Contenido
LAS MENTIRAS
Prólogo
Capítulo
Parte 1
Capitulo
Gema
Epílogo extra
FIN
EL ALMA
EL ALMA
Nota de autor
NO OLVIDES LAS REGLAS…
Prólogo
Capítulo 1
Casandra
Capítulo 2
Casandra
Capítulo 3
Dimitri
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
—Esa cosa es un lobo y se llama Fenrir[13].
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Hace cinco años
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Epílogo
Dos días después…
Un mes después…
Presente
Epílogo Extra
Capítulo 1
Agradecimientos
portada
Copyright © 2025 Kris Buendia.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
1ra Edición especial 2 en 1
Julio 2025
LAS MENTIRAS DE MI VILLANO. LIBRO 2.
EL ALMA DE MI DEMONIO. LIBRO 3.
Serie Pétalos de sangre
Diseño y Portada: Kaos Studio 28.
Maquetación y Corrección: Kaos Studio 28.
Obras publicadas por Kris Buendía
Saga La Profesional
Incitación
Fascinación
Redención
El regalo Perfecto
Saga Pétalos de Sangre
La Obsesión de mi Bestia
Las Cicatrices de mi Monstruo
Las Mentiras de mi Villano
El Alma de mi Demonio
La Sangre de mi Diablo
El Corazón de mi Sombra
La Devoción de mi Fantasma
Trilogía Quédate conmigo
Quédate conmigo: No tengas miedo
Quédate Conmigo o vete: No te vayas
Quédate conmigo siempre: No me olvides
Quedate, pequeña mía.
Saga Un Dulce Encuentro
Un Dulce Encuentro en el Paraíso
Un Dulce Encuentro en el Infierno
Un Dulce Encuentro en el Perdón
Amarga Inocencia
Saga Seducida
Seducida
Atrapada
Hermoso Pecado
Bilogía Nunca
Nunca me dejes de amar
Nunca me dejes ir
Bilogía Ivanovic
La misión Ivanovic
El imperio Ivanovic: La redención de Aleksei Ivanovic
Bilogía El Malo (Villanos)
El Malo
El Malo: La Redención de Lucifer
Lucifer.
Trilogía Criminal
Una criminal culpable
Una criminal liberada
Una criminal engañada
Trilogía Asylum
Mi guardián
Mi oscuridad
Mi salvación
Vicious King.
Bilogía Arte y Placer
Arte y placer
Arte y Venganza.
Novelas independientes
Arráncame el corazón
C de Cenicienta
La Mansión
Mentira
Dulce perdición
Un extraño en el bosque
Corrompida
B de Bella.
Nivel de Oscuridad
Nivel de Oscuridad Bajo
Un Dulce Encuentro en el ParaísoUn Dulce Encuentro en el InfiernoUn Dulce Encuentro en el PerdónAmarga InocenciaQuédate conmigo: No tengas miedoQuédate conmigo o vete: No te vayasQuédate conmigo siempre: No me olvidesQuédate, pequeña míaC de CenicientaB de BellaEl regalo Perfecto
Nivel de Oscuridad Medio
SeducidaAtrapadaHermoso PecadoNunca me dejes de amarNunca me dejes irLa misión IvanovicEl imperio Ivanovic: La redención de Aleksei IvanovicUna criminal culpableUna criminal liberadaUna criminal engañadaArte y PlacerArte y VenganzaCorrompida
Nivel de Oscuridad Alto
IncitaciónFascinaciónRedenciónLa Obsesión de mi BestiaLas Cicatrices de mi MonstruoLas Mentiras de mi VillanoEl Alma de mi DemonioLa Sangre de mi DiabloEl Corazón de mi SombraLa Devoción de mi FantasmaEl MaloEl Malo: La Redención de LuciferLuciferLa MansiónArráncame el corazón¡El amor me ha estafado!Un extraño en el bosqueMi guardiánMi oscuridadMi salvaciónVicious King
LAS MENTIRAS
DE MI VILLANO
LIBRO 3
SERIE PÉTALOS DE SANGRE
KRIS BUENDIA
Nota de autor
Querido lector, No sé si sabes, pero escribo libros que son bastante oscuros y algunos temas pueden ser muy sensibles para ti. Sabes que intento que te la pases bien leyendo mis historias, pero quiero que sepas que esta no es una novela común de romance oscuro. En ella encontrarás temas fuertes como: Proximidad forzosa, torturas muy explícitas, asesinatos a sangre fría, escenas eróticas muy detalladas, intento de violación (detalles no explícitos y tampoco entre los protagonistas) entre otros. Por favor, si este no es tu libro, no lo leas.
Así que lee bajo tu propio riesgo de perderte en cada una de las líneas y enamorarte de MI VILLANO.
Este es el primer libro de la serie PÉTALOS DE SANGRE. El cual se puede leer de forma independiente, pero para disfrutar la serie mejor, te aconsejo leas en orden en un futuro los libros que siguen.
Palabras que pueden encontrar y que quizás no sepas su significado.
Amore mio – Amor mío en italiano.
Bratva – nombre que se le da a una organización de mafia rusa.
Cosa Nostra – nombre que se le da a una organización de mafia italiana.
Malysh – малыш. Sustantivo bebé. Apodo en ruso para llamar “cariño”
Kostya – Diminutivo del nombre ruso Konstantin.
Pakhan – Líder de la mafia rusa.
PLAY LIST
Your guardian angel – The red jumpsuit apparatus
oha moe bce – nechaev
how villains are made – madalen duke
nothing to you – the broken view
come undone – bad omens
easy to love – bryce savage
angels by my side – solv
voices in my head – falling in reverse
one of the girls – the weeknd, jennie, lily-rose deep
like a villain – bad omens
villain era – bryce savage
killer – valerie broussard
just pretend – bad omens
watch the world burn – falling in reverse
lust – saint jhn
breathe on me – britney spears
superman – eminem
judas – lady gaga
oh. pretty woman – roy orbison
Enamórate del villano.
Él te protegerá, incluso si eso hace que lo envíes al cielo.
Prólogo
Konstantin
—¿¡Por qué te pusiste delante!? —Bear grita con voz entrecortada, la preocupación evidente en sus ojos mientras me observa en el suelo.
—Eres... eres mi hermano—respondo, mis palabras apenas un susurro entre el dolor que se intensifica con cada respiración.
—¡No debiste hacerlo! ¡Yo tenía que protegerte! —me interrumpe, consciente de que cada palabra que pronuncia consume más su desesperación.
El caos parece haber terminado justo a tiempo cuando siento la mirada de todos frente a mí. Rose en el suelo y Anton mirándome con lágrimas en los ojos. Se está volviendo loco. Veo a Rose y sonrío mirando a mi hermano.
—No la besé—confieso con dificultad, las palabras saliendo de mis labios como un susurro apenas audible…—Yo nunca... nunca te traicionaría.
—No hables de eso ahora.
—Eres... eres mi hermano… nunca te traicionaría.
Ahora mi maldito hermano comenzará a llorar y no quiero verlo, prefiero morir a verlo de esa manera. Sí, mejor cerraré los ojos… solo… por un breve momento.
Capítulo
1
Gema
Recordé cuando me observaba dormir. Cree que no me daba cuenta, pero lo hacía desde tuve uso de razón y sabía que no era nada normal que tu hermano mayor te observara dormir.
Él me odiaba. No era el hermano varón que pidió. Era una pequeña niña asustada, y me odiaba por eso.
