Cubierta
Página legal
Diseño y realización: Julio Cubría
Ilustrador: Ramón Unzueta
© Olga Marta Pérez, 2019
© Sobre la presente edición
Editorial Capitán San Luis, 2019
ISBN: 9789592114883
Editorial Capitán San Luis, calle 38, No. 4717 entre 40 y 47, Playa,
La Habana, Cuba
www.capitansanluis.cu
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Un día importante
Perfume de violetas
Todos los detalles son importantes.
Papatino
Eran las nueve de la mañana y el tren anunció su partida, el último pasajero montó apresuradamente, y Pilar dijo adiós a sus padres que se fueron volviendo más pequeños a medida que el tren se alejaba hasta que desaparecieron con todo lo demás. Aunque nada más era una hora de camino, Pilar estaba nerviosa porque emprendía una gran aventura, es que por primera vez viajaba sola en tren a casa de sus abuelos.
“En una hora estaré con mis abuelos, no debería estar nerviosa, pero lo estoy, y para colmo me desperté tempranísimo, creo que me despertó la emoción”, pensó Pilar.
El conocido paisaje que pasaba, corriendo más allá de la ventanilla le dio sueño a Pilar, y sus brazos cayeron flojos a los lados y el maletín que tenía sobre sus piernas rodó hasta el piso y con el bamboleo del tren, el maletín no paró de rodar hasta los pies del pasajero del asiento delantero.
Todo se mantuvo en calma. Alguna que otra persona cambió de asiento o se fue para otro vagón, pero nada más.
–Boletines, boletines –viene diciendo el conductor.
Y una mujer le contesta:
–Tome nuestros boletos, conductor, pero a esa niña va a tener que despertarla, ella viaja sola, la pobre.
–No la despertaré, ya tengo su boleto, ella es nieta de un gran amigo mío, así que no es una niña solitaria.
Después que pasó el conductor ponchando el largo boletín, todo se mantuvo en calma. Quizás alguna que otra persona cambió de asiento o se cambió de vagón, pero nada más. Pero, que siempre hay un pero, ya se sabe, cuando faltaba media hora para llegar a Corralillo Verde, Pilar despertó.
–Ajá, muchachita, ya despertaste, se puede pasar tu parada –dijo la mujer.
–No, no, el conductor de todas maneras me avisa, ¡Aaaaay!
–¿Qué pasa?, ¿te duele algo?
–¡Ay, mi maletín!
–¿Qué te duele?, ¿el maletín?, eso sí que es raro.
Todos los pasajeros del vagón miraron a Pilar, algunos asombrados y otros con ojos de no entender nada, pero no dejaban de mirarla.
–¡Mi maletín no está! ¡No está! –Pilar repetía.
De golpe, la mujer que estaba sentada cerca de Pilar lo entendió todo y de un brinco ya estaba de pie en el pasillo.