Un segundo asesino, el fanático zarista Serguéi Taboritski, había matado al padre de Nabokov confundiéndole, al parecer, con Miliukov. El intento de asesinato había fracasado pero el padre de Nabokov estaba muerto.

Nabokov estuvo desolado. Había idealizado a su padre y tenían una relación muy íntima, a pesar de que sus intereses eran muy diferentes. Primero habían tenido que ir al exilio y ahora la familia Nabokov hubo de separarse. La madre y hermanas de Nabokov se fueron a vivir a Praga y su hermano Serguéi a París. Tras licenciarse en Cambridge, Nabokov volvió a Berlín, donde se ganaba la vida a duras penas escribiendo novelas y cuentos en ruso. En 1936 los nazis nombraron al asesino de su padre, Serguéi Taboritski, supervisor de la comunidad de emigrantes rusos de Berlín y Nabokov huyó a París con su esposa medio judía y su hijo de dos años. Cuando su madre enfermó en 1938 no pudo ir a verla. Dos años después, cuando los nazis ocuparon Francia, Nabokov pudo conseguir un camarote para él y su familia en el último barco de pasajeros que salió de Francia hacia Norteamérica. Su hermano Serguéi, que se encontraba fuera de París en ese momento y se quedó en Francia, moriría en un campo de concentración. Nabokov, un escritor desconocido con una familia a la que mantener, llegó a Estados Unidos con 41 años y sin dinero. En su equipaje llevaba el manuscrito de una novela fallida titulada Vol­shenik(El hechicero), en la que se narraba la historia de un hombre de mediana edad que siente una gran pasión por una niña de 12 años a la que acabaría llamando Lolita.

Vida y obra de Nabokov

Vladimir Nabokov descendía de una distinguida familia rusa; su tío bisabuelo, el general Iván Nabokov, había peleado contra el ejército de Napoleón en la batalla de Borodino, en 1812. Más tarde le nombraron gobernador de la famosa Fortaleza de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo, donde Dostoievski fue su prisionero. El abuelo paterno de Vladimir Nabokov, Dmitri Nabokov, fue ministro de justicia de tres zares, nada más y nada menos, aunque en aquellos tiempos de autocracia su cargo fuera un oxímoron. Lo cierto es que sus ideas liberales moderadas le granjearon la enemistad del tiránico Alejandro III. La rica y sofisticada familia Nabokov acabaría siendo conocida por sus ideas liberales, que el padre de Nabokov hizo explícitas. V. D. Nabokov se convirtió, en 1906, en uno de los miembros de la primera Duma (el Parlamento ruso) democráticamente elegida. Cuando el zar Nicolás II adoptó la decisión inconstitucional de disolver la Duma, V. D. Nabokov reunió a la disuelta Duma en Viborg desafiando al zar. Su papel en el asunto le costaría tres meses de cárcel en 1908 y le prohibieron volver a participar en política. Nueve años después, cuando depusieron al zar, V. D. Nabokov fue ministro del corto gobierno provisional que, en octubre de 1917, sería depuesto a su vez por Lenin y los bolcheviques.

El hijo de V. D. Nabokov, Vladimir Vladimirovich Nabokov, nació en San Petersburgo el 10 de abril de 1899. Tras la reforma del calendario ruso y algunos errores documentales, el cumpleaños de Vladimir pasó a ser el 23 de abril, fecha en la que, como bien señalara el mismo Nabokov, «también habían nacido Shakespeare y Shirley Temple (la famosa niña de los rizos estrella de cine)». Nabokov creció en el ambiente culto y privilegiado que cabe esperar de una de las principales familias rusas. Pasaban la brillante «temporada» de invierno en la capital, San Petersburgo, y los meses de verano en ese bucólico idilio que eran las casas de campo de la familia. Volodia, como le llamaban en la intimidad, era el primogénito y sus padres lo adoraron desde el principio. La llegada de hermanos y hermanas no le arrebataría su privilegiada posición. Esta situación imprimiría un fuerte narcisismo a su carácter que luego afectaría a sus escritos. Lo que redimiría su calidad sería el patetismo de todo lo perdido por Narciso. De su interés por las minucias de su país de origen, del que el exilio le había alejado para siempre, y las infantiles emociones que este le hacía evocar, surgiría su magistral obra autobiográfica Habla, memoria. El libro refleja una autocomplacencia muy juvenil que resulta especialmente apropiada para estas memorias, aunque a veces el estilo de su prosa sea un poco «rosa»:

Los blasonistas inexpertos recuerdan a esos viajeros medievales que regresan de Oriente cargados de fantasías faunísticas más influidas por el bestiario que ya poseían antes de partir que por la exploración zoológica directa. Así, en la primera versión de este capítulo, al describir el escudo de armas de los Nabokov (descuidadamente vislumbrado entre algunas chucherías familiares varios años atrás), conseguí de algún modo transformarlo en una extraña composición en la que dos osos posaban sosteniendo entre ambos un gran tablero de ajedrez.

En Habla, memoria Nabokov evoca desde el escudo familiar a la morfología de sus cejas y narices:

La nariz de los Nabokov (por ejemplo, la de mi abuelo) es de tipo ruso, con la suave punta arremangada y, de perfil, con una leve curvatura cóncava.

Solo el egoísta más convencido, cuya convicción se extiende a una aguda autoconciencia literaria, puede llevar a cabo un escrutinio tal sin caer en la halitosis verbal. El exhibicionista debe ser consciente en todo momento de que se está exhibiendo, y Nabokov desempeñaba estos dos roles conservando un delicado equilibrio. Describe el relato sobre su infancia como «una senda privada que discurre en paralelo al camino de esta década problemática». Pero no hay que confundir esa senda privada con un relato exacto de la realidad aunque Nabokov diga lo contrario. Él tendía, como todos, a recordar solo lo que quería recordar. Lo que daba viveza a la narración era la pérdida total que supuso el exilio. Como nunca podría volver al lugar donde había vivido el pasado, convirtió cada defectuoso cristal de su memoria en una gema. Nabokov no mentía sobre sus recuerdos, simplemente quería evocar todo aquello que había perdido de forma tan dolorosa. Pasaba por encima de todo recuerdo desagradable imposible de maquillar, lo que se aprecia escudriñando el texto: hasta las gemas arrojan sombras minúsculas. Es un problema que llegaría a afectar a las grandes obras posteriores de Nabokov, aunque Habla, memoria sin duda también sea una de ellas.