Había dejado de dormir en mis pantalones cortos y top holgado que apenas cubría mis pechos. Se me revuelve el estómago con solo recordar cómo su respiración hizo que me despertara a media noche en medio de mi pesadilla.
Me quedé ahí con los ojos abiertos sin poder moverme. La última vez que había sufrido de parálisis de sueño fue cuando mi hermano me dijo que mis padres habían muerto el día de mi cumpleaños diecinueve, después de graduarme en la universidad en tiempo récord. Su auto se fue en un barranco donde al tocar el suelo, explotó.
Mi hermano acababa de cumplir los veintiséis, él se hizo cargo de mí y de todo el imperio Rossi.
Fue cuando toda mi pesadilla comenzó.
—Tu vida no tiene que cambiar, Gema. Vive conmigo y no te metas en problemas—me había dicho. No había quedado nada. Mientras estaba devastada por su muerte, él ya estaba tomando decisiones para todos, incluso decidiendo qué debía y no hacer con mi vida.
Lo odiaba. Él nunca me había querido de verdad, siempre me miraba con recelo. Como si yo no tuviera el derecho de haber crecido en esta familia. Cuando los Rossi me adoptaron yo tenía cuatro años y Salvatore nueve, casi diez. No tengo un solo recuerdo de él jugando conmigo o tomando el rol de hermano mayor y protector. Solamente fingía cuando nuestros padres observaban. Incluso rompía mis huesos y mi nariz cuando ellos no estaban mirando en el jardín y decía que yo era demasiado frágil e inútil para él.
Mercancía dañada.
Su padre lo abofeteaba por ello y Salvatore más me odiaba mientras crecía. Cuando me fui a la universidad con solo dieciséis me obligué a terminar mi carrera de ingeniería química en tres años en vez de cuatro y luego…todo comenzó. Un año después aquí estoy, en la cárcel que ha construido para que vivamos él y yo mientras se reconvierte en un ser asqueado y vil.
Dejó caer mis muletas y ruedo sobre la cama para gritar contra a la almohada. Ni siquiera tengo a mí mejor amiga conmigo como quisiera. Se encargó de que todos siempre me odiaran.
—Nadie es demasiado bueno para ti, hermanita.
Sus palabras hacen eco como un recordatorio de la cárcel de oro donde estoy encerrada ahora. ¿Mis muletas? Es lo único que controlo. Tuve un accidente el mismo día del funeral y desperté sin sentir por completo mis piernas, he estado en rehabilitación desde entonces, pero algo hizo clic cuando ya no era “La perfecta Gema” mi hermano casi no me ve, y he sido invisible a él. Ahora solo quiere mis habilidades, aquellas por las cuales tengo el infierno ganado desde los dieciséis. Algo de él cambió desde las muerte de mis padres y no precisamente porque se sienta triste al respecto, es algo más.
Fue entonces cuando me di cuenta que estos dos objetos fríos me habían dado la seguridad que tanto había pedido. Es por eso que fingí seguir necesitándolos. Quizás solo necesito un bastón, o cirugía, no lo sé, también hay cosas sobre mi accidente que no sé. Sigo usándolas, aunque no las necesite más, para fingir, para tener el control, para que el asesino de mi hermano no vuelva a pensar que soy perfecta. Sí es un asesino de la Cosa Nostra, un capo sin compasión. Las odio, pero son mi salvación, han sido el repelente perfecto que necesitaba.
Ya no soy perfecta para él.
Capítulo
2
Unos días atrás
Gema
Lo he escuchado de nuevo decirle al Don Barone que está buscándome un marido. Apenas tengo veinte años y quiere que me case. Sabía que tarde o temprano tenía que hacerse, eso del matrimonio concertado. Mis padres, nuestros padres terminaron juntos por un matrimonio arreglado entre sus familias y funcionó. Aunque ellos se mantuvieron lejos de la Cosa Nostra y el caos, el Don los había protegido bajo su ala a cambio de los servicios de mi hermano. Pero no quiere decir que vaya a funcionar para mí.
—Quiero que se case cuando deje de usar las malditas muletas.—dijo con autoridad—nadie quiere casarse con una jodida lisiada.
En ese momento hubo una rabia en mí que no supe controlar. ¿Cómo se atrevía? Lo encaré y lo golpeé fuerte con el teléfono en el rostro sin parar. Pensaba que me estaba volviendo loca, hasta que vi la sangre en una de sus cejas y supe que la había cagado. No vi venir el golpe a continuación. Me desplomé en el suelo junto a mis dos muletas, tampoco vi venir sus patadas.
Estuve tres días inconsciente. Hubiera preferido que me matara ahí mismo, pero no lo hizo. Supo controlarse a tiempo cuando escuché el grito de mi nana.
—Si vuelves a ponerle una mano encima de esa manera yo misma le diré al Don que has roto la regla familiar.
No matas a la familia. Y no golpeas a mujeres indefensas.
—Ella se lo buscó, Esperanza.
—Es tu hermana. Es vulnerable.
—Entró como una maldita loca a golpearme. Me tomó desprevenido. No iba a dejar que me matara.
Casi puedo escuchar la risa de la nana. ¿Matarlo? Solo quería mostrar un punto. No puede decidir mi maldita vida de esa forma.
—Tiene veinte años. Eres el doble de su tamaño. Ella jamás te mataría.
—Mira mi maldita cara—gruñe.
—¿Y qué? Seguro te lo merecías. Ella ha estado inconsciente tres días por tu culpa. Sigues siendo culpable, Salvatore. Debes controlarte.
Escucho que cierra la puerta y por fin abro los ojos. No soy consciente de que mi cama se hunde al lado mío. El dolor en mi cabeza viene a continuación con lágrimas brotando de mis ojos.
—Nenita—Nana limpia mis lágrimas y no la veo, solo el techo blanco y vacío de mi habitación. Estoy molesta conmigo misma. Con ella. Con Salvatore, con mis padres. Con todos. Me dejaron sola a manos de él. Se cree dueño de mi vida y lo peor es que literalmente lo es. Estoy encerrada en esta casa sin poder salir como yo quisiera, me hace hacer cosas de las cuales nunca me perdonaré.
Quiero morir, quiero una muerte rápida. Pero luego recuerdo a mis padres, veo a Nana y todo tiene un poco de sentido, el luchar por mi libertad, quizás si solo espero, si solo sigo haciendo lo que mi hermano me pide pueda ser libre, pronto tendré veintiuno, aunque ya puedo tener treinta y Salvatore Rossi pensará que es mi maldito dueño siempre.
Él siempre se sale con la suya.
Quizás la idea de casarme sea algo bueno. Así puedo salir de aquí. Casarme con un italiano fuerte y poderoso como mi hermano, estaría tan enamorado de mí que no dejaría que mi hermano me controlara. Pero quizás, sea mi nuevo marido quien me controle, me embarace y me encuentre en el mismo infierno una y otra vez.
—No voy a casarme—le digo—primero me suicidaré. No me dejaré controlar por otro hombre ni por la Cosa Nostra.
—Gema—mi nana hace que la vea cuando toca mi rostro magullado—No vas a casarte, no ahora. Si sigues… con tu plan.
—Estoy cansada de mi plan.
—Ha funcionado hasta ahora, nenita. No te des por vencida. Usar las muletas no es tan malo.
—Eso no evitó que me golpeara hasta sacarme la mierda.
—Si le vieras la cara—ambas nos reímos. Imaginarme que tuviera que explicar cómo su pequeña hermana lo había golpeado con un teléfono sin parar es algo divertido —Está hecho una mierda.
