Pinocho - Carlo Collodi - E-Book

Pinocho E-Book

Carlo Collodi

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Beschreibung

Fue publicado en Italia en el periódico "Giornale per i bambini" desde 1882 hasta 1883, con los títulos "Storia di un Burattino" ("Historia de un títere"), ilustradas por Enrico Mazzanti, y es una de las obras más leídas a nivel mundial. Así pues, cuenta con traducciones a más de doscientos cincuenta idiomas y dialectos, incluyendo al sistema de lectura braille. La obra también se ha convertido en uno de los libros más vendidos de todos los tiempos. Desde su primera publicación, la novela ha dado lugar a diversas adaptaciones a lo largo del tiempo, entre las que se incluyen grabaciones de audio, obras de teatro, películas, ballets y obras de ópera.

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Veröffentlichungsjahr: 2017

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Pinocho

Carlo Collodi

CAPITULO I

De cómo el carpintero maese Cereza encontró un trozo de madera que lloraba y reía como un niño.

--Pues, señor, éste era...

--¡Un rey! --dirán en seguida mis pequeños lectores.

--Pues no, muchachos nada de eso.

Este era un pedazo de madera.

Pero no un pedazo de madera de lujo, sino sencillamente un leño de esos con que en el invierno se encienden las estufas y chimeneas para calentar las habitaciones.

Pues, señor, es el caso que, Dios sabe cómo, el leño de mi cuento fue a parar cierto día al taller de un viejo carpintero, cuyo nombre era maese Antonio, pero al cual llamaba todo el mundo maese Cereza, porque la punta de su nariz, siempre colorada y reluciente, parecía una cereza madura. Cuando maese Cereza vio aquel leño, se puso más contento que unas Pascuas. Tanto, que comenzó a frotarse las manos, mientras decía para su capote:

--¡Hombre! ¡llegas a tiempo! ¡Voy a hacer de ti la pata de una mesa!

Dicho y hecho; cogió el hacha para comenzar a quitarle la corteza y desbastarlo. Pero cuando iba a dar el primer hachazo, se quedó con el brazo levantado en el aire, porque oyó una vocecita muy fina, muy fina, que decía con acento suplicante:

--¡No! ¡No me des tan fuerte!

¡Figuraos cómo se quedaría el bueno de maese Cereza!

Sus ojos asustados recorrieron la estancia para ver de dónde podía salir aquella vocecita, y no vio a nadie. Miró debajo del banco, y nadie; miró dentro de un armario que siempre estaba cerrado, y nadie; en el cesto de las astillas y de las virutas, y nadie; abrió la puerta del taller, salió a la calle, y nadie tampoco. ¿Qué era aquello?

--Ya comprendo --dijo entonces sonriendo y rascándose la peluca--. Está visto que esa vocecita ha sido una ilusión mía. ¡Reanudemos la tarea!

Y tomando de nuevo el hacha, pegó un formidable hachazo en el leño

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