—Bueno, yo también. Lo puedo sentir, la cabeza va a explotarme.
—Te traeré tu medicación para el dolor y algo de comida. ¿Necesitas algo más?
—Un arma—le digo y ella pone los ojos en blanco.
—Eres lista, puedes construir una propia, hasta la puedes pintar de tu color favorito… el azul.
…
Casi un mes después estoy de vuelta en mi propia cárcel, trabajando para mi hermano. Yendo a mi rehabilitación que es malditamente dolorosa y escapándome con mi mejor amiga al club de nuestros enemigos, la Bratva. Molly tiene veinte como yo, sus padres son parte de la Cosa Nostra, hemos crecido juntas y al menos mi hermano confía cuando estoy y salgo con ella, pero eso no significa que pueda verla como quisiera. Parte de su castigo es ese, no tener contacto con otras personas del mundo exterior.
El Golden Rose Elite club es hermoso desde la primera vez que lo vi. Al entrar me recibe una atmósfera de opulencia que me envuelve de inmediato. El vestíbulo está adornado con mármoles pulidos y brillantes lámparas de araña que arrojan destellos de luz dorada sobre los intrincados detalles de la decoración. El aroma embriagador de perfumes exóticos y cigarros finos llena el aire, mientras que la suave música de fondo añade una sensación de elegancia y sofisticación.
Esto es excitante.
Los miembros del club, vestidos con trajes impecables y vestidos deslumbrantes, charlan animadamente en pequeños grupos, disfrutando de copas de champagne y exquisitos bocados servidos por discretos camareros. Los rincones íntimos están decorados con lujosos sofás de terciopelo y cortinas pesadas que garantizan la privacidad de las conversaciones más exclusivas.
Camino por los pasillos alfombrados, admirando las obras de arte que adornan las paredes y los detalles meticulosos de la arquitectura. En cada rincón del club, se respira un aura de misterio y glamour, como si estuviera inmerso en un mundo aparte, donde el tiempo se detiene y solo existe el placer y el peligro.
Yo no debería de estar aquí.
Este club de lujo ruso es un refugio para los privilegiados, un lugar donde las reglas del mundo exterior parecen no aplicarse. Aquí, los sueños se convierten en realidad y los deseos más extravagantes se cumplen con solo chasquear los dedos. Es un santuario de la Bratva donde la riqueza y el poder se mezclan en perfecto placer.
De nuevo, yo no debería de estar aquí.
—Si mi hermano o tus padres se enteran que venimos acá van a matarnos—le digo a Molly quien me ayuda a esconder mis muletas por debajo de mi asiento en el área VIP. La música llena mis oídos y me muevo en mi asiento. Llevo un diminuto vestido azul brillante de tirantes que apenas cubren mi culo, junto con mis sandalias altas de diseñador color verde brillante con perlas, mi chongo o moño de seda del color de mi vestido en mi cabello y mucho maquillaje. Mi cabello es castaño oscuro, casi negro, lo que me ayuda siempre a verme un poco mayor de lo que soy, no es que quiera impresionar a nadie. De hecho, mi moño ya lo hace, me gusta usarlos desde pequeña, entre más ridículo es mejor me siento al respecto y a los hombres no les gusta. Salvatore lo piensa, pero no ha logrado que deje de usarlos como tampoco mis zapatos multicolor. De hecho, puedo decir que no me gusta hablar con los hombres por la forma en cómo me miran, creen que soy ridícula, lo sé, pero me gusta verme bonita y deseada en mi propio mundo.
—Para eso tendrían que enterarse, y no lo harán. Este club es discreto, y los dueños son de alto rango de la Bratva o una mierda así, como sea. —dice Molly pasando su cabello rubio de un hombro a otro—El Don tiene conexión con ellos, así que no somos del todo enemigos. Podemos venir aquí no te preocupes.
Molly comienza a bailar y beber como si no existiera un mañana. Yo odio beber demasiado, apenas y he tocado mi margarita. La sensación de alguien observándome hace que se me ponga la piel de gallina. Hay unos paneles oscuros arriba de nosotros en la parte superior del área VIP, si son oficinas de los dueños, pueden vernos y sé que alguien malditamente me está mirando ahora.
Cojo mi bebida y le doy otro sorbo, pero cuando veo a dos hombres salir de una de las áreas de arriba, me estremezco, está oscuro, solamente puedo ver sus siluetas. Son grandes, fuertes y uno lleva un traje y el otro chaqueta, no lo sé. Pero es el que llama mi atención. Su rostro es oscuro, no puedo ver sus ojos, nada, solo la forma y dirección a lo que creo que ve hacia enfrente. No se mueve, solo su amigo. Él está mirando a algo o alguien.
A mí.
El hombre de traje palmea su espalda como si se despidiera, de pronto se acerca a su oído y le dice algo. Entonces también me mira. Me pongo en alerta y veo mi teléfono, si Salvatore supiera que estoy aquí ya hubiera un caos desatado, pero no es el caso.
Un hombre invita a Molly a bailar y no presto atención a lo que me dice, solo asiento con la cabeza y la veo mover sus caderas con el chico que acaba de conocer frente a mí, nunca nos perdemos de la vista de la otra. Vuelvo a ver arriba y los dos hombres siguen ahí. Luego uno de ellos, el segundo tipo grande le hace una seña a uno de los camareros del piso cercano y este asiente, se acerca a ellos y le ordena algo.
Ellos deben ser los dueños de este lugar. Tiene que serlo, porque veo al camarero asentir con la cabeza como si fuera la maldita realeza y se va. Minutos después, el camarero trae consigo otra de mis bebidas.
—Lo siento, no he ordenado otra ronda.
—Alguien lo hizo por usted, señorita. —dice amablemente.
—¿Quién?
Él sonríe, pero no hay que ser genio para darse cuenta de quién fue. Me rio, pero no pruebo la bebida, en cambio, la tomo y la vacío en el cubo de la esquina de mi asiento y levanto la copa hacia él. Puedo ver como el hombre a su lado tiembla en una posible carcajada.
—Puedo comprar mis propias bebidas—digo en voz alta, aunque sé que no será capaz de escucharme.
Mi vejiga se resiente y necesito ir al baño. Tomo las muletas debajo de mi asiento y me arrepiento enseguida un poco, aunque esto puede ser un repelente para mi hermano, también lo es para los hombres. Ninguno se acerca a la chica lisiada.
—Voy al tocador, chicos—les digo a los guardaespaldas de Molly y ellos asienten. Me abro camino entre las personas cerca a la pared y llego al pasillo que da a los tocadores. De nuevo, la sensación de que alguien me observa me toma desprevenida y camino más deprisa. El pasillo está completamente vacío, pero no veo hacia atrás, la música va quedando en segundo plano cuando escucho los pasos detrás de mí. Los ignoro y sigo mi camino.
Es un pasillo de tocadores. Me digo a mí misma. No es hasta que estoy por entrar al baño que una mano cubre mi boca para no gritar y mis muletas se arrastran por el suelo cuando se sueltan de mis codos. Escucho una puerta abrirse y la luz se apaga.
Grito y pataleo como puedo, pero la mano y el cuerpo detrás de mí es más fuerte que apenas y puedo moverme.
—Frágil pero luchadora, me gusta—su voz es ronca y me hace cosquillas en mi cuello. Me huele el cabello y coloca una mano en mi cintura para no caerme según él, o para no huir.
—Voy a quitar mi mano, pero si gritas vas a lamentarlo. Asiente si entiendes.
Asiento rápido con la cabeza.
—Buena chica.
—Por favor, no me lastime. —ruego—lo siento si hice algo que…
—Deja de hablar—me callo cuando su mano recorre mi cabello, mi cuello y su gran mano se detiene ahí, sintiendo mi pulso. —Te has atrevido a rechazarme y has desperdiciado una buena y cara bebida.
—¿La bebida?
El hombre. Dios. Mi cuerpo tiembla más ante su toque, pero mi cuerpo no lo rechaza del todo, su toque es suave, su voz es fuerte pero no amenazante.
—Lo siento, no quise ofenderte, es solo que…
—No aceptas bebidas de extraños, buena chica.
Dios. Cuando me dice buena chica mi cuerpo reacciona de manera extraña. Estar así a su merced, en la oscuridad y sintiendo la dureza en mi culo, el calor de su cuerpo a través de la tela de su ropa y la mía y además mi cuerpo reaccionando de esta manera me hace cuestionarme demasiadas cosas. Esto no es normal. Esto no es un maldito libro dark romance que tanto me gusta leer. Es la maldita vida real, y en esta vida real, un desconocido me tiene acorralada en la oscuridad.
—¿Qué es lo que quiere?
—Quería conocerte.
—¿Conocerme? ¿Y cree que acorralarme así es lo correcto?
—Sé que no lo es, pero tu cuerpo reacciona como quiero. —susurra en mi oído y me estremezco—creo que te gusta.
—Se…equivoca. No me gusta y creo que no es buena idea que ande por ahí haciéndole esto a toda chica que rechaza sus invitaciones. Se puedes meter con la chica equivocada.
—¿Chica equivocada? —repite en tono de burla y gruñe—Y dime chica equivocada, ¿Quién eres?
No puedo decirle quien soy. Si es de la Bratva avisará al Don y luego a mi hermano o incluso puede hacerme algo peor, no todos los integrantes de la Bratva se han tomado bien la nueva alianza del Don.
—Eso no te importa. Déjeme ir.
—Hace varios minutos dejé de tocarte, amor.
—¿Pu…puedo irme? —pregunto tragando una bola de aire.
—Si quisieras irte, ya lo habrías hecho.
Me giro lentamente, esperando ver su rostro, pero está oscuro y la luz detrás de él es una ventana pequeña. Los pequeños rayos de luna entran y solo veo su silueta. Alto, fuerte y huele delicioso. ¿Qué mierda sucede con él y la oscuridad? Yo… yo odio la oscuridad.
De pronto mi garganta se cierra y me olvido de cómo respirar. La habitación se transforma en un pequeño baúl mugriento y mis gritos se vuelven al pasado. Yo intentando luchar por horas en ese pequeño espacio.
—Por favor… enciende la luz. No me gusta, no me gusta…la oscuridad.
Cuando estaba tocándome no sentí miedo a pesar de estar en la oscuridad. Porque ese miedo lo cubría a él y no un trauma del pasado. Pero tampoco era un temor a que me hiciera daño, sino el daño que puede hacerle mi hermano a otro hombre por ponerme las manos encima. El miedo a proteger incluso aquello que no conozco. Pero cuando dijo que había dejado de tocarme, solo vi oscuridad y mi mente me traiciona de nuevo.
Siento que caeré al suelo, entonces me toca de nuevo y me lleva hasta su pecho. Mis manos se aferran a su ropa, una chaqueta de cuero. Lo agarro fuerte y lo atraigo hacia mí.
—Respira conmigo.
Respiro con él, dejándome llevar por su acento que resuena en mi oído como una melodía exótica. ¿Sabrá quién soy? Dudo que lo sepa. Si supiera mi identidad, no se atrevería a acercarse tanto. ¿Es ruso? Todo es demasiado confuso para darme cuenta ahora, solo sé que me siento bien entre sus brazos.
—Cierra los ojos y escucha la música a lo lejos— me susurra con su voz ronca y persuasiva.
Sigo su consejo y me sumerjo en la melodía que se desvanece a lo lejos. Aunque la música avanza rápidamente, él se mueve conmigo, en un ritmo más lento, pero increíblemente seductor. Me siento como si estuviera siendo hipnotizada, como si estuviera bajo su hechizo. No me conoce, eso es seguro. Es un completo desconocido, pero en este momento, me está brindando una especie de consuelo que necesito desesperadamente.
Se aleja de mí lentamente, y yo sigo con mis ojos cerrados, deseando que esta oscura magia nunca termine.
—Eso es caramelo, buena chica.—me da un beso casto en los labios sin esperármelo y casi gimo esperando por más pero entonces, su contacto se interrumpe abruptamente cuando escucho el clic de la puerta y la luz del baño se enciende. Dos chicas irrumpen en la habitación, sin siquiera notar mi presencia. Comienzan a reírse y a hablar sobre el hombre que acaban de ver en el pasillo, comentando sobre lo atractivo que es.
Me veo por el espejo y miro que no tengo mi moño azul. Se lo ha llevado.
Me apoyo en mis muletas y salgo del baño, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. ¿Qué fue todo eso? Me pregunto mientras sigo adelante. ¿Quién era ese hombre que me proporcionó un momento de consuelo en la oscuridad? Mi protector oscuro, eso es lo único que sé por ahora.
Mi protector oscuro.
Capítulo
3
presente
Konstantin
—Traga—le ordeno a la perra que tengo de rodillas frente a mí con lágrimas en los ojos, mientras me termino mi porro y reviso los datos que he estado esperando sobre el nuevo trabajo de mierda que Bear y Anton tienen para mí.
Una puta fachada para saber los pasos de otro de nuestros enemigos. Algo me huele mal aquí y no es por mi nueva fachada. Es algo demasiado arriesgado estar dentro de la boca del lobo, un enemigo como Salvatore Rossi es lo que menos necesitamos ahora, pero alguien tiene que hacer el trabajo sucio desde que mis hermanos están demasiado ocupados con los coños de sus mujeres y mis sobrinos.
Hijos de puta, los echo de menos. Y más a mi hermano mayor, el Pakhan quien en estos momentos me odia después de mi gran mentira. Era eso o dar explicaciones del porqué tengo esta maldita fijación con su esposa, Rose.
Mierda, mierda, mierda.
No estoy enamorado. Ni siquiera sé lo que es eso.
Estoy metiendo mi polla dentro de mis pantalones cuando la puerta se abre y es mi amigo Dimitri Markov, el encargado de este club exclusivo, el Golden Rose Elite club de la Bratva a la que pertenecemos. Me fulmina con la mirada y le arroja el abrigo a la chica.
—Fuera de aquí.
—Sí, señor—dice ella tomándolo deprisa y cerrando la puerta detrás.
Dimitri se sienta frente a mí en uno de los sofás de mi oficina. Los dos manejamos este maldito lugar, pero quien lo defiende a muerte es Dimitri, vive y jode por este maldito lugar, es como si no tuviera otro propósito en la vida. Es como si esperara que su jodida esposa muerta entrara por esas puertas algún día.
Me arroja un sobre negro y no tengo que preguntarle sobre qué se trata. Tengo todo lo que necesito en mi teléfono, pero sé que Dimitri ha hecho también su parte en conseguirme la otra información que le pedí. No me llamaron para una nueva misión, se me fue dada porque sí, y esta vez, la cosa se pondría interesante. Soy el hermano del Pakhan y, como siempre, estoy listo para seguir las órdenes.
—¿Estás seguro que quieres hacer esto? —pregunta mi amigo.
—¿Tengo alguna elección? —no espero su respuesta. Sabe que no tengo otra mierda mejor que hacer. Soy el mejor para este trabajo. Siempre he estado bajo perfil, nadie podrá saber que soy Konstantin Romanov, el hermano del Pakhan.
La tarea: ser el nuevo guardaespaldas de Gema Rossi, la hermana de Salvatore Rossi, el Capo del difunto hijo de puta Michele Barone, el hermano del Don. La conexión de la mafia siempre lleva a lugares inesperados, y esta no sería la excepción.
La familia es complicada, y más cuando te piden que te involucres más allá de la protección física. Mi objetivo es observar, conocer los movimientos de Rossi, y asegurarme de que la familia esté a salvo mientras descubro lo que esconde y por qué quiere dividir la Cosa Nostra.
Observo detenidamente la fotografía que tengo entre las manos y no puedo evitar quedar cautivado. Su belleza no solo es evidente, sino que hay algo más en esos ojos centelleantes, una chispa que sugiere que Gema Rossi es mucho más complicada de lo que aparenta. Las apariencias pueden ser engañosas, pero en este caso, algo en ella insinuaba una profundidad que va más allá de lo visible.
Su cabello castaño oscuro cae en cascada sobre sus hombros, enmarcando unos ojos almendrados que revelan misterio y determinación. Su boca, rosada y rellena, complementa unos pómulos afilados que añaden una elegancia única a su rostro. Pero lo que realmente llama la atención es su cuerpo espectacular. En otra fotografía, la encuentro bailando, vistiendo unos pantalones cortos que apenas cubren su redondo trasero, medias rotas y sexys, y una camisa ajustada improvisada que deja al descubierto su abdomen esculpido. Completa el conjunto con unos zapatos multicolor de aguja irresistiblemente sensuales.
Es solo una imagen, pero mi polla reacciona de inmediato ante la visión. Mi mente divaga hacia lugares pecaminosos mientras imagino las posibilidades que esta mujer podría ofrecer.
—Te he enviado un video de ella —anuncia Dimitri, y presiono el botón de reproducción. Los acordes de "One of the Girls" de The Weeknd llenan el aire mientras Gema realiza movimientos sexys y perfectos en el suelo, sincronizados con la canción.
Ella sabe exactamente lo que está haciendo, y no puedo evitar estar intrigado por lo que vendrá a continuación.
Gema continúa moviéndose con una gracia magnética, siguiendo cada ritmo de la canción como si estuviera fusionada con la melodía. Sus movimientos son suaves, sensuales y perfectamente coordinados. Cada giro y cada curva de su cuerpo en el suelo parecen ejecutados con precisión, como si estuviera contando una historia a través de su baile.
La luz tenue del lugar destaca sus contornos, revelando la sensualidad de sus movimientos. Gema no solo baila; ella seduce con cada giro, cada movimiento de cadera y cada expresión facial. Es una danza que va más allá de lo físico; es una manifestación de su personalidad y magnetismo.
Es como follar.
A medida que avanza la canción, su energía parece crecer. Gema se sumerge por completo en la música, dejando que la pasión y el ritmo la guíen. Cada gesto, cada gesto provocador, está diseñado para cautivar y mantener la atención. Es como si estuviera contando una historia de deseo y liberación a través de sus movimientos.
Dimitri y yo observamos en silencio, absorbidos por la actuación de Gema. Y me encuentro celoso porque mi amigo está mirando esta parte de ella. Es innegable que tiene un poderoso control sobre su cuerpo y una conexión única con la música. Mientras baila, parece olvidar el mundo exterior, sumergiéndose en el placer de la expresión artística y la sensualidad.
Cuando la canción llega a su fin, la habitación queda envuelta en un breve silencio antes de que Dimitri rompa el hechizo.
—¿Qué te parece? —pregunta, con una sonrisa que insinúa que ya conoce la respuesta.
No sé qué decir. Miento, sí lo sé. Con una sonrisa le respondo:
—Estoy jodido.
Es ella y él lo sabe. Es jodidamente ella.
Mi chica frágil. A la cual quiero romper con mis propias manos.
…
Fue un maldito laberinto llegar a la mansión Rossi. Bajo el disfraz de mi nueva identidad, Alessandro -Sandro- Romano, llego a la imponente mansión de Salvatore Rossi en Nueva York. El bullicio de la ciudad se desvanece a medida que me adentro en el opulento edificio que sirve como el epicentro del poder de la Cosa Nostra en esta parte del mundo.
Me tomó hora y media en el jet privado. Pero no estaré volando, la reunión era aquí, pero, así como la Bratva, la Cosa nostra ahora opera también en la otra parte de Chicago donde no tiene que interferir con nuestra mierda ni nosotros con la de ellos.
Las grandes puertas de madera se abren lentamente, y soy recibido por el elegante mayordomo que me conduce a la presencia de Salvatore Rossi. El aroma a cigarro y la atmósfera cargada de autoridad impregnan el aire mientras avanzo por los lujosos pasillos.
Finalmente, entro en una sala ricamente decorada, donde Salvatore Rossi está sentado en un majestuoso escritorio de caoba. Su mirada aguda se posa en mí mientras me acerco, y puedo sentir la evaluación silenciosa de un hombre que ha visto mucho en la vida.
Un hijo de puta que sé que al final, tendré que matar. Y puedo saborear ya la sangre en el aire.
—Alessandro Romano, benvenuto[1] —dice Salvatore en italiano, con una sonrisa que oculta la astucia detrás de sus ojos.
—Sandro—le digo con firmeza y él asiente.
Cuando me enteré de que tenía que ser supuestamente un hombre italiano casi sentí ahogarme en mi propia locura, pero se tenía que hacer. Había aprendido idiomas a lo largo de los años, esto solamente comprobaba lo capaz que era de cumplir esta misión.
Le estrecho la mano con firmeza, intentando proyectar la confianza que mi nueva identidad requiere. Nos sentamos frente a frente, y durante los siguientes minutos, discutimos los detalles de mi nueva posición en su organización.
Proteger a su pequeña hermana de todo y todos. Ni siquiera una mosca puede detenerse en su cabeza. Vigilar cada movimiento y reportárselo. Encargarme de todas sus actividades y acompañarla en todo momento.
Simplemente fabuloso y estoy siendo desde luego sarcástico. Tendré que castrarme si no quiero que mi polla brinque en dirección a ella y descubrir lo que puede hacer.
—Tienes entrenamiento. Y estás recomendado por el Don, dijo que tu familia sirvió a la Cosa Nostra así que eres de fiar. Eres el quinto o sexto, ya perdí la cuenta de cuantos guardaespaldas llevo contratando para mi hermana.
—¿Qué pasó con ellos? —sé la respuesta. Pero de todas formas la hago.
—Los maté a todos por enamorarse de ella. —ladea la cabeza—¿Tendré que preocuparme contigo?
—No, señor.
—Maravilloso, el Don dijo que estabas comprometido o algo por el estilo. Tienes el corazón roto o una mierda así, lo lamento.
El Don dijo mucha mierda que olvidó informarme y mis hermanos también. Tendré una conversación con ellos y espero no joderlo todo si dice algo que yo no sé con antelación.
—No tiene de qué preocuparse, señor. He trabajado cuidando a todo tipo de mujeres hermosas y ninguna ha sido una tentación. Sin ofender.
Asiente y parece satisfecho el hijo de puta. Tiene la misma edad de Bear o eso parece, mi hermano el Pakhan, lo cual lo hace irritable, pero a diferencia del poder y fuerza que nos destaca, este hijo de puta solamente tiene boca. No es ni fuerte, ni inteligente. Por eso estoy aquí de todas maneras. Aunque sí peligroso y un hijo de puta abusivo, no necesito saber más, puedo olerlo en el aire.
—Te presentaré a mi hermana—dice con puta arrogancia—no está de más decir que si le pones una mano encima eres hombre muerto. No tengo que preocuparme por eso ¿Verdad, Romano?
El maldito tiene problemas de memoria.
—Claro que no.
Joder. Ya he hablado mucho.
—Es lo que dicen todos. Quizás un día de estos te cuente cómo terminaron los últimos que cuidaron de ella con lujo de detalle.
Sé muy bien. Muertos no sin antes ser torturados. Por él, el hijo de puta tiene alguna fijación por su hermana o una mierda, la sobreprotege demasiado y me sorprendo cuando pensar en él haciéndole daño o viéndola con otros ojos que no sea su pequeña hermana hace que vea al diablo. Recuerdo lo hermosa que es, la forma en cómo su cuerpo reacciona y…
La puerta se abre, revelando a una figura que captura mi atención de inmediato.
—Sandro, permíteme presentarte a mi hermana, Gema Rossi —dice Salvatore, y mis ojos se encuentran con los suyos.
La sorpresa parpadea en mi rostro por un instante al notar sus muletas. ¿Aun las lleva? Sin embargo, Gema sonríe amablemente, como si estuviera acostumbrada a las miradas de curiosidad.
—Gema, te presento Alessandro Romano. Tu nuevo guardián.
—Un placer conocerle, señor Romano —dice Gema, extendiendo su mano con gracia. La estrecho con delicadeza, sintiendo la firmeza de su apretón.
Aunque sorprendido por la revelación, me esfuerzo por ocultar cualquier rastro de asombro. La conexión entre nosotros se establece en ese breve intercambio, y una intriga inesperada surge dentro de mí. La historia de Gema Rossi parece ir más allá de las apariencias, y estoy decidido a descubrir más sobre esta mujer enigmática.
Una inusual sensación de nerviosismo se apodera de mí cuando Gema Rossi se presenta. No esperaba que mi pulso se acelerara de esta manera, especialmente considerando mi experiencia en situaciones de alta tensión. Sin embargo, algo en la presencia de Gema tiene el poder de desestabilizar incluso al más astuto.
No es la primera vez que la toco de todas maneras, y mi cuerpo reacciona de la misma manera.
Mis ojos capturan la esencia de lo que fue, la imagen viva y seductora que vi en el video, ahora es solo un recuerdo distante. Su belleza sigue siendo innegable, pero la vitalidad y la chispa que la caracterizaban en la grabación parecen haberse desvanecido. Me sorprende verla utilizando muletas de anciano de brazalete que acaricia alrededor sus antebrazos, un detalle que nadie compartió previamente.
Pero yo ya lo sabía.
Aunque mi rostro intenta ocultar la sorpresa, mi mente está en plena actividad, ajustándose a la nueva información. La Gema que enfrento ahora es diferente, más vulnerable de lo que había anticipado. Pero, paradójicamente, esta revelación solo intensifica mi interés en ella.
—Señorita Rossi —respondo, esforzándome por mantener la calma. Mi mano sostiene la suya con respeto, reconociendo la lucha que puede representar cada paso que da. —puede llamarme Sandro.
Mientras Salvatore continúa con la conversación, mi mente está ocupada evaluando esta nueva capa de complejidad en la misión. Gema Rossi, con su fragilidad aparente, se convierte en un enigma que estoy ansioso por descifrar. La ausencia de información sobre su condición física realza la intriga y plantea más preguntas sobre su conexión con la organización.
Enfrentándome a la realidad cambiante, me sumerjo en el juego de la Cosa Nostra, donde las apariencias pueden ser engañosas y las verdades ocultas pueden ser las más peligrosas.
De algo estoy más que claro con esta jodida misión y es que Gema tiene mis iniciales en su frente y pronto en su lindo y redondo trasero. Ella será mía.
Capítulo
4
Gema
Odio Nueva York. Pero algo pasó con el jefe de mi hermano, el hermano del Don, por lo que tuvimos que salir de Chicago y escondernos lejos, pero ya estamos de regreso y por supuesto, el jefe de mi hermano está muerto. Conocí a Sandro hace unas semanas y ahora por fin se instalará en nuestra casa.
Su voz me es familiar.
Y no solamente eso, la forma de su cuerpo. Debajo de ese traje de tres piezas negro, tan elegante. Y sus tatuajes desde su cuello hasta el cuero cabelludo de un lado. Él es… tan peligroso y hermoso a la vez que me pone los pelos de punta.
De nuevo lo tengo frente a mí. Se ve demasiado serio y parece que no le gusta hablar mucho.
Debo mantenerme alejada de él y no dejar que joda mis planes, sino acabará como los otros. En ese momento nuestras miradas se ven interrumpidas por el tono de llamada que recibe mi hermano. Maldice en voz alta y responde descortés saliendo de la habitación.
—Ponlo al día con tus actividades, Gema. —dice antes de salir y dejarme ahí sola de pie con él. De pronto su mirada cambia como un villano a punto de capturar a su presa.
Judas.
Me siento nerviosa así que no sé qué hacer más que sentarme en la orilla de mi cama y él observando cada movimiento que hago. Es tan incómodo, y la forma en cómo reacciona mi cuerpo es tan… extraña. No había sentido esto desde... esa noche en el club de la Bratva. No llevo vestido, ni tampoco tanto maquillaje, visto apenas unos pantalones cortos y una camisa sencilla y mis zapatillas.
No lo esperaba que apareciera de nuevo hoy, la primera vez fue un error que me conociera aun en mi pijama, pero esta es la segunda vez que sucede y me siento nerviosa al respecto. Bueno, que le den. No necesito impresionarlo.
—¿Señorita? —su voz es tan ronca y varonil que me cuesta trabajo concentrarme. Joder. ¿Así será siempre? Lo miro y aunque su temple es de un perro rabioso, veo picardía en su mirada como que esto lo divirtiera. ¿Qué sucede con él?
—Es Gema—le digo—si vamos a hacer esto, llámame por mi nombre, por favor.
—No me pagan por obedecerte—lo veo de inmediato y lo que ven mis ojos es arrogancia, peligro y oscuridad, hay algo de él que no me gusta y no sé lo que es. Es como si hubiera un millón de secretos encima y encriptados.
—¿Disculpa?
—Ya me has oído, no me pagan por obedecerte. Así que, dime ¿Cuáles son tus actividades? Tu hermano dijo que me pusieras al día.
Maldito. No habla mucho, pero es un hijo de puta con la lengua bien afilada de todas maneras cuando la abre.
Bien. No tengo que fingir ser cortés, o ser un animal asustado. Si él se comportará como un idiota cuando mi hermano no esté, entonces creo que nos llevaremos bien porque soy una perra mejor que eso.
Me levanto de la cama y camino dos pasos hacia mi escritorio con mis muletas y le entrego un papel que he hecho. No debería de molestarme. Le doy un mes, por mucho. Todos terminan igual. Al menos los otros habían sido amables. Alessandro Romano es un idiota arrogante de primera clase, seguramente cuidar de una chica como yo le aburre. Noticia de última hora. Me importa poco si soy aburrida o no, estamos atrapados el uno con el otro.
—Eres una mujer que piensa demasiado fuerte—lo encuentro mirándome. ¿Es eso un chiste? ¿Burla?
—Rehabilitación, salón, comidas y compras con mi amiga Molly…—decido ignorar su comentario.
—Puedo leer—interrumpe—¿Eso es todo?
—¿A qué te refieres?
—Eres una chica de veinte años, esperaba que estuvieras en la universidad o algo. No hay reuniones en sociedad tampoco… salidas nocturnas. ¿Un novio?
Me sonrojo de inmediato. Sí, soy demasiado aburrida.
Veo hacia otro lugar avergonzada de alguna manera. Salidas nocturnas. Todavía no supero la última. Fue hace casi un mes y aún siento el sabor de sus labios en los míos. Por otro lado, no me reúno con mi hermano en ninguna de sus actividades sociales porque le doy vergüenza. Me pican las lágrimas en los ojos, pero me las aclaro cuando parpadeo varias veces.
—Terminé la universidad hace un tiempo, soy ingeniera química—no sé porque le digo esto—mi hermano no me necesita con él en sus actividades sociales. Tengo una vida simple y aburrida.
Vamos a dejar lo de novio en el aire.
—Como sea.
Creo que está comenzando a irritarme.
—Me gustas cuando hablas menos—le hago saber—te mostraré tu habitación, señor Romano.
Casi me echo a reír cuando él abre la puerta hacia la salida, pero yo me dirijo hacia el otro extremo de mi habitación donde hay dos puertas que me separan de la otra ala. Sí, mi hermano es así de controlador. No espero que se quede después de esto, es una invitación a su muerte. Los últimos dos no lo soportaron.
—Tu habitación es anexa a la mía.
Por fin he logrado callarlo o al menos dejarlo sin palabras. Pero cuando ladea la cabeza y me ve, me dedica la mirada más fría que he visto nunca. ¿Cuál es su problema?
Hay una guerra de miradas entre los dos hasta que sus ojos se posan desde los míos hasta la punta de mis pies. Llevo pantalones cortos y una simple camisa varias tallas más grande con la cara de Eminem y por un momento me siento incómoda y fuera de lugar. Frente a mí tengo un hombre demasiado atractivo, demasiado… perfecto de mirar pero que alberga un mundo en sus ojos y en su mente que no conozco y que sé, se queda corto con el mío.
Tatuajes en sus manos y seguramente brazos y pecho porque sobresalen algunos desde su cuello, hasta la parte rapada de los lados de su cabeza. Nunca me había fascinado tanto la tinta en el cuerpo de un hombre, pero en él es todo menos tinta solamente, es arte. Es, lujuria y seducción. Porque a pesar de su mirada seria e inquisitiva, veo a un hombre codicioso por el placer.
Le gusto. Sé cuándo a un hombre le gusto, tengo veinte años y mi corta edad me hace abalizarlos bastante bien. No he tenido algo mejor que hacer en mi tiempo libre y mi poca vida social, sé cuándo un hombre me desea.
Y él me desea o me odia.
Sandro no ve mis muletas, ve mi alma a través de mis ojos.
—Veo que ya conoces tu habitación—mi hermano me sorprende y salgo de su presencia antes de que me desmaye frente a él. El maldito sabe lo que hace. Y no me lo pondrá fácil si tengo que estar constantemente en su presencia.
Creo que voy a odiarlo.
Capítulo
5
“Sandro”
—Veo que ya conoces tu habitación.
Gema se apresura a huir cuando escucha la voz de su hermano. De inmediato escondió sus uñas y se mostró débil y temeraria cuando escuchó su voz.
Sospechoso como lo imaginé.
Nota mental para no olvidar y averiguar lo que sucede entre ellos. No es normal que un hombre haya matado a todos los guardaespaldas de su pequeña hermana por celos.
¿Acaso tengo a un maldigo enfermo frente a mí?
—Sí, señor. Eso parece.
Si tengo que llamarlo señor una vez más voy a castrarme poco a poco. Creo que no pensé muy bien lo que tenía que hacer cuando acepté esta misión.
El hijo de puta sonríe y mete sus manos en la bolsa de sus pantalones brillantes de diseñador de mierda italiana.
—Ella ha querido escapar un par de veces en las noches. Así que me vi en la obligación de que estuviera lo suficientemente custodiada. Incluso cuando duerme. Pero no ha funcionado bien con los últimos dos hombres.
Mi sangre comienza a hervir. Imaginar que esos idiotas se quisieron intentar aprovecharse de ella me llena de rabia de alguna forma y no me gusta.
Me importa una mierda, sí. Ella no me importa en absoluto.
—¿Escapar?
—Sí, mi pequeña e idiota hermanita salió rebelde y se mete en problemas. —él es un hombre muerto ahora— Desde su accidente se ha mantenido un poco tranquila pero también me urge que deje de usar esa mierda para caminar. Me causa escalofrío y es un repelente para los hombres.
Aprieto mis puños. Pensando en que no es cierto. Gema es una chica hermosa y exquisita, sus muletas no opacan su belleza. Pero mi trabajo aquí no es llegar a sus pequeñas y bragas mojadas, sino que su hermano confíe en mí y saber sus pasos.
—Una de tus tareas es que me informes los avances de Gema en la rehabilitación.
—Así será, señor.
—Bien y otra cosa. No te dejes engañar de Gema. No confíes en ella. Tiene veinte años, pero es una chica astuta y muy manipuladora.
—No se preocupe, no habrá ningún problema.
—Bien. No te pongas tan cómodo, su rehabilitación es en dos horas. Tu trabajo es no despegarte de ella de ahora en adelante.
Se marcha, cerrando la puerta tras de sí con un golpe sordo que resuena en la habitación. Me dejo caer en el borde de la cama, observando mi pequeña maleta reposar en la esquina con desdén. Deberían haberla subido mientras estaba enzarzado en conversaciones con el maldito italiano.
No sé qué estaban pensando mis hermanos al enviarme a este maldito lugar para este trabajo. Necesito acción, necesito sentir la sangre latir en mis venas mientras golpeo un saco lleno de arena o, mejor aún, un rostro. El de Salvatore podría servir, pero mis hermanos no dudarían en matarme si me despiden en mi primer día. Eso es, claro, si logro salir vivo de este lugar.
Es lo que ocurre cuando eres parte de la Bratva y te mueves en las sombras. Mi trabajo para la Bratva en alto rango es crear enlaces entre los Capos y miembros inferior de lo que podría ser una amenaza, o no. Operaba la seguridad de nuestra hermandad y estrategias de combate y seguridad.
Mi trabajo de encubierto es pan comido o, mejor dicho, una mierda. Yo no tengo que estar acá, pero tampoco quiero regresar y ver la cara de desprecio de mi hermano el Pakhan, aun no me perdona lo que cree que hice.
Recuerdo unos ojos, su mirada, y su aroma, y cierro los míos por un instante.
Gema.
Una sonrisa ladina se forma en mis labios. Su hermano me advirtió que me mantuviera alejado. ¿Pero cómo será realmente eso al final del día?
Interesante.
Capítulo
6
Gema
Me deslizo por el asiento trasero de la camioneta asignada para mí, con cuidado de no poner demasiado peso en mi pierna izquierda. Sandro, se mantuvo en silencio junto a la puerta, observando con su típica expresión imperturbable. A pesar de su aspecto imponente, sus ojos grises como los de un lobo me transmiten una calidez que pocos lograban percibir.
No voy a caer en su juego.
El trayecto hasta el centro de rehabilitación transcurrió en silencio. Sandro conducía con maestría mientras yo miraba por la ventana, perdida en mis pensamientos. La gente pasaba por la acera, ignorando la escena que se desarrollaba en el interior del vehículo.
Al llegar, Sandro salió primero y rodeó el auto para abrirme la puerta. Acepté su mano con gratitud y salí de la camioneta sintiendo un escalofrío y electricidad nueva en todo mi cuerpo por su tacto.
Tienes que estar bromeando. No me puede gustar mi nuevo guardaespaldas.
Apoyándome en mis muletas de brazalete me adentre hasta la entrada donde mi doctor ya estaba esperándome.
—Buenos días, Gema— saluda con una sonrisa cálida.
—Buenos días, Dr. Reynolds— respondo con una sonrisa.
Juntos nos dirigimos hacia el interior del centro, Sandro siguiéndonos de cerca. Era difícil ignorar las miradas curiosas que recibíamos, pero me obligué a mantener la compostura. Esta era una rutina a la que me había acostumbrado, aunque cada día se volvía un poco más difícil mantener la fachada.
En la sala de espera, el Dr. Reynolds revisó mi historial médico mientras Sandro permanecía de pie a mi lado, vigilante como siempre. Traté de concentrarme en la conversación, pero mi mente divagaba hacia Sandro, preguntándome qué pensaría realmente de toda esta situación.
¿Le parecía dañada? Así me llamaba mi hermano y su círculo de amistades.
Finalmente, llegó el momento de comenzar la sesión de rehabilitación. Me levanté con la ayuda de mis muletas, consciente de la atención que recibía de los demás pacientes. Siempre era lo mismo, era la única que venía aquí custodiada por matones.
Sandro se mantuvo a mi lado, listo para intervenir en caso de que lo necesitara, pero yo seguía fingiendo mi incapacidad con habilidad.
Durante la sesión, me esforcé por cumplir con todas las indicaciones del terapeuta, aunque sabía que mi progreso era mucho menos avanzado de lo que dejaba entrever. Estaba obligada a esto que era doloroso algunos días. Sandro me observaba en silencio desde un rincón de la sala, su presencia reconfortante en medio de todo el caos.
Esto no será fácil. No quiero que me vea sufrir, no quiero que vea es vulnerabilidad en mí.
…
Mientras nos dirigimos de regreso a la camioneta, me recuesto en el asiento con un suspiro de alivio. Sandro arranca el motor y nos alejamos del centro de rehabilitación, dejando atrás las miradas curiosas y las limitaciones autoimpuestas. También mi humillación.
—¿Todo bien, señorita? — pregunta Sandro, su tono de voz revelando una nota de preocupación.
Es la primera vez que me habla durante las dos horas que estuvimos ahí.
—Sí, estoy bien—respondo con una sonrisa forzada, tratando de no mostrar la incomodidad que siento por su actitud.
Aunque Sandro es mi guardaespaldas, demostró hoy un comportamiento posesivo mientras las manos del Dr. Reynolds estaban en mis rodillas. ¿Celoso? Imposible. Miro por la ventana, intentando desviar mi atención hacia el paisaje que pasa velozmente.
En la sala de espera, el Dr. Reynolds había sido su usual yo, amable y cariñoso. Sus palabras reconfortantes y su tacto gentil mientras revisaba mi historial médico siempre me habían hecho sentir segura y cuidada. Sin embargo, noté cómo los ojos de Sandro seguían cada movimiento del doctor, su mandíbula tensa con cada sonrisa que le dirigía.
Durante la sesión de rehabilitación, el doctor Reynolds se tomó el tiempo para explicar cada ejercicio con paciencia, ajustando su enfoque a mis necesidades específicas. Sus manos cálidas y reconfortantes me ayudaban a mantener el equilibrio, y su cercanía no hacía más que aumentar la sensación de seguridad que siempre había mostrado.
No me gustaba mi doctor, pero me resultó un poco divertida la reacción de Sandro con cada movimiento que hacía que apenas y pude concentrarme.
Tenía que hacerlo por mi nuevo guardián, era la regla. Mantenerlos al margen y al tanto de lo que ocurría, aunque Reynolds sabía la verdad, yo no necesitaba este tipo de rehabilitación.
Pero cada vez que el doctor Reynolds me tocaba o me dirigía una sonrisa amable, podía sentir la mirada intensa de Sandro quemando la parte posterior de mi cabeza. Su presencia se volvía más opresiva con cada gesto de Reynolds, y me preguntaba qué pasaría cuando llegáramos a casa.
El silencio entre Sandro y yo es incómodo. Me muerdo el labio inferior, sin saber cómo abordar el tema de su extraño comportamiento porque no solamente no se despegará de mí en todo el día, una puerta separa mi cama de la suya.
—¿Estás segura de que estás bien? —pregunta Sandro, me sorprende su tono de voz más suave esta vez.
¿Qué le pasa?
—Sí, estoy bien, Sandro—respondo, tratando de ocultar la incomodidad en mi voz.
El resto del viaje se desarrolla en un tenso silencio, y me pregunto cómo resolver esta situación complicada entre nosotros. Apenas va un día.
Como es costumbre, suelo almorzar sola en un restaurante diferente de Chicago para salir de la rutina y tener un poco de paz de las garras de mi hermano. Entro a uno de los restaurantes nuevos de la ciudad que me moría por probar y la señorita se me queda mirando de pies a cabeza llamándole la atención mis muletas como siempre. Pero cuando ve al hombre detrás de mí se pone nerviosa y sonríe.
—Bienvenidos. ¿Mesa para dos?
—No, solo ella comerá—responde Sandro por mí—buscaré una mesa y revisaré que todo sea seguro.
Estoy segura que la chica escuchó eso también, pero no me da tiempo de protestar cuando lo veo que se aleja un poco y sin dejar de mirarme elije una mesa para mí en la parte del fondo del restaurante.
—Por aquí, señorita.
—Rossi—le digo—Gema Rossi, el lugar es muy bonito seguro vendré muy a menudo.
—Nos alegra mucho escuchar eso, señorita Rossi. —me siento mientras Sandro toma la carta de la mano de la mujer y me lo coloca frente a mí, ella sonríe nerviosa y se va.
—Le daré unos minutos para que elija.
—Gracias.
Mientras reviso el menú, mi mente divaga hacia la situación con Sandro. Su actitud extraña me resulta cada vez más difícil de manejar, especialmente ahora que estamos en público. Pero ahora, en este hermoso restaurante, me siento determinada a disfrutar de mi comida y dejar las preocupaciones a un lado, al menos por un momento.
Después de unos minutos de contemplación, finalmente decido qué quiero ordenar. Levanto la vista de la carta y encuentro a Sandro observándome con una expresión indescifrable. Sus ojos grises brillan con intensidad, como si estuviera tratando de descifrar mis pensamientos.
—Sandro, ¿qué vas a comer? —pregunto, tratando de cambiar el tema y aliviar la tensión entre nosotros.
Él desvía la mirada y se aclara la garganta antes de responder:
—No tengo hambre. Solo estaré atento a su seguridad.
Asiento con comprensión, aunque una parte de mí desearía que pudiera relajarse y disfrutar de una comida junto a mí. Bueno, comer. Es un ser humano que necesita comer. Pero entiendo que su prioridad es protegerme, incluso en un ambiente tan aparentemente tranquilo como este.
La camarera regresa, lista para tomar mi pedido. Hago mi elección y ella se retira nuevamente, dejándome a solas con Sandro y mis pensamientos tumultuosos.